El ¡®s¨ªndrome del domingo¡¯: c¨®mo evitar la ineludible tristeza del fin de semana que acaba
?Podemos escapar a esta patolog¨ªa dominguera que afecta a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n y que no siempre tiene que ver con el trabajo? Los expertos apuntan algunas t¨¢cticas para disfrutar del fin de semana como si no hubiera ma?ana.
Para los que tengan la suerte de tener libres los fines de semana, es muy probable que el domingo sea el d¨ªa m¨¢s triste de todos, arrebatando ya ese t¨ªtulo al lunes, que hist¨®ricamente ostentaba el r¨¦cord de la jornada m¨¢s temida por eso de volver de nuevo al trabajo. Pero en este mundo dominado por la anticipaci¨®n, a menudo de algo que no ocurrir¨¢ jam¨¢s, las v¨ªsperas roban ya la identidad del d¨ªa siguiente, convirtiendo a una jornada de descanso, ocio y divertimento en un tormento que suele empezar despu¨¦s de comer, avanza a lo largo de la tarde y llega a su punto ¨¢lgido en l...
Para los que tengan la suerte de tener libres los fines de semana, es muy probable que el domingo sea el d¨ªa m¨¢s triste de todos, arrebatando ya ese t¨ªtulo al lunes, que hist¨®ricamente ostentaba el r¨¦cord de la jornada m¨¢s temida por eso de volver de nuevo al trabajo. Pero en este mundo dominado por la anticipaci¨®n, a menudo de algo que no ocurrir¨¢ jam¨¢s, las v¨ªsperas roban ya la identidad del d¨ªa siguiente, convirtiendo a una jornada de descanso, ocio y divertimento en un tormento que suele empezar despu¨¦s de comer, avanza a lo largo de la tarde y llega a su punto ¨¢lgido en los primeras horas de la noche.
Lo que ya se conoce como ¡®el s¨ªndrome del domingo¡¯, no es ninguna enfermedad, sino un conjunto de s¨ªntomas muy definidos que llevaron a calificarlo de esta manera (Sunday blues, en el mundo anglosaj¨®n). La psic¨®loga norteamericana Larina Kase, autora del libro Ansiedad de 9 a 5, es una de sus muchas estudiosas. Sus publicaciones sobre estas cuestiones fueron el resultado de una serie de investigaciones realizadas en el Centro de Estudio y Tratamiento de la Ansiedad de la Universidad de Pensilvania, de la cual es miembro.
Ansiedad, angustia, inestabilidad emocional, miedo, sensaci¨®n de vac¨ªo, tristeza, melancol¨ªa y una predisposici¨®n a centrarse en los aspectos negativos del mundo y la existencia, pueden ser algunos de los s¨ªntomas de esta patolog¨ªa dominguera que, en algunos casos, puede llegar acompa?ada tambi¨¦n de alteraciones f¨ªsicas. Algunas personas acusan peores digestiones, dolores de cabeza o una mayor dificultad para conciliar el sue?o el ¨²ltimo d¨ªa de la semana. Algo sin graves consecuencias y que se pasa a la ma?ana siguiente, pero si sumamos todos los domingos del a?o veremos que 52 veces debemos pasar por este peque?o t¨²nel del terror emocional, cuya periodicidad y frecuencia no disminuye sin embargo sus efectos. Cada semana lo vivimos como si fuera la primera vez, amarg¨¢ndonos las reuniones familiares, el vermut, las ca?as con los amigos o el cine de fin de semana. El s¨ªndrome del domingo es una modalidad reducida del estr¨¦s post vacacional al que se enfrentan muchos en septiembre porque, desgraciadamente, vivimos un mes al a?o y dos d¨ªas a la semana.
