La cosm¨¦tica de la pol¨ªtica
De mano de los asesores pol¨ªticos entramos en los armarios de los candidatos para comprobar c¨®mo la ropa transmite emociones, valores, actitudes. Su profesi¨®n est¨¢ de moda.
Los estudiantes de Derecho que acud¨ªan esa tarde a escuchar los consejos de Hillary Clinton se quedaron con cara de p¨®quer al o¨ªr sus palabras. ?Lo m¨¢s importante que tengo que deciros hoy es que el pelo importa, una lecci¨®n que ni mi familia ni Yale me ense?aron. Prestad atenci¨®n a vuestro peinado, porque el resto del mundo lo har¨¢?, solt¨® la secretaria de Estado de Estados Unidos. La an¨¦cdota, recogida por Robb Young en su libro Power Dressing. First Ladies, Women Politicians & Fashion (Ed. Merrell) demuestra que Clinton sabe muy bien de lo que habla. ...
Los estudiantes de Derecho que acud¨ªan esa tarde a escuchar los consejos de Hillary Clinton se quedaron con cara de p¨®quer al o¨ªr sus palabras. ?Lo m¨¢s importante que tengo que deciros hoy es que el pelo importa, una lecci¨®n que ni mi familia ni Yale me ense?aron. Prestad atenci¨®n a vuestro peinado, porque el resto del mundo lo har¨¢?, solt¨® la secretaria de Estado de Estados Unidos. La an¨¦cdota, recogida por Robb Young en su libro Power Dressing. First Ladies, Women Politicians & Fashion (Ed. Merrell) demuestra que Clinton sabe muy bien de lo que habla. Su cambio de estilo ha ido parejo a su evoluci¨®n pol¨ªtica, de los vestidos made in USA como primera dama y los aburridos trajes que llevaba al Senado (un momento cr¨ªtico para su armario, cuando muchos pensaron que escond¨ªa su feminidad), a la nueva paleta de colores, tejidos y peinado que estren¨® al competir en las primarias dem¨®cratas y sigue luciendo hoy como jefa de la diplomacia estadounidense. El objetivo de Hillary, como el de la mayor¨ªa de los pol¨ªticos, es obvio: encontrar un look que silencie a los medios y a la opini¨®n p¨²blica. Que el aspecto f¨ªsico no empa?e el mensaje.
Se visten para tener ¨¦xito. Es precisamente la importancia del mensaje la raz¨®n por la que hablar de moda en pol¨ªtica provoca tanta tensi¨®n. Incomoda. Los candidatos evitan hacer ruido con su indumentaria y los asesores insisten en que la imagen est¨¢ directamente ligada al relato: desde el aspecto f¨ªsico (la vestimenta), al corporal (gestos, tono de voz, modulaci¨®n, timbre) y el psicol¨®gico (carisma, empat¨ªa). Aun as¨ª, ?se visten para tener ¨¦xito desde el momento en que se ponen frente a una audiencia buscando liderazgo?, escribe Young. No todos lo consiguen, pero lo que escogen tiene un impacto en sus carreras.
Los colores chillones, los trajes ?que caen mal? y la forma de comunicar dura, como si estuvieran enfadados, son sus enemigos. Como lo es perder la humildad, re¨ªrse en plena crisis, descalificar. La ropa debe reflejar su personalidad porque transmite emociones, valores, actitudes. ?Un ejemplo de ¨¦xito es la corbata amarilla de Nick Clegg en el primer debate de las elecciones brit¨¢nicas. Consigui¨® fijar la idea de que un tercer espacio es posible (ni rojos ni azules)?, apunta el consultor Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª, a?adiendo que los pol¨ªticos espa?oles ?son reticentes a arriesgarse con nuevos colores y a cambiar de corte de pelo?.
Quien s¨ª ha arriesgado ha sido Dilma Rousseff. A sus 62 a?os se ha hecho un lifting (?me he quitado 20 a?os de encima?, reconoce la presidenta brasile?a), ha adelgazado, ha cambiado el peinado y la forma de vestir. Todo para suavizar su antigua imagen de marxista rebelde, tan distinta a la argentina Cristina Kirchner, que bromea: ?Nac¨ª llevando maquillaje?. O a la nueva primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt, a quien llaman Gucci Helle por su afici¨®n a las firmas de lujo. Ella se defiende de su imagen de pija socialdem¨®crata afirmando: ?La lucha de clases ha terminado. Es cosa del pasado?.
J.F.K. y Nixon se saludan antes del primer debate televisado en EEUU, el 26 de septiembre de 1960.
Cordon Press
?Qu¨¦ cambios necesitar¨ªan Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y Mariano Rajoy para mejorar su imagen? ?Son demasiado conocidos. Tienen poco margen de cambio en su aspecto?, comenta Jorge R¨¢bago, director de telegenia del PP. ?Cualquier variaci¨®n ha de respetar su esencia. Su mayor cualidad es lo que ya son. Quienes se disfrazan fracasan?, recalca. ?Rubalcaba es un tipo moderado que sabe comunicar. Y aunque vaya en vaqueros lleva americana para demostrar que sigue trabajando. Con Rajoy evitar¨ªa los primeros planos por sus problemas de vista?, repasa Jorge Santiago Barn¨¦s, director del M¨¢ster en Asesoramiento de Imagen y Consultor¨ªa Pol¨ªtica de la Universidad Pontificia de Salamanca. Guti¨¦rrez-Rub¨ª afirma: ?Rubalcaba tiene un look sobrio, habla con el cuerpo; teatraliza, maneja la entonaci¨®n y la expresi¨®n corporal. Rajoy es cl¨¢sico incluso cuando va de sport. Tiene menos registros pero se expresa con naturalidad, conecta con la gente?.
