Coser un sue?o: as¨ª trabajan Josep Font y su equipo
Entre los bastidores de Delpozo solo cabe la magia. Josep Font y su equipo se ocupan del resto.
Qu¨¦ sensaci¨®n de intromisi¨®n despierta recorrer los bastidores de una casa de lujo. Adentrarse en un taller de costura, aunque sea previo permiso, es como caminar sobre esa l¨ªnea exigua entre lo prohibido y no. Uno no puede dejar de sentirse un infiltrado sigiloso, entre las mesas de batas blancas, alfileres, tijeras y m¨¢quinas de coser que dan vida a vestidos de hasta 178 patrones y decenas de horas de bordados. El estudio de Delpozo, capitaneado por Josep Font, es un oasis en el barrio de La Paz, al norte de Madrid, al que acaban de mudarse en busca de espacio. El creador ca...
Qu¨¦ sensaci¨®n de intromisi¨®n despierta recorrer los bastidores de una casa de lujo. Adentrarse en un taller de costura, aunque sea previo permiso, es como caminar sobre esa l¨ªnea exigua entre lo prohibido y no. Uno no puede dejar de sentirse un infiltrado sigiloso, entre las mesas de batas blancas, alfileres, tijeras y m¨¢quinas de coser que dan vida a vestidos de hasta 178 patrones y decenas de horas de bordados. El estudio de Delpozo, capitaneado por Josep Font, es un oasis en el barrio de La Paz, al norte de Madrid, al que acaban de mudarse en busca de espacio. El creador catal¨¢n ha demostrado ¨Ctras sus casi seis a?os al frente de la firma que recoge el legado de Jes¨²s del Pozo¨C que ¨¦l es como aquellos dise?adores que reclamaba el maestro Crist¨®bal Balenciaga: ?Arquitecto para los planos, escultor para la forma, pintor para el color, m¨²sico para la armon¨ªa¡?.
Su proceso creativo es sincero. En su atelier, las melod¨ªas se transforman en siluetas, la inspiraci¨®n en vol¨²menes y las referencias en colores¡ como aquellos a?os dorados de la costura en Espa?a, en los que los modistos promulgaban una conexi¨®n con la clienta mucho m¨¢s cercana, m¨¢s leal. A pesar de todo, entre estas paredes no se imprime la nostalgia. Sus prendas miran al futuro, al de la excelencia, con la fuerza y la solvencia de a quien por herencia le respalda un noble pasado. ?Desde que empezamos, adem¨¢s del dise?o, nuestro principal objetivo ha sido revalorizar las prendas bien hechas?, afirma.
El pasado mes de septiembre, Font present¨® en Nueva York su d¨¦cima colecci¨®n para la firma en los estudios Pier 59, junto al r¨ªo Hudson. Esa ma?ana entraba la luz directa a trav¨¦s de las cristaleras. ?Me interesa que las personas vean de cerca las piezas, que casi puedan tocar los tejidos, que sea un lujo acudir a la cita. Por eso es tan importante la luz natural. Me gustar¨ªa incluso que levantaran una falda o un vestido para que se pudiera ver lo bien hecha que est¨¢ por dentro?. Ah¨ª, en la intimidad de una prenda es donde se aprecian ¨Cy se esconden¨C las 35 horas de confecci¨®n y las 14 de bordado que acumulan algunas de sus propuestas. Marisa, la jefa de taller, coordina junto a su asistente al equipo que compone las cuatro ¨¢reas principales del estudio: 11 patronistas, 10 costureras, 2 bordadoras y 3 en el ¨¢rea de corte. Las 28 batas blancas del taller.
Musicalia, que as¨ª se llama la nueva colecci¨®n del verano 2018, se encuentra ahora en pleno proceso de producci¨®n para servir al centenar de puntos de venta que Delpozo suma por todo el mundo. ?La parte que m¨¢s disfruto es la del trabajo en equipo, inventando colores, fabricando texturas?, explica Font mientras recorre la mesa de patronaje. Es ah¨ª donde empieza todo. El punto de partida son siempre dos inspiraciones opuestas. ?Evito los temas demasiado evidentes?; prefiere abrir la puerta a otros v¨ªnculos, ?m¨¢s interesantes?.
De peque?o, Josep escuchaba a sus abuelos conversar sobre las excentricidades del compositor Xavier Cugat; le acab¨® apasionando su universo, que viviera en el Ritz de Barcelona, sus novias, sus perros¡ ?Era un personaje admirable, me encantaban sus musicales m¨¢s all¨¢ de la parte fr¨ªvola que envolv¨ªan sus orquestas y su mundo de glamour?. El recuerdo le vali¨® para construir parte del imaginario de la colecci¨®n del verano. Para contrarrestar el exceso, lleg¨® a la retina de Font la armon¨ªa de la fotograf¨ªa de Mar¨ªa Svarbova. La primera vez que vio la obra de la eslovaca le transmiti¨® paz .?Era delicad¨ªsima, minimalista y femenina?. Y as¨ª naci¨® Musicalia, un desfile de turbantes lazo de rafia que funden la extravagancia en lo depurado al ritmo de un refrescante swing.
Si hay algo que no ha cambiado en el coraz¨®n de esta casa desde los tiempos de Jes¨²s es el trabajo sobre maniqu¨ª. El pilar fundamental del proceso es el de la arquitectura de la prenda, el esqueleto a partir del cual se montan los vol¨²menes y de ah¨ª se construye la forma real en el atelier. ?Una vez tenemos el volumen y la inspiraci¨®n, desarrollamos los colores y tejidos y luego el resto es m¨¢s f¨¢cil?.
