A la cola del ¡®Orgullo¡¯: por qu¨¦ pervive el machismo en el mundo LGTBI
La lucha por los derechos de este colectivo no est¨¢ exenta de actitudes patriarcales, techos de cristal y prioridades en la consecuci¨®n de objetivos.
La primera asociaci¨®n de lesbianas con la que contact¨¦ para hacer este art¨ªculo, a¨²n cuando reconoci¨® que hay machismo en el colectivo LGTBI, se neg¨® a hablar conmigo. ¡°?Es que se os ocurren unos temas!?, ??no vamos a tirar tejas contra nuestro propio tejado!?, ??a m¨ª lo que m¨¢s me molesta es el patriarcado heterosexual!?, fueron algunas de las respuestas al otro lado del tel¨¦fono, como si hubiera machismos de primera y segunda, o cad¨¢veres que huelen m¨¢s que otros. No fue f¨¢cil encontrar mujeres y hombres que quisieran tratar el asunto, hacer algo de autocr¨ªtica y reconocer que el g¨¦nero es a...
La primera asociaci¨®n de lesbianas con la que contact¨¦ para hacer este art¨ªculo, a¨²n cuando reconoci¨® que hay machismo en el colectivo LGTBI, se neg¨® a hablar conmigo. ¡°?Es que se os ocurren unos temas!?, ??no vamos a tirar tejas contra nuestro propio tejado!?, ??a m¨ª lo que m¨¢s me molesta es el patriarcado heterosexual!?, fueron algunas de las respuestas al otro lado del tel¨¦fono, como si hubiera machismos de primera y segunda, o cad¨¢veres que huelen m¨¢s que otros. No fue f¨¢cil encontrar mujeres y hombres que quisieran tratar el asunto, hacer algo de autocr¨ªtica y reconocer que el g¨¦nero es algo que todav¨ªa cuenta, incluso en el universo de los que lo han transcendido o han sufrido exclusi¨®n por no encajar en el modelo social asignado a su sexo; dictado, ¨²nica y exclusivamente, por sus genitales.
¡°Independientemente de la orientaci¨®n sexual de cada uno, hemos nacido hombres o mujeres y como tales hemos sido educados en una sociedad patriarcal, por lo que no es de extra?ar que algunos hombres homosexuales muestren conductas machistas. El machismo est¨¢ ah¨ª y cala en todos los grupos sociales¡±, sentencia Charo Alises, abogada y vocal del grupo de lesbianas de la FELGTB (Federaci¨®n estatal de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales).
De hecho, la homofobia hunde sus ra¨ªces en el machismo, ya que al homosexual se le insulta o desprecia por mostrar rasgos o conductas femeninas, impropias en un hombre. Dentro del universo gay existe tambi¨¦n lo que se llama plumofobia, rechazo a aquellos compa?eros que tengan demasiada pluma. Algunos piensan que dan una mala imagen al colectivo o que frivolizan sus demandas. El lenguaje utilizado por algunos homosexuales varones no est¨¢ exento de determinados t¨¦rminos, micromachismos que designan a los sujetos m¨¢s afeminados o a las lesbianas, como reconoce Jos¨¦ Lu¨ªs Lafuente, tesorero y portavoz de la FELGTB en Madrid. ¡°Entre los gays existe la plumofobia y la pasivofobia. Y esto es muy patente en los perfiles de las webs de contacto para homosexuales, en los que es posible ver ejemplos de este tipo de lenguaje. ¡°Una ¡®pasiva¡¯ o una ¡®nenaza¡¯ es un gay que no penetra y que prefiere ser penetrado y un ¡®loro¡¯ o ¡®cacat¨²a¡¯ es uno que tiene mucha pluma. La chica que suele acompa?arse de amigos homosexuales es una ¡®mariliendre¡¯ y las lesbianas m¨¢s criticadas son las menos femeninas, las ¡®machorras¡¯, ¡®moteras¡¯ o ¡®camioneras¡±, sostiene Lafuente.
