Ellas tambi¨¦n mienten en el sexo (pero no como crees)
La mayor¨ªa de los mortales maquillamos, en mayor o menor medida, nuestra vida sexual para que encaje en el modelo a seguir o con diversos y oscuros prop¨®sitos. Pero las f¨¦minas lo hacen impuestas por los roles de g¨¦nero.
Hay dos asuntos en los que los espa?oles nos resistimos a decir la verdad aunque nos pongan en el potro de tortura: lo que ganamos y nuestra vida sexual, aunque contar mentiras en este ¨²ltimo ¨¢mbito es un defecto m¨¢s bien universal. Mentimos a la pareja, a los amigos, a los padres ¨Csuponiendo que haya un nivel de confianza que incluya el tratamiento de estos temas¨C y hasta al sex¨®logo que, a menudo, debe sacar la informaci¨®n real con sutiles t¨¦cnicas de interrogatorio.
Si, b¨¢sicamente, todo es mentira; en el sexo lo es m¨¢s porque confluyen numerosos factores que hacen que sea muy dif¨ªci...
Hay dos asuntos en los que los espa?oles nos resistimos a decir la verdad aunque nos pongan en el potro de tortura: lo que ganamos y nuestra vida sexual, aunque contar mentiras en este ¨²ltimo ¨¢mbito es un defecto m¨¢s bien universal. Mentimos a la pareja, a los amigos, a los padres ¨Csuponiendo que haya un nivel de confianza que incluya el tratamiento de estos temas¨C y hasta al sex¨®logo que, a menudo, debe sacar la informaci¨®n real con sutiles t¨¦cnicas de interrogatorio.
Si, b¨¢sicamente, todo es mentira; en el sexo lo es m¨¢s porque confluyen numerosos factores que hacen que sea muy dif¨ªcil, por no decir imposible, comprobar la verdad. Seguramente la NSA, con su moderno sistema de espionaje masivo, es la ¨²nica que podr¨ªa corroborar las haza?as er¨®ticas de los sospechosos de exagerar, pero dudo mucho que la organizaci¨®n quiera colaborar en el esclarecimiento de estos hechos. Los partenaires de los m¨¢s fantasiosos tampoco estar¨¢n dispuestos a hacerlo; ya que ellos, al ser en cierta manera c¨®mplices, ser¨ªan los primeros en quedar mal. As¨ª pues, ya que no hay nada ni nadie que certifique o no nuestros embustes, podemos poner en practica aquello de ¡°la imaginaci¨®n al poder¡± y contribuir a crear m¨¢s mitos en el legendario mundo del sexo.
Las encuestas son otro de los grandes montajes. Y me refiero a las de todo tipo. Trabaj¨¦ de encuestadora y s¨¦ de lo que me hablo. Entre lo mal que est¨¢n formuladas las preguntas, lo largos que son los cuestionarios, la prisa que tiene la gente; la angustia que le entra al encuestador al ver que le van a dejar un cuestionario inacabado y, por lo tanto inservible, lo mal que pagan y las que se medio inventan, el resultado final es una suma de todos estos obst¨¢culos que, con suerte, se acerca en un 50% a la verdad. Si el tema a tratar es el sexo, entonces ese porcentaje baja alarmantemente. Recuerdo un sondeo que hice sobre la andropausia que, tras los datos personales, empezaba con la sutil pregunta de ??tiene usted poluciones nocturnas??, a la que algunos contestaban diciendo que no, porque en su zona de la ciudad no hab¨ªa demasiada contaminaci¨®n. Solo uno de los encuestados reconoci¨® haber notado un cierto declive sexual, a pesar de que todos eran mayores de 50.
Las encuestas sobre sexo son como los selfies. Cuando te haces uno sonr¨ªes ense?ando el mayor n¨²mero de dientes posible, antes de que la cara vuelva a su estado habitual, que suele ser mucho menos divertido.
Pero, por si todo esto no fuera suficiente para fomentar el embuste er¨®tico, la popularizaci¨®n del porno no ha hecho sino echar m¨¢s le?a al fuego y contribuir a agrandar las fantas¨ªas de este mundo on¨ªrico que es el sexo. Educar a generaciones de j¨®venes inexpertos en la creencia de que se es eyaculador precoz si uno no aguanta m¨¢s de 30 minutos o programar a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n sus encuentros sexuales, de manera que, debido a la saturaci¨®n de im¨¢genes, no quede lugar a la creatividad o imaginaci¨®n. El porno no es malo, lo que est¨¢ mal es cre¨¦rselo.
Un experimento, ya hist¨®rico, para demostrar lo alejada que est¨¢ la gente de la verdad al hablar sobre su sexualidad fue el que hizo, en el 2013, la psic¨®loga Terri Fisher de la Ohio State University en Mansfield (Reino Unido). Los participantes, hombres y mujeres heterosexuales de entre 18 y 25 a?os, daban respuestas diferentes, dependiendo de si sospechaban estar o no conectados a un detector de mentiras. La tesis de Fisher es que la gente modifica la verdad para encajar en su rol de g¨¦nero. As¨ª, las chicas del estudio tend¨ªan a decir que hab¨ªan tenido menos parejas o rollos de una sola noche y a aumentar la edad de la p¨¦rdida de la virginidad. Ellos, por el contrario, exageraban estos datos para encajar en el molde macho man.
Claro que los estereotipos cambian con los a?os. Especialmente para las mujeres porque la m¨¢xima para los caballeros no ha variado un ¨¢pice desde el principio de los tiempos: ¡®de todo y mucho¡¯. Ellas, sin embargo, deben medir bien las proporciones para que lograr el dif¨ªcil equilibrio en la sociedad patriarcla entre no ser una pedorra y ser experimentada. El diario ingl¨¦s The Guardian, en un ?art¨ªculo que titulaba Why do we all lie in sex surveys? (?Por qu¨¦ todos mentimos en las encuestas sobre sexo?), apuntaba lo alejado de la realidad que le parec¨ªa un estudio, del 2013, en el que las mujeres reconoc¨ªan haber tenido 7 parejas sexuales a lo largo de su vida, mientras los hombres, de la misma edad, confesaban alrededor de 30. Adem¨¢s, lo comparaban con otro anterior, de 1991, en el que ellas solo hab¨ªan tenido una relaci¨®n y ellos 10.
La teor¨ªa que esbozaba el periodista era que las f¨¦minas adoptaban la misma actitud que Bill Clinton en el esc¨¢ndalo Lewinsky. Es decir, solo consideraban relaciones o encuentros aquellos con penetraci¨®n coital y exclu¨ªan los m¨¢s deshonrosos, fruto de borracheras o locuras transitorias. Cuando se escribi¨® el art¨ªculo Trump no hab¨ªa irrumpido a¨²n en la pol¨ªtica; pero ahora que lo ha hecho, la comparaci¨®n de un sector del g¨¦nero masculino ¨Cme como una y cuento 20¨C con el actual presidente de EEUU aparece en bandeja de plata, lo que podr¨ªa explicar los asombrosos resultados de las encuestas.
?Es el sexo la prueba del algod¨®n?
La pregunta del mill¨®n es, ?si somos capaces de admitir que hemos cometido errores y hasta fracasado en el trabajo, la familia o con los amigos; por qu¨¦ nos cuesta tanto reconocer que no somos perfectos en la cama? Seg¨²n Iv¨¢n Rotella, sex¨®logo, director de Astursex, centro de atenci¨®n sexol¨®gica en Avil¨¦s y miembro de La Asociaci¨®n Estatal de Profesionales de la Sexolog¨ªa (AEPS), ¡°la respuesta est¨¢ en que el sexo tiene que ver con lo que somos y no con lo que hacemos. Reconocer que no va bien es como admitir una debilidad intr¨ªnseca, una disfunci¨®n¡±. Mientras Delfina Mieville, soci¨®loga y sex¨®loga, con consulta en Madrid, cree que ¡°la sexualidad es donde se reflejan muchos problemas, donde vives la verdadera sensaci¨®n de inseguridad, donde est¨¢s desnudo en todos los sentidos. La sociedad puede entender que te despidan o que nadie quiera estar contigo, pero no es tan comprensiva en materia sexual. ?Por qu¨¦ si no algunos de los insultos m¨¢s ofensivos guardan relaci¨®n con el suspenso entre las s¨¢banas, como ¡®mal follada¡¯, ¡®impotente¡¯, ¡®calzonazos¡¯, ¡®fr¨ªgida¡¯ o ¡®estrecha¡¯?¡±.
Muy pocos tienen la humildad necesaria para reconocer sus horas bajas en materia de sexo y, por lo tanto, inventan o maquillan la realidad para encajar en lo que se espera de ellos. Aunque, generalmente, esos bar¨®metros cambian dependiendo de qui¨¦n est¨¢ delante. Por ejemplo, seg¨²n cuenta Rotella, ¡°la chica que ahora se lleva es una mujer que reivindica su propio deseo y placer, que se masturba y que quiere disfrutar de las relaciones. Sin embargo, todav¨ªa a muchos hombres ese modelo puede darles algo de miedo, inhibirlos, hacer que no se sientan muy seguros. Por lo tanto, si se encuentran estas dos personalidades, es muy posible que la chica ¨Csi el hombre le interesa- adopte una actitud m¨¢s retra¨ªda para no asustarlo. Los sexos se muestran diferentes cuando est¨¢n entre los de su mismo g¨¦nero y cuando interact¨²an con el opuesto. Las mujeres no hablan de sexo de la misma manera cuando est¨¢n solas que cuando hay hombres y lo mismo pasa con ellos¡±.
En el top ten de las disfunciones o problemas sexuales que m¨¢s cuestan reconocer est¨¢, para las mujeres, la falta de orgasmos. Sin embargo, en palabras de Mieville, ¡°lo que m¨¢s le molesta a la mujer es no ser deseada. Es f¨¢cil escuchar en consulta en boca de un hombre, ¡°es que mi pareja me tiene a pan y agua¡±, pero es muy dif¨ªcil que eso mismo lo admita una mujer. En una relaci¨®n ella se va a preocupar m¨¢s por gustar, por generar deseo que por pas¨¢rselo bien. Lo que explica que muchas de las que vienen a mi consulta con anorgasmia sean mayores de 40. Han esperado mucho o quiz¨¢s vengan cuando sienten que ya nadie las mira. El problema mayoritario del g¨¦nero femenino es una gran desconexi¨®n de nuestra genitalidad. Somos cabezas que llevamos un cuerpo a rastras¡±.
Los secretos inconfesables masculinos, sin embargo, giran entorno a la realizaci¨®n del acto, su duraci¨®n y la potencia invertida en el mismo. Seg¨²n Rotella, ¡°lo que m¨¢s les cuesta confesar a los hombres es que tienen problemas de erecci¨®n o duran, lo que ellos consideran, poco. Y para activar el fantasma de las disfunciones er¨¦ctiles basta con un simple gatillazo o el comentario desafortunado de una pareja. Entonces el pene toma los mandos de la relaci¨®n y empiezan los problemas. Los hombres son m¨¢s cuantitativos, mientras las mujeres son m¨¢s cualitativas. Fingir el orgasmo, una de las grandes mentiras femeninas, es en parte una t¨¢ctica, un premio, una galleta y una palmadita en la cabeza que se le da al hombre para trasmitirle que se ha portado bien y que puede estar tranquilo. En el fondo, las mujeres no le dan tanta importancia al orgasmo como los hombres. Una mujer puede decirte, ¡°me lo pas¨¦ fenomenal en la cama, jugamos, nos re¨ªmos. No llegu¨¦ al orgasmo pero disfrut¨¦ mucho. Confesar esto ¨²ltimo a un hombre ya le cuesta m¨¢s¡±.
?Puede una mentira ser piadosa?
Nunca he sido partidaria de calificar la relaci¨®n, nada m¨¢s acabarla, pero hay muchos aficionados a esta practica y, es entonces, cuando la mayor¨ªa de la gente se posiciona en los extremos. Est¨¢n los positivos, para los que todo est¨¢ muy bien, hasta que un d¨ªa saltan y arrojan toda la cr¨ªtica contenida con devastadores consecuencias; y est¨¢ lo que los sex¨®logos llaman ¡®sincericidio¡¯, que consiste en decir la verdad caiga quien caiga. Mieville hace tiempo que ve necesario la realizaci¨®n de un taller sobre habilidades sexo-sociales, ¡°es decir, como contar a la pareja lo que ha estado bien y lo que hay que mejorar, de una manera diplom¨¢tica. Las mujeres se quejan de que los hombres no conocen sus cuerpos, al mismo tiempo que no expresan sus deseos. Es como si esperasen que alguien les leyera el pensamiento¡±. Iv¨¢n Rotella, cree que ¡°mentir en la cama nunca es piadoso, al menos si quieres repetir con esa persona. Lo que hay que aprender es a decir las cosas en positivo porque los amantes a la carta, excepto en milagrosas ocasiones con un feeling especial, no nacen sino que se hacen¡±.
No hay que olvidar tampoco que, como apunta el refr¨¢n, ¡®se coge antes a un mentiroso que a un cojo¡¯ y que los embusteros profesionales invierten bastante tiempo en documentarse y estar al d¨ªa. En cuesti¨®n de sexo tambi¨¦n hay que saber lo que se lleva y lo que no. ?Recuerdan cuando el vibrador, entonces denominado ¡®consolador¡¯, era la prueba evidente de que se ligaba menos que en The Big Bang Theory? Pues ahora ser virgen a los 30 puede ser cool si uno ingresa en el club de los asexuales, aunque el porno entre chicas todav¨ªa tienen sus reticencias. La gente siempre me mira asombrada cuando les confieso que a m¨ª me gusta. ?Qu¨¦ te gusten las comedias no quiere decir que te guste Eddie Murphy!, les aclaro.