El decadente cuarto oscuro de las musas de Hollywood
?Musas o v¨ªctimas? El caso de Maureen O¡¯Hara, y la obsesiva fijaci¨®n que ten¨ªa John Ford sobre ella, se suma a la penitencia de otras actrices fetiche de cineastas ilustres.
Tras la revelaci¨®n de Paz de la Huerta asegurando que Harvey Weinstein la viol¨® en dos ocasiones en 2010, otras dos conocidas actrices contempor¨¢neas han sido noticia este fin de semana en relaci¨®n con el caso Weinstein. Por un lado, la impactante rabia acumulada por este esc¨¢ndalo en el gesto y actitud de Uma Thurman al ...
Tras la revelaci¨®n de Paz de la Huerta asegurando que Harvey Weinstein la viol¨® en dos ocasiones en 2010, otras dos conocidas actrices contempor¨¢neas han sido noticia este fin de semana en relaci¨®n con el caso Weinstein. Por un lado, la impactante rabia acumulada por este esc¨¢ndalo en el gesto y actitud de Uma Thurman al ser preguntada por ello (?He estado esperando a sentirme menos furiosa, y?cuando est¨¦ lista, voy a decir lo que tengo para decir?) y, por otro, las declaraciones de Michelle Pfeiffer a la BBC, asegurando que los casos de acoso sexual y agresiones en Hollywood responden a un modo sist¨¦mico: ?Desde que todo esto ha salido, no ha habido ninguna mujer con la que haya hablado que no haya tenido una experiencia de este tipo y eso demuestra cu¨¢n sistem¨¢tico es este problema?. Mientras las actrices de nuestra generaci¨®n se suman al activismo y reprobaci¨®n absoluta frente a la normalizaci¨®n del acoso sexual, algunos han tirado de hemeroteca para refrendar la teor¨ªa de Pfeiffer y comprobar que en 1945 ya exist¨ªan int¨¦rpretes dispuestas a vocear las miserias sexuales de Hollywood.
Lo ha hecho el pianista y escritor James Rhodes ¨Cque ha denunciado los abusos recibidos en su infancia por un profesor de gimnasia¨C desde su cuenta de Twitter, donde ha rescatado una entrevista del diario The Mirror, fechada en 1945, a la actriz Maureen O¡¯Hara (1920-2015), una de las grandes estrellas del viejo Hollywood por sus papeles en?Qu¨¦ verde era mi valle, El Hombre tranquilo o?De ilusi¨®n tambi¨¦n se vive.?Un art¨ªculo cuya copia se puede admirar en la British Library y en el que la int¨¦rprete acusa a los productores de revanchismo y etiquetarla como ?una patata fr¨ªa sin sex appeal? por el simple hecho de haber rechazado las insinuaciones y acoso sexual recibido.
?Soy una indefensa v¨ªctima de Hollywood en una campa?a de chismorreos porque no dejo que el productor y el director me besen o manoseen cada ma?ana, as¨ª que ellos han esparcido por la ciudad el rumor de que no soy una mujer y que m¨¢s bien soy una estatua helada de m¨¢rmol. Supongo que Hollywood no tendr¨¢ en consideraci¨®n a este pedazo de m¨¢rmol hasta que me divorcie de mi marido, me desentienda de mi beb¨¦ y mi nombre y mis fotograf¨ªas aparezcan en todos los peri¨®dicos. Si esta es la idea de Hollywood de ¡®ser una mujer¡¯, estoy lista para renunciar?.?
O¡¯Hara, conocida como en el gremio como ¡®la reina del Technicolor¡¯, no tendr¨ªa reparos en recordar estos episodios d¨¦cadas m¨¢s tarde (?S¨¦ que me cost¨® papeles, pero no iba a a interpretar a la zorra, esa no era yo?)?cuando fue entrevistada en The Telegraph un a?o antes de su muerte, en 2014, coincidiendo con su Oscar honor¨ªfico. Un encuentro en el que tampoco tuvo reparos en airear lo que en su d¨ªa se tild¨® de ¡®tumultuosa¡¯ relaci¨®n con su director predilecto, John Ford y cuya lectura hoy en d¨ªa es poco m¨¢s que problem¨¢tica.
