?Deber¨ªa prohibirse la falda del uniforme escolar para ?adaptarse a los nuevos tiempos??
Un colegio concertado de monjas ha enviado una circular para anunciar que a partir del curso pr¨®ximo se eliminar¨¢ la falda del uniforme escolar femenino. Para el centro se trata de una ¡°innovaci¨®n¡±.
Est¨¢ escrito hasta en la Biblia. ¡°Una mujer no llevar¨¢ ropas masculinas y un hombre no se pondr¨¢ ropas de mujer, quien act¨²a de esta manera es una abominaci¨®n para Yav¨¦, tu Dios¡± (Deuteronomio 22, 5). La diferencia sexual a trav¨¦s de la indumentaria es algo que nos llega desde la Antig¨¹edad. Aunque las ropas consideradas ¡®masculinas¡¯ y ¡®femeninas¡¯ no se han mantenido siempre fijas, sino que han evolucionado a lo largo de los a?os y buena parte de lo que hoy consideramos femenino era originalmente masculino. Por ejemplo, los hombres egipcios, griegos, romanos y aztecas llevaban t¨²nicas, ...
Est¨¢ escrito hasta en la Biblia. ¡°Una mujer no llevar¨¢ ropas masculinas y un hombre no se pondr¨¢ ropas de mujer, quien act¨²a de esta manera es una abominaci¨®n para Yav¨¦, tu Dios¡± (Deuteronomio 22, 5). La diferencia sexual a trav¨¦s de la indumentaria es algo que nos llega desde la Antig¨¹edad. Aunque las ropas consideradas ¡®masculinas¡¯ y ¡®femeninas¡¯ no se han mantenido siempre fijas, sino que han evolucionado a lo largo de los a?os y buena parte de lo que hoy consideramos femenino era originalmente masculino. Por ejemplo, los hombres egipcios, griegos, romanos y aztecas llevaban t¨²nicas, togas y faldas. Mientras que ahora las faldas, a menos que seas Miguel Bos¨¦, Kanye West o un escoc¨¦s, se considera una prenda eminentemente femenina.
Un colegio concertado de monjas ha enviado una circular a madres y padres de alumnos antes de empezar las vacaciones: el comunicado explica que a partir del curso pr¨®ximo se eliminar¨¢ la falda del uniforme escolar femenino del colegio Pureza de Mar¨ªa de Sant Cugat. El cambio afecta a todos los centros de esta congregaci¨®n y se da un margen de tres a?os para adaptarse al nuevo uniforme que consistir¨¢ en unos pantalones color camel para ni?os y ni?as. El centro escolar justifica la medida apelando a la necesidad de adaptarse a los ¡°nuevos tiempos¡±. Eliminar la falda en las ni?as se trata, para el centro, de una ¡°innovaci¨®n¡±.
¡°No estoy en contra del pantal¨®n, estoy en contra de que se proh¨ªba la falda. Creo que se deber¨ªa dar la posibilidad de elegir. Incluso si un ni?o quiere ir con falda¡±, explica por conversaci¨®n telef¨®nica una madre del centro de dos ni?as de 7 y 10 a?os. La libertad de elecci¨®n entre falda y pantal¨®n es una medida que ya ha sido legislada en otros lugares de Espa?a, como en Galicia, donde el partido En Marea impuls¨® una normativa para prohibir la obligatoriedad de la falda en los uniformes escolares. Esta medida fue aprobada por unanimidad. Sin embargo, la reforma de este colegio sienta un precedente cuanto menos inusual en Espa?a.
La uniformizaci¨®n de los chicos y chicas a un solo uniforme, considerado ¡®neutro¡¯, es algo relativamente reciente y que, sobre todo, se ha planteado en algunos colegios de Inglaterra. ?Pero qu¨¦ es el uniforme neutro?
Un apunte sobre los criterios de neutralidad
¡°Un uniforme neutro siempre es un pantal¨®n de unos determinados colores: nada de rosa, fucsia o violeta. Eso refuerza la idea de que lo masculino es la medida del ser humano y lo dem¨¢s son variaciones respecto a ello. Lo que se asocia con lo masculino puede ser neutro, pero lo que se asocia con lo femenino nunca puede serlo¡±, explica Layla Mart¨ªnez, editora y traductora en el sello Antipersona. Es decir: se considera m¨¢s ¡®v¨¢lido¡¯ que todas llevemos pantalones y no que todos llevemos faldas, teniendo en cuenta que las faldas tambi¨¦n las vistieron durante siglos los hombres.
