Marc Jacobs, el Rey Midas de la moda
El director creativo de Louis Vuitton habla sobre su vida y su trabajo.
Del 9 de marzo al 16 de septiembre, el Museo de Artes Decorativas de Par¨ªs acoge una exposici¨®n sobre la obra de Marc Jacobs como director art¨ªstico de Louis Vuitton. Realizamos un viaje por el extraordinario itinerario del neoyorquino que conquist¨® Par¨ªs.
Usted se cri¨® en la Gran Manzana.
Nac¨ª en el East Side en 1963 y a?os despu¨¦s nos mudamos al West Side. Vivimos en barrios distintos y de all¨ª nos fuimos a Long Island antes de volver a Nueva York. Crec¨ª cerca de Central Park y siempre me he considerado neoyorquino. Mis padres, mis abuelos y mis bi...
Del 9 de marzo al 16 de septiembre, el Museo de Artes Decorativas de Par¨ªs acoge una exposici¨®n sobre la obra de Marc Jacobs como director art¨ªstico de Louis Vuitton. Realizamos un viaje por el extraordinario itinerario del neoyorquino que conquist¨® Par¨ªs.
Usted se cri¨® en la Gran Manzana.
Nac¨ª en el East Side en 1963 y a?os despu¨¦s nos mudamos al West Side. Vivimos en barrios distintos y de all¨ª nos fuimos a Long Island antes de volver a Nueva York. Crec¨ª cerca de Central Park y siempre me he considerado neoyorquino. Mis padres, mis abuelos y mis bisabuelos, todos eran de Nueva York.
?Qu¨¦ recuerda de su infancia?
Transcurri¨® en un ambiente muy liberal. Siempre estuve rodeado de gente de nacionalidades, religiones y preferencias sexuales distintas. Mis padres me inculcaron que ninguna opci¨®n era mejor que otra.
?Su familia era religiosa?
En absoluto.
?A qu¨¦ se dedicaba su padre?
Era el presidente de la agencia William Morris. De hecho, mis padres se conocieron all¨ª. Pero yo siempre prefer¨ª la moda. Con 13 a?os ya ten¨ªa un sentido de la est¨¦tica muy definido. Me fijaba en la gente, tan bien vestida. Los ve¨ªa como hedonistas y los imaginaba visti¨¦ndose para ir a un club o a Saint-Tropez. Fue entonces cuando un hermano de mi madre que viajaba mucho me habl¨® de Par¨ªs y su ambiente nocturno. Aquello me fascin¨® y le ped¨ª a mi madre que me comprara revistas de moda europeas. Esperaba impaciente Vogue Par¨ªs, Sp¨¦cial y otras publicaciones. Con 15, pasaba mucho tiempo en la boutique Fiorucci. De esta ¨¦poca recuerdo j¨®venes vestidos con camisas de seda. No s¨¦ muy bien si se trata de una imagen real o de una ilusi¨®n. Para m¨ª la moda era una especie de concurso de belleza. Pensaba: ?Tiene que ser maravilloso pensar qu¨¦ ponerse para una fiesta?. Sin caer en clich¨¦s, eso me aterrorizaba.
?Conoci¨® a muchos artistas?
A mis padres les gustaba invitar gente a casa. Nos visitaban muchos artistas, pero no s¨¦ si eran famosos o no. Era demasiado joven. Solo recuerdo el ambiente, y a mi madre visti¨¦ndose para asistir a alg¨²n evento. Cuando eres ni?o lo vives todo como si fuera una fiesta.
Estudi¨® moda en Parsons.
S¨ª, en la misma escuela de dise?o que el artista Antonio L¨®pez, Calvin Klein o Betsey Johnson. Era un poco como Fama. Para ser aceptado ten¨ªas que pasar una prueba. Cuando me dijeron que hab¨ªa sido admitido, me puse euf¨®rico y empec¨¦ a dibujar sin parar con el ¨²nico deseo de poder crear ropa alg¨²n d¨ªa.
?Recuerda su primera declaraci¨®n de estilo?
Cuando todav¨ªa iba a secundaria y no hab¨ªa nadie en casa, me cuidaba una chica. Llevaba un uniforme que me dio la idea de crear un dise?o cubierto de chapas. Con 12 a?os, ir vestido as¨ª era sin¨®nimo de tener estilo. Solo los mayores se atrev¨ªan a arriesgar. Esa fue mi primera experiencia en moda.
?Qui¨¦n le anim¨® a seguir su vocaci¨®n?
Mi padre falleci¨® cuando yo ten¨ªa siete a?os. Me cri¨® mi abuela paterna. Ella fue quien me apoy¨®. No dir¨ªa que su influencia fuera determinante, pero s¨ª fue una mujer con clase y un sentido innato para la moda. A veces ¨ªbamos juntos de compras a Bergdorf Goodman. Ella llevaba siempre el bolso a juego con la ropa. Ten¨ªa una sensibilidad muy europea. Por ejemplo, ten¨ªa buenas perchas para sus vestidos, que cuidaba con esmero. Tambi¨¦n dec¨ªa que tener un buen conjunto era mejor que tener tres mediocres. Ella me ense?¨® algo fundamental: que la calidad es m¨¢s importante que la cantidad.
?Fue entonces cuando descubri¨® Louis Vuitton?
S¨ª, gracias a mi abuela. Aunque debo decir que ten¨ªa unas ideas bastante r¨ªgidas. Seg¨²n ella, una mujer elegante no deb¨ªa usar un bolso Louis Vuitton en el d¨ªa a d¨ªa. Los bolsos de la maison francesa deb¨ªan reservarse para viajar. De hecho, ella ten¨ªa un Speedy y solo lo usaba con este prop¨®sito. Por eso de ni?o asociaba Louis Vuitton a una forma elegante de viajar y no al complemento que una mujer urbana elegir¨ªa. Claro que mi opini¨®n ha cambiado desde entonces.
Tras graduarse en Parsons, cre¨® su propia empresa.
Con 16 a?os, despu¨¦s de clase y los fines de semana, trabajaba en una tienda del Upper West Side que se llamaba Charivari, para ganar algo de dinero y comprar material de dibujo y ropa. All¨ª ya conoc¨ª a gente del mundo de la moda. De hecho, a la encargada de la tienda, Barbara Weizer, le encant¨® mi colecci¨®n de fin de carrera y, con solo 20 a?os, me llev¨® a Jap¨®n para producir mi primera l¨ªnea de jers¨¦is, que se vendi¨® en Charivari y en grandes almacenes como Neiman Marcus. Gracias a aquellos jers¨¦is entr¨¦ de verdad en el circuito de la moda. Bill Cunningham los fotografi¨®, The New York Times public¨® un art¨ªculo sobre la l¨ªnea¡ Y Nueva York se hizo eco de esos dise?os.
El siguiente paso fue conocer a Robert Duffy.
Estuvo en mi examen final de Parsons. Por aquel entonces trabajaba para una compa?¨ªa de la 7? Avenida, quer¨ªa lanzar una l¨ªnea de ropa joven, con un aire m¨¢s contempor¨¢neo, y convenci¨® a los directivos de que yo era el dise?ador perfecto para ese trabajo.
Y de ah¨ª se fue a Perry Ellis.
S¨ª, en 1989 Robert se convirti¨® en agente de prensa de la firma y yo entr¨¦ en el equipo creativo. Perry Ellis era un dise?ador al que yo admiraba. Renov¨® la moda de Estados Unidos con un estilo m¨¢s joven y un enfoque casual que se alejaba de Calvin Klein, Donna Karan y Ralph Lauren, que eran m¨¢s cl¨¢sicos. Perry Ellis era un so?ador. Pod¨ªa encontrar inspiraci¨®n en Los cuentos de Canterbury, en una pel¨ªcula como Carros de Fuego o en una d¨¦cada como los a?os 20. Su ropa era americana en esp¨ªritu, pero con un ligero aroma europeo y un toque de fantas¨ªa que pocos dise?adores estadounidenses tienen.
En Perry Ellis cre¨® la famosa colecci¨®n grunge.
S¨ª, fue mi ¨²ltima colecci¨®n y, sin pretenderlo, se convirti¨® en un esc¨¢ndalo. Fue interesante ver tantas opiniones contrarias, que se debat¨ªan entre el amor y el odio. Visualmente, quiz¨¢ era demasiado ruidosa. Pero era mi interpretaci¨®n m¨¢s personal de la moda urbana, con la imperfecci¨®n que tanto me gusta. Tambi¨¦n era un reflejo de la actitud de la gente joven hacia la moda. Una mirada que vemos en el trabajo de fot¨®grafos como Corinne Day, Juergen Teller o David Sims. Un cambio que se ve¨ªa tambi¨¦n en la forma en que modelos como Kate Moss o Cecilia Chancellor eran fotografiadas. Fue una d¨¦cada rica en arte, fotograf¨ªa y m¨²sica. Y la m¨²sica siempre me ha inspirado.
?Qu¨¦ me dice de la m¨²sica grunge?
Antes de crear mi colecci¨®n grunge ya era fan del grupo Sonic Youth. No los conoc¨ªa personalmente, pero pronto se convirtieron en buenos amigos. Mucha gente cree que a los m¨²sicos no les interesa la moda, pero es todo lo contrario.
Despu¨¦s de su paso por Perry Ellis, cre¨® su propia firma con Robert Duffy.
S¨ª, empezamos en un loft en Spring Street, en el Soho, sin demasiado dinero. Era un lugar peque?o pero agradable. All¨ª solo est¨¢bamos Robert, una persona de patrones, un dise?ador, dos costureras, Denudo ¨Cque llevaba la producci¨®n¨C, alguien m¨¢s ¨Cque se encargaba de ventas y relaciones p¨²blicas¨C, y yo. Ahora estamos en un espacio gigantesco en el 72 de Spring Street.
Por aquel entonces ya era famoso. A Anna Wintour le encantaba.
Anna Wintour siempre ha sido fan de mis colecciones, desde mi primer desfile para Perry Ellis. Cuando trabajaba en House and Garden ¨Cantes de convertirse en directora de Vogue¨C intent¨® incorporar moda a la revista. Hablaba a menudo de lo que yo estaba haciendo y siempre alentaba a los dise?adores m¨¢s j¨®venes.
?Y c¨®mo surgi¨® la oportunidad de trabajar para Louis Vuitton?
A trav¨¦s de Concetta Lanciaux. Despu¨¦s, Arnault y su esposa vinieron a uno de mis desfiles. Les ense?¨¦ la colecci¨®n. Mi ropa, obviamente, era muy simple, pero requer¨ªa bastante trabajo ¨Cya que incorporaba ideas de la costura europea pero sin toda la ornamentaci¨®n¨C. Les cont¨¦ c¨®mo confeccionaba las prendas, la precisi¨®n y el cuidado de los acabados hechos a mano, los materiales que us¨¢bamos, todos importados de Italia, Francia, Alemania y Suiza. No s¨¦ si quedaron impresionados por mi trabajo o por mi fama, pero parec¨ªan bastante seducidos. Nos propusieron una posible colaboraci¨®n con LVMH. Hubo muchas discusiones: ?ser¨ªa bueno para Dior? ?Para Givenchy? ?Para Loewe? Al final, fue el se?or Arnault quien tuvo la idea de confiar en m¨ª la direcci¨®n art¨ªstica de Louis Vuitton, trabajando junto a Yves Carcelle.
Poco despu¨¦s se mud¨® a Par¨ªs.
Estaba emocionado. La primera vez que fui a Par¨ªs ten¨ªa 17 a?os y me encant¨®. Estudiaba Historia de moda y, hacia el fin de semana, dej¨¦ de asistir a las clases para descubrir Par¨ªs por m¨ª mismo. Quer¨ªa visitar el Louvre sin que un gu¨ªa me dijese qu¨¦ cuadro mirar. Fui a conferencias de dise?adores. Recuerdo, por ejemplo, la de Sonia Rykiel. Aquel verano hab¨ªamos ido a Yves Saint Laurent y hab¨ªamos hablado mucho sobre su trabajo.b Fue un sue?o hecho realidad. Estaba tan enamorado de Par¨ªs que alargu¨¦ mi viaje y cuando por fin tuve que irme me entristeci¨® tener que dejar a toda aquella gente tan exc¨¦ntrica, colorida y extraordinaria. Entonces yo llevaba el pelo largo y brazaletes. Mi vestuario era algo extremo, con un mono y unas sandalias un poco locas. La gente me miraba como si fuese un ser extra?o, sin saber que era americano. En cualquier caso, sab¨ªa que iba a echar de menos el Caf¨¦ de Flore.
?Hay algo que no le guste de Par¨ªs?
Nada. De Par¨ªs me gusta todo. Los supermercados, sus calles, los parques, los museos¡ ?todo!
Se ha convertido en un parisino.
No, soy un neoyorquino que sabe apreciar lo bueno de Par¨ªs. En la capital francesa mi vida es perfecta. Quiz¨¢ no sea real, porque no formo parte del sistema franc¨¦s. Pero me gusta trabajar aqu¨ª cada d¨ªa.
Su primera colecci¨®n para Louis Vuitton fue sorprendente, ?no?
S¨ª, lo s¨¦. Fue dif¨ªcil. No quer¨ªa hacer lo que la gente esperaba que hiciese ni poner el logo en todo. Cuando vi el primer carro de tela gris de Trianon me dije que as¨ª era como Louis Vuitton hab¨ªa empezado Y as¨ª tambi¨¦n empezar¨ªamos nosotros. Con grises y blancos, y el logo escondido en la ropa. La gente se decepcion¨® porque esperaba una colecci¨®n m¨¢s llamativa. Quer¨ªan un monograma que atrajera los flashes. Pero yo quer¨ªa ser fiel a los comienzos humildes de la firma, aunque algunos no entendieran esa referencia a los or¨ªgenes de la marca. Desde entonces mi equipo y yo hemos trabajado el Monogram en cada desfile. Y mientras los motivos desaparecieron y se volvieron casi invisibles en la ropa, en los bolsos ocurri¨® justo lo contrario: eran cada vez m¨¢s visibles.
Volvamos a Nueva York. ?Conoci¨® a alguno de los pesos pesados de la industria, como Diana Vreeland o Charles James?
No. Mi generaci¨®n es m¨¢s de Anna Wintour.
?Cu¨¢l es la diferencia entre Marc Jacobs y Louis Vuitton?
Son distintas. Louis Vuitton es un icono que se identifica al instante. En los dise?os de Marc Jacobs, solo las iniciales son reconocibles. Y me gusta que sea as¨ª. Porque as¨ª nadie sabe qu¨¦ llevas puesto. Mientras que para Louis Vuitton la imagen de marca tiene que ser fuerte. La gente tiene que decir: ?Esa es la temporada en la que Louis Vuitton hizo esto o aquello: la temporada Cleopatra, la escocesa, la rusa¡?.
H¨¢blenos de la perfecci¨®n de sus campa?as.
Me gusta la idea de perfecci¨®n, porque no es real, es como un fetiche. Incluso creo que hay algo perverso en ella.
Dirigi¨® su primera campa?a para la maison en 2000 con Inez & Vinoodh, ?no?
Me encanta esa campa?a. Reflejaba todo lo que sab¨ªa del Par¨ªs de los 80. Una mezcla entre Colette y Jane Birkin, con referencias a la revista Jill y el trabajo de Babeth Djian.
Con Jennifer Lopez abri¨® una nueva etapa en la publicidad de la firma.
Fue solo una idea divertida. Ya hab¨ªa trabajado con Stephen Sprouse, Julie Verhoeven y Takashi Murakami, as¨ª que ?por qu¨¦ no trabajar con una estrella pop sexy que adem¨¢s es actriz? Fue divertido dirigir a Jennifer.
?Y qu¨¦ me dice de sus competidores? Trabaj¨® con Tom Ford.
?No tengo competidores! Conoc¨ª a Tom en Perry Ellis. Aunque era un Tom algo diferente al que conocemos hoy. Era fant¨¢stico, creativo, pero con un gusto cl¨¢sico. Jam¨¢s cay¨® en lo vulgar ni en lo mediocre. Pens¨¦ que ¨¦l era perfecto para desarrollar una l¨ªnea casual. Y trabaj¨® en Perry Ellis durante dos a?os hasta que se fue a Gucci por petici¨®n de Dawn Mello.
Tambi¨¦n conoci¨® a Yves Saint Laurent.
Para m¨ª fue un sue?o. Su visi¨®n del mundo, c¨®mo vest¨ªa a las mujeres¡ Por ¨¦l quise convertirme en dise?ador de moda.