En sus memorias, Tis Herself (2004), la irlandesa?relat¨® episodios de acoso y comportamientos obsesivos del director, que la adopt¨® como actriz fetiche tras Qu¨¦ verde era mi valle (1941) y trabajaron juntos en cuatro pel¨ªculas m¨¢s durante una d¨¦cada hasta Escrito bajo el sol?(1955). ?Le respetaba como director y le quer¨ªa complacer, pero ¨¦l era imposible algunas veces, especialmente cuando beb¨ªa?, record¨® entonces a The Telegraph. Momentos de embriaguez en los que Ford aprovechaba para escribir incoherentes cartas de amor o acusarla de traicionarle o mentirle. La cosa fue m¨¢s all¨¢ cuando un d¨ªa ella descubri¨® que el director se hab¨ªa colado en su casa y hab¨ªa revuelto todas sus pertenencias, llev¨¢ndose algunas. La propia actriz asegura que esa obsesi¨®n del cineasta influy¨® en su carrera hacia los Oscar, y perjur¨® hasta que falleci¨® que Ford urdi¨® una campa?a contra ella por ?sus celos obsesivos?. Una fijaci¨®n que, seg¨²n la int¨¦rprete, se pod¨ªa hasta vislumbrar en la exitosa?El hombre tranquilo (1952), donde asegur¨® que papel de John Wayne era un reflejo de los anhelos del director con la mujer: ??l viv¨ªa una fantas¨ªa a trav¨¦s de m¨ª y de Duke (as¨ª llamaba?O¡¯Hara a John Wayne). Su idealizaci¨®n le llevar¨ªa hasta enviarle una tarjeta de San Valent¨ªn ilustrada por el propio Ford en la que ¨¦l la observa de espaldas, simbolizando el rechazo de la int¨¦rprete (la tarjeta se subast¨® en 2016 por unos 1.100 d¨®lares).
Las an¨¦cdotas siguen la estela del de otras actrices etiquetadas como ¡®musas¡¯ de otros cineastas emblem¨¢ticos que en realidad padecieron relaciones t¨®xicas y abusos. Como Tippi Hedren, que desvel¨® en sus memorias (Tippi, 2016) el acoso sexual de Hitchcock durante el rodaje de Los p¨¢jaros o Marnie, la ladrona?y que llev¨® al director a abalanzarse sobre ella en un taxi.??Fue horrible, un momento horrible?, recuerda la madre de Melanie Griffith respecto a una d¨¦cada, la de los sesenta, en la que no se hablaba del acoso sexual y en los estudios no se valoraba a las actrices. (??Qui¨¦n de los dos era m¨¢s valioso para ellos, ¨¦l o yo??).
O el sufrimiento y angustia normalizada que directores como Lars Von Trier despliegan sobre sus actrices fetiche. Bj?rk, tras las declaraciones en el pasado de Charlotte Gainsbourg (?lleva sus obsesiones sexuales demasiado lejos?) ?volvi¨® a recordar sus problemas en el rodaje de Bailar en la Oscuridad a prop¨®sito del #Metoo:??Despu¨¦s de cada toma el director ven¨ªa a m¨ª y me abrazaba durante un rato largo, delante de todo el equipo, o cuando estaba sola, y?me acariciaba durante unos minutos en contra de mi voluntad?, apunt¨®. ?Cuando despu¨¦s de dos meses le dije que dejase de tocarme, explot¨® y?rompi¨® una silla?en frente de todo el mundo en el set de rodaje. Como alguien al que?siempre le han permitido sobar a sus actrices. Despu¨¦s nos mandaron a todos a casa. Durante todo el rodaje hubo constantes?ofertas sexuales, extra?as, paralizantes y no deseadas,?por su parte, acompa?adas de descripciones gr¨¢ficas, en ocasiones con su mujer estando a nuestro lado?.
Ah¨ª est¨¢ tambi¨¦n el pol¨¦mico caso de la actriz Maria Schneider, que rod¨® una escena no consensuada sobre una violaci¨®n en El ¨²ltimo tango en Par¨ªs y, pese a la humillaci¨®n que vivi¨®, se vio sin apoyos a para denunciar el abuso que sin su conocimiento perpetraron Marlon Brando y Bertolucci: ?Deber¨ªa haber llamado a mi agente o haber tenido un abogado que viniese al set porque no puedes obligar a alguien a hacer algo que no est¨¢ en el gui¨®n, pero yo no sab¨ªa aquello en aquel momento?, dijo al Daily Mail a?os m¨¢s tarde.
Joan Collins, por su parte, asegur¨® en el pasado que perdi¨® el papel protagonista de Cleopatra (la protagonizar¨ªa Liz Taylor) porque no se acost¨® con un jefe del estudio. ?Hice la prueba dos veces y era la clara candidata. ?l me llev¨® a su oficina y me dijo: ¡®?Realmente quieres este papel?¡¯ Yo le dije: ¡®S¨ª, lo quiero¡¯. ¡®Bien¡¯, me dijo, ¡®entonces lo ¨²nico que tienes que hacer es ser agradable conmigo¡¯. Era un eufemismo maravilloso en los 60 para ya sabes qu¨¦?, explic¨® la actriz en su d¨ªa. ?Acab¨¦ llorando y saliendo como pude de all¨ª?. Han hecho falta m¨¢s de medio siglo y el valor de un buen pu?ado de actrices poderosas para dar la vuelta a la tortilla y frenar la normalizaci¨®n, o silencio, frente a este tipo de episodios.