¡®Politinder¡¯: ?Hemos convertido a la nueva pol¨ªtica en una f¨¢brica de mitos sexuales?
Ni actores, ni modelos. Los nuevos l¨ªderes masculinos se erigen en aut¨¦nticos ¡®sex symbols¡¯ con legiones de fans y presumiendo sin excusas de su er¨®tica del poder.
Pas¨® el domingo pasado. Pablo Iglesias marc¨® como favorito el ?quiero que seas mi suggar daddy? que una usuaria de Twitter le dedicaba por la red social. Tambi¨¦n puls¨® el coraz¨®n sobre el ?a m¨ª cada d¨ªa me pone m¨¢s este hombre? que otra tuitera le declaraba tras verlo desmelenado en en esa sesi¨®n de foto...
Pas¨® el domingo pasado. Pablo Iglesias marc¨® como favorito el ?quiero que seas mi suggar daddy? que una usuaria de Twitter le dedicaba por la red social. Tambi¨¦n puls¨® el coraz¨®n sobre el ?a m¨ª cada d¨ªa me pone m¨¢s este hombre? que otra tuitera le declaraba tras verlo desmelenado en en esa sesi¨®n de fotos que se convirti¨® en carne de meme durante la jornada. Iglesias lo sabe y lo comparte sin verg¨¹enza. ?Por qu¨¦ hacerle ascos a su ¡®capital er¨®tico¡¯ cuando se lo reconocen p¨²blicamente? Hablamos de ese concepto que suma los atractivos est¨¦ticos, f¨ªsicos y sociales que se ejercen especialmente sobre personas del otro sexo y que la soci¨®loga Catherine Hakim puso de moda (con mucha pol¨¦mica de por medio) hace unos a?os. Una f¨®rmula hacia el ¨¦xito total que consiste en sumar el sex appeal a los tres capitales de Bourdieu (econ¨®mico, social y cultural). Si se puede seducir, se seduce. Especialmente en la pol¨ªtica, donde las im¨¢genes de melenas al viento se viralizan (y erotizan) con la misma eficacia que diputados abrazando gatitos o exministros griegos a lomos de una moto. ¡°Hemos de ser plenamente conscientes de nuestro atractivo y tenemos todo el derecho del mundo a explotarlo?, dec¨ªa Hakim, y el l¨ªder de Podemos ha tomado nota. Si la prensa no se cort¨® en cosificar la irrupci¨®n de Varoufakis en escena, ?por qu¨¦ no iba internet a jugar a ese juego con los nuevos l¨ªderes? O como?apuntaba la soci¨®loga Olivia-Mu?oz Rojas hace unas semanas en El Pa¨ªs, analizando toda esta sexualizaci¨®n de la nueva generaci¨®n pol¨ªtica masculina: ??C¨®mo no vamos a sucumbir ante un personaje real que, adem¨¢s de ser un pol¨ªtico elocuente, parece un actor de Hollywood??.
Es innegable que el fen¨®meno fan est¨¢ ah¨ª. Esta hornada de pol¨ªticos j¨®venes a los que idolatrar tiene hasta mote. Son los PILFs (Politicians I Would Like to Fuck, o pol¨ªticos con los que me acostar¨ªa). Lo acu?¨® Diana Aller en El Mundo hace unas semanas, a prop¨®sito de los minutos de cuelgue televisivo que dio Andrea Levy (PP) al confesar a Thais Villas que le pon¨ªa Miguel Vila (Podemos) y se fantase¨® con una posible historia de amor de bandos ideol¨®gicamente enfrentados en pleno Congreso. En la quiniela de los PILFs, o el ?creciente atractivo sexual de la nueva remesa de la pol¨ªtica espa?ola?, tambi¨¦n juegan I?igo Errej¨®n (Podemos), Alberto Garz¨®n (IU), el nombrado Vila o Borja Semper (PP). Ellos lideran es momento de transici¨®n de mitos sexuales. Ahora, m¨¢s que pasarse memes de los Hey, girl de Ryan Gosling de anta?o, a las treintea?eras les pone mucho m¨¢s compartir en sus grupos de WhatsApp los selfies que publica Errej¨®n desde su cuenta de Telegram. ?ste y Garz¨®n, precisamente, ganan por goleada en redes sociales, con las errejoners o las garzoners dando guerra en casi un centenar de perfiles de Twitter con una actividad virtual apabullante. Son cuentas que manejan mujeres j¨®venes (m¨¢s cerca de la veintena que de los 30), de izquierdas y con pleno conocimiento del medio en el que se mueven: elaboran memes con destreza, montajes de photoshop con los que idealizar a sus sex symbols y dominan una jerga imposible para los no iniciados en esto del fandom pol¨ªtico (aqu¨ª se practica el shipping, lo que vendr¨ªa a ser ficcionar historias de amor entre los propios pol¨ªticos. De la uni¨®n de Pablo Iglesias y Albert Rivera, por ejemplo, nace Pablert).
Las errejoners, garzoners y hasta las rufianers?(fans de Gabriel Rufian, de ERC) son mujeres (tambi¨¦n hay hombres, aunque en menor medida) que viven el martes con alegr¨ªa porque hay pleno en el Congreso, se desviven en elogios por los diputados y lo comentan con un agudo sentido del humor. Una de las m¨¢s activas es @RTPoliticianOTP. ?Mi generaci¨®n lo vive todo de una manera diferente. Las nuevas tecnolog¨ªas son parte de nuestra vida y cuando antes te pon¨ªas a comentar una serie con tu familia en el sof¨¢, ahora coges Twitter y lo comentas con los dem¨¢s usuarios. Lo mismo pas¨® con la pol¨ªtica, el hecho de tener la necesidad de dar tu opini¨®n sobre la situaci¨®n actual hizo que muchas personas recurri¨¦semos a Twitter?, cuenta.