En esa misma l¨ªnea, en el libro Historia Pol¨ªtica del Pantal¨®n de Christine Bard, se apunta a que esta prenda es el marcador sexo/g¨¦nero m¨¢s importante de la historia occidental de los ¨²ltimos siglos. Con la Revoluci¨®n Industrial, ¡°el pantal¨®n se erige como emblema de la virilidad. Participa en la ¡®gran renuncia¡¯ de los hombres de negro a la fiesta de colores y de las formas. Reservado a los hombres, prohibido a las mujeres, el pantal¨®n permite establecer un inquietante paralelismo con la esfera pol¨ªtica¡±.
¡°Tradicionalmente ¡®el que lleva los pantalones¡¯ es el que manda o tiene el poder y desgraciadamente esta connotaci¨®n a¨²n est¨¢ presente en nuestro inconsciente colectivo, a¨²n nos cuesta liberarnos de estas distinciones de g¨¦nero totalmente arbitrarias. La falda es una prenda muy codificada y con un significado simb¨®lico muy potente¡±, explica Nuria Aragon¨¦s Riu, docente en historia del arte en la UB y especialista en iconograf¨ªa del espect¨¢culo y de la indumentaria de los XVIII a XX. La pregunta es por qu¨¦ asimilarse con la prenda que ostenta el poder en las sociedades t¨ªpicamente capitalistas y patriarcales y no dotar a la falda, por ejemplo, u otras indumentarias t¨ªpicamente femeninas de un nuevo significado pol¨ªtico, por ejemplo, desexualiz¨¢ndolas. Sobre todo si de lo que se trata es de aspirar a otros mundos posibles.
Eliminar la exclusividad del uso de la falda a las ni?as es evidente que ayuda a combatir la discriminaci¨®n de g¨¦nero. Sin embargo, asumir que el pantal¨®n es la ¨²nica prenda que se adapta a los ¡°nuevos tiempos¡± puede dar un mensaje equivocado y hacernos caer en una centralidad nuevamente masculina. ?Qu¨¦ implicaciones tiene la falda? ?Solo el pantal¨®n se adapta a la modernidad? ?O, al menos, a la ¡°modernidad¡± a la que refiere este colegio? Por otro lado, el centro tambi¨¦n limita los pantalones cortos a los estudiantes de primaria. Por lo que establece el pantal¨®n largo como la prenda unisex del joven-adulto.Nuevamente nos lleva tambi¨¦n a pensar por qu¨¦ el pantal¨®n corto sigue siendo un tab¨² en los hombres, fen¨®meno que se extiende hasta la edad adulta, sobre todo, en el ¨¢mbito de la oficina. Muchos hombres adultos se sienten infantilizados si visten pantal¨®n corto y esto tiene que ver con esa percepci¨®n de mayor vulnerabilidad o fragilidad. Se trata tambi¨¦n de una cuesti¨®n de poder.
Esto nos lleva a pensar en otra disyuntiva de nuestro tiempo en pleno auge del movimiento feminista. ?Queremos ser directivas o queremos que nadie m¨¢s mande, o mande de otra manera, como afirma Naiara Puertas a prop¨®sito de Al menos tienes trabajo en La Marea? O transformado: ?Realmente queremos alienarnos y militarizarnos, a¨²n m¨¢s, a la moda ¨²nica del pantal¨®n largo, o somos capaces de imaginar otros futuros?
¡°El traje gris es un s¨ªmbolo de la existencia unidimensional que lleva todo individuo en una tecnocracia. El sistema de educaci¨®n se usa para adoctrinar a los estudiantes, que aprender¨¢n a aceptar el papel que les corresponde¡±, sugiere una cita del acad¨¦mico americano Charles Reich a prop¨®sito de los uniformes escolares en el ensayo ¡®Rebelarse Vende¡¯. Para ¨¦l, la educaci¨®n solo quiere crear ¡°ni?os preprogramado¡±, por lo que la uniformizaci¨®n del pantal¨®n podr¨ªa leerse tambi¨¦n desde esa perspectiva: la de detentar un tipo concreto de poder que podr¨ªamos cuestionar si realmente es al que aspiramos.
La madre de las dos ni?as del centro cuenta que entre buena parte los padres y madres se muestran descontentos con la medida, algo que queda reflejado en una carta que el AMPA hizo llegar y en las que b¨¢sicamente se incid¨ªa en que la decisi¨®n ya hab¨ªa sido tomada de forma unilateral por el centro y no hab¨ªa nada que hacer. Esta misma madre comenta que ella no tiene argumentos para explicar a su hija de siete a?os por qu¨¦ se ha prohibido una prenda de vestir. ¡°Su primera reacci¨®n fue preguntarme por qu¨¦ siempre tenemos que salir perdiendo nosotras¡±, cuenta a S Moda.
