?C¨®mo vestirse para un juicio?: lo que la chaqueta de ochos de Nevenka y su cara lavada dicen sobre la representaci¨®n de la dignidad femenina
A las v¨ªctimas de agresiones sexuales se les sigue recomendando que se presenten en p¨²blico con ropa decorosa y sin maquillaje. De las mujeres traumatizadas se espera que se muestren tristes, demacradas y serenas para retener su credibilidad.
Nevenka Fern¨¢ndez acudi¨® a la rueda de prensa donde iba a anunciar que era v¨ªctima de acoso sexual con una minifalda ¡°hasta aqu¨ª¡±. As¨ª la recordaban algunos testigos, como relata Juan Jos¨¦ Mill¨¢s en el documental Nevenka, porque estaban condicionados a pensar en ella as¨ª. ¡°Como una especie de Mata Hari y no como una cr¨ªa de 24 a?os¡±, en palabras del escritor.
Durante aquella rueda de prensa en el hotel Temple explic¨® que su jefe, el alcalde, la estaba torturando en vida y no aceptaba el final de su relaci¨®n. Ese d¨ªa no se present¨® con minifalda, sino con una rebeca larga de punto grueso de color marr¨®n con ochos y una cara que reflejaba todo su sufrimiento y los diez kilos que hab¨ªa perdido mientras dur¨® el acoso del alcalde. En la serie, todos los que la conoc¨ªan, incluida la jefa de la oposici¨®n en el ayuntamiento de Ponferrada, Charo Velasco, mencionan en m¨¢s de una ocasi¨®n el cambio f¨ªsico que experiment¨® la concejala debido a su cuadro cl¨ªnico de ansiedad y depresi¨®n.
Posteriormente, la exconcejala fue los 15 d¨ªas que dur¨® el juicio en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y Le¨®n, en Burgos, vestida casi siempre con pantal¨®n, a veces con alguna prenda de punto, con el pelo corto sujetado detr¨¢s de las orejas y sin maquillar, con un aspecto similar al que ten¨ªa cuando la conoci¨® toda la opini¨®n p¨²blica espa?ola.
?Qu¨¦ hubiera ocurrido si Fern¨¢ndez se hubiera seguido vistiendo como lo hac¨ªa antes de sufrir el acoso por parte de Ismael ?lvarez? Esa es una de las revelaciones del documental, ver algunas im¨¢genes, escasas, de la concejala cuando entr¨® al Ayuntamiento, reci¨¦n fichada por el PP, con una presentaci¨®n p¨²blica muy distinta a la que tendr¨ªa despu¨¦s, cuando se hizo famosa a su pesar. Con vestidos ajustados sin mangas y el maquillaje t¨ªpico de la ¨¦poca, con labios perfilados y sombra de ojos. Es de esperar que la reacci¨®n a su caso hubiera sido a¨²n m¨¢s virulenta. ?Qu¨¦ hubiera dicho el fiscal que tuvo que ser apartado del caso, el famoso Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Ancos? Su actuaci¨®n en ese caso ha quedado grabada en la memoria por esa frase que es una doble pirueta en el aire de clasismo y machismo, aquella en la que le pregunta a la exconcejala por qu¨¦ se dej¨® tocar el culo, no siendo ella una cajera de Hipercor. Pero no fue su ¨²nica salida de tono. En una entrevista radiof¨®nica que concedi¨® habiendo sido ya apartado del caso dijo que de uno de los testimonios del juicio ¡°se desprend¨ªa que se quiso decir que Nevenka, siendo una colegiala, era una putilla¡±.
