Una doble de pechos y una tensi¨®n insoportable entre los actores: los secretos de rodaje de ¡®El lago azul¡¯
La cinta de Randal Kleiser cumple 40 a?os. Recibida entre cr¨ªticas despiadadas por los cr¨ªticos y furor en la taquilla, hoy es un cl¨¢sico no exento de controversia
Hace 40 a?os se estrenaba El lago azul (dirigida por Randal Kleiser, tambi¨¦n responsable de la m¨ªtica Grease), una estilizada fantas¨ªa sobre Emmeline Lestrange y Richard Lestrange, dos ni?os ¨Cprimos, para m¨¢s se?as¨C que, por circunstancias del destino, se ven abandonados a su suerte junto a un cocinero dips¨®mano en una paradis¨ªaca isla perdida del Pac¨ªfico Sur. Una noche complicada de alcohol, Paddy (el cocinero) muere y los dos angelicales muchachos quedan a su suerte. A partir de ah¨ª, ...
Hace 40 a?os se estrenaba El lago azul (dirigida por Randal Kleiser, tambi¨¦n responsable de la m¨ªtica Grease), una estilizada fantas¨ªa sobre Emmeline Lestrange y Richard Lestrange, dos ni?os ¨Cprimos, para m¨¢s se?as¨C que, por circunstancias del destino, se ven abandonados a su suerte junto a un cocinero dips¨®mano en una paradis¨ªaca isla perdida del Pac¨ªfico Sur. Una noche complicada de alcohol, Paddy (el cocinero) muere y los dos angelicales muchachos quedan a su suerte. A partir de ah¨ª, se suceden toda una serie de aventuras en las que los rubios y bellos muchachos (encarnados, m¨¢s que interpretados, por Brooke Shields y Christopher Atkins) hacen toda clase de descubrimientos. Sobre la quiz¨¢s no tan id¨ªlica isla, el sexo, el deseo, la convivencia y dem¨¢s complicaciones de la vida adulta. La historia, a medio camino entre El se?or de las moscas, Los Robinsones suizos, Porky¡¯s, un enso?ador documental del National Geographic y un anuncio sobre c¨®mo pasar una rom¨¢ntica luna de miel, se basa en una novela de 1908 de Henry De Vere Stacpoole (quien, tras una brev¨ªsima carrera como m¨¦dico de barco, utiliz¨® sus conocimientos sobre lugares ex¨®ticos para labrarse una exitosa y prol¨ªfica carrera como escritor de bestsellers). Novela que ya hab¨ªa tenido un par de adaptaciones al cine. Una en 1923 y otra en 1949, esta ¨²ltima protagonizada por Jean Simmons y Donald Houston, quienes por cierto ten¨ªan 20 y 26 a?os respectivamente, muy lejos de los escandalosos 14 de Shields y 18 de Atkins.
Las cr¨ªticas fueron despiadadas. ¡°Sentir¨¢s que has perdido tu tiempo despu¨¦s de esta desnudez de buen gusto m¨¢s propia de un anuncio de televisi¨®n que de una pel¨ªcula¡± dijo el Time Out. El prestigioso cr¨ªtico de cine Robert Ebert la despach¨® con un expeditivo ¡°La pel¨ªcula m¨¢s tonta del a?o¡±, no sin a?adir que si los dos j¨®venes protagonistas hubieran crecido en un entorno civilizado habr¨ªan repetido cuarto grado. Gary Arnold en?The Washington Post escribi¨®: ¡°El cat¨¢logo de unos grandes almacenes es m¨¢s provocador que El lago Azul¡±.
Ya en su momento la pel¨ªcula fue considerada tan absurda que sin mucha tardanza, en 1982, se rod¨® una descacharrante parodia (Paradise, de Stuart Gillard) y sirvi¨® para inspirar algunos de los mejores gags de la inolvidable Top Secret (Jim Abrahams, David Zucker, Jerry Zucker, 1984).
