?Dos a?os despu¨¦s, me siguen acosando?: qui¨¦n vela por un internet m¨¢s seguro para las mujeres
Una de cada 10 mujeres en Europa ha padecido ciberacoso online, una forma de violencia machista que empezamos a reconocer pero para la que a¨²n escasean las herramientas combativas. ?C¨®mo podemos plantarles cara?
Hace dos a?os que recib¨ª el primer tuit de acoso. La cuenta de El Pa¨ªs comparti¨® un art¨ªculo m¨ªo publicado en S Moda?sobre personas que hab¨ªan cambiado h¨¢bitos de su estilo de vida para proteger el planeta. Un usuario cre¨® un hilo exponiendo im¨¢genes e informaci¨®n m¨ªa personal buscando desacreditarme profesionalmente y atacando tambi¨¦n a mi f¨ªsico. M¨¢s de trescientos retuits y otros tantos comentarios ten¨ªa el hilo de aquel usuario contra m¨ª la ¨²ltima vez que lo ...
Hace dos a?os que recib¨ª el primer tuit de acoso. La cuenta de El Pa¨ªs comparti¨® un art¨ªculo m¨ªo publicado en S Moda?sobre personas que hab¨ªan cambiado h¨¢bitos de su estilo de vida para proteger el planeta. Un usuario cre¨® un hilo exponiendo im¨¢genes e informaci¨®n m¨ªa personal buscando desacreditarme profesionalmente y atacando tambi¨¦n a mi f¨ªsico. M¨¢s de trescientos retuits y otros tantos comentarios ten¨ªa el hilo de aquel usuario contra m¨ª la ¨²ltima vez que lo mir¨¦. Despu¨¦s de aquello hice privados mis perfiles en redes y mi relaci¨®n con Twitter no ha vuelto a ser la misma. A¨²n hoy, cuando entro a consultarlo por motivos de trabajo, me da una punzada en el pecho si asoma una notificaci¨®n. Hace poco volvi¨® a pasar. Otro usuario distinto se jactaba en el mismo post del candado que, desde entonces, aparece junto a mi perfil en la red social. Un candado que representa el efecto silenciador que estos ataques tienen sobre las mujeres que. Y que es consecuencia de nuevas formas de violencias machistas que surgen en la era digital. Mi caso, lamentablemente, no es el ¨²nico. Muchas compa?eras han sufrido ataques mis¨®ginos en redes sociales.
La Comisi¨®n de Derechos de la Mujer e Igualdad de G¨¦nero (FEMM) del Parlamento Europeo se?ala en un estudio sobre ciberviolencia y discursos de odio online contra las mujeres que entre el 63 y el 83% de las que han padecido ciberacoso han modificado el uso de sus redes sociales. Un mecanismo de ciberviolencia machista que, seg¨²n el mismo estudio, han padecido una de cada 10 mujeres en Europa desde los 15 a?os y que, en mujeres de entre 18 y 29 a?os, asciende hasta el 20%; ceb¨¢ndose especialmente con aquellas que tienen presencia p¨²blica en la pol¨ªtica, en los medios de comunicaci¨®n o como activistas.
Muchos de estos ataques no solo tienen un componente de agresi¨®n sobre la individualidad, tienen que ver con el momento cultural y la ola de respuestas reaccionarias al feminismo: ¡°Hay quien quiere mantener el status quo con campa?as pol¨ªticas y fabricaci¨®n de conceptos ideol¨®gicos, y hay quien sabotea la presencia de las mujeres en las redes y en el espacio p¨²blico en general¡±, explica a S Moda Laia Serra, abogada penalista experta en delitos de odio y activista por los Derechos Humanos. ¡°Se trata en algunos de estos casos de ataques mis¨®ginos organizados contra mujeres que creen en la igualdad. Una incidencia de primer orden que, adem¨¢s del impacto individual que tiene, impacta tambi¨¦n en el ejercicio de la ciudadan¨ªa, de la democracia y de la paridad. Esto es importante, no son ingenuas¡±.