?Qu¨¦ no hubiera escrito la prensa sobre su caso si ella no se hubiera ajustado al aspecto que se espera que tenga una v¨ªctima? El d¨ªa antes de que estallara el caso, el periodista local J.F. P¨¦rez Chencho ya anticip¨® en El Diario de Le¨®n que un ¡°bombazo¡± iba a caer sobre la ciudad. ¡°La protagonista de la m¨¢s que probable rueda de prensa de ma?ana es joven, hermosa y maneja con m¨¢s habilidad los n¨²meros que las relaciones humanas y pol¨ªticas¡±, dijo. La periodista Ana Mar¨ªa Ortiz destac¨® en su cr¨®nica de El Mundo que Fern¨¢ndez hizo la comparecencia ¡°con la cara lavada, demacrada, el gesto tenso y la voz quebrada por el llanto (casi irreconocible para los vecinos de Ponferrada que siempre han visto en ella un calco de la modelo Mar Flores)¡±.
En Tengo un nombre, el libro que Chanel Miller acaba de publicar en Blackie Books articulando todo lo que pas¨® en su vida cuando quisieron reducirla a ¡°la v¨ªctima de la violaci¨®n de Brock Turner¡±, un estudiante de familia acomodada de la universidad de Stanford, la autora habla tambi¨¦n de c¨®mo ella y una amiga buscaron en Google ¡°ropa de mujer para ir a un juicio¡±. Las respuestas arrojaban fotos de mujeres con faldas l¨¢piz y zapatos de tac¨®n. Su abogada le recomend¨® ¡°algo c¨®modo, decoroso¡±. As¨ª que pas¨® por el curioso trago de ir de compras para presentarse como una mujer joven digna de credibilidad. Tuvo ¨¢nimo para bromear con su hermana en el probador, poni¨¦ndose unos pantalones pirata con brillantitos incrustados, una visera y una camiseta que dec¨ªa ¡°BLESSED¡±. Sabiendo perfectamente que ese no es el look que se espera de una mujer traumatizada. ¡°Cuando dieron el aviso por los altavoces de que la tienda cerrar¨ªa en breve, abandonamos nuestro juego y sucumbimos a la secci¨®n de ropa de oficina informal, donde acabamos con los brazos desbordantes de jers¨¦is en tonos tierra¡±. Esos su¨¦ters y las camisas floreadas no ten¨ªan nada que ver con su edad (Miller ten¨ªa 22 a?os cuando ocurri¨® la agresi¨®n sexual) pero se ajustaban a las im¨¢genes que ella y su hermana hab¨ªan visto tantas veces en televisi¨®n, la chica destrozada pero digna. ¡°Al final encontr¨¦ algo apropiado, un su¨¦ter del color de leche caducada, suave y discreto ¨Cescribe¨C Me hac¨ªa parecer una de esas personas que te prestar¨ªan un l¨¢piz¡±.
La idea de que una ¡°cara lavada¡± y un atuendo apagado y discreto comunican una mayor credibilidad est¨¢ tan extendida que ni siquiera algunas figuras que se saltan otras reglas se atreven a esquivar esta. Alexandria Ocasio-Cortez, a quien incluso sus enemigos le conceden que tiene unas dotes may¨²sculas para la comunicaci¨®n pol¨ªtica, y alguien que ha hablado a menudo de su intenci¨®n de no renunciar a la feminidad en su presentaci¨®n p¨²blica (ha hecho tutoriales de maquillaje en v¨ªdeo y no le importa hablar de su ropa, que alquila en un servicio de suscripci¨®n) se puso ante la c¨¢mara de su m¨®vil sin apenas maquillaje, desde luego sin su famoso pintalabios rojo, y con un jersey gris de punto grueso y cuello alto cuando quiso explicar c¨®mo vivi¨® el asalto al Capitolio y compartir adem¨¢s que a?os atr¨¢s fue v¨ªctima de una agresi¨®n sexual. Sab¨ªa que de lo contrario, no resultar¨ªa cre¨ªble.