Este se¨ªsmo, en principio de baja intensidad, puede crecer y hacerse mucho m¨¢s devastador dependiendo de la situaci¨®n laboral, ¡°pero esta no siempre es la causa¡±, como apunta Marisol Delgado, psic¨®loga y especialista en psicoterapia por la European Federation of Psychologists Associations (EFPA), con consulta en Avil¨¦s. ¡°Si el trabajo es ya un problema grave, es muy probable que el s¨ªndrome del domingo se dilate hasta el jueves y, en ese caso, lo mejor es ir buscando un nuevo empleo. Pero lo curioso es que este cuadro puede darse tambi¨¦n en personas con una aceptable relaci¨®n laboral y las causas no hay que buscarlas siempre en la vuelta al trabajo. Mi pr¨¢ctica cl¨ªnica me ha ense?ado que las personas que sufren este trastorno suelen ser aquellas que se centran en lo negativo de las cosas, las que no saben gestionar su tiempo libre, aquellas con una estrategia clara de evitaci¨®n ante situaciones complicadas o las que tienen poca tolerancia a la frustraci¨®n y no aceptan que las cosas terminen, que el fin de semana se acabe¡±.
Un ocio a nuestro favor, no en nuestra contra
El cuerpo y la mente, siempre en actividad fren¨¦tica, se ven de un momento a otro sin un plan que llevar a cabo y la perspectiva de las horas sin un quehacer definido crea la sensaci¨®n de vac¨ªo y falta de prop¨®sito. Aunque parezca sorprendente,?la libertad de los momentos sin obligaci¨®n es el segundo factor que define el s¨ªndrome del domingo.??Y ahora qu¨¦ hago??¡°Es aqu¨ª cuando muchas personas empiezan a darle vueltas a todas las cosas que le preocupan: el trabajo, los hijos, la econom¨ªa, la pareja. Rumiando de forma circular sobre sus preocupaciones¡±, sentencia Delgado, ¡°el s¨¢bado es tambi¨¦n un d¨ªa libre para muchos pero la mayor¨ªa lo utiliza para hacer la compra, arreglar la casa, limpiar y todas esas tareas que se acumulan a lo largo de la semana. El domingo incita m¨¢s a la reflexi¨®n porque hay menos cosas que hacer, la mayor¨ªa de las tiendas est¨¢n cerradas y el ritmo de la vida se ralentiza¡±, se?ala esta psic¨®loga.
Esta capacidad de introspecci¨®n inherente al domingo es algo que, en opini¨®n de Nacho Ba?eras, fil¨®sofo y director de la escuela filos¨®fica Cura Sui, deber¨ªamos utilizar, en vez de despreciar o enmascarar. ¡°Para empezar, yo creo que esta peque?a depresi¨®n es algo real y que no solo depende de la persona sino de la sociedad que nos enajena¡±, se?ala Ba?eras. ¡°Hay una dicotom¨ªa trabajo-ocio, que a menudo se traduce en dos vidas paralelas, pero con valores y leyes opuestas. Nos sentimos culpables si no producimos adecuadamente, pero tambi¨¦n si no nos divertimos como es debido. Por eso, cuanto m¨¢s enajenada es la semana, mayor ser¨¢ el papel salvador que le daremos a los d¨ªas libres¡±.
El domingo es algo as¨ª como un espejo en el que nos vemos desnudos. Lo que ocurre, es que no estamos acostumbrados a mirarnos sin ropa y eso nos asombra, nos disgusta y hasta nos enfada. En opini¨®n de este fil¨®sofo, ¡°buscamos fuera de nosotros las cosas que nos pueden satisfacer: trabajo, pareja, hijos, viajes¡ Pero eso es un enga?o, en realidad el camino es recobrar el contacto con nosotros mismos. La soledad y la quietud del domingo es un buen punto de partida para una mirada filos¨®fica, que nos haga plantearnos qui¨¦nes somos, qu¨¦ queremos y qu¨¦ podemos hacer con nuestras vidas para ser m¨¢s felices¡±.
Despojar al domingo de su deprimente leyenda (el propio t¨¦rmino ¡®dominguero¡¯ es ya algo despectivo), pasa tambi¨¦n por ¡°hacer planes agradables para este d¨ªa para generar un nuevo condicionamiento¡±, afirma Delgado. ¡°Actividades placenteras para romper con la sensaci¨®n de malestar asociada a este d¨ªa, que a veces se utiliza para llevar a cabo los compromisos menos excitantes: comer con lo suegros o visitar a un pariente enfermo en el hospital. Antiguamente, en la ¨¦poca de nuestros padres, los domingos eran d¨ªas alegres. La gente se reun¨ªa, se vest¨ªa con sus mejores galas, se com¨ªan cosas que no se permit¨ªan el resto de la semana, se iba al campo o al cine. Ahora hacemos todo esto cualquier d¨ªa de la semana y ya ha dejado de ser algo especial¡±, sentencia esta psic¨®loga.
