Las modistas de toda la vida

La modista de siempre no ha muerto, se ha reconvertido. Es dif¨ªcil de encontrar, damos fe, pero sigue ah¨ª, donde ha estado siempre, cosiendo en la sombra. ?Nadie tiene tiempo ya para hacerse la ropa?, explica Lola Gavarr¨®n, autora de La gran dama de la moda (La esfera de los libros). Concha Herranz, conservadora jefe del Museo del Traje, lo confirma: ?No tenemos paciencia para elegir las telas o probar los vestidos?. Al menos, no en nuestra vida diaria, marcada por las prisas y la facilidad de acceso al pr¨ºt ¨¤ porter y las cadenas de ropa low cost. ?D¨®nde se oculta...

La modista de siempre no ha muerto, se ha reconvertido. Es dif¨ªcil de encontrar, damos fe, pero sigue ah¨ª, donde ha estado siempre, cosiendo en la sombra. ?Nadie tiene tiempo ya para hacerse la ropa?, explica Lola Gavarr¨®n, autora de La gran dama de la moda (La esfera de los libros). Concha Herranz, conservadora jefe del Museo del Traje, lo confirma: ?No tenemos paciencia para elegir las telas o probar los vestidos?. Al menos, no en nuestra vida diaria, marcada por las prisas y la facilidad de acceso al pr¨ºt ¨¤ porter y las cadenas de ropa low cost. ?D¨®nde se oculta entonces la modista? Para encontrarla hay que visitar los atelieres que se afanan en crear los ropajes del d¨ªa D de la espa?ola media: ?La boda es el reducto de la costura a medida?. Lo dice Lorenzo Caprile, eminencia del vestido de novia, y lo sentencia la realidad: casi todos los talleres de ropa hecha a mano de este pa¨ªs se dedican a las ceremonias. ?Y mientras en Espa?a se mantenga la costumbre de tirar la casa por la ventana en estos eventos, seguiremos existiendo?, explica Caprile. Lo que no tiene claro es hasta cu¨¢ndo. ?En otros pa¨ªses ya se ha perdido?, sentencia.

?La vida social ha cambiado y hay muchas menos situaciones importantes en las que vestirse?, explica Lola Gavarr¨®n. Teresa Blasco, que controla todos los aspectos de producci¨®n de las colecciones de su hija, la dise?adora Teresa Helbig, recuerda: ?En los 50 y 60, cuando trabajaba en Modas Pl¨¤, la gente adinerada ten¨ªa muchas ocasiones para arreglarse; al Liceo se iba de largo. Las mujeres renovaban totalmente el armario cada temporada y se encargaba mucho?. Se realizaban y guardaban maniqu¨ªes con las medidas exactas de las clientas m¨¢s importantes, sobre los que se trabajaba, de modo que no era necesario que estas se trasladaran para todas las pruebas. La denominada piel de ¨¢ngel ¨Cun raso muy fino¨C, la muselina, las organzas, el organd¨ª, la pura lana ¨Cfant¨¢stica para la sastrer¨ªa¨C eran tejidos habituales. ?Ahora ya viene el patr¨®n cortado a cent¨ªmetro. Entonces, dejabas una costura, pasabas los puntos flojos, despu¨¦s abr¨ªas la costura y cortabas. El doble pespunte en la manga; embeber para hacer la hombrera perfecta. Todo eso ya no se hace?, cuenta Teresa.

As¨ª que lo que tambi¨¦n parece en v¨ªas de extinci¨®n es el oficio. Al menos con el nivel de detalle y minuciosidad con el que se trabajaba hace 30 o 40 a?os. ?Ahora todo el mundo quiere dise?ar, pero casi nadie quiere coser?, dice Pilar Barreiro, de Oh Qu¨¦ luna. Con ella coincide Mar¨ªa de Cabo, de La Tua Pelle Costura: ?La artesan¨ªa parece una p¨¦rdida de tiempo y eso es un error?. A una y a otra les cuesta encontrar modistas buenas que sean menores de 50 a?os. Precisamente por eso Lola Pi?a decidi¨® montar el taller escuela Al dedal. ?Quer¨ªamos recuperar a esas profesionales y retomar la esencia de la profesi¨®n?. Pero, adem¨¢s, Al dedal es original porque va m¨¢s all¨¢ de la boda: est¨¢ al servicio de la moda espa?ola. Lola, que lleva toda la vida en el sector ¨Ctrabaj¨® en Sybilla durante 12 a?os y ahora es directora de producci¨®n de Dolores Promesas a trav¨¦s de Al dedal¨C, vio claro que la industria ten¨ªa una necesidad de apoyo. ?Los dise?adores viven picos de trabajo que a veces no pueden cubrir con sus talleres. Nosotros los ayudamos?. Tambi¨¦n montan colecciones completas para creadores que no cuentan con su propio equipo de modistas. Y les va bien.

