?Fue el aerobic una liberaci¨®n para la mujer o el comienzo de una nueva esclavitud?
La serie ¡®Physical¡¯, protagonizada por Rose Byrne y ambientada en el ¡®boom¡¯ de este deporte a comienzos de los a?os ochenta, reabre el eterno debate sobre si el culto al cuerpo y esa obsesi¨®n por cuidarse que lleva acompa?ando durante siglos a la mujer es, m¨¢s que una liberaci¨®n, otro mecanismo de control que ejerce sobre ella la sociedad heteropatriarcal.
¡°Are you ready?¡±. A tan solo unos segundos en el comienzo del v¨ªdeo ya suena el primer grito de ¡°?Est¨¢s preparada?¡± que presagia el ajetreado contenido que tendr¨¢ lugar los pr¨®ximos minutos. Un plano secuencia persigue la coreograf¨ªa dise?ada al mil¨ªmetro, a partir de calentamientos y splits sobre barras met¨¢licas siguiendo el ritmo de un pum pum ochentero. En medio de la clase aparece el letrero fluorescente de Jane¡¯s Fonda Workout, para dejarnos claro que esto va de gimnasia y que su prot...
¡°Are you ready?¡±. A tan solo unos segundos en el comienzo del v¨ªdeo ya suena el primer grito de ¡°?Est¨¢s preparada?¡± que presagia el ajetreado contenido que tendr¨¢ lugar los pr¨®ximos minutos. Un plano secuencia persigue la coreograf¨ªa dise?ada al mil¨ªmetro, a partir de calentamientos y splits sobre barras met¨¢licas siguiendo el ritmo de un pum pum ochentero. En medio de la clase aparece el letrero fluorescente de Jane¡¯s Fonda Workout, para dejarnos claro que esto va de gimnasia y que su protagonista, Jane Fonda, te lo va a poner dif¨ªcil.
A partir de ah¨ª, una pierde la cuenta de los Right, left, back, up, down (derecha, izquierda, detr¨¢s, arriba y abajo) que se agolpan en la voz de Fonda para dirigir los movimientos aer¨®bicos que cobran cada vez m¨¢s intensidad. Su grupo de bailarines parece sumergirse en un ritual cham¨¢nico, pero en vez de la ayahuasca es el propio cansancio lo que aporta ese subid¨®n. Agota con solo mirarlo. Es como si vivieran un viaje casi m¨ªstico por su propio cuerpo a lo largo de los 90 minutos que dura este VHS de 1982, el m¨¢s vendido de la historia hasta la fecha que revolucion¨® la manera de entender el fitness en el mundo. Sobre todo, para la mujer.
Para Annie Weisman, la creadora de la serie Physical que lleg¨® a la parrilla de Apple TV + hace unas semanas, esta escena resulta bastante familiar. Nativa de San Diego, antes de convertirse en guionista de televisi¨®n trabaj¨® como instructora de aerobic y abraz¨® esa manera compulsiva de hacer ejercicio enfocada en la mujer. La misma trayectoria que comparte el personaje de ficci¨®n Sheila Rubin (Rose Byrne), una ama de casa que tras una feliz fachada esconde un lado oscuro, sarc¨¢stico e incomprendido, que revela a trav¨¦s de una voz en off. A la sombra de un marido torpe, que tras perder su trabajo decide postularse como pol¨ªtico ambientalista, Sheila decide cambiar su vida anodina y emprender la aventura de convertirse en profesora de aerobic en un centro comercial y, m¨¢s tarde, en toda una estrella del fitness en VHS.
Hasta aqu¨ª puede sonar a una historia m¨¢s de emancipaci¨®n femenina, pero no precisamente de color violeta. En paralelo a este relato de superaci¨®n personal, se narra la relaci¨®n t¨®xica que Sheila mantiene con su cuerpo, obsesionada con su propia delgadez (y la de los dem¨¢s), lo que le lleva a provocarse el v¨®mito tras grandes atracones de comida durante episodios de estr¨¦s y ansiedad. Esta trama autobiogr¨¢fica de Weisman en la serie, que en su juventud sufri¨® continuos episodios de bulimia (al igual que Jane Fonda), hace que la visi¨®n del cuidado del cuerpo y en concreto del ejercicio que practica la protagonista haga tambalear cualquier pron¨®stico de liberaci¨®n de la mujer que tengamos en mente. ¡°Sheila encuentra en los ejercicios aer¨®bicos la oportunidad de aprovechar su rabia y el enojo internos y poder liberarlos por fin¡±, explic¨® Weisman en una entrevista a la red de podcasts The Ringer. ¡°Es un reemplazo. Una obsesi¨®n por otra¡±.