?Recetas para mejorar su imagen? ?Rajoy deber¨ªa tener el tono del pelo m¨¢s en sinton¨ªa con la barba. Hay algo extra?o en el conjunto de su rostro. Le ir¨ªa bien un cambio de gafas?. Rubalcaba necesita un toque de modernidad. ?Tiene una buena sonrisa que le ilumina la cara, pero un apoyo de vitalidad crom¨¢tica le vendr¨ªa bien?. El asesor tiene un ¨²ltimo consejo para ambos candidatos. ?Uno de los dos ser¨¢ nuestro primer presidente con barba¡ Deben cortarla con tijera, nunca con m¨¢quina?.
La canciller alemana cambi¨® de look cuando se puso al mando del motor de Europa.
Getty Images
La sobriedad de Merkel. ?Por prejuicios culturales, las mujeres lo tienen m¨¢s dif¨ªcil?, explica Luis Arroyo, presidente de Asesores de Comunicaci¨®n P¨²blica, que ha trabajado con candidatos del PSOE. El uniforme habitual entre las pol¨ªticas es el traje de chaqueta. Los apagados trajes de Angela Merkel le ayudaron a crear una imagen de mujer honesta, solvente. Una vez al mando de Alemania a?adi¨® volumen a un pelo m¨¢s corto y muchos especularon con que Jil Sander, reina del minimalismo, estaba detr¨¢s del makeover de la primera canciller que lidera el motor de Europa. Hoy es Bettina Schoenbach, dise?adora de Hamburgo, quien firma la mayor¨ªa de sus looks. Y aunque genios como Karl Lagerfeld creen que ?deber¨ªa llevar menos color y encontrar a alguien que le haga mejor los pantalones?, sus cr¨ªticos se han acostumbrado a la sobriedad de esta cient¨ªfica, hija de un estricto ministro luterano.
Cuando Carme Chac¨®n, ministra de Defensa, quiso lanzar un mensaje de igualdad en la Pascua Militar de 2009 busc¨® consejo. ?Llam¨® a mi esposa (la experta en moda Magali Yus), que le recomend¨® un esmoquin, un cl¨¢sico con el que Yves Saint Laurent ha vestido a las mujeres desde los a?os 60?, cuenta Arroyo. Hubo comentarios demoledores, pero muchos defendieron su elecci¨®n. ?Me indigna que nuestros trajes sean objeto de debate. Esto no pasa con los hombres?, respondi¨® entonces Esperanza Aguirre, protagonista de aquella famosa rueda de prensa con sandalias y calcetines blancos tras el atentado de Bombay.
Sarkozy vs. Roya. La candidata socialista perdi¨® los nervios en el debate de 2007 frente a Sarkozy.
GTresonline
Un toque de modernidad. Josep Antoni Dur¨¢n i Lleida y Rosa D¨ªez son los pol¨ªticos m¨¢s valorados en Espa?a. Lo son, apuntan los expertos, porque no molestan ni tienen una gran proyecci¨®n. Cuanto m¨¢s se exponen, m¨¢s riesgos corren. ?De Dur¨¢n se valora su templanza y elegancia. Acierta en los complementos, con esas gafas que le dan un toque de modernidad?, indica Barn¨¦s. ?De Rosa D¨ªez destaca la seguridad en s¨ª misma y una ropa que no distrae ni genera comentarios, al contrario que otras figuras como Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega. Cuando era vicepresidenta, cada viernes se hablaba m¨¢s de sus trajes y peinado que de las conclusiones del consejo de ministros?.
La telegenia es otro cap¨ªtulo b¨¢sico en la imagen de los pol¨ªticos. ?En contra de lo que algunos mantienen, la televisi¨®n sigue siendo el medio por excelencia para hacer pol¨ªtica. Es un gran escaparate de acceso medi¨¢tico al p¨²blico al que quieren persuadir. Deben conectar a trav¨¦s de la emotividad y lanzar mensajes atractivos, demandados, coherentes. La Comunicaci¨®n con may¨²sculas no ha cambiado desde los tiempos de Quintiliano?, subraya R¨¢bago, encargado de preparar a los candidatos populares. La naturalidad es su mejor aliada. Deben ser ellos mismos, como describe Roger Ailes (consultor de Ronald Reagan, Bush padre o Rudolph Giuliani) en su libro T¨² eres el mensaje (Ed. Crown Business). ?Un asesor nunca ha de intentar cambiar a un candidato, sino estudiar sus fortalezas y debilidades, trabajar para que conecte con la gente?, insiste Barn¨¦s. Eso es exactamente lo que hizo el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, en el debate presidencial de 2007 frente a la socialista S¨¦gol¨¨ne Royal. ?l control¨® la situaci¨®n con facilidad. Ella perdi¨® los nervios.
Bill Clinton y Ronald Reagan se com¨ªan las c¨¢maras, encandilaban a los ciudadanos con su carisma, mientras que el gran error hist¨®rico, por los gestos, la actitud y el tono, lo cometi¨® un torpe Richard Nixon frente a un encantador John?Fitzgerald?Kennedy el 26 de septiembre de 1960. Aquel d¨ªa 70 millones de estadounidenses vieron el primer debate televisado en el pa¨ªs. El vicepresidente perdi¨® frente a un joven senador que conquist¨® con su sonrisa. Perfecta muestra de que el aspecto es clave y la imagen, a veces, mucho m¨¢s poderosa que el mensaje.