El enga?o de la durabilidad: ?vale siempre el ¡®compra menos, elige mejor, haz que dure¡¯?
Esta idea se ha convertido en la protagonista del discurso sostenible. Sin embargo, el mensaje que transmite no alcanza a todos por igual ni significa lo mismo para todo el mundo
Parece un jerogl¨ªfico. Y, encima, para descifrarlo hay que dar primero con ¨¦l, que tampoco es sencillo. Escondidos en las etiquetas del interior de prendas y calzado, los iconos que revelan c¨®mo tratar la ropa todav¨ªa resultan un misterio para muchos. Tambi¨¦n porque a pocos nos importa. La mayor¨ªa de lo que compramos ni siquiera est¨¢ hecho para subsistir m¨¢s all¨¢ de la temporada de rigor. Y, sin embargo, de esos s¨ªmbolos depende en gran medida la tra¨ªda y llevada durabilidad, incluso la de aquellos productos que no han sido programados para ella. Hay que saber interpretarlos, claro. Pero no so...
Parece un jerogl¨ªfico. Y, encima, para descifrarlo hay que dar primero con ¨¦l, que tampoco es sencillo. Escondidos en las etiquetas del interior de prendas y calzado, los iconos que revelan c¨®mo tratar la ropa todav¨ªa resultan un misterio para muchos. Tambi¨¦n porque a pocos nos importa. La mayor¨ªa de lo que compramos ni siquiera est¨¢ hecho para subsistir m¨¢s all¨¢ de la temporada de rigor. Y, sin embargo, de esos s¨ªmbolos depende en gran medida la tra¨ªda y llevada durabilidad, incluso la de aquellos productos que no han sido programados para ella. Hay que saber interpretarlos, claro. Pero no solo.¡°La de la durabilidad es una cuesti¨®n compleja porque tiene que ver con el tiempo. Y la noci¨®n de tiempo cambia seg¨²n la sociedad. Se trata de un fen¨®meno tipificado en a?os cuyo objetivo es la prolongaci¨®n de la vida ¨²til de la prenda o producto, pero esa longevidad es subjetiva y culturalmente condicionada, lo que impide reducir la durabilidad a una experiencia ¨²nica¡±, explican Kate Fletcher y Anna Fitzpatrick, investigadoras del Centro de Moda Sostenible del London College of Fashion, que apuntan en varias?direcciones en su intento por acotar al concepto, incluida la descolonizaci¨®n de ciertas ideas de imposici¨®n blanca y occidental: ¡°Durable es la ropa que pasa de generaci¨®n en generaci¨®n. Durable es la pieza que se mantiene intacta tras a?os de uso. Durables son la tierra y los ancestros, no lo que vistes. La durabilidad tambi¨¦n es una pr¨¢ctica que se les daba mejor a nuestros padres y abuelos, quiz¨¢ como reflejo de las diferencias sociales del momento¡±. Y rematan arguyendo que ¡°las habilidades que pose¨ªan para producir art¨ªculos duraderos deber¨ªa ser algo a aprender por quienes venimos detr¨¢s¡±.