Los gays homosexuales siempre han sido m¨¢s visibles y sospechosos que las lesbianas, como cuenta Charo Alises, ¡°las muestras de afecto entre dos mujeres eran m¨¢s admitidas por la sociedad. Pod¨ªan darse besos, ir del brazo por la calle o vivir juntas sin levantar demasiadas sospechas. Las lesbianas viv¨ªan en esa ¡®comodidad peligrosa¡¯ porque incluso el sexo entre mujeres no era sexo de verdad y, adem¨¢s, pod¨ªa ser excitante para el var¨®n. En la ¨¦poca de Franco hab¨ªa dos penales para homosexuales: uno en Huelva y otro en Badajoz, con diferentes penas para los ¡®activos¡¯ y ¡®pasivos¡¯. Y, por supuesto, las de ¨¦stos ¨²ltimos eran mayores. El lesbianismo, sin embargo, no se consideraba delito sino m¨¢s bien rebeld¨ªa o locura y la soluci¨®n era el psiqui¨¢trico y los electroshocks¡±.
Mas hombres que mujeres dirigiendo las asociaciones LGTBI
Esta mayor visibilidad de los gays se traspasa tambi¨¦n a los colectivos LGTBI, a menudo dirigidos por hombres, como apunta Mar Cambroll¨¦, mujer trans, activista por los derechos de las personas transexuales y presidenta de la Plataforma Trans en Espa?a. ¡°De los m¨¢s de 500 colectivos LGTB que hay en nuestro pa¨ªs puede que la presencia femenina en las c¨²pulas de direcci¨®n llegue solo al 2%. Esto no es sino una sintomatolog¨ªa del machismo que todav¨ªa impera en la sociedad. El ¡®gay blanco¡¯ es el que mayormente ostenta el poder y algunos homosexuales se meten en la militancia para subir en la escala social y adquirir protagonismo. As¨ª mismo, el patriarcado se siente m¨¢s c¨®modo con hombres al cargo de estos colectivos, en los que el g¨¦nero tambi¨¦n cuenta¡±.
Como apunta Cambroll¨¦, ¡°las personas trans hemos estado siempre en primera l¨ªnea en la lucha por los derechos LGTBI. Busca cualquier fotograf¨ªa de las primeras manifestaciones y ah¨ª estamos nosotras. Lideramos la Rebeli¨®n de Stonewall (junio de 1969), en Estados Unidos, que pari¨® la lucha moderna por los derechos de este colectivo; abanderamos la primera manifestaci¨®n oficial del Orgullo LGTB en Espa?a, celebrada en Barcelona en 1977, y dimos la cara en las primeras marchas por la diversidad sexual en Sevilla, Madrid, Las Palmas y Bilbao, en el a?o 1978. Sin embargo, las personas trans estamos a la cola en las conquistas contempor¨¢neas de los derechos de las minor¨ªas sexuales y nos esconden en el furg¨®n de cola de las grandes marchas del Orgullo, que han dejado de ser un evento reivindicativo para pasar a ser un escaparate donde el capitalismo expone sus marcas buscando los bolsillos de gays blancos con dinero¡±, recuerda.
¡°En 2008, la marcha del Orgullo en Sevilla no contaba con m¨¢s de 300 personas. Yo escrib¨ª al alcalde diciendo que deb¨ªa estar a la altura de las de otras ciudades y me encargu¨¦ de organizar la del siguiente a?o, que reuni¨® a 50.000 participantes. A¨²n as¨ª, en el 2013 un gay me relev¨® de la organizaci¨®n del Orgullo del Sur¡±, cuenta Cambroll¨¦.
La preponderancia y el mayor protagonismo del colectivo gay en el mundo LGTBI es algo que muchas mujeres han vivido en sus carnes, como Charo Alises. ¡°En otras asociaciones en las que he militado he comprobado un cierto desprecio hacia las mujeres. Es que a veces ni te ten¨ªan en consideraci¨®n y era patente que ¨¦ramos ciudadanas de segunda categor¨ªa. No digo que pase siempre, ni que no existan gays feministas, atentos a nuestras demandas, pero es algo que me chocaba a¨²n m¨¢s porque, precisamente, yo me hab¨ªa metido en esos colectivos para denunciar ese tipo de conductas¡±.
