Marbella presume de su estilo libre
S¨ª, hay horteras y frikis, pero tambi¨¦n yoguis, arist¨®cratas, empresarios rusos y jeques discretos. Y todos son bienvenidos?, dice Mar¨ªa del Prado Muguiro. ?Ir en agosto a Puerto Ban¨²s es como ir al circo. Divertid¨ªsimo. Aqu¨ª la gente es m¨¢s libre vistiendo, nadie juzga, en todo caso te elogian por tu osad¨ªa?, contin¨²a la marquesa de Caicedo. Y es cierto. Los cinco millones de turistas que visitan anualmente el kil¨®metro y medio de la zona comercial muestran su colecci¨®n de estolas de piel, alta joyer¨ªa con triquinis y chanclas, looks de pasarela, estilismos propios de go-g¨®s y piez...
S¨ª, hay horteras y frikis, pero tambi¨¦n yoguis, arist¨®cratas, empresarios rusos y jeques discretos. Y todos son bienvenidos?, dice Mar¨ªa del Prado Muguiro. ?Ir en agosto a Puerto Ban¨²s es como ir al circo. Divertid¨ªsimo. Aqu¨ª la gente es m¨¢s libre vistiendo, nadie juzga, en todo caso te elogian por tu osad¨ªa?, contin¨²a la marquesa de Caicedo. Y es cierto. Los cinco millones de turistas que visitan anualmente el kil¨®metro y medio de la zona comercial muestran su colecci¨®n de estolas de piel, alta joyer¨ªa con triquinis y chanclas, looks de pasarela, estilismos propios de go-g¨®s y piezas de alta costura. Pero tambi¨¦n quedan defensores de la aut¨¦ntica est¨¦tica marbell¨ª, que impuso el fundador de esta ciudad, Alfonso de Hohenlohe, en la que los hombres nunca llevaban pajarita, pero s¨ª pantalones de color con camisa de lino y las mujeres vest¨ªan caftanes, ?de Pucci?, puntualiza Pablo de Hohenlohe, sobrino del mentor de la nueva Marbella.
01/ El pasado siempre vuelve
En 2010 se estrenaron los Spring Games (propuesta que une ocio, deporte y solidaridad) y r¨¢pidamente se conocieron como los juegos deportivos de la aristocracia europea. ?Pero era mentira, de los 24 participantes solo cinco ten¨ªan un t¨ªtulo. No somos un grupo de pijos que se juntan para gastar?, dice Pablo de Hohenlohe, su organizador. Esta edici¨®n recaud¨® 24.000 euros que se destinaron a Deporte y Desaf¨ªo y Peque?o Deseo.
?Hay que estar orgulloso de lo que han hecho nuestras familias y no estar justific¨¢ndonos?, comenta su mujer mientras se coloca un mech¨®n de pelo azul. Pablo argumenta. ?La familia de mi madre, los Medinaceli, tenemos en ?beda una escultura desde el siglo XVI. En la guerra civil los republicanos la decapitaron, y al enviarla a Florencia para restaurarla se descubri¨® que es de Miguel ?ngel. ?Ning¨²n medio lo ha comentado!?, enfatiza. ?Mi t¨ªo dijo: si un duque la hubiera destrozado y la reparasen republicanos, saldr¨ªa en todas partes?.
Se levanta el aire junto al muelle y Pablo protege a su mujer con una chaqueta que se hizo en una sastrer¨ªa de Savile Row, Londres: ?Est¨¢ confeccionada con una tela que usaban los ingleses que viv¨ªan en India, es el tejido que mejor repele el calor?. Hohenlohe estudi¨® Dise?o Industrial en Parsons, Nueva York. ?He hecho retretes y Ferraris. Y tambi¨¦n he colaborado con Cartier, Panerai o Dunhill?. Mar¨ªa se encarg¨® de la expansi¨®n en Espa?a de Chlo¨¦. ?Ahora formo a los equipos de las tiendas como aut¨®noma?. Tambi¨¦n dise?a. ?Nos gustar¨ªa lanzar una marca, pero no somos ambiciosos. S¨ª tengo un proyecto de abrir un centro de meditaci¨®n. Me he metido en el rollo espiritual y me da igual parecer una marciana. Cada vez somos m¨¢s a los que nos gusta tener paz interior. Quien no lo comprenda que piense lo que quiera?.
?Odio el t¨¦rmino jet set; significa gente que viaja en su avi¨®n. Aqu¨ª vienen personas a relajarse y les cuidamos porque vivimos de ellos?, asegura la princesa Mar¨ªa Luisa de Prusia. En la foto posa con su marido, el conde Rudi.