Ese a?o Shields se alz¨® con el Razzie (el anti-Oscar) a la peor actriz. En la lista de las nominadas, estaba, por cierto, Shelley Duvall por su papel de la sufrida esposa de Nicholson en El Resplandor (tambi¨¦n Kubrick, aunque parezca imposible, fue nominado a peor director ese a?o). Lo m¨¢s parad¨®jico del caso es que para el papel de Emmeline se rumorea que todo Hollywood estuvo en liza. Desde Jennifer Jason Leigh, a quien su padre le oblig¨® a rechazar el papel, hasta Diane Lane (a quien le preocupaba tanto desnudo y que, por cierto, acab¨® teniendo un romance con Atkins tiempo despu¨¦s) pasando por Sean Young o Carrie Fisher, quien rechaz¨® el papel por estar a otra cosa (en concreto El imperio contraataca). Curiosa e inexplicablemente, Atkins, compa?ero de inmersiones de Shields, fue nominado a Globo de Oro en la categor¨ªa de Nueva Estrella del a?o.
Adem¨¢s de Atkins, se salvaron de la escabechina el director de fotograf¨ªa N¨¦stor Almendros (nominado al Oscar como mejor fotograf¨ªa); por supuesto, las localizaciones (en Turtle Island, una isla privada de Fiji propiedad de Richard Evanson quien, tras el ¨¦xito de la pel¨ªcula tuvo la feliz idea de abrir un resort en el hasta entonces salvaje entorno); y, sobre todo, la taquilla. El lago azul, con un presupuesto de 4,5 millones de d¨®lares hizo 58. Con semejante ¨¦xito, a Kleiser ya le pod¨ªan llover las malas cr¨ªticas.
La pel¨ªcula se rod¨® como si fuera la edici¨®n perdida y primigenia de alg¨²n reality extremo. Dorm¨ªan en tiendas de campa?a, se lavaban con agua salada, la isla no ten¨ªa agua, ni electricidad, ni carreteras¡ ¡°No est¨¢bamos en un hotel, est¨¢bamos viviendo la pel¨ªcula¡± ha contado despu¨¦s Atkins en una entrevista concedida al portal de noticias de celebrities uInterview. Incluso hubo lugar para un romance guionizado. Kleiser era consciente de la importancia de la qu¨ªmica entre los dos protagonistas y decidi¨® que quiz¨¢s no estar¨ªa de m¨¢s a?adir, en la m¨¢s genuina tradici¨®n de la telerrealidad, un poco de pimienta al asunto. Con tal fin, coloc¨® una foto de Shields sobre la litera de Atkins para que este la viera todas las noches. Parece que la burda estratagema funcion¨® y que los adolescentes vivieron un fugaz idilio alentado, ?c¨®mo no! por Teri Shields, la madre de la actriz. La revista People del 11 de agosto de 1980 cuenta como Atkins apod¨® a su compa?era de reparto Patches (Parches) por las pecas que el sol le dibujaba en la piel, c¨®mo le ense?¨® a bucear o c¨®mo bailaban en la improvisada discoteca en una caba?a de paja. Pero el enamoramiento dur¨® bien poco y el coqueteo fue sustituido por furibundas peleas. Atkins cont¨® que Shields, sencillamente se cans¨® de ¨¦l y de su manera de tomarse la actuaci¨®n tan en serio. El ladino Kleiser aprovech¨® la circunstancia para rodar las escenas m¨¢s tensas de la pel¨ªcula. Y, por supuesto, la historia de amor se qued¨®, como sucede tambi¨¦n en tantos realities, ¡°en la isla¡±. Porque como muy maliciosamente relataba People en el cierre de su art¨ªculo, no era sorprendente ese final teniendo en cuenta que ¡°un hijo cuya madre se preguntaba ¡®?por qu¨¦ lo eligieron?¡¯ no es suficiente para una hija cuya madre afirma: ¡®Brooke va a ser una leyenda¡±. Y es que mientras Shields ya era casi una veterana, a pesar de sus 14 a?os, en esto de los rodajes, las portadas de revistas y los anuncios; Atkins, hasta ese momento, no hab¨ªa sentido ¡®la llamada¡¯. Aunque hab¨ªa hecho alguna cosilla como modelo, se dedicaba a su trabajo de salvavidas e instructor de navegaci¨®n cuando fue descubierto por Kleiser quien decidi¨® que, con hacerle la permanente para darle un toque m¨¢s salvaje, todo arreglado¡
