Adicto al opio y seductor: Branwell, el hermano que provoc¨® la maldici¨®n de las escritoras Bront?
Charlotte, Emily y Anne son grandes autoras de la literatura inglesa, pero en vida siempre vivieron bajo la sombra del ¨²nico hijo var¨®n de la familia.
La escritora Charlotte Bront?, autora de Jane Eyre, era la mayor -dos hermanas que hab¨ªan nacido antes murieron en la infancia- y esto hac¨ªa que fuese la responsable, la cabeza pensante de todos los juegos, la que el resto de hermanos miraba antes de empezar a hablar. Emily, por su parte, la autora de Cumbres borrascosas, era la tozudez, el talento bruto, la furia que no sabe c¨®mo adaptarse a un mundo al que desprecia. Parec¨ªa no tener centro, re¨ªa m¨¢s alto que las otras, gritaba m¨¢s alto que las otras y se callaba m¨¢s obstinadamente que las ...
La escritora Charlotte Bront?, autora de Jane Eyre, era la mayor -dos hermanas que hab¨ªan nacido antes murieron en la infancia- y esto hac¨ªa que fuese la responsable, la cabeza pensante de todos los juegos, la que el resto de hermanos miraba antes de empezar a hablar. Emily, por su parte, la autora de Cumbres borrascosas, era la tozudez, el talento bruto, la furia que no sabe c¨®mo adaptarse a un mundo al que desprecia. Parec¨ªa no tener centro, re¨ªa m¨¢s alto que las otras, gritaba m¨¢s alto que las otras y se callaba m¨¢s obstinadamente que las otras. Por ¨²ltimo, Anne, la autora de La inquilina de Wildfell Hall, era la peque?a, la observadora, la delicada, la exquisita narradora que sab¨ªa moverse en silencio por las situaciones m¨¢s comprometidas. Su padre, Patrick Bront?, conoc¨ªa del talento y las ambiciones de sus hijas, y lo llenaban de orgullo, pero no hab¨ªa nada que se comparase a su ¨²nico hijo var¨®n, Branwell Bront?, el autor de¡ nada que se recuerde.
?Qui¨¦n era Branwell Bront? si no tiene historia? El ni?o mimado, el futuro gran prodigio del que poder presumir, el cuarto hijo de un pastor anglicano? que por fin ve¨ªa nacer un var¨®n. Llega a este mundo en 1817, solo un a?o despu¨¦s de Charlotte, e inmediatamente todas las grandes expectativas de grandeza de la familia recayeron en ¨¦l. El padre lo ten¨ªa siempre cerca, incluso educ¨¢ndolo en casa mientras sus hermanas quedaban encerradas en un internado. ?l ser¨ªa el hombre, el heredero, el genio que pondr¨ªa el nombre de los Bront? en el pante¨®n del arte y la literatura inglesa. Sin embargo, qued¨® para la historia como el responsable de la ca¨ªda de una de las sagas literarias m¨¢s extraordinarias que hayan existido nunca.
La propia Charlotte lo dijo muy bien: ?Naturalmente, mi pobre padre pensaba m¨¢s en su ¨²nico hijo que en sus hijas, y durante mucho tiempo ha sufrido por su culpa. Al morir, llor¨® su p¨¦rdida como David al perder a Absal¨®n. ?Mi hijo, mi hijo!, lloraba neg¨¢ndose a ser reconfortado?, escribi¨® en una carta a W. S. Williams. Porque Branwell fue siempre el basti¨®n, la esperanza del padre de una familia siempre a la deriva desde que la madre muriese en 1821.
Charlotte encontraba ?natural? que su padre se preocupase m¨¢s por su hijo. No imaginaba que pudiese ser de otra manera, demostraci¨®n de c¨®mo la mujer de principios del XIX todav¨ªa no cre¨ªa poder tener los mismos derechos que el hombre. S¨ª, la perfidia del patriarcado hizo que un chico sin talento preciso, lleno de frustraciones y amores locos, amante de la noche, el alcohol y el opio, tuviese en vida mayor visibilidad que cualquiera de sus hermanas.