Pero si es dif¨ªcil encontrar profesionales preparadas, lo es m¨¢s dar con clientas que entiendan. ?Se ha perdido el valor de la costura?, comenta Pilar Barreiro. ?Ya nadie sabe distinguir si el trabajo est¨¢ bien o mal hecho?, afirma. La queja es un¨¢nime en todo el sector, del taller m¨¢s exclusivo al m¨¢s modesto. Las causas las explica Concha Herranz: ?La sociedad espa?ola ha cambiado mucho en los ¨²ltimos 40 a?os. Las que nacieron en los 60 ya no han aprendido a coser. La costura como asignatura ¨Cla pretecnolog¨ªa¨C desapareci¨® del curr¨ªculo escolar en la d¨¦cada de los 80. Y desde los 90 es un habilidad que no ha sido necesaria en absoluto?. La consecuencia directa es que, si no se sabe apreciar el trabajo, no se valora el resultado. ?Esta profesi¨®n es dura y muy laboriosa. Requiere horas de trabajo, una concentraci¨®n absoluta y produce muchas lesiones?, explica Mar¨ªa de Cabo. Cuando alguien que no entiende lo que tiene delante se atreve a criticarlo, a la modista le dan ganas, como poco, de cambiar de oficio. Y ni siquiera est¨¢ bien pagado. Marina G? Rocaberti, que ha cosido para la aristocracia espa?ola y la jet set europea que compraba en Dafnis, la legendaria boutique de Mar¨ªa Rosa Salvador con la licencia para reproducir Yves Saint Laurent y Chanel, confiesa que ahora gana menos que antes. No se queja. Est¨¢ a gusto y sigue trabajando en lo que ama.

Las mujeres han reinado sobre el hilo y la aguja desde el principio de los tiempos. Pero lo han hecho en la sombra, escondidas por padres y maridos en el interior dom¨¦stico. De la Pen¨¦lope de Ulises, que teje por el d¨ªa y desteje por la noche, a la lorquiana do?a Rosita la soltera, que borda en su casa su vano ajuar. La paradoja es que el oficio como tal no lo pudieron ejercer las mujeres hasta bien entrado el siglo XVII. ?En la Edad Media los sastres, organizados en gremios, cos¨ªan tanto para hombres como para mujeres, pero era un profesi¨®n que legalmente solo pod¨ªan practicar ellos?, explica Amalia Descalzo, experta en Indumentaria barroca y profesora de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. ?Fueron las francesas las que lograron que Luis XIV reconociera en 1675 la existencia jur¨ªdica de la comunidad de maestras costureras?, cuenta Descalzo. Gala es por tanto la g¨¦nesis de la moda tal como la conocemos y tambi¨¦n lo es la primera gran modista conocida de la historia: Rose Bertin, art¨ªfice de los fabulosos vestidos con los que la reina Mar¨ªa Antonieta asombr¨® al mundo. A Espa?a llegaron con Felipe V a principios del XVIII. ?A finales del siglo ya hab¨ªa menciones en el Diario de Madrid a talleres de modistas regentados por ellas mismas?, apunta Mercedes Pasalodos, especialista en Moda hist¨®rica. ?Y si en 1867 hab¨ªa censados 56 negocios con titularidad femenina, en 1887 llegaron a los 266. Todo un boom?, a?ade. As¨ª, la sastrer¨ªa (dedicada al vestir masculino) queda en manos de hombres y la modister¨ªa (la confecci¨®n de la ropa femenina) se convierte en cosa de mujeres. Y tambi¨¦n en una de las v¨ªas m¨¢s interesantes de independencia econ¨®mica. Modistas en el XIX las hubo de todas clases y condiciones, igual que clientas. ?La mayor¨ªa de la poblaci¨®n se vest¨ªa de forma miserable, con prendas que duraban d¨¦cadas e incluso generaciones; ropas rete?idas, recosidas, remendadas¡­ La modista ?modeladora-cortadora? que trabaja de continuo ser¨ªa una rareza. Salvo en Madrid y para un grupo muy reducido de se?oras?, apunta Pablo Pena, profesor del Centro Superior de Dise?o de Moda de Madrid (CSDMM) y autor de La moda en el Romanticismo. Para estas mujeres pudientes hab¨ªa talleres y casas de costura cuyas propietarias ten¨ªan nombres afrancesados, como Madame Petibon y Madame Honorine. En el XX la modista adquiere maestr¨ªa y la moda, dignidad creativa: Balenciaga, Asunci¨®n Bastida, Flora Villarreal, en Madrid, y Pertegaz, Santa Eulalia y El Dique Flotante, en Barcelona, hicieron alta costura y mantuvieron vivo el oficio.

