?Discutimos m¨¢s con nuestra pareja en campa?a electoral?
La crispaci¨®n pol¨ªtica tambi¨¦n puede llegar a ser un problema de pareja. Hablamos con expertos sobre qu¨¦ papel juegan los pol¨ªticos en nuestras relaciones.
No hace falta ser soci¨®logo?ni analista pol¨ªtico para darse cuenta de que vivir en campa?a electoral de forma casi ininterrumpida, no solo supone una mayor inestabilidad en el pa¨ªs, sino tambi¨¦n una mayor crispaci¨®n en la gente. La pol¨ªtica no suele ser una conversaci¨®n tranquila y de consenso, y aunque nos quejemos de la falta de acuerdo de nuestros pol¨ªticos, la realidad es que ni nosotros mismos somos capaces de llegar a un acuerdo ideol¨®gico con nuestro cu?ado o nuestro vecino.
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No hace falta ser soci¨®logo?ni analista pol¨ªtico para darse cuenta de que vivir en campa?a electoral de forma casi ininterrumpida, no solo supone una mayor inestabilidad en el pa¨ªs, sino tambi¨¦n una mayor crispaci¨®n en la gente. La pol¨ªtica no suele ser una conversaci¨®n tranquila y de consenso, y aunque nos quejemos de la falta de acuerdo de nuestros pol¨ªticos, la realidad es que ni nosotros mismos somos capaces de llegar a un acuerdo ideol¨®gico con nuestro cu?ado o nuestro vecino.
La parte positiva es que hay personas con las que solo discutes en cenas puntuales, o en las paellas de los domingos, pero la situaci¨®n cambia si la discusi¨®n sobre pol¨ªtica sucede cada d¨ªa en el sof¨¢ de tu casa, cuando tu pareja y t¨² ten¨¦is opiniones distintas. Una discusi¨®n que surge una y otra vez, sin llegar a ninguna parte, en cada nuevo debate electoral, entrevista de la televisi¨®n en prime time, o incluso por las noticias que compartimos en redes o los memes que mandamos por Whatsapp.
?Puede llegar a ser la crispaci¨®n pol¨ªtica tambi¨¦n un problema de pareja? La respuesta parece ser un rotundo s¨ª.
Los cambios de papeleta
Puede que antes los dos fuerais de Podemos y ahora uno vote por Pablo Iglesias y otro por ejemplo a Errej¨®n. Puede que en la ¨¦poca del bipartidismo fuerais del PP de forma ac¨¦rrima, y ahora, ante la nueva paleta de color, uno haya tirado hacia Vox y otro hacia Ciudadanos. O que, aunque ya sab¨ªas que tu pareja no era precisamente, como t¨², votante del PSOE, pensabas que con el amor bastaba, y ahora parece que son muchas cosas las que os separan.
¡°Por regla general las personas tienden a elegir parejas con ideas pol¨ªticas afines, en las cuales haya una concordancia entre sus valores. Y sobre todo, esa concordancia es m¨¢s acusada si pensamos en esa persona como una relaci¨®n estable, a largo plazo, donde los valores compatibles forman un pilar fundamental en la convivencia de pareja¡±, reflexiona la sex¨®loga Judith Viudes.
Pese a ello, como en todo, las parejas evolucionan y cambian con el tiempo, tambi¨¦n en sus opiniones o en su forma de votar. Ya sea por la creaci¨®n de nuevas siglas que nos convencen m¨¢s, por el hartazgo o desilusi¨®n con lo votado, o porque realmente nuestras circunstancias nos han llevado a un cambio m¨¢s radical de opini¨®n.
A este respecto, la experta reflexiona que es cierto que ¡°las personas pueden cambiar de gustos a lo largo de la vida, ya sea por las experiencias vividas, el influjo del contexto, el aprendizaje, las influencias, etc.¡±, aunque siempre es m¨¢s dif¨ªcil que var¨ªen en los aspectos m¨¢s b¨¢sicos de su n¨²cleo de valores.? Pese a ello, no hay m¨¢s que observar la evoluci¨®n del voto espa?ol para darse cuenta de que existen ciertos giros de tendencias de izquierda hacia tendencias de derecha en una misma ciudad o provincia y viceversa. Un cambio que puede afectar no solo al resultado de las urnas, sino a la convivencia de la pareja.
