Big y Little Edie: las ¡®primas¡¯ de Jackie Kennedy que enloquecieron aisladas (y envueltas en visones) en su mansi¨®n en ruinas
¡®Mujeres recluidas¡¯- cap¨ªtulo 9: Adoradas por la alta sociedad neoyorquina, reinas de las fiestas en los Hamptons y familiares directas de Jackie Onassis y Lee Radziwill, las Beale Bouvier vivieron reclu¨ªdas y olvidadas hasta que un documental de culto retrat¨® su decrepitud y las convirti¨® en las estrellas que siempre desearon ser.
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¡°Si Little Edie estuviera aqu¨ª esta noche, probablemente har¨ªa su t¨ªpico baile¡±, contest¨® Drew Barrymore al recibir el Globo de Oro por interpretar su vida en 2010. Pero no estaba. Little Edie muri¨® en 2002 y, pese al culto que le profesaron miles de personas en las ¨²ltimas d¨¦cadas de su vida, lo hizo sola y...
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¡°Si Little Edie estuviera aqu¨ª esta noche, probablemente har¨ªa su t¨ªpico baile¡±, contest¨® Drew Barrymore al recibir el Globo de Oro por interpretar su vida en 2010. Pero no estaba. Little Edie muri¨® en 2002 y, pese al culto que le profesaron miles de personas en las ¨²ltimas d¨¦cadas de su vida, lo hizo sola y arruinada. Eso s¨ª, lejos de Grey Gardens, la casa en la que permaneci¨® d¨¦cadas confinada (no queda muy claro si a su pesar) y que le dio, por fin, la popularidad que ansiaba desde peque?a, aunque por el camino su vida cambiara radicalmente.
¡°Es muy dif¨ªcil mantener una l¨ªnea entre el pasado y el futuro. Es dificilisimo¡±. Entre las decenas de frases para el recuerdo que ha soltado Little Edie frente a una c¨¢mara (y que sus fans recopilan y repiten sin descanso) quiz¨¢ esta no sea la m¨¢s ir¨®nica, o la m¨¢s divertida, pero s¨ª la m¨¢s honesta. Su historia personal demuestra que todo puede torcerse por circunstancias ajenas y, lo que es bastante peor, que muchas veces el ¨¦xito llega cuando menos deber¨ªa.Edith Beale Bouvier creci¨® obsesionada con convertirse en cantante y actriz. Lo ten¨ªa todo a su favor: dinero (era la prima de Jackie Kennedy), contactos y belleza. Pero no consigui¨® reconocimiento hasta mediados de los setenta, cuando una portada en el New York Magazine y un documental la presentaron al mundo como un personaje trastornado y eg¨®latra, v¨ªctima de una madre tir¨¢nica que la ten¨ªa confinada en una s¨®rdida mansi¨®n, Grey Gardens, desde hace veinte a?os.
Todo ocurri¨® por casualidad. La otra c¨¦lebre prima de Edie, Lee Radziwill Bouvier, quiso hacer un documental sobre sus hedonistas y sofisticados veranos en Long Island. Contact¨® con los hermanos Maysles, que acababan de estrenar el documental de los Rolling Stones, ¡®Gimme Shelter¡¯, para que acudieran a su mansi¨®n de los Hamptons y filmaran escenas de ella y sus amigos (Andy Warhol, Truman Capote o el recientemente fallecido Peter Beard, su novio de entonces). Fue as¨ª c¨®mo los Maysles, intentando indagar en la infancia de Lee, llegaron Grey gardens, la imponente mansi¨®n de 28 habitaciones en la que Jackie y su hermana pasaban los veranos y que ahora no solo estaba descomponi¨¦ndose entre basura, tambi¨¦n estaba a punto de ser derruida porque los distinguidos vecinos de East Hampton no soportaban los olores, los ruidos y el aspecto. Era, como se escribi¨® en una cr¨®nica de la ¨¦poca, ?la versi¨®n escalofriante del famoso tour por la Casa Blanca de Jackie?. En definitiva, una mancha en el barrio.
Dentro, Edith madre y Edith hija (o Big Edie y Little Edie, como quedaron retratadas para la posteridad), ajenas a su situaci¨®n real y atrapadas en su propio pasado. La mayor, en pijama y kimono; la peque?a, con una falda de su juventud puesta del rev¨¦s sujeta con imperdibles, un abrigo de piel regalo de su ex amante y un pa?uelo en la cabeza que ocultaba su alopecia por estr¨¦s. Los Maysles quedaron fascinados, y decidieron hacer un documental s¨®lo de ellas dos. Antes, por supuesto, Jackie y Lee paralizaron la orden de desalojo y ordenaron restaurar la mansi¨®n en tiempo r¨¦cord. La ex primera dama y su hermana llevaban d¨¦cadas obviando a su t¨ªa y a su prima, pero ahora todo iba a quedar retratado para la posteridad. Rodaron durante varias semanas. Y lo que iba a ser en principio un documental de corte experimental termin¨® siendo una especie de reality show (antes de los realities) en el que dos mujeres expon¨ªan sin tapujos su relaci¨®n t¨®xica y su descenso a la locura.