?Hay espacio para el feminismo?
Paloma Ripoll descubri¨® a los 40 y tantos que era bisexual. Hoy tiene 60, vive en Madrid y milita en colectivos de lesbianas y feministas. Una historia que se repite entre mujeres que han trabajado en asociaciones LGTBI, cansadas de jugar en segunda divisi¨®n tambi¨¦n en estos mundos.
¡°Yo y muchas compa?eras que est¨¢bamos en una organizaci¨®n LGTB de voluntarias y que ostent¨¢bamos cierto rango, vimos como empezamos a ser reemplazadas por chicos con menos experiencia cuando un hombre homosexual tom¨® la direcci¨®n. Un poco dentro de la ideolog¨ªa del jefe hetero que le gusta rodearse de chicas monas y j¨®venes con las que probablemente se acuesta o lo pretende¡±.
¡°Yo creo que a d¨ªa de hoy la mayor parte de estas organizaciones est¨¢n dirigidas por gays¡±, apunta Ripoll. ¡°A muchos homosexuales hombres les gusta el protagonismo, codearse con pol¨ªticos, concejales, salir en los medios de comunicaci¨®n. Es verdad que tal vez nosotras seamos menos de hacernos notar pero tambi¨¦n hay techos de cristal y, a menudo, no te dejan llegar m¨¢s que a un tope. En cuanto destacas te reemplazan. Tengo amigos gays feministas pero algunos todav¨ªa viven ajenos a esta reivindicaci¨®n urgente de las mujeres. No la entienden, no le dan importancia, la ven como algo propio del pasado, obsoleto¡±, cuenta esta bisexual que reconoce haber tenido m¨¢s problemas por ser mujer que por su orientaci¨®n sexual.
El aspecto econ¨®mico es otro punto que marca la diferencia entre gays y lesbianas. Desgraciadamente, las mujeres siguen ganando menos que los hombres, ellas soportan una mayor tasa de paro y empleos precarios y mal pagados. ¡°Esto se nota tambi¨¦n en el universo LGTBI¡±, se?ala Charo Alises, ¡°las parejas de chicas suelen ser m¨¢s pobres que las de hombres y esto tiene sus consecuencias en un mundo capitalista, donde a menudo la influencia se confunde con el poder econ¨®mico¡±. Mientras Ripoll apunta que ¡°el clasismo est¨¢ tambi¨¦n presente y discrimina tambi¨¦n a los propios homosexuales varones. Si eres joven, guapo, musculoso, con buen gusto y poder adquisitivo pues mucho mejor¡±.
En opini¨®n de Mar Cambroll¨¦, ¡°a menudo el gay prioriza sus necesidades a las de otros colectivos y los trans somos los menos favorecidos. El pasado 23 de febrero se registr¨® en el congreso una ley sobre la protecci¨®n jur¨ªdica del derecho a la libre determinaci¨®n de la identidad y expresi¨®n de g¨¦nero de las personas trans. Las mujeres transexuales estamos en una situaci¨®n similar a las de las heterosexuales 50 a?os atr¨¢s. No somos sujetos de pleno derecho sino tutelados. Ahora mismo para cambiar el nombre del DNI debemos ser mayores de edad y tener un certificado m¨¦dico que acredite que llevamos dos a?os en tratamiento hormonal (lo que conlleva la esterilizaci¨®n qu¨ªmica forzosa) y que no tenemos una enfermedad mental. Los trans queremos el ejercicio de la libre determinaci¨®n, que no tengamos que seguir ese protocolo sino que nosotros elijamos lo qu¨¦ queremos hacer seg¨²n nuestras necesidades, ya sea hormonarnos o recurrir a una operaci¨®n. En nuestro colectivo hay muchos ¨ªndices de suicidio. Seg¨²n una encuesta reciente, realizada en EEUU, el 80% de las personas trans piensa en quitarse la vida en alg¨²n momento, el 40% lo intenta y el 10% lo consigue¡±.