¡®Remade in Spain¡¯ o c¨®mo repensar la moda con pedagog¨ªa, investigaci¨®n y creaci¨®n
Hay que prestar atenci¨®n a los proyectos que han puesto su fe en la fabricaci¨®n nacional, en la tradici¨®n aut¨®ctona con materiales naturales y en la calidad como paso obligado a un mundo sostenible.

La dise?adora textil Marta Bahillo aprendi¨® los secretos del lino en la casa de su abuela en Galicia, donde se cultivaba la planta para fabricar manteles y trapos de cocina. Para la abuela, los trapos eran importantes porque los hac¨ªan las mujeres. Para que su nieta los valorara se empe?¨® en ense?arle los secretos de aquel proceso. La ni?a jam¨¢s pens¨® que observar y aprender aquel trabajo acabar¨ªa siendo el m¨¢ster m¨¢s valioso de su vida.
Ahora que estamos obligados a redescubrir lo cercano y que la moda se va a pasar una buena temporada en el rinc¨®n de pensar, ser¨ªa lo suyo prestar atenci¨®n a los proyectos que han puesto su fe en la fabricaci¨®n nacional, en la tradici¨®n aut¨®ctona con materiales naturales y en la calidad como paso obligado a un mundo sostenible. El valor de la proximidad como un plus emocional que no es vender humo. La ropa y los tejidos, un testigo que se pasa entre quienes la hacen y quienes la cuidan y usan, siempre se ha transmitido entre generaciones de abuelas, madres e hijas, o entre amigas y hermanas como un poderoso legado patrimonial y afectivo.

?Siempre he sentido fascinaci¨®n por la aguja, por su poder m¨¢gico. La aguja se utiliza para reparar el da?o. Es una reivindicaci¨®n del perd¨®n?, dijo en una ocasi¨®n la artista Louise Bourgeois. Ella tambi¨¦n hab¨ªa aprendido de ni?a esos poderes: su familia materna pose¨ªa un negocio de restauraci¨®n de tapices cuyas labores marcaron la futura obra de la artista. Bourgeois us¨® su ropa interior como material escult¨®rico porque para ella las prendas eran un veh¨ªculo de la memoria. Un poder que tambi¨¦n fascinaba a la escritora Natalia Ginzburg, quien al visitar la casa-museo de Emily Dickinson cay¨® fascinada con uno de los vestidos de la poeta: ?Un vestido blanco recamado con marfil que parec¨ªa un camis¨®n de dormir?.

En su sentido m¨¢s arcaico, la simbolog¨ªa que rodea a las prendas y a los utensilios de costura (rueca, husos, lanzaderas) apelan por igual a la imagen popular de las brujas como a algo menos pagano: la idea del tiempo. ?Simbolizan el comienzo y la conservaci¨®n de la creaci¨®n?, seg¨²n la siempre ¨²til clasificaci¨®n del Diccionario de s¨ªmbolos, de Juan Eduardo Cirlot. Recuperar una esencia que no est¨¦ intoxicada por la rueda del consumo banal. Recuperar los rituales del trabajo bien hecho. Un remade in Spain capaz de salvar del naufragio a una tradici¨®n textil que ha ido menguando hasta su casi total desaparici¨®n. La llamada ?democratizaci¨®n de la moda?, eufemismo para tapar las verg¨¹enzas del low cost, no ha sido ajena al desmantelamiento de peque?os talleres familiares y oficios que en muchos de los casos se han perdido para siempre.
Antes de que la crisis pand¨¦mica nos pusiera frente al espejo en nuestra capacidad productiva, ya despuntaban algunos proyectos rom¨¢nticos y necesarios para rescatar la maquinaria primordial del made in Spain de calidad. No se trata de consignas nacionalistas aplicadas a la moda, ni de marcas sobando con descaro el concepto de sostenibilidad hasta hacer perder del todo el sentido a la palabra. Tampoco de sacar brillo a la postal de una Espa?a rancia y obsoleta, sino de pedagog¨ªa, investigaci¨®n y creaci¨®n. Una carrera contrarreloj para que no se pierda del todo una cultura textil popular devaluada durante d¨¦cadas. Un conocimiento y saber hacer que si hubiese estado unido a los avances tecnol¨®gicos podr¨ªa haber generado un nuevo y s¨®lido tejido industrial capaz de alimentar a todo tipo de marcas, locales y no locales. ?Si las costureras de alta costura de Chanel viajaban a Espa?a para conocer los secretos del bordado del traje de torero por qu¨¦ se ha ninguneado esta y otras tantas ancestrales artesan¨ªas?

Es ilustrativo el proyecto que las madrile?as Silvia Delgado de Torres y Teresa Mu?oz-Rojas iniciaron bajo el nombre de Iolema hace tres a?os para recuperar y poner en valor los bordados tradicionales espa?oles. Una aventura para la que echan mano de una cita de la historiadora feminista Rozsike Parker: ?El bordado es el arte de la fuerza serena y no de la vulnerabilidad in¨²til?. La idea: por un lado conectar a artistas dispuestos a empaparse en las t¨¦cnicas de las artesanas y juntos crear joyas contempor¨¢neas y, por otro, atraer a aprendices dispuestos a recoger el testigo.

Ahora que todos idealizamos m¨¢s de la cuenta nuestras ¨²ltimas vacaciones, confesar¨¦ que me gast¨¦ el dinero de mi viaje en un chal que encontr¨¦ en un anticuario y cuyo bordado, una especie de ramo de mimosas sobre un terciopelo tornasolado, proced¨ªa de una familia jud¨ªa de Tetu¨¢n. Tambi¨¦n cargu¨¦ con un pa?o de cocina antiguo de un algod¨®n grueso y pesado. La transmisi¨®n patrimonial de las prendas, su capacidad para hablarnos y contarnos historias es tan larga como sus hilos. Nuestros armarios no son solo un mero escaparate, son peque?os altares compuestos por momentos de vida, propia y ajena. La resistencia y atemporalidad de las prendas son ese eterno lujo que de tanto nombrarlo en vano ha perdido su significado m¨¢s profundo.
La abuela de Marta muri¨® hace unos a?os, a los 98 en su casa de Galicia. Ella conserva una manta suya que est¨¢ hecha por los mismos artesanos de Le¨®n con los que ahora trabaja. En su armario tambi¨¦n hay un telar de su abuelo y una pila de jers¨¦is de su madre. En Galicia las mujeres aprovechaban el hilado del lino para hablar y cantar. Su trabajo era laborioso y complejo. Quiz¨¢ solo se trata de recuperar la belleza de aquel sonido.

Modelo: Marina P¨¦rez (Line-Up Model Management). Maquillaje: Jos¨¦ Belmonte (Cool) para NARS. Peluquer¨ªa: Manu Fern¨¢ndez (Cool) para Moroccanoil. Asistentes de fotograf¨ªa: Fede Delibes y Alex Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
