La rabia de Isabel Santal¨®: la artista ninguneada que Antonio L¨®pez reivindica
La sobrina de una de las pintoras m¨¢s vibrantes de la vanguardia espa?ola rescata del olvido una figura tan misteriosa como actual.
?Qui¨¦n era Isabel Santal¨®? ?Una artista que destac¨® en la generaci¨®n de los 50 para caer luego en el absoluto olvido o es ese misterioso espejo en el que ahora se mira Irene M. Borrego, su sobrina y la directora del documental La visita y el jard¨ªn secreto? A la primera pregunta va respondiendo en la pel¨ªcula el pintor Antonio L¨®pez, el ¨²nico que parece recordar a la pintora. La respuesta al segundo enigma est¨¢ en el propio filme, aunque sus capas no puedan resolverlo del todo.
Por lo que vemos, Isabel Santal¨® (C¨®rdoba, 1923- 2017) acab¨® siendo una anciana hosca, solitaria y ma...
?Qui¨¦n era Isabel Santal¨®? ?Una artista que destac¨® en la generaci¨®n de los 50 para caer luego en el absoluto olvido o es ese misterioso espejo en el que ahora se mira Irene M. Borrego, su sobrina y la directora del documental La visita y el jard¨ªn secreto? A la primera pregunta va respondiendo en la pel¨ªcula el pintor Antonio L¨®pez, el ¨²nico que parece recordar a la pintora. La respuesta al segundo enigma est¨¢ en el propio filme, aunque sus capas no puedan resolverlo del todo.
Por lo que vemos, Isabel Santal¨® (C¨®rdoba, 1923- 2017) acab¨® siendo una anciana hosca, solitaria y malhumorada, a la que le bastaba la compa?¨ªa de Rams¨¦s, un gato gigante, gordo y muy mimado. En una de las secuencias de La visita y el jard¨ªn secreto, la mujer que trabaja en su casa se pelea con Rams¨¦s para poder hacer la cama mientras el gato se niega a moverse del colch¨®n. La pl¨¢cida pachorra del animal marca la energ¨ªa general de una casa en la que, al parecer, Santal¨® guard¨® sus cuadros en un cuarto al que no dejaba entrar a nadie. ¡°Su pintura estaba alejada de la b¨²squeda del ¨¦xito, despojada de ret¨®rica¡±, evoca Antonio L¨®pez, el ¨²nico que tiene alguna pista, alg¨²n recuerdo sobre qui¨¦n era Isabel Santal¨®. ¡°La pintura de Isabel era luminosa y seca, de formas simples, un poco ¨¢spera, honesta y aut¨¦ntica. Era muy secreta: era como ella. Un jard¨ªn secreto con cosas bonitas, pero parec¨ªa que ella no quer¨ªa mostrarlas¡±, a?ade L¨®pez.
La voz del pintor realista atraviesa esta pel¨ªcula hasta que la propia Santal¨® toma la palabra. Cuando llega ese momento ya sabemos que la artista era respetada por sus compa?eros de generaci¨®n (¡°y eso es muy importante, aunque quiz¨¢ no suficiente¡±, asegura L¨®pez), que el rechazo a sus prop¨®sitos de su conservadora familia tuvo consecuencias y que algo que nadie cuenta le ocurri¨® a su mejor colecci¨®n de obras. Para su sobrina, Santal¨® era un tab¨², un personaje maldito, ¡°una sombra¡±. Sin recuerdos, sin fotos de archivo y sin obras, La visita y el jard¨ªn secreto quiere hablar del olvido y la memoria pero sobre todo de qu¨¦ es ser artista, cueste lo que cueste. Como su gato Rams¨¦s, Isabel Santal¨® parece adormilada hasta que la insistencia de su sobrina, sus preguntas na?f, le hacen salir de su letargo: ¡°T¨² tienes que encontrar tu camino trabajando y pensando, hay que estar abierta a todo, a equivocarte¡¡±, le dice la anciana, que por un momento se revuelve y le suelta: ¡°Pero Irene, t¨² no tienes rabia. Tienes rabia de mal genio maleducado pero no tienes rabia grande, porque la rabia grande es humilde¡±.