M¨¢s discusiones durante las elecciones
A este respecto, el tambi¨¦n sex¨®logo Iv¨¢n Rotella, agrega que ¡°los periodos de cierta tensi¨®n social suelen influir tambi¨¦n en las tensiones personales de las parejas, sobre todo si ya tienen dificultades¡±. Es decir, que puede que la discusi¨®n la ocasione la pol¨ªtica, pero en muchos casos, la crispaci¨®n de la misma tiene que ver con temas propios de la pareja que salen a relucir en estos momentos.
Por otra parte, es cierto que el caso espa?ol tiene sus propias complejidades. ¡°Vivimos en un pa¨ªs en el que discutimos para tener raz¨®n, no para solucionar un problema. Solemos escuchar para contestar, no para entender¡±. Esto es un problema en general, pero cuando discutimos sobre pol¨ªtica, no solo intentamos convencer al otro, sino que dejamos de buscar consenso alguno, y al final ¡°eso hace que la forma de discutir generalmente no tenga m¨¢s utilidad que hacernos da?o¡±, lo que? ¡°solo sirve para empeorar el pron¨®stico de esa relaci¨®n¡±, aporta el especialista.
Una de las peculiaridades de las discusiones pol¨ªticas respecto a otros conflictos es que hacen tambalear la percepci¨®n que tenemos de la otra persona. Una cosa es votar a partidos diferentes y otra acabar chocando en valores que consideramos b¨¢sicos e irrenunciables para nosotros. ¡°Hay veces que en las discusiones descubrimos aspectos de la otra persona con los que no congeniamos, que no son compatibles con los nuestros¡±, aporta Rotella. En esta l¨ªnea, Viudes agrega que ¡°todos tenemos nuestro propio sistema de creencias en los valores, algunos m¨¢s flexibles y otros m¨¢s r¨ªgidos relacionados con la moralidad y la educaci¨®n recibida. Por ejemplo, si una persona es hom¨®foba, raramente podr¨¢ conciliar una buena relaci¨®n con una persona que no lo sea¡±.
De esta forma, no se trata de que debamos seguir o no con una persona por una cuesti¨®n ideol¨®gica, pero s¨ª de tener en cuenta ?cu¨¢l es nuestra escala de valores y ?afrontar que, a la larga, es m¨¢s sencillo convivir con alguien que la comparta. Por ello, la experta recomienda no dejarnos llevar por palabras que se hayan dicho en un momento determinado en una discusi¨®n y hablar sobre estas cuestiones con m¨¢s calma. ?¡°Hay que tomar perspectiva y de forma m¨¢s calmada y objetiva, aprender a discriminar esas diferencias, ya sea para aceptarlas, negociarlas o para tomar una decisi¨®n m¨¢s contundente respecto a ello¡±.
Cuando la pol¨ªtica nos quita las ganas
Si bien estos podr¨ªan ser los casos m¨¢s extremos, la mayor¨ªa de las discusiones suelen ser por matices, detalles, declaraciones, datos, etc., que siempre pueden ser debatibles. El problema est¨¢ en que, cuando esas personas tienen una postura fija, la discusi¨®n se vuelve eterna porque nunca se llega a un acuerdo.
¡°Discutir es uno de los mayores inhibidores del deseo y una fuerte discusi¨®n elimina casi por completo que nos apetezca tener una relaci¨®n con alguien¡±, apunta sobre esta cuesti¨®n Iv¨¢n Rotella. ¡°Las famosas reconciliaciones despu¨¦s de una discusi¨®n son m¨¢s parte de un mito que una realidad y hay muchas personas que necesitan un tiempo para recuperar la tranquilidad y que el deseo les vuelva. Si las discusiones se vuelven frecuentes las reconciliaciones er¨®ticas se acaban agotando¡±.
Teniendo en cuenta que la situaci¨®n pol¨ªtica no da pie a la calma, depender¨¢ de nosotros evitar que la crispaci¨®n de los debates entre en nuestra cama. ¡°Si discutimos para imponer, para tener raz¨®n, para quedar por encima de la otra persona, para gritar, insultar o menospreciar, vamos a acabar perdiendo a la otra persona seguro¡±, argumenta el sex¨®logo.
En cambio, como incide Viudes ¡°la escucha activa y emp¨¢tica es mucho m¨¢s ?importante, y sobre todo, entender que se pueden respetar las diferentes opiniones, y no por ello significa que tengamos que compartirlas¡±. As¨ª, aunque acabemos utilizando papeletas diferentes, podemos entender que seguimos unidos en lo fundamental, que no deja de ser lo m¨¢s importante.