Pero la modista de hoy tiene otros refugios, como las tiendas de arreglos. Un negocio dif¨ªcil que ha vivido una ¨¦poca de esplendor en los a?os previos a que estallara la crisis. ?Ahora la gente quiere que le ense?en a hacerlo en casa?, apunta Concha Herranz. ?Pero creo que se trata de una moda pasajera. Si no, en lugar de pegar el dobladillo, aprender¨ªan a coserlo?.

Modistas de toda la vida

01/ Teresa Blasco (foto principal)
Madre de la dise?adora Teresa Helbig, es a ella a quien su hija apunta como inspiraci¨®n de su carrera. Naci¨® en 1938 y recuerda que era habitual empezar a trabajar joven. ?A los 14 a?os entr¨¦ de aprendiza en Modas Pl¨¤, en Barcelona, y llegu¨¦ a oficiala pelda?o a pelda?o?. Su boda a los 23 a?os y el nacimiento de su hija marcaron su independencia profesional. ?Cre¨¦ con mi hermana un taller de marroquiner¨ªa. Me llevaba a la ni?a a todas partes, hasta que empez¨® el colegio y decid¨ª coser en casa para mis propias clientas?. Hoy es el alma del taller de su hija y la responsable del mimo con el que tratan las colecciones.

Beatriz ?lvaro tiene propio taller de bodas y ceremonias desde hace 20 a?os.

Javier Tom¨¢s Biosca

02/ Beatriz ?lvaro
Se dedica a bodas y ceremonias desde hace ya 20 a?os en el taller que lleva su nombre, pero todav¨ªa tiene clientas que le piden piezas de vestuario de temporada. ?Hacemos algunos abrigos y trajes de chaqueta para gente que valora la costura a medida?, explica. Beatriz se form¨® en Goymar, una famosa academia de Madrid, y luego estudi¨® sastrer¨ªa en La Confianza, donde aprend¨ªan los sastres tradicionales de la capital. Pero el oficio y la experiencia los adquiri¨® cosiendo para televisi¨®n. ?Hac¨ªamos la ropa que vest¨ªa Isabel Gemio, pero tambi¨¦n la del ballet de su programa. Lo dirig¨ªa Giorgio Aresu, que era muy riguroso y ped¨ªa mangas desmontables o faldas de diferentes longitudes. Fue como un m¨¢ster?.

Laura Caicoya hace costura a medida y estilismo para sus clientas.

Javier Tom¨¢s Biosca

03/ Laura Caicoya
Esta gallega, que estudi¨® Dise?o para crear sus propias colecciones, ha acabado, adem¨¢s, cosi¨¦ndolas. Sobre todo hace vestidos para ceremonias. ?Les aporto mis ideas y mi estilismo; asesoramiento completo. A veces, por la propia dignidad del vestido. Te ha costado tiempo y esfuerzo y no lo quieres ver con un zapato horripilante?.

Margui Gonz¨¢lez es modelista del taller escuela Al dedal, que apoya a varios dise?adores espa?oles, como Duyos o Felipe Varela.

Javier Tom¨¢s Biosca

04/ Margui Gonz¨¢lez
Empez¨® haci¨¦ndole modelitos punk a su mu?eca Nancy. ?Me encantaba coser y lo encauc¨¦ enseguida. Me apunt¨¦ a una academia y la vida me ha llevado a reencontrarme felizmente con mi profesora de entonces, Adoraci¨®n Mart¨ªnez, en el taller en el que trabajo ahora, Al dedal?. Margui es modelista, la encargada de crear los primeros vestidos de la colecci¨®n de un dise?ador. ?Es el vestido de prueba, el que parte del boceto, as¨ª que construyes desde la idea. Y su dibujo es una cosa, pero la realidad es otra, y tienes que pensar mucho?. En su trayectoria hay, sobre todo, mucha moda espa?ola: Carmela Rosso, Elio Berhanyer, Sybilla, Jorge V¨¢zquez¡­ Lo que m¨¢s le gusta son los vestidos de noche, ?por las telas, las estructuras, la creatividad. Son puzles y hay que resolverlos?.

Mari¨¢n Lena trabaja con Lorenzo Caprile. Cosi¨® el vestido de novia de la infanta Cristina.

