M¨¢s moda y menos ¡®postureo¡¯
?Ha acabado el ¡®smartphone¡¯ con la magia del desfile? El sector vuelve a mirar hacia la exclusividad en sus listas de asistentes.
Se apagan las luces, suena la m¨²sica, el espect¨¢culo comienza y los brazos se elevan, m¨®vil en mano. Consecuencia directa: exceptuando a un reducido porcentaje de asistentes, la mayor¨ªa del p¨²blico visualiza el evento a trav¨¦s de una pantalla (en el mejor de los casos la suya, en el peor la del asistente que se sit¨²a delante) ?Qui¨¦n no ha vivido ese momento en los ¨²ltimos meses? El uso masivo de las redes sociales y la normalizaci¨®n de los smartphones han modificado la manera en la que las personas perciben y, sobre todo, comunican sus experiencias: antes se publicaban en los medios o se con...
Se apagan las luces, suena la m¨²sica, el espect¨¢culo comienza y los brazos se elevan, m¨®vil en mano. Consecuencia directa: exceptuando a un reducido porcentaje de asistentes, la mayor¨ªa del p¨²blico visualiza el evento a trav¨¦s de una pantalla (en el mejor de los casos la suya, en el peor la del asistente que se sit¨²a delante) ?Qui¨¦n no ha vivido ese momento en los ¨²ltimos meses? El uso masivo de las redes sociales y la normalizaci¨®n de los smartphones han modificado la manera en la que las personas perciben y, sobre todo, comunican sus experiencias: antes se publicaban en los medios o se contaban en una mesa de bar, ahora se retransmiten al segundo a trav¨¦s del tel¨¦fono m¨®vil.
El pasado mes de abril, la banda Yeah Yeah Yeahs transmiti¨® un clar¨ªsimo mensaje a su p¨²blico. En la entrada de su concierto en el Webster Hall de Nueva York hab¨ªa un cartel que rezaba: ¡°Por favor, no veas el show a trav¨¦s de la pantalla de tu smartphone o c¨¢mara. Deja esa mierda de lado por cortes¨ªa hacia la persona que est¨¢ detr¨¢s de ti y hacia Nick, Karen y Brian ?Mucho amor y muchas gracias!¡±. Unos meses despu¨¦s Solange Knowles, en su actuaci¨®n en la pasada edici¨®n del festival Primavera Sound 2013, inst¨® al p¨²blico a disfrutar del momento dejando de lado las c¨¢maras y los tel¨¦fonos. She & Him o el propio Prince tambi¨¦n han hecho peticiones similares en sus actuaciones ante la constelaci¨®n de pantallas brillantes que se extend¨ªa ante ellos en los conciertos.
El mundo de la m¨²sica no ha sido el ¨²nico en acusar la distracci¨®n que suponen los smartphones captando cada momento. En el sector de la moda ocurre lo mismo, aunque en este caso las c¨¢maras no solo enfocan hacia la pasarela sino que tambi¨¦n dirigen su atenci¨®n al p¨²blico que asiste a la presentaci¨®n. Hace d¨ªas, el dise?ador Oscar de la Renta confirm¨®, seg¨²n Women Wears Daily, el recorte del n¨²mero de invitados en su desfile el pr¨®ximo 10 de septiembre en Nueva York a 350. Seg¨²n el modisto: ¡°Los 'megashows' hacen que se pierda el sentido por el que estamos ense?ando la colecci¨®n" y agreg¨® que cualquiera que est¨¦ interesado puede "ver el espect¨¢culo en Internet 20 minutos m¨¢s tarde. Es importante para algunos profesionales de la industria poder mirar las prendas y verlas con detalle. No deber¨ªa de haber 30.000 personas de las que 10.000 que est¨¢n tratando de fotografiar a toda esa gente que no tiene ninguna relaci¨®n con la moda".
Como casi siempre, la acertada pluma de Suzy Menkes ya hab¨ªa tratado el tema en un art¨ªculo publicado el pasado mes de febrero, coincidiendo con la anterior edici¨®n de la pasarela neoyorkina. Adem¨¢s de comentar el circo que se genera en los alrededores de los desfiles, con las famosas y los blogueros posando para todos los aspirantes a The Sartorialist que disparan sus c¨¢maras buscando su propia fama gracias a ¡°un famoso por ser famoso¡±, tambi¨¦n tiene unas palabras para los tel¨¦fonos inteligentes: ¡°Los smartphones son tan fabulosos de maneras tan diferentes que te hacen sentir tonta por tener nostalgia de los d¨ªas en que una imagen no daba la vuelta al mundo en un nanosegundo¡±.
En su discurso tambi¨¦n se cuestiona el ¡°yo, mi, me conmigo¡± que la burbuja bloguera ha generado, desmontando algunos c¨®digos b¨¢sicos del periodismo como el no aceptar regalos o el diferenciar entre una opini¨®n y una cr¨ªtica argumentada. Las semanas de la moda y casi cualquier evento del sector se han convertido en despliegues de egoman¨ªa en los que casi se le da m¨¢s importancia a la ropa que llevan los asistentes que a las prendas que se presentan en la pasarela.
Nadie puede negar el espect¨¢culo y el 'postureo' impl¨ªcito en el mundo de la moda, aunque por lo visto est¨¢ llegando el momento de ponerle l¨ªmites por parte del sector. Tom Ford se perfila ahora como un adelantado cuando en su regreso a la moda femenina en 2010 present¨® su colecci¨®n ante un selecto grupo de invitados que apenas llegaban a cien, con Terry Richardson como fot¨®grafo oficial (y ¨²nico) del evento y con las celebrities que el dise?ador escogi¨® portando su ropa sobre la pasarela: si Benyonc¨¦, Julianne Moore o Farida Khelfa iban a captar toda la atenci¨®n, que lo hiciesen llevando su ropa y bajo su supervisi¨®n. Puede que aquel desfile que tuvo lugar en la tienda del dise?ador en Madison Avenue fuese el precedente de una propensi¨®n al minimalismo en las listas de invitados a los desfiles, aunque en su momento se tomase como una extravagancia m¨¢s del norteamericano. Al fin y al cabo, el generar tendencias podr¨ªa considerarse una parte de su trabajo.
Tom Ford prefiri¨® subir a Julianne Moore a la pasarela que tenerla como p¨²blico. En la imagen, juntos en los BAFTA.
Getty