Irantzu Varela, Isa Calder¨®n, Anna Pacheco, Penny Jay, Cristina Fallar¨¢s, Etsy Quesada¡ La lista de mujeres con presencia p¨²blica que han defendido abiertamente el feminismo, los derechos del colectivo LGTBIQ+, el antirracismo o los derechos de los migrantes y que se han enfrentado por ello a estos ataques masivos es larga y, por desgracia, se actualiza constantemente. Recientemente, la c¨®mica Elsa Ruiz hac¨ªa p¨²blico su abandono temporal de su trabajo en el programa Sobrevivir¨¦ (Mitele Plus) y de las redes sociales para ingresar en el ¨¢rea psiqui¨¢trica de un hospital con el siguiente mensaje: ¡°No me considero referente de nada, pero quer¨ªa visibilizar estas cosas: el acoso en redes y el odio en redes, es odio, es acoso. Porque pase en Twitter e Instagram no deja de ser acoso y no deja de ser importante. Y a ver si las pol¨ªticas de las redes sociales cambian y persiguen m¨¢s el odio en vez de preocuparse tanto de si hay desnudos o no hay desnudos en su aplicaci¨®n¡±.
Cuando nuestros derechos se vulneran y el Estado y las plataformas no ofrecen mecanismos de protecci¨®n suficientes, no queda otra que dar un paso atr¨¢s y optar por cuidarse. Y eso en el mejor de lo casos: en mayo de 2019, Ver¨®nica, trabajadora de IVECO, se suicid¨® despu¨¦s de que su acosador compartiera a trav¨¦s de WhatsApp un v¨ªdeo sexual suyo que se difundi¨® entre sus compa?eros de trabajo.
¡°Mi troll pensaba que su mensaje no era para tanto¡±
El llamamiento de Elsa Ruiz apunta al centro del problema: ?por qu¨¦ en 2021 seguimos sin identificar que lo que pasa en internet es tan real como lo que ocurre fuera y tiene consecuencias? En conversaci¨®n por Zoom, Kathryn Travers, especialista en pol¨ªticas para poner fin a la violencia contra las mujeres en la ONU Mujeres, se?ala los resultados de uno de los ¨²ltimos informes del organismo al respecto: ¡°La violencia digital contra las mujeres est¨¢ asociada con impactos psicol¨®gicos y sociales. Hay estudios que se?alan que quienes las han padecido han experimentado como consecuencia altos niveles de ansiedad, estr¨¦s, depresi¨®n o falta de autoestima¡±. El mismo informe apunta tambi¨¦n al incremento de estas violencias digitales en el contexto del Covid-19 y al salto que en ocasiones se produce entre la violencia online y la digital. Un ejemplo al respecto lo deja el caso de la periodista feminista Irantzu Varela, que tras recibir hostigamiento en Twitter, lo padeci¨® tambi¨¦n en la calle; con pintadas en su local de trabajo y con su integridad bajo amenza.
La abogada Laia Serra explica que ¡°estamos en un momento de cambio social frente a las violencias machistas digitales¡±. Igual que con el tiempo hemos aprendido a reconocer las formas de violencia de g¨¦nero psicol¨®gicas, ahora estamos en un proceso de toma de conciencia colectiva frente a c¨®mo son y c¨®mo se manifiestas estas violencias digitales.
En busca de pistas sobre lo que est¨¢ pasando y tambi¨¦n como respuesta propia a las amenazas e insultos machistas constantes que recib¨ªa en sus redes, la periodista Marianna Spring, reportera especializada en desinformaci¨®n y redes sociales de la BBC, decidi¨® hacer un an¨¢lisis exhaustivo durante varias semanas sobre los trolls que la atacaban a ella y a otras mujeres para una serie documental emitida en el programa Panorama. Lleg¨® incluso a conocer a uno de ellos. ¡°Mi primera sorpresa fue ver que la mayor¨ªa de ellos son gente real, no bots, que viven en Reino Unido, que apoyan a equipos de f¨²tbol, que tienen trabajos y familia¡±, cuenta a este medio. ¡°Mi principal percepci¨®n al respecto fue lo desinhibida que la gente se vuelve en las redes¡±.