No siempre fue as¨ª. Los primeros a?os resultaron complicados para todos. ?Jes¨²s era m¨¢s hippy?, sonr¨ªe Marisa ante el recuerdo de quien fuera su maestro. ?Al principio fue muy duro?, recalca Font, ?cost¨® adaptar el taller a mi forma de trabajar. Yo ven¨ªa del mundo de la alta costura, exigente, perfeccionista, los acabados ten¨ªan que ser impecables. El equipo hizo un esfuerzo incre¨ªble y me han sabido captar. Marisa me mira y sabe perfectamente lo que necesito, lo que me gusta y lo que no, y hay cosas que directamente ni me las ense?an porque saben que no van conmigo?, sonr¨ªe el dise?ador. ?Ha sido un aprendizaje para todos. Aunque est¨¦ haciendo camisetas, tienen que estar impecables. No se trata solo de ver algo bonito, sino que puedas darle la vuelta y ver lo bien que est¨¢ hecho?, afirma.
En este laboratorio alquimista, la poes¨ªa se imprime sobre todo en los bordados. En la colecci¨®n de verano son blancos y se inspiran en la Diphylleia, una flor que se vuelve transl¨²cida cuando llueve. As¨ª de sutil es todo en el universo de Font. En su af¨¢n por reivindicar el valor de lo artesanal, el creativo se ha impuesto otro gran reto: ?Quer¨ªa inculcar el bordado de calidad, que hasta entonces estaba desprestigiado por su asociaci¨®n al bordado chino. Quer¨ªa recuperar la tradici¨®n y al principio nos bordaban unas monjas de clausura, hasta que terminamos buscando personal de la escuela de Lesage para que viniera a trabajar al taller?, relata. ?A veces hasta en las grandes marcas los bordados no est¨¢n bien hechos ¨Crecalca Font¨C, pero son casas que triunfan por los logos. A nosotros jam¨¢s nos comprar¨¢n por un logo, nos adquirir¨¢n por algo muy diferente que es la excelencia?.
En los tiempos que corren encontrar artesanos j¨®venes con experiencia es una tarea complicada. En el taller de Delpozo se respira un ambiente internacional ¨Cdonde conviven especialistas de distintas edades¨C, pero sobre todo el respeto al buen hacer y a las cosas bellas. Font se muestra positivo frente al futuro de la artesan¨ªa. Est¨¢ convencido de que la gente joven tender¨¢ a la ?especializaci¨®n extrema?. Tiene un amigo en Nueva York que solo hace pajaritas ?de una seda y unos colores en particular? o esa tienda en Par¨ªs especializada en guantes de hombre¡ ?qu¨¦ m¨¢s se puede pedir? ?Nosotros hemos decidido ir por ah¨ª y vamos a ir por ah¨ª?.
La excelencia tiene un precio. Los tiempos de producci¨®n se aceleran en este sector hasta un punto en el que puede llegar a ser insostenible. Creadores como Alber Elbaz, Riccardo Tisci o Peter Dundas han dejado recientemente sus puestos en grandes casas de costura para ser due?os de sus propios caminos, algo que a Josep no le extra?a: ?La industria est¨¢ perdida. Es un ritmo muy duro. Antes eran dos colecciones, ahora son cuatro, m¨¢s el punto, m¨¢s las novias, m¨¢s los bolsos¡ es muy duro s¨ª, pero hay gente que est¨¢ peor?.
Ese ritmo fren¨¦tico obliga a trabajar en tres colecciones simult¨¢neamente. ?El problema es que cada mes tengo que empezar una colecci¨®n nueva. Ahora estoy con la precolecci¨®n de oto?o, con la main collection de invierno y empezando la l¨ªnea de crucero. Es una locura. A veces tenemos que pensar dos veces antes de saber en qu¨¦ colecci¨®n estamos trabajando?.
Nada se parece a Delpozo, y nadie parece estar dise?ando algo parecido, se cuenta en la prensa especializada que llega de Nueva York. En menos de seis a?os, la firma espa?ola, que es propiedad del grupo Perfumes y Dise?o, se ha convertido en la costura de la nueva generaci¨®n de royals neoyorquinas, la fuente de deseo de primeras damas y actrices de culto. La primera fue Cate Blanchett en el Festival de Cannes de 2014. ?Me da mucha pena decirlo, pero todos mis iconos han vestido de Delpozo¡ Cate Blanchett, Tilda, Julianne Moore, Keira Knightley, Marion Cotillard¡?. Pena ninguna. ?Qu¨¦ dise?ador espa?ol puede decir lo mismo? Michelle Obama eligi¨® Delpozo en su ¨²ltima visita a Espa?a. No era la primera vez, Josep recuerda aquel vestido que tuvieron que modificarle porque lo quer¨ªa para una fiesta. Y de Obama a Melania Trump. ?Delpozo no es una marca pol¨ªtica y si ella se lo ha comprado con su dinero, como lo hizo Michelle Obama, yo estoy encantado. Me gusta que la marca se aprecie, m¨¢s all¨¢ de lo pol¨ªtico?, asegura Font.
De un tiempo a esta parte, la firma ha incorporado en sus colecciones prendas que la acercan a la calle, camisas, c¨¢rdigans, hasta alguna bermuda (de pinzas, por supuesto). Y aunque su principal mercado es el americano, Rusia o los pa¨ªses ¨¢rabes son sus nuevas conquistas. Actualmente, la casa cuenta con unos 85 puntos de venta (la pr¨®xima apertura ser¨¢ en Dub¨¢i) en m¨¢s de 30 pa¨ªses y su objetivo es alcanzar un m¨¢ximo de 120 puntos. ?No me gustar¨ªa que Delpozo se convirtiera en un Zara o similar. Evidentemente, la marca crece a un ritmo normal, como tiene que ser. Me gustar¨ªa que lleg¨¢ramos a ser una firma de lujo mundial?.