Pero esta tensi¨®n entre los actores no fue el ¨²nico escollo que tuvo que sortearse durante el rodaje. A pesar de que en su momento fue considerada una pel¨ªcula sin fuste (la tacharon de mojigato artefacto soft-core o de perpetuar de la manera m¨¢s rid¨ªcula posible los roles tradicionales), no estuvo exenta de pol¨¦mica. El lago azul lo tiene todo: masturbaci¨®n, desnudos frontales masculinos, sexo, incesto, intentos de suicidio (hay quien sigue intentando dilucidar si las bayas venenosas que toman al final de la pel¨ªcula son o no la soluci¨®n definitiva); pero sobre todo es una pel¨ªcula protagonizada por una menor en la que hay frecuentes desnudos. Y aqu¨ª el truco es doble. Adem¨¢s de recurrir a rudimentarios m¨¦todos como ponerle a Shields sobre los pechos almohadillas sobre las que, a su vez, pegar su larga melena; para las escenas de desnudos se contrat¨® a una doble ?de 32 a?os! bastante m¨¢s curvil¨ªnea que Shields. En la ya citada cr¨ªtica, The?Washington Post se mofar¨ªa de semejante maniobra diciendo que ¡°resulta pertinente que la mayor parte del lascivo inter¨¦s que esta pel¨ªcula despierta se base en un concepto err¨®neo¡±.
Toda esta sospechosa sexualizaci¨®n derivada de la premeditada elecci¨®n de una inocente Shields contin¨²a resultando a¨²n hoy bastante perturbadora. Muchos cr¨ªticos vieron y siguen viendo en esta pel¨ªcula una sombra de desagradable fetichismo, por lo que podr¨ªa tener de fantas¨ªa sexual madura construida en torno a una menor.
A juzgar por todo lo que precedi¨® El lago azul, parece que la madre de Shields -que no la actriz- fue bastante laxa, por decirlo de alg¨²n modo, en cuestiones relacionadas con la imagen de su hija a la hora de vincularse a determinados mensajes. Conocida es su interpretaci¨®n de una jovenc¨ªsima prostituta en La peque?a, de Louis Malle, cuando solo contaba 13 a?os o la pol¨¦mica por la serie de fotograf¨ªas de desnudos que le hizo Garry Gross para la la publicaci¨®n Sugar ¡®n¡¯ Spice, perteneciente a Playboy, cuando la actriz ten¨ªa s0lo 10 a?os. En las im¨¢genes, una muy maquillada Shields posa desnuda en una ba?era. La imagen resulta tan inquietante que a?os despu¨¦s, la Tate Modern tuvo que retirar esa misma foto intervenida por el artista Richard Prince en la exposici¨®n Pop Life: Art in a Material World.
La pol¨¦mica polvareda levantada en torno a El lago azul no pareci¨®, sin embargo, arredrar a la madre de Brooke. Al a?o siguiente, la actriz protagonizar¨ªa otro sonado esc¨¢ndalo del mismo corte: un anuncio de vaqueros de Calvin Klein (fotografiado por Richard Avedon) en el que una desafiante Brooke mirando a c¨¢mara preguntaba: ¡°?Quieres saber qu¨¦ hay entre mis Calvin Klein y yo? Nada¡±. Ten¨ªa 15 a?os. Las cadenas de televisi¨®n CBS y ABC se negaron a emitirlo por considerarlo de todo punto inadecuado.
Hoy, Shields y Atkins se dedican a lo previsible en tantas carreras que, como las suyas, quiz¨¢s empezaron demasiado pronto (la de ella siendo un beb¨¦: con 11 meses ya estaba embarcada en un anuncio de jab¨®n). Shields aparece espor¨¢dicamente en alguna serie o en alg¨²n producto televisivo y Atkins, adem¨¢s de tener su propia empresa de deportes, particip¨® hace unos a?os en, ?sorpresa!, un reality de la cadena estadounidense VH1 llamado Confessions of a Teen Idol, dedicado -lo han adivinado- a averiguar qu¨¦ fue de todos aquellos ¨ªdolos adolescentes que abarrotaron las carpetas de sus coet¨¢neos.