La conclusi¨®n, si no definitiva, al menos s¨ª reveladora, de Fletcher y Fitzpatrick (autoras de Decentring Durability: Plural Ideas and Actions of Long Lasting Clothes, estudio realizado en 2021 para el proyecto Lasting, impulsado por el Consejo de Investigaci¨®n noruego) es que, por mucho que se quiera regular, la extensi¨®n en el tiempo de aquello que nos ponemos depende casi exclusivamente de cada cual, no de las m¨¢s o menos arcanas instrucciones de una etiqueta. Es un asunto personal. Y, s¨ª, est¨¢ vinculada adem¨¢s a factores tan aleatorios como el g¨¦nero, el cuerpo, el lugar y la comunidad a la que se pertenezca, las pol¨ªticas econ¨®micas, los sentimientos de orgullo o culpa asociados a las prendas y hasta los mitos/narrativas indumentarias, aparte del mero dise?o y confecci¨®n, aunque sea en ellos donde empieza todo. Jonathan Chapman lo llama ¡°durabilidad emocional¡±, seg¨²n la expresi¨®n acu?ada en su libro Meaningful Stuff: Design That Lasts (MIT Press, 2021). ¡°Somos consumidores de significado¡±, sostiene el profesor y jefe de doctorado de la Escuela de Dise?o de la Universidad Carnegie Mellon de Pensilvania. En efecto: la ropa que importa (aquello del ¡°que procure alegr¨ªa¡±, que dec¨ªa Marie Kondo) es la ropa que se conserva y, por ende, la que dura.¡°Aunque cr¨ªtico, ese clic psicol¨®gico no siempre resulta f¨¢cil de conseguir. El significado a menudo proviene de lo inesperado, una cualidad dif¨ªcil de garantizar para un dise?ador¡±, tercia Suz Okie, directora de estrategias creativas y econom¨ªa circular de la consultora estadounidense GreenBiz Group.¡°Aunque existen maneras de tocar la fibra sensible, y todas tienen que ver con el dise?o que pone a quien va a usarlo en el centro¡±, contin¨²a. Y enumera: ¡°Incentivar la conexi¨®n con el relato del producto a trav¨¦s de una historia, dotar de un halo de novedad a esas piezas concebidas para envejecer con gracia, o generar un v¨ªnculo permitiendo la customizaci¨®n o facilidad para el arreglo. Si el objetivo es prolongar el ciclo vital de la ropa, la mejor oportunidad de alcanzarlo est¨¢ en la fase de dise?o¡±. Problema: si el estilo ¡ªcar¨¢cter, peculiaridad¡ª no vibra en la misma onda que la resistencia f¨ªsica ¡ªlos tejidos y la confecci¨®n¡ª, no hay prenda que pase la prueba.
Desde los a?os sesenta del pasado siglo, la ropa empez¨® a dejar de estar pensada para durar. Entonces, la industria de la moda capitaliz¨® el revolucionario zeitgeist aprovechando el pujante flujo de dinero adolescente, que sobre todo derivaba en gasto textil. Pero no fue tanto una respuesta a las necesidades indumentarias diferenciales de los j¨®venes de la ¨¦poca como una triqui?uela para generarles nuevas necesidades de compra. De aquellos polvos, estos lodos, en especial por lo que le toca a la moda r¨¢pida. Hoy, la reacci¨®n contraria, ecoconcienciada y responsable, espoleada por la muchachada zeta vuelve la vista atr¨¢s en su consideraci¨®n de la durabilidad como arma decisiva de la cruzada sostenible: de acuerdo a los ¨²ltimos informes de Wrap, organizaci¨®n no guber-namental que opera en m¨¢s de 40 pa¨ªses en aras de la emergencia clim¨¢tica, prolongar la vida de una prenda solo nueve meses m¨¢s de lo programado en t¨¦rminos de estilo ahorrar¨ªa 7.000 millones de euros en recursos. Por eso, la Plataforma para la Aceleraci¨®n de la Econom¨ªa Circular (PACE, por sus siglas en ingl¨¦s) ha situa-do esta cuesti¨®n como primera llamada de su Circular Economy Action Agenda for Textiles, de la que participan lo mismo la ONU, la Fundaci¨®n Ellen MacArthur, la Global Fashion Agenda, Vestiaire Collective o la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo.Las iniciativas apelan al giro de guion en las pr¨¢cticas de la industria, pero, para el caso, siguen se?alando a las de consumo, cargando una vez m¨¢s las tintas en el com¨²n de los mortales. ¡°Usa menos ropa y por m¨¢s tiempo¡±, reza el tercer mandamiento de la agenda de la PACE. Un mensaje que remite al ¡°Compra menos, elige bien, haz que dure¡± propugnado por Vivienne Westwood, y resuena en el ¡°Compra mejor, ll¨¦valo m¨¢s tiempo¡± de Levi¡¯s. Como si eso no es lo que hubieran hecho los pobres de solemnidad ¡ªe incluso no tanta¡ª toda la vida, la durabilidad como ¨²nica prerrogativa a la hora de vestirse (no olvidemos, adem¨¢s, que el concepto nace asociado a la ropa de trabajo, que ten¨ªa que ser resistente, v¨¦ase el origen del pantal¨®n vaquero). Convertida en su ¨²ltimo santo grial, el lujo ha terminado por arrebat¨¢rsela: lo que ahora mismo se pregona como duradero, tambi¨¦n a mayor gloria del bochornoso quiet luxury, alcanza precios prohibitivos, imposibles de considerar siquiera como inversi¨®n.