Pablo Zamora
02/ Los reyes de la ciudad
??D¨®nde est¨¢ tu corona?, eso es lo que me preguntan todos los ni?os?, sonr¨ªe la princesa Mar¨ªa Luisa de Prusia, biznieta del emperador Guillermo II. ?Nunca viv¨ª en un castillo. Perdimos todo en la Segunda Guerra Mundial. Mi padre trabajaba de corredor de seguros y yo como enfermera hasta que conoc¨ª a mi amor?, y toca con humor al conde Rudolf Graf von Sch?nburg. El conde Rudi, como le llaman en la localidad, pis¨® Marbella en 1956 llamado por Alfonso de Hohenlohe para que lo ayudara a gestionar el hotel Marbella Club. ?Conseguimos atraer a toda la aristocracia europea y estrellas de Hollywood. Eran fiestas donde no hab¨ªa etiqueta. Todos ven¨ªan a relajarse, no como ocurri¨® despu¨¦s, que parec¨ªa una competici¨®n por ver qui¨¦n llevaba el vestido o la joya m¨¢s cara?. Audrey Hepburn, Gina Lollobrigida, Brigitte Bardot, los Windsor, Rainiero y Gracia de M¨®naco, Liz Taylor o los Reagan. Todos veraneaban en torno al Beach Club levantado por Noldi Schreck, el arquitecto que particip¨® en la construcci¨®n de Beverly Hills.
Pero todo se estrope¨® a partir de los 80. ?La prensa hizo mucho da?o, nos describ¨ªan de forma muy sarc¨¢stica, hablaban sobre c¨®mo nos pein¨¢bamos o si repet¨ªamos vestidos?, recuerda la princesa. ?Yo no lo entend¨ªa. Esta ciudad vive del lujo, da muchos puestos de trabajo y las galas de las que se burlaban, como la de la Asociaci¨®n Concordia Antisida [que preside], sirven para ayudar a muchas personas?, afirma.?
?Cada ma?ana me r¨ªo antes de levantarme, pero no lo hago sola, sino con Dios o los ¨¢ngeles?, comenta Kimera Nakachian, que este a?o grabar¨¢ un nuevo disco. En la foto, junto a su marido, Raymond Nakachian.
Pablo Zamora
03/ Protagonistas de la era ¡®jet set¡¯
Ya apenas salen de su mansi¨®n, villa M¨¦lodie. Aquellos a?os 80 en los que protagonizaban cada evento de la noche marbell¨ª son ahora parte de su archivo fotogr¨¢fico. Se suceden los recuerdos: Vaitiare ¨Cuna de las novias m¨¢s famosas de la era playboy de Julio Iglesias¨C en su sal¨®n; cuando tomaban el t¨¦ con el rey Fahd, de Arabia Saudita; o bromeaban en exclusivas cenas con Robert De Niro. ?Aquella ¨¦poca era muy falsa?, comenta el empresario liban¨¦s Raymond Nakachian, a quien corrige su esposa Kimera. ?No digas eso, no es verdad. Lo pasamos muy bien. Gil era muy divertido, aunque no hicimos negocios con ¨¦l. Y nos re¨ªamos mucho con Gunilla. Ya no hay fiestas como aquellas?, lamenta la princesa descendiente de la dinast¨ªa Simla.
Raymond ganaba fortunas en negocios inmobiliarios y petrol¨ªferos. Pero tal y como llegaba el dinero, se iba. Uno de sus fracasos lo vivi¨® al intentar comercializar la alpha-fetoprotein, ?una c¨¦lula que cura el c¨¢ncer y solo se consigue de abortos, placentas o cordones umbilicales?. O al comprar un terreno de tres millones de metros cuadrados que la Junta de Andaluc¨ªa le expropi¨® por ser parque natural. Entonces su nombre salt¨® a los informativos porque su hija M¨¦lodie fue secuestrada. ?El a?o pasado celebramos el 25 aniversario de su liberaci¨®n. A sus 31 a?os es meteor¨®loga, psic¨®loga y ha hecho un curso de maquillaje en Los ?ngeles para trabajar en Hollywood?.
Muchas han sido las noticias sobre su situaci¨®n econ¨®mica. ?Dije que estaba tieso para que la gente que quiere aprovecharse me dejara en paz?, comenta Raymond. Mientras, Kimera no abandona su sonrisa. ?Siempre estamos de arriba para abajo. Ahora mi marido hace muchos negocios con Arabia?. El empresario puntualiza. ?Vivimos en una casa con 16 habitaciones y conducimos un Mercedes, no somos pobres?. Y se coloca la cruz de oro y esmeraldas que lleva, regalo de su esposa. Ella solo se viste de blanco. ?Desde hace 17 a?os, cuando falleci¨® mi hermano, solo uso este color. Antes lo utilizaba los domingos para honrar a Dios. Pero tras la muerte de mi hermano pens¨¦ en toda la suciedad que ten¨ªa por dentro y cre¨ª que primero ten¨ªa que limpiarme por fuera para limpiar mi interior?. Al ver esta imagen impoluta es inevitable recordar cuando era una estrella de la ¨®pera pop.
