?Qu¨¦ se lleva? Todo y nada: la gran burbuja de las tendencias
Internet las ha herido y la cultura del ¡®revival¡¯ las ha rematado. Hoy en d¨ªa se lleva todo y nada.
De todas las experiencias delirantes que puede procurar la moda a quienes tienen que lidiar con ella, la presentaci¨®n de un informe de tendencias es una de las m¨¢s vergonzantes. Elaborados por agencias especializadas en an¨¢lisis de mercados y h¨¢bitos de consumo, semejantes estudios suelen servir para adelantar, al menos con un par de a?os de previsi¨®n, aquello que un d¨ªa ser¨¢ objeto de seguimiento o compra masiva a mayor gloria de marcas y corporaciones multinacionales. Estilos, siluetas, tejidos, colores, pero tambi¨¦n comportamientos y usos. Todo parece normal hasta que la co...
De todas las experiencias delirantes que puede procurar la moda a quienes tienen que lidiar con ella, la presentaci¨®n de un informe de tendencias es una de las m¨¢s vergonzantes. Elaborados por agencias especializadas en an¨¢lisis de mercados y h¨¢bitos de consumo, semejantes estudios suelen servir para adelantar, al menos con un par de a?os de previsi¨®n, aquello que un d¨ªa ser¨¢ objeto de seguimiento o compra masiva a mayor gloria de marcas y corporaciones multinacionales. Estilos, siluetas, tejidos, colores, pero tambi¨¦n comportamientos y usos. Todo parece normal hasta que la consultora de turno empieza a glosar la labor de sus equipos de rastreo, que generalmente reparte por los presuntos puntos calientes de todo el planeta, de Londres a Tokio, de Berl¨ªn a Ciudad del Cabo, pero tambi¨¦n por esos lugares que ni se pueden situar en un mapa y que, faltar¨ªa, son donde se cuece la verdadera acci¨®n. Es entonces cuando sueltan eso de que en Kinsasa hay un grupo de patinadores radicales que decoran sus tablas con motivos tribales luba, o que los asistentes del Fuji Rock acarrean mochilas tama?o pagoda, por eso de que el etnoskate y la mochila tama?o armario dominar¨¢n la Tierra en un futuro cercano. Y as¨ª es como se nos ha estado vendiendo humo, por no decir tomando el pelo, hasta la fecha.
Durante d¨¦cadas, el tocomocho de la predicci¨®n y consiguiente prescripci¨®n de tendencias ha engrasado la maquinaria de una industria asustada ante la idea de que la demanda de consumo se encontrara al borde del colapso. El mito hablaba incluso de esos illuminati del estilo que, reunidos en alg¨²n lugar secret¨ªsimo, impon¨ªan lo que se iba a llevar y lo que no cada seis meses. Hasta que la amenaza se desactiv¨® redoblando la avaricia, con la inestimable ayuda de las nuevas tecnolog¨ªas. La aceleraci¨®n y el v¨¦rtigo digitales atomizaron las oportunidades de negocio y, desde entonces, las tendencias son un estilo de vida. ?Hoy por hoy, la idea de un pu?ado de personas sentadas en una habitaci¨®n decidiendo qu¨¦ colores lo van a petar en dos a?os o qu¨¦ materiales se van usar en tres resulta una aut¨¦ntica idiotez?, proclama Marc Worth, otrora gur¨² del coolhunting (?alguien recuerda aquella profesi¨®n de futuro?). Tiene gracia que lo diga ¨¦l, fundador en 1997 junto a su hermano Julian de la que posiblemente sea la consultora de tendencias m¨¢s solicitada de la que haya noticia, la Worth Global Style Network (por sus siglas la reconocer¨¢n: WGSN). Quiz¨¢ sabedor de lo que se avecinaba, hace casi tres lustros la vendi¨® por una millonada a la compa?¨ªa editorial brit¨¢nica eMap, para reaparecer en 2009 con Stylus, un servicio de ?investigaci¨®n creativa?, que no ?predicci¨®n de tendencias?. ?No predecimos nada. Nos limitamos a proporcionar la inspiraci¨®n para que los creadores desarrollen sus propios discursos?, explica. ?En todo caso, rastreamos la evoluci¨®n de las tendencias. Ahora todo sale de las redes sociales, y los estilos que dictan de un d¨ªa para otro desaparecen con la misma rapidez?, concluye.
El producto de temporada ya no se vende como antes. Hoy necesitas trabajar tu identidad de marca para distanciarte de los competidores
?El problema est¨¢ en la propia palabra. Decir tendencia ahora mismo es como decir lujo, que nadie sabe ya exactamente qu¨¦ significa, d¨®nde empieza y d¨®nde acaba?, expone Pierre-Fran?ois Le Lou?t, director ejecutivo de la consultor¨ªa parisina NellyRodi y presidente reelecto de la Federaci¨®n Francesa de Pr¨ºt-¨¤-Porter Femenino. Esta es su teor¨ªa: ?El producto de temporada ya no se vende como antes. Hoy necesitas trabajar tu identidad de marca para distanciarte de los competidores. Por eso las tendencias solo tienen sentido como herramientas para convencer a tus compradores de que tu firma entiende c¨®mo ha cambiado el mundo?. Lo que Le Lou?t viene a decir es que en el turbulento escenario digital, tomado por celebridades, blogueros, youtubers e influencers pontificando sobre lo que s¨ª y lo que no en t¨¦rminos de estilo a la velocidad del rayo, o te distingues con tu propuesta o est¨¢s medi¨¢tica y econ¨®micamente sentenciado. ?Con lo r¨¢pido que va todo, decir que algo es tendencia resulta insustancial. Ni lo consideras?, arguye por su parte la danesa Anne Lise Kjaer, fundadora de la agencia Kjaer Global con base en Londres y asesora de ense?as del alcance de Swarovski, La Perla, Gap, Ikea o Sony. Kjaer es lo que se conoce como una ?narradora futurista?, capaz de adelantar la mentalidad de consumo como Esperanza Gracia escudri?a los astros. Para ella, el nivel de autorrealizaci¨®n del comprador moderno es tal que solo entiende el producto si conecta con ¨¦l emocionalmente: ?En estos tiempos de abundancia, hemos pasado de pensar en tendencias a hacerlo en t¨¦rminos de estilo de vida, bien porque sigues un determinado blog, bien porque has visto a alguien que te gusta en Instagram. Se trata de elecciones de estilo antes que de consumir tendencias de manera compulsiva?, opina.
As¨ª que Internet es el apocalipsis de las tendencias y las redes sociales (Instagram, Twitter, Snapchat, Facebook), sus cuatro jinetes. Cabalgando a galope tendido, se han llevado por delante la proverbial estacionalidad de la moda, lanzando a creadores y marcas a una enloquecida espiral de colecciones, precolecciones, colecciones c¨¢psula, colaboraciones especiales y drops (la vieja jugada del streetwear para crear expectaci¨®n cada mes o incluso semana entre sus fieles que ya ahora tambi¨¦n se aplican las etiquetas de lujo) sin soluci¨®n de continuidad en aras de una novedad constante que arrastre al consumidor. Encontrar una fuente autorizada, un filtro que ponga algo de orden y sentido en semejante marasmo se antoja cada vez m¨¢s dif¨ªcil. ?Hay un mont¨®n de cosas, pero ya no existe un movimiento Pierre Cardin o un momento Courr¨¨ges. Estos no son tiempos de futuro, no estamos pendientes de ¨¦l. La gente ni siquiera reconoce la tecnolog¨ªa. No creo que haya ni un comprador de moda que sepa qu¨¦ es realmente el corte al l¨¢ser?, esgrime airada Lidewij Edelkoort, suprema de los brujos de las tendencias. La holandesa, una celebridad en lo suyo, empez¨® a predecir tendencias a mediados de los a?os setenta v¨ªa su propia agencia, Trend Union, con tal tino que sus reportes anuales han sido consultados lo mismo por Camper que por Gucci. En 2015 solt¨® aquello de ?la moda ha muerto? a modo de manifiesto y desde entonces no ha parado de decirle a quien quiera escucharla (pagarla, en realidad) que los estilos ya no importan. ?La gente est¨¢ por la gastronom¨ªa, por las series de televisi¨®n, por los festivales de m¨²sica y la ropa ha pasado a ser accesoria antes que necesaria?, asume.
El discurso de Edelkoort gusta porque, adem¨¢s de pronunciarse sin pelos en la lengua, no tiene reparos en apelar a cuestiones sociales y pol¨ªticas. ??C¨®mo vamos a preocuparnos de si se lleva esto o aquello cuando estamos paralizados y atemorizados por lo que est¨¢ pasando en Estados Unidos, en Polonia o en Austria? El miedo s¨ª que es global?, conced¨ªa en una entrevista a WWD. Eso s¨ª, sigue elaborando su informe anual, que de algo hay que comer. El que refiere el pr¨®ximo 2020 se titula Folk y trata de arrojar una visi¨®n positiva a prop¨®sito de aquello que nos une como humanos a trav¨¦s de la artesan¨ªa, las t¨¦cnicas textiles ancestrales y la moda. ?Viene una corriente muy potente de dise?os inspirados en el folclore. Son prendas y t¨¦cnicas que no tienen fronteras. Ya est¨¢n en la calle, aunque nadie lo reconozca como tal?, apunta. Y se queda tan ancha, como si Balenciaga, Saint Laurent, Lacroix o Van Noten, por citar los m¨¢s obvios, no lo hubieran hecho en sus d¨ªas. Del tema de la apropiaci¨®n cultural que se desprende de su predicci¨®n, mejor no hablemos. De su otra profec¨ªa estelar, ?reevaluar los colores de invierno ante los veranos cada vez m¨¢s largos propiciados por el cambio clim¨¢tico?, tampoco.
Para el caso, ha llegado septiembre y aqu¨ª estamos de nuevo los medios, anunciando lo que se lleva este oto?o-invierno. Repasemos: vuelven el grunge y el punk. Los ochenta y los noventa. La pata de gallo y el pr¨ªncipe de Gales. El leopardo y, atenci¨®n, la cebra. Vuelve hasta el rancio abolengo burgu¨¦s, aunque nos lo pintan como si fuera el nuevo rock¡¯n¡¯roll. Michael Kors regresa a Studio 54, Maria Grazia Chiuri conjura la rebeld¨ªa a?os cincuenta de las teddy girls en Dior y Hedi Slimane tiene la culpa de la resurrecci¨®n de la vieja madame de la Rive Gauche tras saquear los archivos setenteros de Celine. Si alguien busca novedad, buena suerte. ?Por qu¨¦ a los dise?adores actuales les cuesta tanto crear de acuerdo con su tiempo? Hay excepciones: Marine Serre, Martine Rose, Telfar o Glenn Martens. Pero incluso a estos podr¨ªamos hacerles hueco en la larga lista de contribuyentes a las presuntas tendencias. Ya ni necesitamos esperar medio siglo para el revival de los estilos, como estableciera el historiador James Laver; bastan 10 a?os para reivindicar el legado est¨¦tico de Paris Hilton. Est¨¢ visto: para genuina tendencia, la nostalgia. Y para predecible, el ser humano.