Espiar las pantallas ajenas: ?por qu¨¦ no podemos evitarlo?
Viajar en metro y echar un vistazo de reojo al tel¨¦fono de quien se sienta al lado es una escena que m¨¢s de uno reconocer¨¢. ?Qu¨¦ intenciones hay detr¨¢s del gesto y c¨®mo afecta al observado? Un estudio de la Universidad de Munich lo analiza.
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Que nuestra cotidianidad est¨¢ ya condicionada sin marcha atr¨¢s por la cantidad de dispositivos electr¨®nicos que acumulamos no es novedad. Tel¨¦fonos m¨®viles, tablets, ordenadores, televisi¨®n¡ El ¡°?T¨² cu¨¢ntas pantallas tienes en tu casa?¡± que cantan Biznaga traspasa las paredes de la intimidad para invadir sin complejo cada situaci¨®n tambi¨¦n en el espacio p¨²blico. Chequear el m¨®vil en el metro o autob¨²s de camino al trabajo, en la cola del supermercado o sentado mientras comes en un restaurante es el pan de cada d¨ªa para ese 81% de espa?oles poseedores de un smartphone, cifra que se ha duplicado en los ¨²ltimos cinco a?os. El gesto, m¨¢s all¨¢ de demostrar que la adicci¨®n es real (miramos el tel¨¦fono 150 veces al d¨ªa seg¨²n Oracle), es a menudo una ventana abierta para la almas m¨¢s curiosas que no se contienen y echan un vistazo a la pantalla del vecino en busca de informaci¨®n. Un fen¨®meno tan tangible que ha dado pie a la creaci¨®n de aplicaciones y cristales anti esp¨ªas para combatirlo y tambi¨¦n a un estudio por parte de un grupo de investigadores de la Universidad de Munich, que desengrana el perfil del observador, sus intenciones y las sensaciones que produce en el observado. Spoiler: los motivos por los que se hace no son tan turbios, pero los peligros que puede desentra?ar van a m¨¢s.
¡°Quer¨ªamos comprender mejor la amenaza que supone el shoulder surfing (espionaje por encima del hombro)¡±, explica a S Moda Mohamed Khami, coautor de la investigaci¨®n junto a Malin Eiband, Emanuel von Zezschwitz, Heinrich Hussmann y Florian Alt. ¡°Los tel¨¦fonos m¨®viles ya no se utilizan solo para hacer llamadas, contienen gran cantidad de datos confidenciales¡±, se?ala. Si hace unos a?os lo m¨¢s a lo que se pod¨ªa aspirar era a averiguar en qu¨¦ lectura andaba sumergido el de al lado, ahora es posible adentrarse en su mundo personal viendo, aunque sea de soslayo, qu¨¦ dice en esa conversaci¨®n de WhatsApp, cu¨¢les son sus preferencias a trav¨¦s de su Instagram, qu¨¦ hay en su carrete de fotos o informaci¨®n que nadie deber¨ªa estar leyendo en ese e-mail de trabajo o en la p¨¢gina web de su banco.
Usando como ejemplo una imagen con dos mu?ecos que escenifican esa situaci¨®n en la que uno mira su propio tel¨¦fono y el segundo levanta la vista por encima del hombro del primero para ver qu¨¦ ocurre en su pantalla sin que el observado se de cuenta, los investigadores preguntaron a 176 personas de entre 16 y 57 a?os sobre ¡°privacidad y tel¨¦fonos m¨®viles¡±. Si se reconoc¨ªan como uno u otro personaje en alguna ocasi¨®n, d¨®nde tuvo lugar la situaci¨®n representada, si hab¨ªa o no relaci¨®n (y de qu¨¦ tipo) entre ambos, qu¨¦ se pod¨ªa ver en la pantalla de la otra persona (fotos, mensajes, correo electr¨®nico, contrase?as/PIN, redes sociales¡) o qu¨¦ les hab¨ªa llevado a hacerlo fueron algunas de las preguntas planteadas en el estudio.