Para esclarecer si existe un trasfondo feminista o no, urge saber por qu¨¦ el aerobic se convirti¨® en un aut¨¦ntico ¡®boom¡¯ que arrastr¨® a varias generaciones de mujeres. Primero de la mano de Jane Fonda con 17 millones de copias vendidas de su primera cinta de entrenamiento, y m¨¢s tarde con Cindy Crawford y su saga de v¨ªdeos para ponerse en forma, que inaugurar¨ªa el superventas Shape Your Body Workout en 1992. La supermodelo estadounidense elevar¨ªa el aerobic a la altura del videoclip, con una est¨¦tica muy cuidada salpicada de planos merecedores de Peter Lindberg, estribillos de George Michael y azoteas neoyorquinas en los que demostrar que sudar la gota gorda estaba al mismo nivel que un desfile de moda.
En una entrevista al diario US Today, Weimar se?ala que el contexto pol¨ªtico social que toc¨® vivir a la mujer en los a?os ochenta fue la raz¨®n por la que canaliz¨® en el deporte su inconformismo y falta de realizaci¨®n. ¡±En estos a?os tuvo lugar la transici¨®n entre los ¨²ltimos vestigios del idealismo de los sesenta y el comienzo de la era Reagan. Mujeres como mi madre sintieron que el movimiento pol¨ªtico de (liberaci¨®n) de las mujeres les hab¨ªa fallado y quer¨ªan encontrar nuevas formas de sentirse poderosas. Una de ellas fue a trav¨¦s del fitness y la fuerza f¨ªsica¡±. Ese principio de acci¨®n-reacci¨®n que persigue, seg¨²n explica la periodista y activista Nerea P¨¦rez de las Heras a S Moda, al movimiento feminista desde sus comienzos. ¡°Est¨¢ comprobado que despu¨¦s de cada d¨¦cada de avances feministas existe una oleada de reacci¨®n. Tras los a?os setenta en los que la mujer vivi¨® un momento decisivo de liberaci¨®n, sobre todo en el plano sexual, llegaron los ochenta con todo lo contrario. El machismo y el patriarcado son muy estrategas y siempre encuentran una manera de sobrevivir, normalmente capitalizando y haciendo pasar cosas como ¡®liberaci¨®n femenina¡¯ que no tienen nada que ver. Fue el caso del cors¨¦ de Madonna, la hiperfeminizaci¨®n que buscaban las cinturas muy marcadas del aerobic o el exceso de maquillaje y joyas¡±.
Si el germen de todo ya pone en duda cualquier fundamento feminista, es su propia puesta en escena lo que lo desmonta. Para las que no est¨¦n familiarizadas con estas cintas, haremos un breve resumen. Cuando damos al play aparece frente a nosotras un cuerpo ¨¢gil, sin un cent¨ªmetro de grasa corporal y m¨¢s duro que una roca. Una divinidad con voz de mando militar a la que debemos imitar y aspirar. Son mujeres casi irreales, como la supermodelo Elle Macpherson cuyo apodo ¡°El cuerpo¡± sirvi¨® tambi¨¦n de reclamo para el v¨ªdeo de fitness The Body Workout en los a?os noventa sin apenas ¨¦xito.
Para lograr ese ideal de belleza ¡®solo¡¯ necesitabas seguir a diario los 90 minutos de este intenso entrenamiento. De fondo, continuos esl¨®ganes de superaci¨®n personal como el c¨¦lebre ¡°No pain, no gain¡± (¡°sin dolor no hay recompensa¡±) que populariz¨® Jane Fonda en los a?os ochenta. El mensaje es claro: hay que sudar y esforzarse. Sin trabajo duro olv¨ªdate de conseguirlo. Y si no lo haces te vas a sentir mal, como cuando Eva Nasarre pasaba lista en su programa de TVE Puesta a punto preguntando a los espectadores si hab¨ªan hecho deporte ese d¨ªa en sus casas. ¡°Todo ese ¡®boom¡¯ de las m¨¢quinas vibratorias y de aspirar a ser supermodelos como Cindy Crawford no fue otro cosa que un nuevo mecanismo del mercado para sacar dinero a las mujeres precarizadas a trav¨¦s de nuestras inseguridades¡±, apunta Nerea P¨¦rez de las Heras.