Algunos han descubierto que, lejos de quedar con los amigos y evitar la soledad, dedicar el domingo a s¨ª mismos es el mejor plan para escapar a este s¨ªndrome. Es el caso de Ashli Stockton, una joven profesional que viv¨ªa en Nueva York, con un buen trabajo y salario pero que no pod¨ªa escapar a la bestia negra del ¨²ltimo d¨ªa de la semana. Prob¨® de todo y lo ¨²nico que consigui¨® que se sintiera mejor fue dedicar ese d¨ªa al autocuidado: ba?os relajantes, mascarillas faciales, peelings, pedicuras. Stockton acab¨® transformando su ritual dominguero en su propio negocio, Sunday Forever, una web dedicada al auto cuidado que vende kimonos, velas arom¨¢ticas, perfumes y productos para el mimo personal, al mismo tiempo que propone rituales para llevar a cabo este d¨ªa.
La dif¨ªcil tarea de no anticipar y vivir el presente
Una cosa es planear y otra muy distinta anticipar. Y nuestra mente tienen un master en lo segundo, especialmente cuando se trata de acontecimientos desagradables o desastres. Gran parte del s¨ªndrome del domingo se debe a que, independientemente de que estemos embarcados en alguna actividad placentera (ir al cine o cenar con los amigos), nuestros pensamientos no est¨¢n con nosotros. Ellos han viajado al futuro y se encuentran ya en la reuni¨®n de trabajo o junto al compa?ero de oficina que no tragamos.
El mindfulness se encarga de comprender los mecanismos de la mente para luego tratar de neutralizarlos. La mente ha sido ensalzada a lo largo de la historia de la humanidad y, ciertamente, es una potente arma pero tambi¨¦n es la culpable de la mayor parte de nuestros quebraderos de cabeza. Seg¨²n Elena Alfaya, miembro del personal docente e investigador de la Universidad de A Coru?a, especializada en mindfulness y creadora del Centro Karuna, en esa misma ciudad gallega, ¡°dos de las enfermedades de nuestra era: la depresi¨®n y la ansiedad provienen de no vivir el presente. La primera es un exceso de pasado y la segunda de futuro; y el s¨ªndrome del domingo tiene sus ra¨ªces en la anticipaci¨®n. En vez de disfrutar del d¨ªa libre, estamos ya en el ma?ana. Para traer la mente al momento presente el mindfulness cuenta con varias t¨¦cnicas. Una de las m¨¢s socorridas es la respiraci¨®n consciente, concentrarse en ella para desviar la atenci¨®n de la corriente subyacente de pensamientos. Centrarse en el cuerpo, el ejercicio f¨ªsico, es tambi¨¦n una opci¨®n, pero si el problema est¨¢ en la mente hay que trabajar con la mente, lo que har¨¢ que la verborrea mental se vaya debilitando poco a poco¡±.
Una premisa b¨¢sica del mindfulness es que la mente cuenta con tres sistemas: el de calma, el de impulso (planear cosas) y el de amenaza. ¡°Si el primero est¨¢ mal, afecta a los dos segundos y los dispara. Por eso la importancia de vivir en un entorno de serenidad¡±, se?ala esta experta. ¡°Una t¨¦cnica que empleamos a menudo para centrarnos en el momento es la del ¡®5,4,3,2,1¡¯ que utiliza los cinco sentidos. Pongo la atenci¨®n en 5 cosas con la vista, luego toco 4 cosas con las manos, despu¨¦s oigo 3 sonidos de mi alrededor; acto seguido, pruebo dos sabores y para acabar huelo algo que tenga cerca. Se trata de estar aqu¨ª y ahora. No en el ayer ni el ma?ana¡±.