Adi¨®s a Azzedine Ala?a, el ¨²ltimo gran ¡®couturier¡¯
El dise?ador ha muerto a los 77 a?os en Par¨ªs. Hace unos meses nos encontramos con ¨¦l en su casa, donde nos concedi¨® una sincera y emotiva entrevista.
El dise?ador Azzedine Ala?a ha fallecido en Par¨ªs a los 77 a?os. Hace unos meses tuvimos el privilegio de compartir mesa y conversaci¨®n con ¨¦l en su casa. Lo que puedes leer un poco m¨¢s abajo es el resultado de una entrevista sincera con el creador, en la que nos explic¨® lo que la moda y la libertad significaban en su vida.
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Quien trabaja en moda debe aprender a elegir. Entre crear o hacer ruido. Pre...
El dise?ador Azzedine Ala?a ha fallecido en Par¨ªs a los 77 a?os. Hace unos meses tuvimos el privilegio de compartir mesa y conversaci¨®n con ¨¦l en su casa. Lo que puedes leer un poco m¨¢s abajo es el resultado de una entrevista sincera con el creador, en la que nos explic¨® lo que la moda y la libertad significaban en su vida.
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Quien trabaja en moda debe aprender a elegir. Entre crear o hacer ruido. Presentar sus creaciones durante la semana de la moda o ir por libre. Pisar el acelerador impuesto por los grandes grupos de lujo o mantenerse ajeno a la vor¨¢gine. Aceptar al vertiginoso consumo de ideas y tendencias (cada vez m¨¢s fugaces) o moldear vestidos que desaf¨ªan el paso del tiempo. Ser fiel al oficio de couturier o ejercer de malabarista (y director creativo). Azzedine Ala?a o Karl Lagerfeld. Dos caras de la misma moneda. Dos formas de entender la costura. Porque en esta industria, como en la doctrina presocr¨¢tica, la realidad es lucha y ?la armon¨ªa nace de la tensi¨®n entre contrarios?.
Ala?a es distinto al resto de dise?adores. El mismo t¨¦rmino ¡®dise?ador¡¯ no hace justicia a este genio. La suya es una de las maisons m¨¢s herm¨¦ticas y complejas del sector. En la entrada a su atelier, en Le Marais, no hay r¨®tulos. Rara vez concede entrevistas; y cuando lo hace, cuentan que, a veces, se levanta y se va. Lanza sus colecciones cuando est¨¢n listas, sin someterse a agendas ni compromisos (decidi¨® retirarse del calendario oficial de la fashion week de Par¨ªs en 1992). Ajeno al circo medi¨¢tico, a nadie extra?a que celebre sus desfiles en la intimidad, sin grandes fastos, pero rodeado de amigos. De Nicolas Ghesqui¨¨re (Louis Vuitton) a Julian Schnabel, pasando por el historiador Olivier Saillard o Adrian Joffe, marido de Rei Kawakubo (Comme des Gar?ons).
Ala?a es un gigante de estatura diminuta, que con el paso del tiempo se ha convertido en la conciencia (siempre necesaria) de este negocio. Quiz¨¢ porque ¨¦l se atreve a decir lo que otros (casi todos) callan. Seg¨²n el diario Financial Times, en 2011 no dud¨® en rechazar la oferta de Sidney Toledano (presidente de Dior), quien le ofreci¨® tomar las riendas de la maison tras el fulminante despido de John Galliano. Una an¨¦cdota que suena a justicia divina si tenemos en cuenta que, en 1957, cuando el tunecino lleg¨® a Par¨ªs, consigui¨® entrar en el taller de la m¨ªtica casa francesa (entonces en manos de un jovenc¨ªsimo Yves Saint Laurent), pero fue despedido por no tener los papeles en regla.
?El tiempo es muy importante. Por eso si una colecci¨®n no est¨¢ terminada, sencillamente aplazo la presentaci¨®n. No quiero ser esclavo del sistema?, explica a S Moda. ??Jam¨¢s lo ser¨¦!?, asegura. ?Es una decisi¨®n personal. He elegido ser libre. Lo que no significa que no trabaje. Todo lo contrario. Me esmero de sol a sombra. Pero en mi coraz¨®n s¨¦ que nadie me obliga?, confiesa. ?Es triste ver c¨®mo algunos dise?adores ni siquiera tienen tiempo para vivir?, denuncia. ?Yo entiendo este oficio de un modo distinto al del resto de casas. Mi forma de crear se parece m¨¢s al modelo antiguo, el de un couturier que coge las tijeras en su taller con su peque?o equipo de colaboradores?, contin¨²a. ??Hoy hay tanta gente! No solo en el pr¨ºt-¨¤-porter, tambi¨¦n en alta costura, la estructura de las empresas ha crecido demasiado. La moda se ha deshumanizado?, opina. ?Yo hago lo contrario?. Lo dice en una entrevista de sobremesa, concedida tras agasajar al equipo de esta revista con un copioso almuerzo en la cocina de su casa. ?Para m¨ª, este es el momento m¨¢s importante del d¨ªa. Me gusta reunir a todo el equipo en la mesa, para vernos y hablar. Adem¨¢s, comer r¨¢pido no es sano?.
Dicen de ¨¦l que no le interesa tener presencia comercial. Cierto es que no hace publicidad y sus tiendas tampoco tienen escaparate. Para amigos y compa?eros de profesi¨®n como Alber Elbaz ¨Cque han censurado como los sue?os, la intuici¨®n y la emoci¨®n de la costura ha muerto en favor del ruido¨C, Ala?a es lo m¨¢s parecido a la resistencia. Por eso, muchos no entendieron que, en 2015, el artesano decidiera hacerse m¨¢s accesible y lanzar su propio perfume con el mismo grupo que antes hab¨ªa popularizado los nombres de Elie Saab o Narciso Rodriguez. Para ¨¦l era el paso m¨¢s l¨®gico. ?Las fragancias est¨¢n ligadas a la historia de la costura?. Paul Poiret cre¨® el primer parfum du couturier a principios del siglo XX . Y como ¨¦l, Lanvin ide¨® Arpege (1927); Worth, Reviens (1932); y Patou, Joy (1935). ?No lo hice antes, porque no estaba preparado?, zanja.
?Hubo otros que vinieron a verme antes. Dec¨ªan que hab¨ªan dise?ado una f¨®rmula a mi medida, con notas orientales, pachuli, jazm¨ªn¡?, dice con una sonrisa. ??Pachuli? ?Por favor! Para m¨ª, era lo contrario. Quer¨ªa dise?ar un perfume que recreara la frescura del agua mineral?. El aroma del agua fr¨ªa sobre la cal caliente de las paredes de las casas de su infancia en T¨²nez. El segundo, Eau de Parfum Blanche, habla del blanco, uno de sus grandes pilares. ?Es luz, arquitectura y, sobre todo, rigor?. Otros como Lagerfeld, ?jam¨¢s han usado unas tijeras?, coment¨® en 2011 el propio Ala?a. ?l es uno de los pocos que cogen la aguja y el dedal para dar forma a las prendas que dibuja. Corta el patr¨®n, da vida al tejido, hace las pruebas sobre la maniqu¨ª y cose todos y cada uno de los prototipos. Sus dedos delatan las horas de trabajo. Son manos de artesano, no de director. ?La revoluci¨®n textil es necesaria pero hay cosas que una m¨¢quina jam¨¢s podr¨¢ hacer. Solo se consiguen a mano?, advierte. ?En el interior de una prenda se puede reconocer la firma del modisto a trav¨¦s de la t¨¦cnica?. ?l cincela obras de ?escultura m¨®rbida?. En 2015, algunos de sus dise?os se exhibieron en la Galer¨ªa Borghese de Roma junto a joyas de Bernini. ?No estudi¨¦ moda, sino escultura?. Como Madeleine Vionnet, la inventora del corte al bies, Ala?a no construye vestidos, sino que viste el cuerpo de la mujer. Linda Evangelista, Cindy Crawford¡ ?l cre¨® a las supermodelos en la d¨¦cada de los 80. Abri¨® su casa, literalmente, a modelos que entonces empezaban como Stephanie Seymour o Naomi Campbell. La diosa de ¨¦bano ten¨ªa 16 a?os cuando lo conoci¨®. ?Me dio mi propia habitaci¨®n ¨Ctodav¨ªa la tengo¨C. Y como mi madre no quer¨ªa que saliera a discotecas; ¨¦l no me dejaba salir?, cont¨® la inglesa al diario The Independent en 1998. ?Naomi todav¨ªa le llama pap¨¢?, apunta Caroline Fabre-Bazin, directora comercial y persona de confianza del modisto.