Lidia A. Costa, periodista e investigadora en materia de deporte y mujer del Instituto de Investigaciones Feministas y de G¨¦nero (INSTIFEM), analiza en su libro Fit Girls (Lunwerg, 2017) de forma ir¨®nica y divertida la obsesi¨®n actual que vivimos por el fitness y el cuidado de nuestro cuerpo. Una industria muy fruct¨ªfera que factur¨® en 2020 casi 97 mil millones de d¨®lares y que gener¨® en estos a?os ochenta, y en concreto con el aerobic, su primer gran impacto en la sociedad. ¡°Los a?os ochenta fueron el comienzo de la postmodernidad, con el individualismo extremo, la cultura audiovisual y el consumismo como elementos principales, y con hitos asociados como el del ¨¦xito brutal de la figura de Jane Fonda. Con ella, y sus entrenamientos de aerobic, el rol de la mujer madre y esposa cambi¨® hacia el de mujer sexy. Esto hizo que muchas mujeres, hastiadas con sus vidas de cuidadoras de familia y algunas tambi¨¦n trabajadoras fuera de casa, vieran en el aerobic una v¨ªa de escape. ?Pero de escape hacia d¨®nde?¡±, explica a S Moda. ¡°Lejos de resultar empoderante y mucho menos feminista, resituaba a las mujeres en un nuevo entorno de opresi¨®n y culto al cuerpo en nombre de una superaci¨®n postfeminista y neoliberal. Es decir, el que beneficia solo a nivel individual desactivando la lucha colectiva y el inter¨¦s por acabar con la ra¨ªz (pol¨ªtica) de la discriminaci¨®n de las mujeres¡±.
Todo ese fen¨®meno de falsa empoderamiento, recalca, comenz¨® aquellos a?os animando a las mujeres a hacer deporte en casa, concretamente en la cocina, ¡°con tus mopas de limpiar el polvo o con la escoba. Si no, con tu propio beb¨¦ a modo de pesas o con el carrito de tu hijo en el parque¡ ?Ojo con el empoderamiento que pod¨ªa propiciar hacer deporte con tu hijo a cuestas o encerrada en la cocina!¡± Esta situaci¨®n se replica en la actualidad aupada por la falta de conciliaci¨®n que prevalece en la vida de las llamadas ¡®supermujeres¡¯, trabajadoras y madres siempre pendiente de los cuidados de la familia como desvel¨® una fit girl con muchos seguidores en Instagram a Costa durante su primera investigaci¨®n sobre feminismo y g¨¦nero. ¡°Me confes¨® que siempre sal¨ªa de casa con el m¨®vil por si pasa algo, incluso si sal¨ªa a correr a las 6 de la ma?ana, antes de ir a trabajar (mientras tus hijos y tu marido, que juega al padel por las tardes, duermen)¡±.
En el apartado est¨¦tico, la opresi¨®n se recalca. Junto a dietas imposibles y tablas infinitas de ejercicios se impuso una moda (y un consumismo exacerbado) de llevar looks coordinados al m¨ªnimo detalle, basados en bodies h¨ªperjustados de dudosa comodidad y pesados leotardos, que m¨¢s que aligerar el movimiento lo dificultaban. Por no hablar de las melenas al viento salidas de la peluquer¨ªa o sujetas a una tira de toalla en la frente. El maquillaje, en vez de ausentarse, se pronunciaban hasta rozar el dramatismo. ¡°Este fen¨®meno estableci¨® una din¨¢mica entre mujeres que las infantilizaba (vuelta del color rosa en ropa y zapatillas, lenguaje infantil con lemas tipo ¡°Las mujeres no sudamos, brillamos¡±, ¡°A tope de power¡±, ¡°Hoy ganamos las mujeres¡± o ¡°Busca tu mejor versi¨®n¡±¡) y premiaba todo tipo de esfuerzos y sacrificios para poder salir a correr o hacer un poco de ejercicio¡±, explica Costa. La periodista se?ala la similitud que comparte con la vestimenta cl¨¢sica del ballet, que oprime y coloca en primer plano la cintura femenina. ¡°Algo realmente inc¨®modo para la gran mayor¨ªa de las mujeres, cuyos cuerpos y vientres no son planos e inmutables, sino que se expanden a medida que respiras. La vestimenta de ballet reproduce en cierto modo esa obsesi¨®n del aerobic por comprimir el abdomen llevando medias de tiro alto debajo¡±.
Cuatro d¨¦cadas m¨¢s tarde, ese mensaje liberador y de superaci¨®n unido al ejercicio intenso y una dieta exigente sigue presente m¨¢s que nunca en la sociedad pero, como se?ala Nerea, con otro enfoque. Ya no vende el adelgazar sino sentir que llevamos una vida sana, algo cada vez m¨¢s peligroso como demuestra el creciente n¨²mero de personas que sufren ortorexia, el trastorno metal derivado por la obsesi¨®n de mantener una alimentaci¨®n sana. ¡°Lo fit, la comida sana, e incluso lo curvy y el body positive son capitalizables. Ya no se vende la estevia o la avena para estar delgada sino como alimentos sanos¡±, se?ala. ¡°Las marcas se han dado cuenta de que las mujeres ya no tragamos con tener que ser como las supermodelos y lo que tratan de vender es una supuesta inclusividad con sus productos a trav¨¦s de ese relato. Pero ese relato les da igual, lo que quieren es vender¡±.