Es curioso que aquel ni?o inteligente y divertido, aquel prodigio de talentos infinitos, como dec¨ªan sus padres, que traduc¨ªa en la primera adolescencia las Odas de Horacio o dibujaba a la perfecci¨®n los retratos de sus hermanas, tomara el apellido de su madre como nombre. ?l hab¨ªa nacido Patrick Bront?, pero todos lo conoc¨ªan como Branwell Bront?, como si hasta ¨¦l buscase refugio en el nombre de su madre sabedor que nunca podr¨ªa llegar a cubrir las expectativas paternas. ¡°Lloro con ¨¦l y aun as¨ª me regocijo¡ uniendo mi voz con el coro de ¨¢ngeles para bendecir el lamento del pecador¡±, escribir¨¢ en 1845 Anne en su poema El penitente, dedicado a su afligido hermano, que fallecer¨¢ dos a?os despu¨¦s, coincidiendo con la publicaci¨®n de las obras maestras de las escritoras. El a?o que ¨¦l muere, ellas comienzan a caminar hacia la inmortalidad. El destino es a veces macabro.
Su vida fue un caos, s¨ª, pero sus hermanas siempre estuvieron all¨ª para protegerlo y defenderlo del escarnio. Estaban unidos hasta el punto de que si ¨¦l ca¨ªa, todas estaban dispuestas a caer con ¨¦l. Elizabeth Gaskell, en su libro Vida de Charlotte Bront?, lo ridiculiza en extremo y le culpa del aire grotescamente rom¨¢ntico de las Bront?. Pero algo de verdad hay en una estructura familiar desequilibrada por completo, en la que todo el peso cae sobre los hombros de su eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil. ?Este generoso caballero en todas sus ideas, este loco en sus actos, muri¨® por una mujer. Pero a los 22 a?os, que esp¨¦cimen tan espl¨¦ndido era, con un poder mental extraordinario corriendo salvaje. Que glorioso talento ten¨ªa todav¨ªa por desperdiciar. Muri¨® sin honor, pero pudo haber hecho que el mundo de la literatura y el arte brillara con el nombre del que ¨¦l estaba tan orgulloso?, comentar¨¢ Francis Grundy, uno de sus amigos m¨¢s fieles.
Su decadencia empezar¨¢ pronto, derivada de? no saber lidiar con el rechazo y la decepci¨®n. El ni?o que todo lo tuvo, el ni?o al que le prometieron que el mundo ser¨ªa suyo, no encuentra m¨¢s que indiferencia. A partir de los 18 a?os, le rechazan en las revistas donde quiere colaborar, desprecian sus primeros intentos como artista, sus poemas no pasan la criba de la respetabilidad, nadie toma en serio sus revelaciones. ?Qu¨¦ hacer entonces? Beber. Es un hombre culto, de un ingenio r¨¢pido y una generosidad nerviosa, as¨ª que hace las delicias de sus compa?eros de la noche. All¨ª no es solo uno m¨¢s, es Branwell Bront?, el nombre cuyo eco despierta alegr¨ªa y admiraci¨®n, y eso le encanta. Pero todo aquello solo es un espejismo.
Su padre nunca desistir¨¢ en reconducirlo a la vida recta. Le consigue un trabajo en la estaci¨®n de ferrocarriles, pero a los pocos meses, cuando ha ascendido en sus labores y parece que ha reencontrado el camino, le acusan falsamente de robo y le echan, humillado y ofendido. No tiene suerte, desde luego. Parece que exista una conjura organizarla para minimizarlo y hundirlo.
La siguiente en salir a su rescate ser¨¢ su hermana Anne, que lo recomendar¨¢ como profesor del ni?o de la casa donde ella trabaja como institutriz. Anne, al ser mujer, solo puede encargarse de la educaci¨®n de las dos ni?as peque?as de la familia. As¨ª que llama a su hermano para que sea el profesor del hijo mayor. La familia lo acepta y empieza a trabajar hasta que se enamora perdidamente de la madre de los ni?os. Comenzar¨¢ aqu¨ª una historia de mentiras y seducci¨®n que acabar¨¢ en esc¨¢ndalo. Branwell parece sin duda el personaje de una de las novelas de sus hermanas. Est¨¢ claro que sin ¨¦l, no existir¨ªan las Bront?.