¡°Es, por lo menos, sospechoso, que bajo premisas feministas que no caracterizan a su instituci¨®n, las monjas cosechen un efecto colateral que s¨ª que las caracteriza, esto es, que consigan ocultar el cuerpo femenino en un contexto de alumnado mixto que seguro que les genera ansiedad¡±, observa la escritora Aixa de la Cruz, autora del ensayo feminista ¡®Cambiar de idea¡¯.
Lo que cabe preguntarse aqu¨ª es, si bajo el pretexto de los ¡°cambios sociales¡±, la reforma del uniforme no es sino otra forma velada de conservadurismo.
¡°Por un lado, si pienso mal, puedo pensar a que se quiere imponer una reforma puritana y en ese caso obviamente se est¨¢ produciendo un control sobre nuestros cuerpos. Realmente para el patriarcado no hay nada m¨¢s inc¨®modo que el cuerpo de la mujer. Su gran lucha siempre ha sido controlarlo de alguna u otra manera¡±, argumenta a la activista y periodista experta en g¨¦nero Ana Bernal Trivi?o. Por otro lado, Bernal deja igualmente la puerta abierta a que exista realmente una voluntad real del centro por combatir la discriminaci¨®n de g¨¦nero, una medida que puede ser especialmente positiva en situaciones de ni?os transg¨¦nero. En cualquier caso, ella tambi¨¦n se postula a favor de dejar la libertad en manos de cada ni?o o ni?a para que pueda elegir la prenda con la que se sienta m¨¢s c¨®modo, e incluso poder variar entre falda o pantal¨®n a lo largo de la semana.
Para Layla Mart¨ªnez, pese a que considera que asumir lo masculino como neutro refuerza los estereotipos de g¨¦nero, tambi¨¦n cree que la medida puede ser efectiva a corto plazo. ¡°Puede ayudar en situaciones como las de los ni?os y ni?as trans. Lo realmente transgresor ser¨ªa que se considerase g¨¦nero neutro a las faldas, pero esto parece bastante lejano en los colegios actuales, y m¨¢s en uno cat¨®lico. ?Qu¨¦ ni?o escoger¨ªa la falda sin tener que enfrentarse a burlas, desprecios de los otros ni?os e incluso de su propia familia??
¡°Al final siempre ponemos el foco en las faldas y en las ni?as. Como formadora, para m¨ª la modernidad en la educaci¨®n va por otra l¨ªnea totalmente distinta. Es un trabajo integral que afecta a todas las ¨¢reas como la representaci¨®n de las mujeres en los libros de historia o los modelos que transmitimos¡±, subraya a S Moda la doctora en Historia Contempor¨¢nea Mar¨ªa Castej¨®n, que aboga por un modelo que apoye la coeducaci¨®n. ¡°Hay mucho m¨¢s trabajo que hacer que centrarse en las faldas de las ni?as¡±. Castej¨®n tambi¨¦n se muestra m¨¢s partidaria de permitir la libre elecci¨®n.
Para la la diputada Luca Chao, en cambio, del partido En Marea, ¡°que un colegio de un paso m¨¢s en la equiparaci¨®n necesaria de los uniformes escolares es una noticia que no podemos m¨¢s que celebrar. En Galicia ya en su momento dijimos que nos gustar¨ªa caminar en la direcci¨®n de un uniforme ¨²nico¡±.
El hecho de que las ni?as se suban la falda m¨¢s cent¨ªmetros de lo permitido ha sucedido siempre, pero el hecho de eliminarla tampoco evita que se siga sexualizando esta prenda. Basta revisar el concepto upskirt o j¨®venes colegialas para comprender que existe una industria pornogr¨¢fica, por ejemplo, que da rienda a todo esto, y cuya ra¨ªz es patriarcal. Posiblemente fiscalizar los cent¨ªmetros de las faldas, o eliminarlas del imaginario escolar directamente, no es tan urgente ¡°como educar a nuestras ni?as y ni?os verdaderamente en igualdad¡±, recalca Castej¨®n.
?La falda limita siempre la capacidad de movimiento?
¡°La relaci¨®n entre los sexos se ve comprometida durante la vida por esta disimetr¨ªa en la forma de vestir desde los juegos infantiles (el miedo a la falda levantada)¡±, aporta el ensayo de Barth a prop¨®sito de la abertura de la prenda femenina. Evoca la facilidad al sexo femenino, su disponibilidad, su penetrabilidad. Sin embargo, aislandolo de este componente er¨®tico, ?podr¨ªamos mantener que realmente el pantal¨®n es siempre m¨¢s c¨®modo que la falda? Para algunas mujeres s¨ª, pero para muchas otras no.