¡°Cuando nos lanzamos a responder estas preguntas esper¨¢bamos encontrar algunas respuestas, como por ejemplo, que las mujeres fueran m¨¢s observadas en comparaci¨®n con los hombres. Pero no encontramos ninguna evidencia para apoyar o rechazar esto¡±. Seg¨²n las conclusiones del documento, ellos son los m¨¢s cotillas y su tendencia es, sobre todo, a observar la pantalla de las mujeres (44 participantes reconocieron haberlo hecho as¨ª), 38 de ellos desviaron la mirada a los dispositivos de otros hombres, seguidos muy de cerca por el colectivo femenino (37 mujeres reconocieron haber mirado en qu¨¦ andaban otras mujeres y 32 observaron qu¨¦ hac¨ªan los hombres). En una mayor¨ªa evidente, 126 personas, el gesto se produc¨ªa entre extra?os y solo tres reconocieron haberlo hecho con sus parejas.
La motivaci¨®n para espiar, lejos de ser parte de un sofisticado plan para robar datos o desvelar informaci¨®n period¨ªstica ¨Cv¨¦anse la pol¨¦mica reconstrucci¨®n de los mensajes de Puigdemont a Toni Com¨ªn o el sonado caso de Celia Villalobos pasando de todo en el Congreso mientras jugaba al Candy Crush¨C?est¨¢ ligada a algo tan simple como el nivel de aburrimiento en esos trayectos en transporte p¨²blico que se coronan como el h¨¢bitat natural de esta conducta (130 personas vivieron la situaci¨®n en este espacio). ¡°Los observadores no siempre fueron malvados. La mayor¨ªa de ellos observaron a otros involuntariamente o por aburrimiento (90). Muchos de ellos reconocieron que se sent¨ªan culpables y ¡®no orgullosos¡¯ de haber mirado los tel¨¦fonos de otras personas. Pero s¨ª tuvimos algunos casos en los que fue intencionalmente malicioso¡±, cuenta Khami.
Aunque se trata de una situaci¨®n en la que la mayor¨ªa de las v¨ªctimas de estos voyeurs tecnol¨®gicos no se da cuenta de que est¨¢ siendo espiado, al ponerse en situaci¨®n, ¡°los observados dijeron sentirse violados, molestos, enojados y una mezcla de otros sentimientos negativos¡±, explica Mohamed Khami. Solo una persona dijo haber experimentado sentimientos positivos al respecto, calificando el hecho como ¡°divertido¡±.
El fen¨®meno es ya irreversible. ¡°Seguir¨¢ siendo un problema. Se espera que cada vez m¨¢s personas est¨¦n disponibles (y puedan trabajar) todo el tiempo. Eso se traduce por personas en trenes y aviones utilizando port¨¢tiles para tratar con datos confidenciales¡±, explica el investigador. Y encuentra nuevas v¨ªas de desarrollo con la consolidaci¨®n de tecnolog¨ªas como la realidad virtual: ¡°Son cada d¨ªa m¨¢s personas las que est¨¢n empezando a usar pantallas de realidad virtual y aumentada (que se ponen en la cabeza). As¨ª, sus interacciones en el mundo virtual pueden ser vistas por personas en el mundo real. Por ejemplo, observe al usuario que ingresa un PIN en este v¨ªdeo, no es muy dif¨ªcil averiguar su contrase?a¡±, apunta Mohamed Khami.
Ya hay opciones para combatir este fen¨®meno desde la propia pantalla m¨¢s all¨¢ del pegarse el tel¨¦fono al cuerpo con posturas imposibles. Los cristales templados anti esp¨ªas que solo permiten ver con claridad la pantalla si se mira de frente (aunque desde determinados ¨¢ngulos no funciona) o aplicaciones como Privacy Shade, con la que se ilumina solo la parte de la pantalla que toques con el dedo dejando el resto en negro. Mohamed Khami tambi¨¦n est¨¢ detr¨¢s del desarrollo de una tecnolog¨ªa que permite hacer esto mismo de manera autom¨¢tica, EyeSpot, consiguiendo que el dispositivo siga la mirada del usuario mostrando el resto borroso, sin iluminar o con un texto inventado para confundir a los cotillas. ¡°A medida que aumenta nuestra dependencia de estos dispositivos, las empresas necesitan invertir m¨¢s en soluciones de software para proteger nuestra privacidad¡±, concluye.