¡°Es la casa de mi madre, le pertenece. Quer¨ªa que la habitara la gente a la que amaba, pero no quer¨ªa aqu¨ª a la gente a la que yo amaba¡±, dice Little Edie en un momento de Grey Gardens, el documental. Big Edie se fue quedando sola a mediados de los a?os cuarenta. Cantante frustrada y juerguista empedernida, fue abandonada por su marido, Phelan Beale, un abogado cansado de las fiestas a lo Gran gatsby que suced¨ªan d¨ªa s¨ª d¨ªa tambi¨¦n en su mansi¨®n. Big Edie se qued¨® en los Hamptons y la alta sociedad neoyorquina fue poco a poco dejando de llamar a su puerta. Tambi¨¦n sus hijos, respetables hombres de negocios que le aconsejaron vender la casa para poder costearse una manutenci¨®n digna. No hizo caso: fue enloqueciendo en soledad, vistiendo lustrosos kimonos y joyas de tiempos mejores con la ¨²nica compa?¨ªa de sus gatos. Hasta que su hija, Little Edie, decidi¨® volver en 1952.
Nunca se supieron muy bien las razones del encierro voluntario de Little Edie en Grey Gardens. ¡°Solo me interesaban tres cosas: la iglesia, cantar y bailar. Ahora las he abandonado todas¡±, comenta en un momento de la cinta. Se sabe que volvi¨® a Manhattan a probar suerte con la actuaci¨®n, que fracas¨® y que sus sue?os de fama le impidieron casarse con un ¡®buen hombre¡¯, algo que obsesionaba a su madre. Un desenga?o amoroso con un se?or casado la volvi¨® a llevar en brazos de su progenitora, y de all¨ª no sali¨® en 20 a?os. Cuando los Maysles las descubrieron, se amaban y se odiaban a partes iguales. Se llamaban ¡®querida madre¡¯ y ¡®querida hija¡¯ y se enredaban en reproches mutuos. La madre despreciaba a la hija, censuraba su flirteo con los hombres y la menospreciaba ante sus gatos; la hija acusaba a la madre de haberle cortado las alas. ¡°No soporto estar en esta casa. Me pone muy nerviosa. Me asustan las puertas, los cerrojos, la gente que merodea en el patio, detr¨¢s de los arbustos¡vivo aterrorizada¡±, contaba Little Edie a los Maysles. Pero, sobre todo, viv¨ªa atrapada en un palacio repleto de suciedad, necesitando a una madre que la tiranizaba.
Cuando se estren¨® Grey Gardens, parte de la cr¨ªtica habl¨® de obscenidad y de glorificaci¨®n de la locura. Little Edie, sin embargo, vio su oportunidad de ser famosa, inconsciente de que el mundo la veneraba por motivos muy distintos a sus dotes para el cante o el baile. El estreno coincidi¨® con la muerte de Big Edie, y ella al fin pudo escapar de la mansi¨®n. Se refugi¨® en un bar de Greenwich Village, donde algunas noches interpretaba los pasos de cabaret que hac¨ªa en el documental (esos que Drew mencionaba al recoger su globo de Oro por la pel¨ªcula que hizo sobre ella HBO en 2009). En aquel momento ten¨ªa 60 a?os, segu¨ªa vistiendo su lujosa ropa de hace cuatro d¨¦cadas y llevaba el caracter¨ªstico pa?uelo que ocultaba su calvicie. Como suele ocurrir, los curiosos acud¨ªan en masa a aplaudir su decrepitud.
Y,? mientras el culto crec¨ªa, Edie vendi¨® Grey Gardens a in editor del Washington Post y empez¨® a dar tumbos por Estados Unidos. Muri¨® sola, en 2002, en un apartamento de Florida (cuentan que la encontr¨® un admirador despu¨¦s de haber sufrido un infarto cinco d¨ªas antes) y no pudo ver c¨®mo, en los primeros a?os del siglo XX, el mundo enloqueci¨® con su figura.
El peculiar estilo de Edie ha inspirado infinidad de editoriales de moda, colecciones y hasta un bolso firmado por Marc Jacobs. Su historia ha dado pie a canciones, un musical, homenajes televisivos y hasta vallas publicitarias. Su fama p¨®stuma hizo que en 2018 finalmente se estrenara ¡®This Summer¡¯, el documental primigenio que coprotagonizaban junto a otros ilustres habitantes de los Hamptons y en el que se ve c¨®mo era Grey Gardens antes de que Jackie Onassis y Lee Radziwil decidieran rehabilitarla, ¡°una cinta que pone de manifiesto el precio del voyeurismo, el doble rasero que la sociedad aplica a las mujeres de una cierta edad¡±, escrib¨ªan tras su estreno en la edici¨®n americana de Vanity Fair. A Little Edie parec¨ªa no importarle aquella intrusi¨®n en su desgraciada intimidad, el problema es que ni siquiera pudo disfrutar de los frutos de aquel ¨¦xito que se forj¨® vi¨¦ndola enloquecer atrapada entre escombros.
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Otras mujeres confinadas de esta serie:
Mar¨ªa Callas
Yayoi Kusama:
Leonora Carrington: