?Recuerdo entrar y pensar que era una catedral?: KaDeWe, los grandes almacenes donde Marlene Dietrich compraba cremas y Billy Wilder tabaco
El estreno en Filmin de KaDeWe, una serie que cuenta la intrahistoria de estas galer¨ªas de lujo centenarias, es una buena excusa para conocer el gran impacto que han tenido en la vida de los alemanes.
?Puede una serie de televisi¨®n contar una ¨¦poca entera de un pa¨ªs (Alemania, a lo largo de los a?os 20), abordar una historia de amor y mostrar con ella la cultura l¨¦sbica de aquellos tiempos (en plena Rep¨²blica Weimar), narrar los albores del nazismo y sus estragos posteriores, ahondar en el mundo de las crisis financieras, del amor por la moda, por el lujo, por la fantas¨ªa, a trav¨¦s de la historia de uno de los grandes almacenes, reales, m¨¢s ic¨®nicos de Europa, los KaDeWe? Se puede, porque eso es justo lo que la ficci¨®n KaDeWe (Filmin) cuenta en sus seis redond¨ªsimos cap¨ªtulos. Prod...
?Puede una serie de televisi¨®n contar una ¨¦poca entera de un pa¨ªs (Alemania, a lo largo de los a?os 20), abordar una historia de amor y mostrar con ella la cultura l¨¦sbica de aquellos tiempos (en plena Rep¨²blica Weimar), narrar los albores del nazismo y sus estragos posteriores, ahondar en el mundo de las crisis financieras, del amor por la moda, por el lujo, por la fantas¨ªa, a trav¨¦s de la historia de uno de los grandes almacenes, reales, m¨¢s ic¨®nicos de Europa, los KaDeWe? Se puede, porque eso es justo lo que la ficci¨®n KaDeWe (Filmin) cuenta en sus seis redond¨ªsimos cap¨ªtulos. Producida y emitida (2021) por la televisi¨®n p¨²blica alemana ARD, con una enorme repercusi¨®n, la serie cuenta la intrahistoria de esas galer¨ªas de lujo centenarias de Berl¨ªn, que a¨²n existen y que siguen siendo esplendorosas.
Nacieron en 1907, en una de las principales arterias comerciales de la capital, similar a la Gran V¨ªa madrile?a, en la parte oeste de la ciudad, la occidental, la que qued¨® en manos de los aliados. De ah¨ª su nombre: Kaufhaus des Westens y su acr¨®nimo, que significa ¡®grandes almacenes del oeste¡¯. Los propietarios, la familia jud¨ªa Jandorf, que ya ten¨ªan otras seis tiendas en la capital alemana, quer¨ªan ser referentes del lujo y el escaparate de Alemania en todo el mundo. Ansiaban un lugar cosmopolita y diverso y a ello se pusieron: recib¨ªan g¨¦nero de Italia, de Par¨ªs, de los lugares donde la moda era lo m¨¢s importante. All¨ª se compr¨® las cremas Marlene Dietrich y por su estanco pase¨® Billly Wilder en sus a?os berlineses, hasta que tuvo que huir de Alemania por su ascendencia jud¨ªa.
Las galer¨ªas sobrevivieron a la Primera Guerra Mundial, al nazismo, fueron destruidas durante la segunda, resistieron los vaivenes econ¨®micos, la competencia feroz y ahora, gracias a la reputada guionista alemana, Julia Von Heinz, tienen su propia versi¨®n audiovisual. La directora, con esos grandes almacenes como epicentro, narra el clima social y pol¨ªtico?alem¨¢n durante los a?os?20, justo antes de que el nazismo arrasara con todo y c¨®mo esa gigantesca tienda, en manos de estos propietarios jud¨ªos, con ideas innovadoras y arriesgadas (en moda, en comunicaci¨®n, en propuestas rompedoras), sobrevivi¨® a tiempos convulsos.
La serie, que est¨¢ basada, con muchas licencias inventadas, en la historia real de la familia propietaria, liderada por el patriarca jud¨ªo Adolf Jandorf, caus¨® sensaci¨®n el a?o pasado en Alemania: era la primera vez que la tele p¨²blica, muy eficaz a la hora de abordar dramas hist¨®ricos, que les fascina, contaba una historia como esta. KaDeWe es? menos complaciente, menos amable (menos de televisi¨®n del bienestar, como se le llama), ?que otras de ese estilo, como la de La saga del hotel Adlon y se lanza de lleno a escarbar en lugares m¨¢s oscuros, como las traiciones que tuvieron lugar dentro de la empresa en cuanto el nazismo empez¨® a mostrar sus tent¨¢culos. ?Tampoco se hab¨ªa contado nunca en la tele p¨²blica alemana, y ah¨ª tambi¨¦n ha radicado parte de la expectaci¨®n que caus¨®, una historia de amor entre dos mujeres con tanto protagonismo. La serie se adentra as¨ª en la subcultura l¨¦sbica de la Rep¨²blica de Weimar, algo muy poco conocido.
Para lograrlo, la creadora, con una mirada femenina inusual, escribe una historia ?de amor febril?entre una de las propietarias (que nunca existi¨®) con una de las empleadas, ?que lo atraviesa todo, porque est¨¢ entrelazada con la historia fraternal, la familiar, la financiera, la pol¨ªtica, la de la fascinaci¨®n por el lujo, por el consumo, con la de libertad sexual que luego se cercen¨®, con la de los derechos de las mujeres, los derechos queer, con la de fragilidad de las democracias¡Vinculada a movimientos antifascistas, esta premiada cineasta nacida en Bonn ya hab¨ªa mostrado en sus obras su preocupaci¨®n por el neonazismo.
En 2020 estren¨® en el festival de Venecia Y ma?ana el mundo entero, inspirada en su propia biograf¨ªa, y durante el acto, todo el equipo llev¨® m¨¢scaras con los nombres de v¨ªctimas de asesinatos fascistas y nacionalistas de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
As¨ª que la serie hecha por ella es carnal y dura. Las drogas en las altas esferas, los estragos de la Primera Guerra Mundial, las desigualdades de manual entre hombres y mujeres, el contraste entre el lujo y la comodidad que se respiraba en ese icono del capitalismo que era el KaDeWE (abreviatura de Kaufhaus des Westens) y la miseria absoluta del resto de la ciudad, conforman un relato que utiliza una historia de amor l¨¦sbica para enmarcarlo todo, para enlazar tramas y mostrar personajes y realidades diversas. El m¨ªtico cabaret Eldorado de Berl¨ªn, un templo del mundo homosexual forma parte de la historia de la serie como un personaje m¨¢s: narra las aventuras y las desventuras de sus clientes habituales, que encontraban en ese lugar el cielo que no siempre pod¨ªan alcanzar fuera.? Estaba en el barrio de Sch?neberg, donde viv¨ªa la burgues¨ªa media, donde vivi¨® Albert Einstein, la propia Marlene, una zona gay friendly y un club donde todo estaba permitido. Era adem¨¢s una atracci¨®n tur¨ªstica de primer nivel. La serie retrata detalladamente ese mundo de desfase y libertad, de alegr¨ªa y desmesura que reinaba en el club. Los locos a?os 20 berlineses.
Para el creador Javier Olivares, (El Ministerio del tiempo) que fue quien me alert¨® sobre esta ficci¨®n, es un ejemplo de ¡°serie en abierto que tiene grandes audiencias. Cuando todo el mundo dice aqu¨ª que la ficci¨®n en abierto ha muerto, esta serie muestra que en Europa es todo lo contrario y conviven plataformas y tv en abierto. Audiovisualmente me parece una serie que destaca (en su imagen) por su direcci¨®n de arte (ambientaci¨®n, espacios, escenograf¨ªas, vestuario¡) y narrativamente me parece correcta, sin m¨¢s. Sobre esta ¨¦poca me parece superior (mucho) Babylon Berlin¡±.
La periodista Carmen Vi?as, corresponsal en Alemania de la Cadena SER, se deja caer de vez en cuando por estas galer¨ªas, que no son para todos los p¨²blicos, que aparecen en las gu¨ªas tur¨ªsticas y que es el tercer lugar m¨¢s visitado de Berl¨ªn, despu¨¦s del Parlamento y la Puerta de Brandemburgo. Seis pisos (que empezaron siendo 4), 60.000 metros cuadrados (de los iniciales 24.000), un vac¨ªo conc¨¦ntrico, escaleras mec¨¢nicas revestidas de madera, una reconstrucci¨®n prodigiosa y espacios-boutiques de las marcas y objetos m¨¢s variopintos, como el que tienen dedicado a la casa alemana Faber Castel, o a la italiana Moleskine. Todas las marcas, todo el lujo, y dentro de ese universo, todo lo que un cliente top quiera poseer: si no lo tienen, te lo piden. ¡°Sigue siendo lo que fue, un icono del capitalismo. Cuando se cay¨® el muro de Berl¨ªn y Alemania se uni¨®, a los alemanes que ven¨ªan del este, como una especie de bienvenida, se les daba cien marcos. Pues bien, acud¨ªan en tropel a gastarse el dinero a estas galer¨ªas. Medias, perfumen, radios¡ todo lo que estaba a su alcance¡±, me cuenta Vi?as, que echa de menos los fant¨¢sticos ascensores de madera, con bancos para sentarse, que la ¨²ltima remodelaci¨®n ha sacrificado. ¡°Recuerdo entrar, mirar arriba y pensar que estabas en una catedral. Y cosas alucinantes, como aquella puerta de Brandemburgo hecha con lavadoras Bosch, que realizaron en uno de sus espacios. Todos los a?os, por Navidad, las marcas pujan por ocupar los diez escaparates que van a ser decorados de manera exquisita con un tema, con un concepto. Son una locura¡±, dice Vi?as, que reside en la capital desde el a?o 2000 y ha visto c¨®mo las galer¨ªas no dejaban de ser un referente.
El mimo con el que cuidaban los productos, el esmero en diferenciarse, en sobresalir, el amor por el detalle, por atender al cliente de relumbr¨®n, est¨¢ presente en la serie de ficci¨®n, que da cuenta, quiz¨¢ en una licencia po¨¦tica de la cineasta, de lo avanzada que fue su manera de publicitarse, para estar a la ¨²ltima. Hay un cap¨ªtulo dedicado a la importancia del cat¨¢logo, algo ins¨®lito para la ¨¦poca, poniendo a mujeres vestidas de manera masculina, en ambientes masculinos como el de los autom¨®viles. La serie pone el foco en la mujer y la ¨¦poca, en aquellos tiempos post guerra, en los que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n era femenina. Y en su falta de derechos, en su pobreza y en sus sue?os.
Para Olivares, una de las peculiaridades de la serie es que consigue contar ¡°un momento de la historia que recuerda tal c¨®mo ¨¦ramos para entender c¨®mo somos. Pero sobre todo, como ocurre con la excelente serie noruega, Lykkeland, tambi¨¦n en Filmin, porque son melodramas, historias de amor encuadradas en una ¨¦poca¡ que se narran en pocos cap¨ªtulos por temporada (6, 8¡), con lo que no se acaramelan ni se convierten en folletines reiterativos. Tambi¨¦n por su veracidad, no intentando edulcorar la ¨¦poca, pese a que son productos para un p¨²blico muy amplio¡±.
?Cuenta Vi?as que en el a?o que inauguraron las galer¨ªas el emperador de Siam se convirti¨® en uno de los mejores clientes de los almacenes ¡°Durante dos d¨ªas hizo compras con su corte y gast¨® 250.000 marcos¡±. Ya entonces, los KaDeWE comenzaron a destacar por su departamento de alimentos, que hoy ocupa, en lo que podr¨ªa ser casi una ciudad entera, la sexta planta de las galer¨ªas. All¨ª conocieron los berlineses los limones, a principios del siglo XX y all¨ª siguen acudiendo, junto al p¨²blico venido de todos los lugares del mundo, para probar, comprar, observar, todas las delicatesen de esa planta. ¡°Hay un corner para ostras y champ¨¢n, otro para el pescado, otro de Cinco Jotas, otro de carne, si quieres mortadela especial de Bolonia, la encuentras, si quieres un aceite especial, tambi¨¦n, tienen una selecci¨®n de bombones de todo el mundo y presumen de traerte si lo deseas cualquier producto de cualquier sitio. Es de verdad espectacular¡±, me cuenta desde su casa berlinesa. ?Es el restaurante m¨¢s grande de la ciudad, el m¨¢s cosmopolita, el m¨¢s iconoclasta y el m¨¢s sofisticado. Coincide en el relato Olivares, que siempre que pasa por la ciudad acude a la planta sexta, y que cree, de paso, que en Espa?a podr¨ªamos perfectamente hacer una serie similar o ¡°incluso mejor. La cuesti¨®n ser¨ªa no edulcorarlo¡±.
Es imposible, tras ver la serie, no querer saber qu¨¦ fue de los Jandorf. Qu¨¦ hay de cierto y qu¨¦ de inventado en esta ficci¨®n europea tan bien facturada. Me encantar¨ªa creer una an¨¦cdota que he le¨ªdo, pero que no he podido contrastar: el due?o inicial, abuelo del protagonista de la ficci¨®n, se habr¨ªa hecho c¨¦lebre vendiendo objetos de decoraci¨®n populares, y en concreto un coj¨ªn bordado con el lema ¡°solo un cuarto de hora¡±, del que vendi¨® un mill¨®n de ejemplares. Cierto o no, el techo de estos empresarios era el cielo y a ello se dedicaron hasta que el fascismo asom¨®. Resulta que cuando los nazis llegaron y expropiaron las empresas a los jud¨ªos, en ese proceso de arianizaci¨®n que asol¨® al pa¨ªs, Georg, (protagonista en la serie) antiguo gerente y amigo personal e ¨ªntimo de Harry, el hijo de Adolf, due?o de los almacenes, hered¨® el imperio, tras una serie de traiciones y vicisitudes. Georg era un mago de los negocios y un arribista, tal y como se ve en la ficci¨®n.
Poco despu¨¦s de que los propietarios jud¨ªos de los almacenes huyeran a EEUU, de donde nunca regresaron, Georg despidi¨® a todos los empleados no arios y se puso al frente del KaDeWe. Acabado el nazismo, durante el proceso de reparaci¨®n, indemniz¨® a los herederos, aunque de manera simb¨®lica. Pero a cambio, mont¨® la Fundaci¨®n Hertie, que es la m¨¢s organizaci¨®n m¨¢s importante en investigaci¨®n de neurociencia de Alemania y la segunda del mundo. Tras la emisi¨®n de la serie, el gerente de esa fundaci¨®n, envi¨® a la tele p¨²blica una carta de protesta, contrariados con las imagen que se daba en la ficci¨®n del empresario.
Cuando muri¨® en 1972, ten¨ªa a su cargo un centenar de grandes almacenes, con 60.000 trabajadores, y una fortuna de 5.000 millones de marcos. Y un dato curioso y reconfortante: en el proceso de revisi¨®n hist¨®rica que hizo Alemania, muchas empresas alemanas, adem¨¢s de resarcir a las v¨ªctimas, abrieron sus archivos y contrataron a historiadores para que realizaran una lectura honesta de su historia. La fundaci¨®n Hertie fue una de ellas.
Al acabar de ver KaDeWe tambi¨¦n tienes ganas de revisitar la pel¨ªcula Carol, y su escena perfecta en la secci¨®n de juguetes con esa gloriosa Cate Blanchett, e incluso volver a leer El precio de la sal, la novela de Patricia Highsmith en la que est¨¢ basada la pel¨ªcula, y recordar lo que dijo la autora: ¡°La inspiraci¨®n para este libro me surgi¨® a finales de 1948, cuando viv¨ªa en Nueva York¡ ?para ganar algo acept¨¦ un trabajo de dependienta en unos grandes almacenes de Manhattan.?Una ma?ana, en aquel caos de ruido y compras apareci¨® una mujer rubia con un abrigo de piel¡±.
Tambi¨¦n quieres leer el libro de Emile Zola, El Para¨ªso de las damas, una novela de ficci¨®n sobre la vida de unos grandes almacenes parisinos, ?o ver la serie Galer¨ªas Paradise, que produjo y emiti¨® la BBC en 2013, (tambi¨¦n p¨²blica, qued¨¦monos con el dato) inspirada en el libro, o incluso correr a por la novela de Cecil Roberts, Grandes almacenes, de 1955 una ficci¨®n rom¨¢ntica bien escrita y perfecta para una tarde diletante.