Miss Am¨¦rica quiere la ¡®corona¡¯ presidencial
Cada vez hay m¨¢s misses en pol¨ªtica. Y es que la campa?a que las condujo al t¨ªtulo de las m¨¢s bellas ha resultado ser el mejor entrenamiento para la contienda electoral.
En la batalla de las primarias dem¨®cratas de Indiana, Shelli Yoder lo ten¨ªa todo para perder. Se enfrentaba a un veterano de Vietnam, a un empresario volcado en ayudar a las v¨ªctimas del 11-S y a un consejero de Obama. A su lado, el curr¨ªculum de esta segunda finalista de Miss Am¨¦rica 1992 parec¨ªa inconsistente. Pero gan¨® con casi la mitad de los votos. Para sus electores pose¨ªa algo m¨¢s que una sonrisa perfecta. Licenciada en Teolog¨ªa y Trabajo Social, Yoder es una empresaria de ¨¦xito con experiencia en el voluntariado. Y una excelente conocedora del terreno en el que se jugaba la elecci¨®n....
En la batalla de las primarias dem¨®cratas de Indiana, Shelli Yoder lo ten¨ªa todo para perder. Se enfrentaba a un veterano de Vietnam, a un empresario volcado en ayudar a las v¨ªctimas del 11-S y a un consejero de Obama. A su lado, el curr¨ªculum de esta segunda finalista de Miss Am¨¦rica 1992 parec¨ªa inconsistente. Pero gan¨® con casi la mitad de los votos. Para sus electores pose¨ªa algo m¨¢s que una sonrisa perfecta. Licenciada en Teolog¨ªa y Trabajo Social, Yoder es una empresaria de ¨¦xito con experiencia en el voluntariado. Y una excelente conocedora del terreno en el que se jugaba la elecci¨®n. Veinte a?os atr¨¢s lo recorri¨® haciendo otra campa?a: la del concurso de Miss Indiana. Para Yoder, aquella vivencia result¨® determinante en su carrera profesional. ?Me permiti¨® pagar gran parte de mi educaci¨®n y me dio una experiencia inigualable para conocer a la poblaci¨®n de los 92 condados de este estado. Ser miss ha sido imprescindible en mis ¨¦xitos profesionales y tambi¨¦n en mi actual campa?a para el Congreso?, explica hoy a S?Moda. Su caso no es ni an¨¦cdota ni excepci¨®n. En EE?UU, cada vez son m¨¢s las antiguas misses que deciden meterse en pol¨ªtica. Algunas conocidas, como Sarah Palin, quien particip¨® en Miss Alaska 1984, o como Michele Bachmann, candidata republicana derrotada en las primarias, quien fue coronada Miss Simpat¨ªa en Minnesota. Muchas otras siguen siendo an¨®nimas en este lado del oc¨¦ano. Erika Harold, Miss Am¨¦rica 2003, se afili¨® al Partido Republicano y despu¨¦s concurri¨® sin ¨¦xito para el senado. Lauren Cheape, recientemente escogida Miss Haw¨¢i, parte como favorita para entrar en el Congreso de su propio estado en noviembre. Cuando le preguntaron a Teresa Scanlan, Miss Am¨¦rica 2011, c¨®mo se ve¨ªa en 30 a?os, respondi¨® que como ?juez de la Corte Suprema o presidenta?.
?Por qu¨¦ se multiplican las misses politizadas? ?La pol¨ªtica se parece cada vez m¨¢s a un espect¨¢culo. Ahora m¨¢s que nunca, los candidatos tienen que saber expresarse de forma cautivadora y responder preguntas a fuego r¨¢pido, como en los concursos de belleza?, explica Hilary Levey Friedman, soci¨®loga de la Universidad de Harvard (y tambi¨¦n hija de Pamela Eldred, Miss Am¨¦rica 1970). La semejanza entre el sistema de rondas eliminatorias de las primarias y el de los concursos de misses no pasa desapercibida; tampoco la puesta en escena en tonos pastel de las comisiones de investidura o la importancia que tiene el aspecto f¨ªsico de quienes participan.
En su libro Beauty Pays, el economista Daniel Hamermesh demostr¨® con cifras que, en las elecciones donde dos aspirantes se presentan por primera vez, los atractivos ganan sistem¨¢ticamente sobre los del mont¨®n. ?El sistema medi¨¢tico prefiere tratar con pol¨ªticos apuestos. Contar con candidatos como Obama, Romney, Palin o Paul Ryan ha hecho que canales que antes se limitaban a hacer entretenimiento hablen de pol¨ªtica. Con otro tipo de personas esto no suceder¨ªa?, analiza Friedman.
La vocaci¨®n por el servicio p¨²blico de estas misses no est¨¢ del todo desconectada de la politizaci¨®n gradual del propio concurso. Desde 1990, todas las aspirantes tienen que presentar una campa?a por una buena causa que desarrollar¨¢n si acaban ganando. ?El concurso siempre ha estado impl¨ªcitamente politizado?, opina Levey, quien recuerda a mujeres como Jean Bartel, Miss Am¨¦rica en 1943, que se neg¨® a posar en traje de ba?o cuando fue coronada. O el de Leanza Cornett, quien 50 a?os m¨¢s tarde luch¨® por la prevenci¨®n del sida, palabra tab¨² en el submundo conservador del concurso. Esa campa?a, junto con el cuestionario de actualidad, supone un 25% de la puntuaci¨®n total, lo que impide que la ganadora sea elegida solo por su f¨ªsico. ?En eso consiste Miss Am¨¦rica: en encontrar a una joven que sea lista adem¨¢s de guapa?, ha dicho su presidente, Art McMaster. Pero tampoco hay que tomar el concurso como un vivero de materia gris. Antes del verano, la cadena Bravo pregunt¨® a 11 misses escogidas al azar qui¨¦n era el actual vicepresidente. Solo cinco dieron el nombre de Joe Biden.