?De mi primer disco, The Lost Op¨¦ra (1984), vend¨ª 16 millones de copias?, dice orgullosa. ?Aquella imagen la creamos juntos?, recuerda Raymond. ?Estaba en una feria en Par¨ªs y v¨ª a un artista del bodypainting y le pregunt¨¦ si podr¨ªa hacer eso en la cara de mi mujer. Tard¨® tres horas en pintarme, porque tengo la cara muy grande?, dice ella entre carcajadas. Tras el secuestro, se retir¨®. ?M¨¦lodie no quer¨ªa quedarse sola y abandon¨¦ las giras?. Ahora planea su regreso. ?Ser¨¢ un disco espiritual pero con ritmo moderno para aumentar las vibraciones de amor que hay en la Tierra?.
Mario Guarnieri, propietario de los concesionarios que venden coches de marcas como Porsche y Ferrari. Lotta y Annika Sundberg, directoras de la empresa de yates Marina Marbella.
Pablo Zamora
?04/ Al servicio del dinero
?Un yate a medida? ?Un descapotable personalizado? ?La colecci¨®n de invierno de Alexander McQueen en julio? A todo, s¨ª. Mario Guarnieri mostr¨® a los 70.000 espectadores que pasearon por Puerto Ban¨²s durante el Marbella Luxury Weekend, su colecci¨®n de coches de marcas como Ferrari, Fornasari o McLaren. Y hubo una estrella: ?El Porsche 911 GT2 pintado por Daniela Boo y valorado en m¨¢s de 1,5 millones de euros?, asegura.
Guarnieri recibe en un Azimut de 85 pies a sus clientes y amigos, como las hermanas Annika y Lotta Sundberg, que dirigen la empresa familiar Marina Marbella. ?Fabricamos yates desde 500.000 euros hasta 10 millones y gestionamos el 25% de los amarres del puerto?. A ellas no les sorprenden los caprichos. ?Hemos llegado a enviar por avi¨®n un yate de 65 pies hasta Kazajist¨¢n y otro a Mallorca. Si no, sus propietarios no pod¨ªan tenerlos a tiempo para sus vacaciones?.
?Qu¨¦ diferencia a sus clientes? ?Quieren lo espectacular?, dice Alejandro Guti¨¦rrez, encargado de compras y relaciones p¨²blicas de las cuatro tiendas multimarca Elite. ?Las rusas buscan lo exquisito, y les fascina Ala?a o Pucci. Y las ¨¢rabes compran accesorios potentes como los de Alexis Bittar o los bolsos Delvaux?. Guti¨¦rrez reniega de la imagen que se tiene de la ciudad: ?Gusta el Swarovski o la lentejuela, pero como detalle. En Espa?a se asocia a la ostentaci¨®n, pero ni los dise?adores ni nuestras clientas lo ven as¨ª?. En sus tiendas compran Kylie Minogue o Mariah Carey. ?Pero tambi¨¦n grandes fortunas que van sin guardaespaldas para no llamar la atenci¨®n?.?
05/ Lista de estrellas
En el disco The Miracle (1989), Freddie Mercury le dedic¨® una canci¨®n al yate de Adnan Khashoggi, el Nabila, que tambi¨¦n fue parte del decorado de Nunca digas nunca jam¨¢s (1983) de Bond. El millonario y su mujer, Lamia, lo han vendido y viven de forma m¨¢s austera. Ella se dedica a la filantrop¨ªa, es la vicepresidenta de la ONG The Children for Peace, que junto con Acci¨®n Contra el Hambre organiza la gala Soul & Stars. Un cubierto cuesta 300 euros, con un men¨² realizado por chefs que suman seis estrellas michelin ¨CDani Garc¨ªa, Nacho Manzano, Jos¨¦ Carlos Garc¨ªa, Joaqu¨ªn Felipe, Marcos Mor¨¢n y Paco Morales¨C. Pero la silla da derecho a relacionarse con la ¨¦lite marbell¨ª, como Ahmed Ashmawi, hijo del jeque Mohamed Ashmawi, o las princesas Beatriz Hohenlohe y Beatriz de Orleans. Adem¨¢s de contribuir a una buena causa a trav¨¦s de una subasta, en la que este a?o no se derroch¨®. Un ejemplo: se vendi¨® por 2.000 euros una moto valorada en 4.000.