Si se busca ¡°c¨®mo vestirse para un juicio¡± en castellano, el primer resultado que arroja Google tambi¨¦n recomienda ¡°sobriedad y sencillez¡±, y ante todo, no acudir en ¡°pantalones cortos o camisetas que muestren el ombligo, jeans rotos o desgastados, minifaldas muy cortas, con gorras deportivas o con ropa demasiado ce?ida¡±. Todas esas prendas pertenecen a un registro informal, pero tambi¨¦n son piezas que subrayan la sexualidad, justo lo que debe esconder una mujer si quiere conservar la apariencia de dignidad seg¨²n la convenci¨®n p¨²blica. El art¨ªculo est¨¢ ilustrado con fotos de Victoria Beckham. Un bufete de abogados que ofrece una gu¨ªa sobre c¨®mo vestir para un tribunal especifica: ¡°Si acudo al tribunal porque he denunciado a mi jefe por supuesto acoso sexual, lo que no deber¨¦ hacer nunca es presentarme al juicio con el vestido m¨¢s escotado que disponga¡±. Lo transmite con la mismo aire de sentido com¨²n con el que recomienda a las ¡°amas de casa de mediana edad sin trabajo¡± que no vayan a su juicio de divorcio ¡°ataviadas con joyas y vestidos de dise?o¡±.
Cuando Nevenka se someti¨® al escrutinio p¨²blico, dentro y fuera de los juzgados hab¨ªan pasado unos once a?os de la famosa sentencia de la minifalda, que se considera un hito en la rebeli¨®n feminista contra lo que se percibe como una administraci¨®n de justicia patriarcal. En 1989, la Audiencia de Lleida dictamin¨® que una joven de 17 a?os ¡°pudo provocar, si acaso inocentemente, al empresario Jaime Fontanet por su vestimenta¡± y se le conden¨® a una multa de 40.000 por un delito de abusos deshonestos, que ya no existe como tal en el C¨®digo Penal. El Supremo confirm¨® la sentencia. Casi 30 a?os m¨¢s tarde, la v¨ªctima de la Manada de Pamplona tuvo que justificar en su declaraci¨®n por qu¨¦ colg¨® fotos de vacaciones y de fiesta con sus amigos en Facebook. ¡°No iba a colgar fotos llorando. Mi normalidad era colgar fotos de fiesta y segu¨ª haciendo eso¡±. Es decir, la mentalidad que subyace en esas expectativas hab¨ªa cambiado poco. Si acaso aumentado. La v¨ªctima ideal, con su dignidad intacta, no solo debe vestir de manera decorosa sino tambi¨¦n mantener un perfil bajo y que comunique tristeza y desaz¨®n en las redes sociales.
De la mujer humillada se espera entonces que aparezca sobria, decorosa, triste pero tambi¨¦n serena. La ira, ya se sabe, es poco femenina. Durante las sesiones de confirmaci¨®n del juez del Tribunal Supremo estadounidense Brett Kavanaugh, se destac¨® el contraste entre el total autocontrol de Christine Blasey Ford, la mujer que le estaba acusando de haberla agredido sexualmente 36 a?os antes, con la histeria (as¨ª la calific¨®, con toda la intenci¨®n, Nancy Pelosi) indisimulada del propio Kavannaugh, quien grit¨®, se desga?it¨® y ofreci¨® a los senadores todo un recital de gestos que iban de la frustraci¨®n a la rabia, mientras su supuesta v¨ªctima se manten¨ªa inc¨®lume y se tragaba las l¨¢grimas, vestida de oscuro, con maquillaje discreto y gafas. El doble rasero era tan obvio que ninguna publicaci¨®n se resisti¨® a comentarlo, y la conclusi¨®n fue doblemente descorazonadora. No es que se pudiera elucubrar ¡°qu¨¦ hubiera pasado si Blasey Ford se hubiera mostrado as¨ª de cruda, da?ada y dolida¡±. Hubiera pasado lo que ya pas¨® de todas formas, que su testimonio no fue tomado en cuenta y que a Kavannaugh se le confirm¨® como juez del Supremo, cargo que, si quiere, ostentar¨¢ hasta el d¨ªa de su muerte.
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