Los padres de Azzedine Ala?a era recolectores de trigo. ?Crec¨ª con mi abuela?. Sus primeros recuerdos de moda son memorias de paseos con una de sus t¨ªas. ?Llevaba un abrigo rojo con el cuello de astrac¨¢n?, rememora en voz alta. ?Empec¨¦ a trabajar durante las vacaciones, a tiempo parcial, para una costurera que compraba los patrones de las casas de alta costura de Par¨ªs?. Dior, Balmain, Balenciaga¡ Cosi¨® r¨¦plicas de los grandes para la burgues¨ªa tunecina hasta que consigui¨® realizar su sue?o de trasladarse a la capital francesa. Instalado ya en Francia, pas¨® por Dior y Guy Laroche antes de que, en 1996, la familia Blegiers lo contrata como mayordomo y modisto. No solo vest¨ªa a la se?ora, tambi¨¦n cocinaba y cuidaba a los ni?os. Fue la condesa Nicole Blegiers quien le present¨®, entre otras amistades, a C¨¦cile de Rothschield y Greta Garbo. Una codiciada lista de clientas con apellidos ilustres: Mitterand, Picasso¡ Ellas le ense?aron la lecci¨®n m¨¢s importante: lo que desea una mujer. ?Cuando creo una prenda, pienso siempre en el cuerpo femenino. En c¨®mo se sentir¨¢ ella. En la seducci¨®n. Porque nadie compra un vestido para abrigarse. Lo hace una para sentirse hermosa?, explica. ?La frivolidad existe. De hecho, es una palabra bella. Pero detr¨¢s del ejercicio est¨¦tico, hay mucho trabajo?. En su taller, el tiempo parece haberse detenido. ?La esencia es la misma que cuando empec¨¦?, afirma. ?C¨®mo ve usted a las pr¨®ximas generaciones? ?No hay paciencia. Los j¨®venes [que hacen stage en su estudio] no quieren permanecer demasiado tiempo en la misma empresa. Buscan inmediatez. Pero la paciencia es un valor. Si soy sincero, tampoco creo que haya muchos j¨®venes con talento?.
?Cuando Julian Schnabel viene a Par¨ªs, se instala aqu¨ª. Este es su taller?, dice Ala?a. Adem¨¢s de varias pinturas del estadounidense, su colecci¨®n privada incluye obras de Basquiat, Warhol, C¨¦sar y Prouv¨¦). Como Elsa Schiaparelli, ¨¦l tiene una habilidad especial para rodearse de talento. ?No quiero vivir en una burbuja. La moda puede llegar a aburrir. Es necesario abrirse a otros ¨¢mbitos de la creaci¨®n?.
C¨¦lebres son las fiestas privadas que organiza durante la semana de la moda de Par¨ªs, a las que todos quieren ir y solo unos pocos est¨¢n invitados: de Rihanna a Rei Kawakubo, pasando por Charlotte y Marc Newson, Lady Gaga, Peter Lindbergh, Mick Jagger o Kim Kardashian. Tambi¨¦n Blanca Li y Rossy de Palma. ?Tengo ascendientes espa?oles por parte de padre?, descubre. ?De hecho, mi apellido es de origen espa?ol; viene de Alaya?, razona. ?Me fascina la cultura pict¨®rica del pa¨ªs, de la que sin duda bebi¨® Balenciaga?, contin¨²a. Curiosamente, su segundo perfume est¨¢ inspirado en la Alhambra de Granada. ?Me enamor¨¦ del espacio la primera vez que lo visit¨¦?. Viajar es otra de sus pasiones. ?Nunca me he sentido extranjero en ning¨²n pa¨ªs?. ?Ni siquiera con Trump? ?No es un presidente que vaya a cambiar mi manera de pensar ni de sentir?.