Javier Tom¨¢s Biosca

05/ Mari¨¢n Lena
Descubri¨® la fascinaci¨®n por su trabajo en un taller de Benavente (Zamora). ?Lleg¨® a mis manos un vestido de Dior. La se?ora que lo trajo quer¨ªa que convirti¨¦ramos lo que era una talla 38 en una 44?. Ese ?sacrilegio? le brind¨® la oportunidad de tocar y emocionarse con la obra de un maestro. No ser¨ªa la ¨²nica ocasi¨®n. En los 80 trabaj¨® con Manuel Pi?a ¨C?era magn¨ªfico?, recuerda¨C y desde hace dos d¨¦cadas forma parte de la esencia del taller de Lorenzo Caprile, para muchos, heredero de la minuciosidad de otros tiempos. ?Lo he visto crecer en todos los sentidos: su trabajo es puro virtuosismo?. A sus 68 a?os no tiene intenci¨®n de jubilarse. Y no solo porque le encanta coser; trabajar con Caprile le ha permitido viajar por el mundo y, c¨®mo no, vestir a reinas, princesas e infantas. ?Es divertid¨ªsimo?, asegura.

Marina G? Rocaberti trabaj¨® en la m¨ªtica boutique Dafnis, que visti¨® a la jet set espa?ola.

Javier Tom¨¢s Biosca

06/ Marina G? Rocaberti
Se inici¨® en su oficio hace 46 a?os con uno de los grandes nombres espa?oles de la alta costura, Pedro Rodr¨ªguez. Despu¨¦s entr¨® en el equipo seminal de Dafnis, la boutique madrile?a que, durante 40 a?os, visti¨® a la aristocracia nacional. Su propietaria, Mar¨ªa Rosa Salvador, consigui¨® la concesi¨®n de m¨ªticos de la alta costura de Par¨ªs y pod¨ªa reproducir sus modelos legalmente en su taller. As¨ª que Marina puede alardear de haber cosido vestidos de Chanel y de Yves Saint Laurent. ?Recib¨ªamos los patrones en franc¨¦s y los mont¨¢bamos con las mismas telas?, relata. A los 60 a?os, y tras pasar por el extinto atelier de Miguel Palacio, Marina trabaja con una joven creadora, Esther Moreno. Est¨¢ contenta, pero echa de menos el detallismo y la calma con los que se trabajaba antes. ?Y los hilos naturales; ya no encuentras hilo de seda, con el poli¨¦ster no se cose igual?.

Teresa Barrera da clases en Tet¨¦ Caf¨¦ Costura.

Javier Tom¨¢s Biosca

07/ Teresa Barrera
Su madre, que era modista, le ense?¨® a coser. Estudi¨® Dise?o y elabor¨® su propio vestuario cuando hac¨ªa teatro en Zaragoza. Pero a sus conocimientos les est¨¢ sacando partido ahora en su Caf¨¦ Tet¨¦ Costura, en el barrio de las Letras de Madrid, donde ense?a costura ?divertida?.

Nati Beltr¨¢n trabaj¨® durante 15 a?os en la casa de modas de Crist¨®bal Balenciaga.

Javier Tom¨¢s Biosca

08/ Nati Beltr¨¢n
Puede presumir de haber cosido para Grace Kelly. ?Ven¨ªa a probarse y en dos d¨ªas deb¨ªamos tener todo terminado?, recuerda esta mujer de 80 a?os que entr¨® a los 14 a trabajar de aprendiza ?sentada? en la casa de modas que Balenciaga ten¨ªa en Madrid. ?Era un edificio magn¨ªfico en la calle Alcal¨¢. ?l viv¨ªa en el tercer piso con su criado filipino. Era un caballero, un ser superdotado en todos los sentidos?, recuerda Nati, que recibi¨® del maestro su primera gran lecci¨®n de costura. ?Se sent¨® a mi lado y me dijo que le pasara la regla para comprobar que el hilo iba derecho. Todo se hac¨ªa como en una academia de geometr¨ªa?. Eran los a?os 40 y Nati ganaba m¨¢s que su novio, ?que trabajaba en un banco?, apunta. Lleg¨® a ser oficiala mayor, pero abandon¨® la maison cuando pas¨® por el altar. De recuerdo, su traje de novia, un Balenciaga aut¨¦ntico que fue su regalo de boda.

Felicitas Sancho tiene un taller de modister¨ªa y arreglos de ropa en Chueca que se llama El apa?o del vestir.

Javier Tom¨¢s Biosca

09/ Felicitas Sancho
Primero fue modista por su cuenta en el barrio de Salamanca. En los 90 decidi¨® montar una peque?a tienda de modister¨ªa y arreglos en el entonces degradado barrio de Chueca. Lo llam¨® El apa?o del vestir y durante un tiempo compagin¨® los vestidos de domingo de sus clientas de la calle Serrano con las imaginativas vestimentas para travestis de la zona. Le fue tan bien que se cambi¨® a un local mayor, en Augusto Figueroa. Desde all¨ª ha observado el paso del tiempo y de las tendencias. ?En los 80 la gente se hac¨ªa casi todo; en los 90 las chicas sacaron del altillo la ropa de sus abuelas; luego llegaron tiempos en los que nadie preguntaba ni el precio y ahora toca aguantar regateos por una cremallera?.