La verg¨¹enza de Anne es infinita, pero aun as¨ª lo apoya y defiende. Eso s¨ª, crear¨¢ el personaje m¨¢s nocivo, seductor y terrible de El inquilino de Wildfell Hall a imagen y semejanza de su hermano. Pueden perdonarle sus faltas, pero eso no quiere decir que no las vean. Ser¨¢ precisamente la imposibilidad de volver a abrazar a su amante lo que acabar¨¢ por desestabilizarle. El nombre de su amor prohibido, la se?ora Robinson, ahora parece un chiste de mal gusto, como si Branwell no fuera m¨¢s que la otra cara del Benjamin Bradock, de El graduado.
Su car¨¢cter se vuelve m¨¢s irascible y miserable. Bebe, toma opio y l¨¢udano, no duerme, pero ni aun as¨ª logra calmar su ansiedad. Antes, la noche le salvaba de sus frustraciones, pero ahora no lo consigue y acabar¨¢ por volverse loco. Intentar¨¢ prender fuego a la propia cama de su dormitorio, obligando a su padre a no quitarle ojo, haciendo que duerma cada noche a su lado. La humillaci¨®n es definitivamente absoluta.
Su vida disoluta no tardar¨¢ en pasarle factura. Enferma de tuberculosis, un triste recuerdo en la casa, ya que sus dos hermanas mayores fallecieron en la ni?ez de esta terrible enfermedad. Emily ser¨¢ su apoyo en sus ¨²ltimos d¨ªas. Siempre fue la persona m¨¢s cercana a su coraz¨®n, con la que ten¨ªa m¨¢s afinidad. Charlotte era demasiado distante y fr¨ªa, como si mirase al mundo desde arriba. Anne, por el contrario, es la peque?a e impresionable. Pero Emily es la estrella de sus juegos. Ella lo cuidar¨¢ con amor hasta el final con tal dedicaci¨®n que acabar¨¢ por contagiarle la tuberculosis. Morir¨¢ muy poco despu¨¦s que su hermano. Lo mismo ocurrir¨¢ con Anne, la encargada de cuidar a Emily.
La infame ca¨ªda de la casa Bront? no tiene fin. ?Cuando miraba el noble rostro de mi querido hermano, que la naturaleza hab¨ªa favorecido m¨¢s que a sus hermanas, me preguntaba qu¨¦ es lo que pudo llevarle por el mal camino, qu¨¦ hizo que descendiera a los infiernos cuando pose¨ªa tantos dones para elevarlo al Olimpo. Entonces, me embargaba una revelaci¨®n opresiva sobre la debilidad del ser humano, sobre la inecuaci¨®n incluso de los genios para llegar a la verdadera grandeza. Cuando la lucha finaliz¨®, y la calma sustituy¨® a su ¨²ltima pavorosa agon¨ªa, sent¨ª como nunca antes que hab¨ªa paz y perd¨®n en el cielo para ¨¦l?, afirmar¨¢ Charlotte tras su muerte.
En realidad, lo que quiere decir es que la paz y el perd¨®n es lo que sienten la escritora y sus hermanas en la tierra. Ya no tienen a nadie a quien cuidar, a nadie que las obligue a luchar a su favor. La calma y el silencio en la casa de las Bront? se convierte en absoluta. Porque sin Branwell, es cierto, no existen las Bront?. La familia se ha apoyado tanto en este hijo pr¨®digo que sin ¨¦l es imposible detener la decadencia.
Branwell morir¨¢ el 24 de septiembre de 1848, sin ser consciente de que sus hermanas van a convertirse en lo que su padre quer¨ªa para ¨¦l. Emily morir¨¢ tres meses despu¨¦s, el 19 de diciembre. Anne cerrar¨¢ la infame cadena y morir¨¢ el 28 de mayo de 1949, despu¨¦s de que su hermana Charlotte la acompa?e una ¨²ltima vez a ver el mar. Charlotte, la mayor, morir¨¢ en 1855 como albacea y protectora del legado de la familia, tambi¨¦n de tuberculosis. Les sobrevivir¨¢ Patrick Bront?, el padre, como si fuera un castigo por no haber apreciado en su justa medida a sus hijas. La historia le acabar¨¢ de dar la estocada. Ahora solo se hablar¨¢ de ¡°las Bront?¡±.