Chanel Miller, la v¨ªctima de la violaci¨®n m¨¢s medi¨¢tica de EEUU: ?No quiero venganza, solo una vida normal y aburrida?
La superviviente publica en Espa?a sus memorias, Tengo un nombre (Blackie Books). Su historia tambi¨¦n es un manifiesto pol¨ªtico contra la epidemia de la violencia sexual que nos rodea.
A Chanel Miller (California, 28 a?os) le tortur¨® haber declarado que hab¨ªa cenado ?br¨®coli y arroz? antes de ir a la fiesta en la que acabar¨ªa siendo violada por un completo desconocido. En realidad, lo que hab¨ªa comido aquella noche era quinoa con br¨®coli.?Ese dato tan est¨²pido para muchos ¨Cqu¨¦ m¨¢s dar¨ªa, qu¨¦ tendr¨¢ que ver lo que alguien coma antes de que un depredador te elija como su v¨ªctima y te viole en plena calle¨C, equivocarse al decir que cen¨® arroz y no quinoa en el juicio contra su agresor, le provoc¨® un estado de ansiedad y par¨¢lisis mental. Miller sab¨ªa que...
A Chanel Miller (California, 28 a?os) le tortur¨® haber declarado que hab¨ªa cenado ?br¨®coli y arroz? antes de ir a la fiesta en la que acabar¨ªa siendo violada por un completo desconocido. En realidad, lo que hab¨ªa comido aquella noche era quinoa con br¨®coli.?Ese dato tan est¨²pido para muchos ¨Cqu¨¦ m¨¢s dar¨ªa, qu¨¦ tendr¨¢ que ver lo que alguien coma antes de que un depredador te elija como su v¨ªctima y te viole en plena calle¨C, equivocarse al decir que cen¨® arroz y no quinoa en el juicio contra su agresor, le provoc¨® un estado de ansiedad y par¨¢lisis mental. Miller sab¨ªa que la quinoa pod¨ªa haber reducido su tolerancia al alcohol durante aquella noche, y por tanto, pod¨ªa explicar por qu¨¦ ten¨ªa lagunas del momento de su violaci¨®n. Tambi¨¦n intu¨ªa que por mucho que hubiese sido ella la que despu¨¦s se despertase amoratada, sin rastro de su ropa interior, con el pelo enmara?ado y lleno de pinaza, custodiada por dos polic¨ªas en una cama de hospital a 40 kil¨®metros de su casa sin entender nada de lo que le hab¨ªa pasado, a ella tambi¨¦n se la estaba juzgando. Que si mostraba enfado al declarar, estar¨ªa a la defensiva. Que si ten¨ªa un tono plano, ser¨ªa ap¨¢tica. Si lo hac¨ªa demasiado animada, ser¨ªa sospechosa. Si llorase, una hist¨¦rica. Si se dejaba llevar por las emociones, transmitir¨ªa poca confianza y si era demasiado fr¨ªa, una insensible. Chanel sab¨ªa todo eso. Por eso en su cabeza la quinoa era crucial.
La madrugada del 18 de enero de 2015,?Brock Turner viol¨® mediante penetraci¨®n digital a Chanel Miller, que por aquel entonces ten¨ªa 22 a?os, en una fiesta de una fraternidad de la Universidad Stanford. No se conoc¨ªan y tampoco hab¨ªan hablado durante la fiesta, pero Turner se aprovech¨® de que Chanel hab¨ªa consumido alcohol y estaba pr¨¢cticamente inconsciente para sacarla fuera de la fraternidad y agredirla tras unos contenedores. Dos estudiantes suecos que paseaban por el campus con sus bicis lo vieron, le increparon su conducta ¨Cnotaron que Miller no sab¨ªa lo que estaba pasando¨C y Turner huy¨® corriendo. Fue arrestado y el violador, de familia acomodada y estrella del equipo de nataci¨®n, pag¨® una fianza de 150.000 d¨®lares y qued¨® en libertad. En marzo de 2016 se celebr¨® un juicio en el que el jurado lo declar¨® culpable de los tres cargos de los que se le acusaba (agresi¨®n e intento de violaci¨®n). La m¨¢xima sentencia eran diez a?os de prisi¨®n, pero el juez que presidi¨® el caso, Aaron Persky, un ex estudiante y tambi¨¦n ex deportista de Stanford, lo conden¨® a solo seis meses. Cumpli¨® tres y volvi¨® a su casa, a Ohio. El caso conmocion¨® a EE UU y levant¨® una oleada de indignaci¨®n por exponer las fisuras de la justicia estadounidense ante las agresiones sexuales.
Hasta septiembre de 2019, hasta que decidi¨® desvelar su identidad, ense?ar su rostro, decir su nombre real y publicar sus memorias sobre lo sucedido, Chanel Miller hab¨ªa permanecido en el anonimato legal y hab¨ªa sido conocida como ¡°Emily Doe, la?superviviente del violador nadador de Stanford¡±. Su alias, una alteraci¨®n del Jane Doe al que se recurre en?las acciones legales cuando se protege la identidad de una mujer, fue un sobrenombre que alcanz¨® fama global cuando, en junio de 2016, decidi¨® compartir a trav¨¦s de?BuzzFeed?el?texto?que ella misma ley¨® en la vista para sentencia de su violador. En aquellas 28 p¨¢ginas relataba su trauma psicol¨®gico y la indefensi¨®n ante una agresi¨®n que no pod¨ªa recordar, tambi¨¦n la problem¨¢tica gesti¨®n de las violaciones frente a la justicia. La prensa etiquetar¨ªa al poderoso texto de Emily Doe como ¡°La Biblia de lo que les pasa a las v¨ªctimas de la agresiones sexuales¡±. En cuatro d¨ªas tuvo quince millones de lecturas, 18 diputados leyeron su carta en la C¨¢mara de Representantes de EEUU y miles de mujeres compartieron sus propias agresiones desde sus redes impulsadas por el valor del alegato. Joe Biden, entonces vicepresidente de EEUU, la apoy¨® por mostrar a las supervivientes ¡°la fuerza que necesitan para luchar¡±. Hillary Clinton explicar¨ªa despu¨¦s en sus memorias (Lo que pas¨®) que el p¨¢rrafo final de Emily Doe fue el que inspir¨® aquella emblem¨¢tica cita (¡°A todas las ni?as que me est¨¦n viendo quiero decirles que nunca duden de su potencial¡±) que se viraliz¨® en su discurso de derrota para reconocer la victoria de Trump.
Las memorias de Chanel Miller, Tengo un nombre, llegan a Espa?a con traducci¨®n de Laura Iba?ez y editadas por Blackie Books. Una tarde de febrero charlamos v¨ªa skype con su autora para analizar por qu¨¦ su libro es mucho m¨¢s que una experiencia personal. Esas 400 p¨¢ginas tambi¨¦n son el manifiesto pol¨ªtico de una nueva era, un alegato donde se unen los puntos, desde la cultura incel a las asignaturas pendientes post MeToo, de una sociedad que?sigue normalizando la cultura de la violaci¨®n. O como ella misma resume: ¡°Esto no va de una crisis, esto es una aut¨¦ntica epidemia¡±.
Escribes: ?Soy una v¨ªctima, pero no solo soy una v¨ªctima, no soy la v¨ªctima de Brock Turner?.? ?Deber¨ªamos referirnos sobre ti como superviviente?
No me molesta la palabra v¨ªctima. Es interesante porque mientras t¨² no la pronuncies, tu agresor s¨ª que se apropiar¨¢ de ella. El m¨ªo lo hizo. Dec¨ªa que la v¨ªctima era ¨¦l. Se autoasign¨® la pena y el derecho a la empat¨ªa, como si ¨¦l fuese el que realmente hab¨ªa sufrido el da?o por lo ocurrido. Lo que me molesta, el miedo que me genera el t¨¦rmino en s¨ª, es que cuando una mujer es agredida sexualmente y se introduce as¨ª al p¨²blico, su narrativa, su historia, empezar¨¢ en la agresi¨®n. Y la violaci¨®n nunca es el inicio de la vida de una persona. Yo tengo much¨ªsimas otras historias que me han moldeado, que me han formado, que dicen qui¨¦n soy hoy en d¨ªa. Y todas las dem¨¢s fueron ensombrecidas por ese acto. Si da miedo ser una v¨ªctima es porque nadie quiere vivir confinado en un solo hecho de tu vida. Tampoco con la pena con la que se asocia.
De hecho, tus memorias reivindican el sentido del humor como alegato de sanaci¨®n, hay fragmentos que provocan carcajadas, pese a la gravedad de lo tratado.
Ser¨ªa una aut¨¦ntica l¨¢stima si despu¨¦s de que te hayan violado te tengas que sumergir en la seriedad y en esa pena, como si no pudieses bromear con la situaci¨®n por la gravedad del asunto. No creo que deba ser as¨ª. Tampoco quiero que la gente se me acerque y me diga con cara compungida cogi¨¦ndome del brazo: ¡°Siento mucho lo que te pas¨®¡±, ?sabes? Quiero que seas capaz de que puedas conectar conmigo como hac¨ªas antes. Eso tambi¨¦n es importante.
Te rebelas contra el mito de la ¡°v¨ªctima ideal?. Dices en tu libro: ?Se me aplicaba un est¨¢ndar de pureza que si no cumpl¨ªa con ¨¦l, aquello justificar¨ªa que Brock me violara?.
Es curioso comprobar c¨®mo el abogado defensor, por ejemplo, se empe?¨® en que admitiese cu¨¢ntas veces hab¨ªa tenido apagones mentales por el alcohol en mi vida, si hab¨ªa salido mucho de fiesta en la universidad, buscando supuestos motivos para mi agresi¨®n. Pero cuando ¨¦l me lo preguntaba, yo no me sent¨ªa avergonzada de decir que por supuesto hab¨ªa ido a fiestas, o que claro que hab¨ªa tenido apagones antes. Me extra?aba ver c¨®mo eso se trataba como si fuese un secreto que necesitase ser expuesto para conocer la aut¨¦ntica verdad. Creo que la gente prefiere pensar que hay que rellenar ciertas caracter¨ªsticas y cualidades en un formulario ordenado y cuadriculado vital para ganarse el derecho a ser escuchada. Prefiere creer en esa fantas¨ªa que admitir lo vulnerables que somos en todo momento. En el libro yo quer¨ªa dejar esto claro: que mi vida y mis experiencias sexuales y con el alcohol tambi¨¦n ten¨ªan que exponerse porque eso no es lo problem¨¢tico. Creo que a muchas supervivientes las hacen sentir culpables, que se averg¨¹encen de sus experiencias pasadas, porque saben que su oponente las utilizar¨¢ como un ataque. Es un error. Nos deber¨ªa quedar claro que hay una diferencia abismal entre cometer errores como cualquier otro ser humano que va madurando y herir conscientemente a alguien, infligir da?o de forma activa. Yo he podido cometer errores en mi vida, pero no he ido agrediendo a la gente por ah¨ª.
El t¨ªtulo del libro es un reclamo poderoso: Tengo un nombre. ?La sociedad no est¨¢ preparada para conocer la identidad de las supervivientes?
Esper¨¦ cuatro a?os y medio a decir mi nombre real. Mientras, tuve que cederlo todo: en ese juzgado, todo el mundo, incluidos mis padres y la prensa, vieron mis fotos desnuda tirada en el suelo, mis fotos en el hospital, el interior de mi vagina. Respond¨ª a todo tipo de preguntas sobre mi vida. Me obligaron a ofrecerlo todo, a entregarme, y lo ¨²nico que qued¨® para m¨ª eran las letras de mi nombre real.??Eso es sagrado, eso nadie te lo deber¨ªa quitar.
Pas¨¦ much¨ªsimo miedo cuando cre¨ªa que mi nombre se pod¨ªa filtrar. Los periodistas sab¨ªan c¨®mo me llamaba, pero ten¨ªa que confiar en que no lo filtrar¨ªan, eso tambi¨¦n me llev¨® a terapia. Cuando est¨¢s en esa situaci¨®n, cuando te sientes en el coraz¨®n de la tormenta, esa es una manera horrible de vivir. Sab¨ªa que necesitaba esa privacidad para escribir el libro, pero tambi¨¦n sab¨ªa que no pod¨ªa vivir toda la vida as¨ª, con ese miedo constante a ser expuesta. As¨ª que tuve la fuerza de reclamar mi nombre. Y cuando lo haces, es una experiencia poderosa. Pero esa debe ser una decisi¨®n personal, tuya. T¨² debes ser la ¨²nica que la reclame, nadie debe empujarte a ello. Si lo hacen sin tu consentimiento, es violencia.
Pones contexto a por qu¨¦ Brock Turner, al ser millonario y blanco, tuvo un tratamiento medi¨¢tico que buscaba empatizar con ¨¦l. Escribes: ¡°Pongamos que en vez de atleta de Stanford ese mismo crimen lo comete un chaval hispanoamericano de la misma edad que trabaja en la cocina de la fraternidad. ?Acabar¨ªa esta historia de modo distinto? ?Dir¨ªa The Washington Post de ¨¦l que es un futuro cirujano?¡±
Con mi agresor pasaba esta cosa: ¨¦l ya estaba en el camino dorado. La agresi¨®n, lo que su entorno catalogaba como ¡°incidente desafortunado¡±, le sac¨® de ¨¦l. Pero el sistema se empe?aba en devolverle a su pasado, como si ser un criminal nunca hubiese tenido que consumir su identidad. Su identidad era ese camino dorado. Si eres una persona de color o una minor¨ªa ser¨¢s encasillado m¨¢s f¨¢cilmente como criminal, y no ser¨¢ visto como un simple error en tu vida. La carta que escribi¨® su madre al juez, en mi caso, insist¨ªa en una idea: ¡°M¨ªralo, m¨ªralo¡±, escrib¨ªa. Como si el ser blanco y sus ojos azules le eximieran del hecho de haber cometido un delito. Mientras tanto, yo soy una joven medio asi¨¢tica medio americana (los padres de Miller, un psic¨®logo y una escritora, nacieron en China) y la defensa nunca se percat¨® de mi existencia. Nunca me miraron, nunca me mencionaron en sus cartas. Estaba a tres metros de distancia en aquella sala, incluso cuando llor¨¦ en aquella habitaci¨®n, no me miraron. Estaba siendo borrada. Todav¨ªa pasa en EEUU. La balanza de la justicia est¨¢ desequilibrada.
Fuiste perdiendo fe en el sistema, paso a paso, en tu proceso judicial. Dices que ?el precio que tiene que pagar una v¨ªctima para declarar es sacrificar su cordura?.
Cuando alguien critica a una v¨ªctima, cuando se cuestiona c¨®mo o cuando han denunciado, a m¨ª me gustar¨ªa encararme a todas y cada una de esas personas y espetarles: ¡®Dime t¨², paso a paso, qu¨¦ tendr¨ªa qu¨¦ haber hecho y en qu¨¦ orden, y si me dices que t¨² lo puedes hacer, desglosar todo esto bien, poner orden de forma l¨®gica, entonces escuchar¨¦ tu opini¨®n¡±. Por ejemplo, a m¨ª me encontraron inconsciente, vino la polic¨ªa, se tomaron fotos del lugar de los hechos y como no hab¨ªa kits de violaci¨®n en el campus de Stanford y en su cl¨ªnica, me tuvieron que trasladar a un hospital a 40 minutos. Yo tuve suerte y una ambulancia se encarg¨® de hacerlo. Hasta ah¨ª todo bien. Pero, teniendo en cuenta que solo hay 24 horas para que sea v¨¢lido como prueba, ?y si no hubiese sido as¨ª? Los estudiantes no suelen tener coche mientras estudian en el campus, ?una persona agredida tiene que llamar a un Uber? ?Y si no tiene dinero para el trayecto? ?Debe buscar a una amiga para que le acerque? La gente que suele criticar a las v¨ªctimas no tiene esa l¨®gica de log¨ªstica en su cabeza, partiendo, digamos, solo de este detalle como el kit de violaci¨®n. Hay much¨ªsimos m¨¢s.
Tambi¨¦n defiendes el derecho a la ira y la rabia. En el texto lamentas haber afrontado el juicio intentando exhibir ¡°demasiada dignidad¡±.
Esa es otra. Puedes perder cr¨¦dito en el juicio si te muestras enfadada. Tienes que estar bien, ¨ªntegra, ser educada. Cuando yo declar¨¦ lo parec¨ªa, pero me destroc¨¦ las manos. Bajo el estrado, clavaba mis u?as en la piel. Esa ira, esa rabia estaba en mi cuerpo, pero no ten¨ªa permitido demostrarla. La ira tambi¨¦n es importante para la sanaci¨®n. Yo no era consciente, pero en mi d¨ªa a d¨ªa, ten¨ªa ataques de furia. Cuando alguien me dec¨ªa algo que no quer¨ªa o¨ªr o me recordaba el caso, explotaba. Era muy extra?o. Como una enfermedad que vivi¨® dentro de m¨ª mucho tiempo, hasta que aprend¨ª a gestionarla. Esa ira puede ser poderosa para las supervivientes. Una especialista me dijo: ¡°Cuando finalmente la sientes, es un signo de que est¨¢s en tu territorio, has dormido a la depresi¨®n. Ahora esa ira ser¨¢ la que te har¨¢ golpear de vuelta¡±. Es un signo de que est¨¢s despertando, de que debes luchar por ti misma. Ahora uso mi ira todo el rato. Quiero decir, m¨ªrame, doy entrevistas con compostura, no alzo mi voz, pero la utilizo para seguir hablando. Saber que hay v¨ªctimas por todas partes, que hay chavalas de 16 a?os encerradas en su habitaci¨®n sin salir, salt¨¢ndose las clases, dejando de hacer las cosas que amaban por haber sido agredidas. Esa furia es la que me motiva a seguir manteniendo este tipo de conversaciones.?
Analizas con precisi¨®n la carta del ¡®buen t¨ªo¡¯ cuando se habla de agresores. Escribes: ¡°El chico amable que te ayuda con la mudanza y que echa una mano a la gente mayor en la piscina es el mismo que me agredi¨®. Una misma persona puede ser capaz de ambas cosas. La maldad puede esconderse en una buena persona¡±.
Las agresiones est¨¢n totalmente normalizadas en la sociedad. Est¨¢n pasando todo el rato, a todas horas. No me gusta esa idea de que mi asaltante era un buen vecino o hab¨ªa trabajado de salvavidas, que esos factores cancelasen de por s¨ª la posibilidad de que pudiera agredir a gente. Como si mi agresi¨®n fuese una anomal¨ªa en el sistema. Algo falla cuando la gente dice: ¡®Pero, ?no ves lo unido que est¨¢ a su madre?¡¯. Yo, como v¨ªctima, era una extra?a, y se me desacredit¨® como tal. Lo importante no es si hab¨ªa sido salvavidas en la piscina de su ciudad, lo importante es c¨®mo trat¨® ¨¦l a una persona que no conoc¨ªa de nada cuando cre¨ªa que nadie le estaba mirando, cuando estuvo a solas con esa persona. Es una conversaci¨®n completamente distinta.
Los comentarios a las noticias sobre tu caso, antes de que tu declaraci¨®n se hiciese viral y cambiaran las tornas, te llevaron a autocastigarte y a elevar tu sentimiento de culpabilidad.
Me enter¨¦ de los datos de mi caso por Internet, en un portal de noticias. No tuve un sistema de apoyo que me diese informaci¨®n o me ayudase, estaba aislada. As¨ª que le¨ªa las noticias que se publicaban antes del juicio para dar sentido a la historia, lo que claramente me dio una visi¨®n distorsionada de todo. Simplemente era una esponja y lo absorb¨ªa todo. Cuando despu¨¦s le cont¨¦ esa agon¨ªa por los comentarios a mi terapeuta me dijo: ?Cu¨¢ntos de esos comentarios te los han dicho en persona? Ah¨ª me di cuenta de que aquello era solo ruido. Que no hay coraje ninguno al teclear esos comentarios. Soy un ser humano que est¨¢ en una batalla, pero yo s¨ª que aparezco, me muestro en el combate. Eso me fortalece, me da m¨¢s cr¨¦dito.
Un caso que traza paralelismos con el tuyo en Espa?a, por el impacto que ha tenido en el movimiento feminista, es el caso de la v¨ªctima de la Manada. ?Qu¨¦ le dir¨ªas a esa joven??
Le dir¨ªa que si siente peque?a frente a todo esto, aunque se sienta totalmente pisoteada y rota en mil pedazos, vulnerable todo el tiempo; ella siempre ser¨¢ mucho m¨¢s grande que toda esa gente que le hizo da?o. Que si sientes que te est¨¢n probando, si se te quitan las ganas de salir de casa, si quieres esconderte y encerrarte porque no puedes abrir la puerta; piensa que puedes superar a esas fuerzas aterradoras que te acechan. La fuerza de que existas, esa fuerza que tienes para seguir en esta tierra y levantarte cada ma?ana, est¨¢ por encima de lo que piense el resto. Es admirable que persistas, date cr¨¦dito por hacerlo. Puedo entender todos y cada unos de esos momentos por los que has pasado o est¨¢s pasando.
Me gustar¨ªa que la gente fuese consciente de que en los medios siempre se construyen estas historias de que la violada clama por una venganza, la v¨ªctima triunfadora con las condenas, cuando en realidad, la mayor¨ªa de nosotras solo queremos volver a tener una vida normal, aburrida, volver a caminar por la calle o tener una buena comida con tu familia sin que ese hecho se haya convertido en el centro de tu vida, sin tener que vivir aterrorizadas por ¨¦l todo el tiempo. Tenemos derecho a tener una vida aburrida, como el resto de vosotros. La sociedad debe entender que las supervivientes no solo somos aquel incidente, tambi¨¦n somos un c¨²mulo de historias y experiencias. Y esta es la ¨²nica que se le deber¨ªa pedir a ella: que siga adelante, que sea lo que quiera ser, que diga lo que quiera decir. Ella era una persona antes de esto y sigue siendo una persona despu¨¦s de esto. La manada no solo le arrebat¨® su cuerpo, quiso convertir esa historia en su vida. Y ellos no lo van a conseguir, porque ella va a seguir con su vida y vivir¨¢ otras muchas experiencias. Triunfar¨¢, aunque lo haga de forma privada y silenciosa. Estoy convencida de que lo har¨¢.