La vida es de los valientes, por Ana Pastor
Dej¨® claro que nada ni nadie iba a frenarla en su lucha contra el cierre de las escuelas.
Har¨ªan falta tres o cuatro vidas para que cualquier ser humano re¨²na su incre¨ªble nivel de valent¨ªa. Era inspirador escucharla hablar con esa determinaci¨®n impropia de una persona de su edad. Acompa?aba cada palabra importante con un gesto de la mano derecha, que unas veces es pu?o y otras dedo acusador. ¡°No le tengo miedo a nadie. No tenemos miedo de nadie¡± repet¨ªa en cada uno sus discursos.
Una peque?a horquilla rosa asomaba por debajo del velo vencido, en ocasiones, por el entusiasmo y la fuerza de sus palabras. Aquel d¨ªa estaba sentada en un plat¨® de televisi¨®n de su pa¨ªs, Pakis...
Har¨ªan falta tres o cuatro vidas para que cualquier ser humano re¨²na su incre¨ªble nivel de valent¨ªa. Era inspirador escucharla hablar con esa determinaci¨®n impropia de una persona de su edad. Acompa?aba cada palabra importante con un gesto de la mano derecha, que unas veces es pu?o y otras dedo acusador. ¡°No le tengo miedo a nadie. No tenemos miedo de nadie¡± repet¨ªa en cada uno sus discursos.
Una peque?a horquilla rosa asomaba por debajo del velo vencido, en ocasiones, por el entusiasmo y la fuerza de sus palabras. Aquel d¨ªa estaba sentada en un plat¨® de televisi¨®n de su pa¨ªs, Pakist¨¢n, respondiendo a las preguntas de un periodista. Le colgaban los pies y se balanceaba r¨ªtmicamente antes de hablar. Delante ten¨ªa un peque?o cuaderno blanco de anillas. Entonces ten¨ªa s¨®lo 11 a?os pero hab¨ªa en su discurso una sorprendente coherencia y gran sentido com¨²n al analizar las posibilidades de futuro de una mujer con educaci¨®n o sin ella en su pa¨ªs. Aguantaba preguntas de todo tipo sin dudar en las respuestas. Dejaba claro en cada una de esas comparecencias p¨²blicas que nada iba a frenarla en su lucha contra el cierre de escuelas decretado por los cobardes, los talibanes. Cuando se sugiri¨® ir al colegio sin uniforme, ella y sus compa?eras se pusieron sus trajes m¨¢s coloridos y siguieron acudiendo.
Cuando prohibieron usar prendas de color, se refugiaron en el negro y siguieron acudiendo. Cuando prohibieron llevar libros, los escondieron bajo los velos, y siguieron acudiendo. Ni siquiera ahora ha podido con ella esa maldita bala que atraves¨® su cabeza y se incrust¨® en el hombro una ma?ana cuando viaja en autob¨²s al colegio. Aquel d¨ªa hab¨ªa cumplido ya los 14 a?os. Los talibanes obligaron a sus compa?eras a identificarla entre el resto de chicas para ser ejecutada. Se lo hab¨ªan advertido. Ella misma hab¨ªa escrito en su blog para BBC que en una ocasi¨®n un hombre le espet¨® ¡°te voy a matar¡±.? Pero no pudieron.
Malala era ya un s¨ªmbolo de libertad en todo el mundo. Sobrevivi¨® y aquello le dio m¨¢s fuerza. Meses antes de que los talibanes intentaran asesinarla concedi¨® una entrevista a la CNN. El periodista, Reza Sayah, le ped¨ªa que se dirigiera a cualquier otra ni?a que, por miedo, decidiera quedarse en casa. Malala respondi¨® con otra pregunta:??qu¨¦ dir¨¢s al final de tu vida cuando alguien te pregunte qu¨¦ hiciste por tu gente cuando tu gente te necesitaba??Malala te reconcilia con la vida. Te permite creer. Y lo mejor de su caso es que ella no es la ¨²nica. Por eso yo voto s¨ª, s¨ª a la petici¨®n de Ayuda en Acci¨®n: Premio Nobel de la Paz para Malala.