Desde insultos como ¡°vaca tonta¡± o amenazas de violaci¨®n, Spring recalca la incuestionable naturaleza mis¨®gina de todos los comentarios que recibe. El usuario que finalmente accedi¨® a hablar con ella tras insultarla, dice, no es de los que le dej¨® comentarios m¨¢s graves; precisamente por eso se atrevi¨® a hablar con ¨¦l. ¡°Me dijo que no pensaba que el comentario fuera tan malo¡±, explica. Pero una de las peculiaridades que presentan estas violencias y que tan dif¨ªcil hacen mensurable la responsabilidad y consecuencias en t¨¦rminos legales es su efecto acumulativo, subraya la abogada Laia Serra. ¡°A veces es un ¨²ltimo tuit o retuit lo que rebasa el vaso de la persona acosada¡±. Comentarios cuya responsabilidad deber¨ªa medirse en contexto y con perspectiva, no de forma aislada.
La responsabilidad de las plataformas
En su investigaci¨®n, Spring contact¨® con Twitter, Instagram y Facebook. ¡°Sus respuestas insist¨ªan en que est¨¢n comprometidos con combatir el abuso online contra las mujeres¡±, pero a efectos pr¨¢cticos, esto no se materializa. De hecho, el algoritmo fomenta y saca r¨¦dito de la difusi¨®n de estos contenidos. ¡°Hice otro experimento creado una cuenta falsa de troll bas¨¢ndome en los perfiles que me hab¨ªan acosado¡±, cuenta la periodista. ¡°Esta cuenta no dejaba comentarios de odio, simplemente segu¨ªa las cuentas y recomendaciones que a partir de esos perfiles, Facebook me hac¨ªa. Al cabo de unas semanas, mi troll falso, Barry, recib¨ªa cada vez m¨¢s y m¨¢s sugerencias de contenido mis¨®gino, entre ello, p¨¢ginas que hacen chistes sobre violar a mujeres. No solo no estaban frenando el consumo sino que lo estaban promoviendo para sacar beneficio con la publicidad insertada en esos v¨ªdeos¡±. Una percepci¨®n que despu¨¦s corrobor¨® entrevistando a Frances Haughen, ex trabajadora de Facebook ¨Cahora Meta¨C. Con algoritmos perfeccionados para targetearnos y obtener todo tipo de datos de los usuarios usado con fines pol¨ªticos y comerciales, resultar¨ªa inocente pensar que estas plataformas est¨¢n haciendo todo lo posible por proteger nuestros derechos. En un estudio de 2018 realizado por Amnist¨ªa Internacional en Reino Unido, #ToxicTwitter, el 78% de las mujeres entrevistadas aseguraron que no piensan que Twitter sea un lugar seguro en el que expresar su opini¨®n sin recibir violencia o acoso por ello.
¡°El Convenio de Estambul lo deja claro¡±, dice Laia Serra. ¡°En cualquier fen¨®meno transnacional es fundamental que nos aliamos todos (organismos p¨²blicos, sociedad civil y grandes tecnol¨®gicas); por ejemplo, aunando los criterios de moderaci¨®n de contenidos de estas plataformas. Hoy en d¨ªa hemos asumido que cualquier empresa debe tener responsabilidad social, pero nadie se est¨¢ planteando la responsabilidad corporativa de estas empresas tecnol¨®gicas: ?qu¨¦ est¨¢ haciendo Facebook para proteger los derechos de las mujeres?¡±.
Pocos datos y poca legislaci¨®n
¡°En pa¨ªses como Canad¨¢ e Islandia ya se ha creado legislaci¨®n espec¨ªfica al respecto de estas violencias¡±, explica Kathryn Travers de ONU Mujeres. La dificultad que plantea este fen¨®meno del ciberacoso machista digital, recuerda, es ¡°la necesidad de que se combatan a diferentes niveles: desde la visibilizaci¨®n a lo legal, pasando tambi¨¦n por las propias plataformas¡±.
Thais Ruiz de Alda, experta en big data y directora de DigitalFems, organizaci¨®n que trabaja para que haya m¨¢s mujeres en entornos tecnol¨®gicos, explica que la escasez de datos que midan en qu¨¦ cantidad y de qu¨¦ forma se est¨¢n dando estas violencias tambi¨¦n dificulta que se pueda crear una legislaci¨®n espec¨ªfica al respecto.
¡°Las herramientas legales de protecci¨®n frente a las violencias machistas est¨¢n todas dise?adas desde un punto de vista anal¨®gico¡±, explica la abogada penalista Laia Serra. Pone un ejemplo: ?c¨®mo se traduce a t¨¦rminos digitales la prohibici¨®n de acercamiento a las v¨ªctimas? ?puede una solicitud de amistad en redes considerarse como tal? ¡°Estamos abriendo el cap¨ªtulo de jurisprudencia digital. A nivel de herramientas nos encontramos que hay dos grandes dificultades. Una es que obvia las transnacionalidad de estos delitos y la otra es que debemos valernos de mecanismos para identificar qui¨¦n hay detr¨¢s de esos perfiles¡±. Los defectos de traducci¨®n, la falta de capacitaci¨®n en estas cuestiones de los juzgados, los l¨ªmites de lo que es o no libertad de expresi¨®n o los sistemas bajo los que est¨¢n montadas las comisiones rogatorias o el periodo de conservaci¨®n de datos son parte de esas piedras en el camino que dificultan la batalla legal, apunta Serra. ¡°El embudo es bestia. Todo se suma y acaba generando que el avance de estas denuncias sea complicado, por eso la respuesta tiene que pasar en primer lugar por la propia cultura y una ciudadan¨ªa responsable con la actuaci¨®n en redes sociales¡±.
La propia Serra ha participado en la ampliaci¨®n de la ley catalana contra la violencia machista, que recoge estas formas de violencia digitales y que, en su opini¨®n, plantea un ejemplo interesante: ¡°Vemos que si las instituciones escuchan a personas expertas en materia y a la sociedad civil, a trav¨¦s de asociaciones que est¨¢n trabajando en estas cuestiones, esto se empieza a visibilizar y se empiezan a destinar recursos a combatirlo¡±.
Mujeres organizadas
A un ataque que llega de manera colectiva, tambi¨¦n se responde en comunidad. Son muchas las plataformas, asociaciones y colectivos feministas y activistas que est¨¢n trabajando por crear conciencia y recursos para las mujeres que padecen estas violencias. La propia Thais Ruiz de Alda fusiona el trabajo que hace desde Digitalfems con otros colectivos como Datos contra el ruido o Autodefensaonline. Esta ¨²ltima web es una comunidad de mujeres hispanohablantes que ofrece gu¨ªas y herramientas para eliminar la brecha de g¨¦nero digital, facilitando el acceso a la tecnolog¨ªa y explicando los mecanismos de denuncias que estas ofrecen para protegerse tambi¨¦n frente a los abusos.
¡°Lo que hacemos es redirigir a las mujeres que acuden a nosotras a los recursos disponibles que hay en el Estado. Les damos instrucciones seg¨²n el lugar en el que vivan, lo que les ocurra; de alguna manera les damos cobertura y reconducimos los casos a asociaciones de mujeres abogadas que les puedan ayudar¡±.
Explica Laia Serra que, si cuando una mujer sufre violencia machista en casa ahora ya sabemos cu¨¢l es nuestro papel y c¨®mo debemos proceder como vecinas o familiares, c¨®mo tramitar estas denuncias; con las violencias machistas digitales, a¨²n estamos en proceso de entender cu¨¢les son las v¨ªas para hacerlo.
Una mano amiga tendida que, en mi caso, me habr¨ªa gustado que me contara la importancia de hacer capturas de pantalla validadas de esos comentarios para poderlos denunciar, que me hubiese pasado el tel¨¦fono de una abogada puesta en materia, que me hubiese sugerido que, si acceder a mi propia cuenta para silenciar esos mensajes me estaba generando ansiedad, pod¨ªa pedirle a alguien que lo hiciera por m¨ª. En definitiva, un entorno consciente de que esos comentarios s¨ª son para tanto y que son otra forma de violencia.