¡°La cuesti¨®n de la comodidad es socialmente construida. Las faldas pueden ser tan c¨®modas como los pantalones. De hecho, en muchas ¨¦pocas hist¨®ricas y en muchas culturas diferentes se han usado faldas largas y t¨²nicas por ambos sexos, tambi¨¦n para actividades exigentes f¨ªsicamente, como el combate o la caza. Por supuesto, no lo son si tienes que estar pendiente de no adoptar determinadas posturas consideradas indecorosas o de que no se te vea la ropa interior, pero entonces estamos hablando de otra cosa, no de comodidad en s¨ª misma¡±, explica Mart¨ªnez. En la misma l¨ªnea, es habitual escuchar en corrillos de amigas que en verano y con el calor, llevar falda o vestido resulta lo m¨¢s c¨®modo.
¡°Cuando pienso en uniformes femeninos inmediatamente pienso en faldas de tubo y zapatos de tac¨®n como los que visten por obligaci¨®n muchas azafatas y resultan, en contraste con el atuendo masculino, discriminatorias. Pero, ?significan las faldas plisadas de los uniformes lo mismo? Pens¨¢ndolo, pienso que una ni?a puede moverse con esas faldas igual que un ni?o con pantalones, pero con el riesgo de ense?ar m¨¢s de lo debido, claro, lo que traslada el foco del asunto¡±, agrega De La Cruz.
?Para cu¨¢ndo los chicos con falda?
Miguel Bos¨¦ acudi¨® al estreno de Godzilla escoltado con sus dos hijos, todos ellos vestidos con faldas largas. La historia es anecd¨®tica pero da cuenta de una progresiva apertura en determinados ambientes a esta prenda. Tambi¨¦n se hicieron virales los chavales con faldas que reclamaban el uso de pantal¨®n corto en su escuela de Inglaterra. O Kanye West con su falda Givenchy con pantal¨®n debajo. Sin embargo, siguen siendo casos contados.
Miguel Mellinas, de 37 a?os, es el fundador de la marca de ropa unisex Jarapa Jarapa y reconoce que si no se ha puesto falda para salir a la calle es ¡°por falta de valor¡±, no por falta de ganas. Por ahora, ha probado con vestidos largos estilo camisero y se plantea para esta edici¨®n del Festival S¨®nar atreverse, por fin, con una falda.
¡°Cuando me lo he planteado ha sido por comodidad y por el calor. Alguna vez me he puesto falda, pero no para salir a la calle y me han parecido que eran muy c¨®modas y frescas. Los hombres no tenemos ese problema de abrir demasiado las piernas o portarnos de forma m¨¢s recatada. No nos han educado as¨ª. Creo que si los hombres vistieramos faldas, estas no limitar¨ªan nuestra capacidad de movimiento como s¨ª sucede con las mujeres¡±. Mellinas cree que la diferencia a nivel est¨¦tica de los hombres est¨¢ variando mucho, al menos, en ciertos ambientes. ¡°Este a?o en el Primavera Sound la diferencia respecto a otros a?os era escandalosa. Hab¨ªa muchos chicos con croptops y vestidos¡±
Por su parte, Dani Cant¨®, de 37 a?os, comunicador y profesor en la Escuela de Dise?o de Barcelona, experimenta una impresi¨®n parecida. ¡°Debo ser honesto, por m¨¢s que me haya planteado en numerosas ocasiones llevar falda, s¨®lo la he llevado en ocasiones en que ¨¦sta formaba parte de un disfraz. A¨²n as¨ª no la he acompa?ado con una actitud femenina ni he buscado ¡®feminizarme¡¯ m¨¢s all¨¢ de jugar con las posibilidades de sentirme otro, de experimentar, de llevar esa necesidad o esa voluntad a la pr¨¢ctica que, en otras ocasiones, no me habr¨ªa atrevido¡±, explica. Para ¨¦l, es una forma de explorar en un universo de prendas que se alejan de lo socialmente aceptado para el hombre. ¡°Que quiera llevar vestidos, faldas u otras prendas, instrumentalizadas como femeninas, no quiere decir que quiera vestir o actuar de mujer, lo que querr¨ªa es eliminar el tab¨² de la prenda, aumentar las posibilidades de juego, de combinaci¨®n, de definici¨®n. Desexualizarla, pasar de un unisex masculino a un mundo en que las prendas sean ¡®genderless¡¯ y puedan ser vestidas indiferentemente de tu condici¨®n sexual. Vestir ¡®como un hombre¡¯ es tan aburrido¡±.
S Moda ha querido incorporar las declaraciones del colegio Pureza de Mar¨ªa de Sant Cugat pero no ha recibido respuesta.