?Por qu¨¦ estas j¨®venes idolatran as¨ª a los pol¨ªticos y no a los artistas de toda la vida, como ven¨ªa siendo habitual? ?Hay gustos para todo, nosotros y nosotras tenemos inter¨¦s ya de por s¨ª en la pol¨ªtica y si la pod¨ªamos mezclar con humor, pues mejor que mejor. Es decir, si quisi¨¦semos un colectivo solo para admirar a una persona por su cuerpo, pues pertenecer al fandom pol¨ªtico quiz¨¢s no es lo m¨¢s adecuado?. Porque m¨¢s que el f¨ªsico, lo que estas seguidoras valoran es el idealismo y el discurso que desprenden todos estos nuevos actores del organigrama pol¨ªtico. ?Nos preguntan por qu¨¦ encontramos guapos a ciertos pol¨ªticos que para gente de fuera del fandom no lo son ¨Cun ejemplo podr¨ªa ser Pablo Iglesias¨C, pero eso es porque en el momento en el que les escuchas hablar comienzas a encontrarlos m¨¢s atractivos. Es decir, yo encuentro mucho m¨¢s atractivo a un hombre con don para la oratoria que a uno guapo que no sepa juntar dos palabras?.
?Y no es toda esta idealizaci¨®n sexual de los pol¨ªticos un juego algo sexista? ?Qu¨¦ pasar¨ªa si hici¨¦semos memes con el atractivo de Arrimadas? ?No pondr¨ªamos el grito en el cielo? En este plan tambi¨¦n andaban por Canad¨¢, cuando empezaron a ver con preocupaci¨®n c¨®mo los medios estadounidenses reduc¨ªan la campa?a pol¨ªtica de Justin Trudeau a titulares sobre su elevado atractivo f¨ªsico. Trudeau se ha erigido en el pol¨ªtico sex symbol global viralizable experto en romper internet. Ya sea defendiendo el feminismo a capa y espada, recitando la teor¨ªa cu¨¢ntica computacional a la prensa (hecho totalmente orquestado, se ha de decir) o practicando yoga para dejar at¨®nito al personal.? ?Sabe qu¨¦ decir y c¨®mo decirlo, siempre en el momento oportuno, y de forma que parezca que la palabra progresista se invent¨® cuando apareci¨® ¨¦l en escena. Es arrebatadoramente atractivo, simp¨¢tico y cercano. Tiene una mujer maravillosa y tres hijos con los que aparece en todas las fotos en los brazos. Son perfectos, pero humanos y queribles tambi¨¦n. Es todo tan balanceadamente perfecto que a una le hace sospechar: ?estar¨¢ todo calculado? ?ser¨¢ puro marketing??, reflexiona al respecto Irene Serrano, periodista afincada en Canad¨¢ que ya analiz¨® el fen¨®meno Trudeau en Verne y que remarca que la cosificaci¨®n de los pol¨ªticos no es nueva: ?esto ya pas¨® en Espa?a con Su¨¢rez y Felipe Gonz¨¢lez. Aunque, a diferencia de Errej¨®n y Garz¨®n, ellos estaban en la cuarentena?.
Orquestado o no, Trudeau se ha convertido en el paradigma de pol¨ªtico ecu¨¢nime y sexy. ?Le perjudica en su carrera que hasta se hayan fabricado desplegables con ¨¦l desnudo para vestirlo? Para Elizabeth Pickett y Meghan Murphy, no. Seg¨²n explicaron en este art¨ªculo en? Feminist Current, la situaci¨®n difiere mucho en funci¨®n del g¨¦nero. ?Podr¨ªan molestarte las fotos sin camiseta de nuestro nuevo primer ministro, pero esa preocupaci¨®n vendr¨ªa de la sensaci¨®n de que la carrera de Trudeau o su vida personal podr¨ªa salir da?ada con toda esa objetificaci¨®n sexista. Pero eso no es lo que est¨¢ pasando. Los canadienses no lo ver¨¢n como un t¨ªo algo zorr¨®n que no tenga nada m¨¢s que ense?ar que sus pectorales. La realidad es que esas fotos sexis en las que aparece atractivo hacen que su poder aumente, en lugar de que disminuya. Eso es porque no es una mujer. ?l es un hombre. Y uno poderoso?, escriben. Para las autoras, ?las mujeres hist¨®ricamente han sido cosificadas y reducidas a objetos sexuales en los ojos del hombre con tal de reducir su poder pol¨ªtico, econ¨®mico y social?, por lo que lamentarse por la cosificaci¨®n pol¨ªtica masculina no lleva a ninguna parte porque no existe una herencia de culpabilizaci¨®n y moral recalcitrante sobre cada uno de sus movimientos. Ellas recuerdan c¨®mo el br¨ªo pol¨ªtico de JFK no disminuy¨® pese a su atractivo y resaltan que si a Bill Clinton ?no le hubiesen pillado con los pantalones bajados?, no habr¨ªa perdido su poder pol¨ªtico por su ?palpable encanto? o ?porque las mujeres suspiraban? cada vez que le ve¨ªan tocando el saxof¨®n. ?Cuando la sexualidad de los hombres pol¨ªticos sale a escena, el resultado es una constelaci¨®n donde siempre tienen m¨¢s poder, nunca menos?.