??T¨² nunca llevas sujetador??: la ins¨®lita historia de la camiseta del ¡®Herald Tribune¡¯ que Godard y Jean Seberg convirtieron en un s¨ªmbolo
El fundador de la ¡®nouvelle vague¡¯ no cre¨ªa en los departamentos de vestuario. Prefer¨ªa que fueran los actores quienes aportaran la ropa de sus personajes. Eso es lo que pas¨® con la m¨ªtica prenda de su primer filme.
En la primera d¨¦cada de los dosmiles hab¨ªa una tienda de impresi¨®n de camisetas en la calle Pintor Fortuny de Barcelona que hac¨ªa mucho negocio con la gente que compraba discos en la vecina calle Tallers. La propia tienda colgaba en el escaparate los modelos m¨¢s demandados, camisetas con el pl¨¢tano de la Velvet Underground y la portada de Goo de Sonic Youth, pero lo que se estilaba entre los licenciados en Audiovisuales, Filosof¨ªa, Periodismo y otras carreras poco rentables era pedir una personalizada, una de los Flying Burrito Brothers o de la banda Love, por ejemplo. No tenemos esta...
En la primera d¨¦cada de los dosmiles hab¨ªa una tienda de impresi¨®n de camisetas en la calle Pintor Fortuny de Barcelona que hac¨ªa mucho negocio con la gente que compraba discos en la vecina calle Tallers. La propia tienda colgaba en el escaparate los modelos m¨¢s demandados, camisetas con el pl¨¢tano de la Velvet Underground y la portada de Goo de Sonic Youth, pero lo que se estilaba entre los licenciados en Audiovisuales, Filosof¨ªa, Periodismo y otras carreras poco rentables era pedir una personalizada, una de los Flying Burrito Brothers o de la banda Love, por ejemplo. No tenemos estad¨ªsticas, pero tampoco nos hacen falta: es muy probable que, entre 2001 y 2007, con alta frecuencia entrara all¨ª una chica con flequillo (recto primero, ladeado y capeado despu¨¦s) y pidiera que le imprimieran una camiseta pensando que era la primera chica de Barcelona que ten¨ªa esa idea genial: ser¨ªa blanca, o amarilla, y en el pecho pondr¨ªa ¡°New York Herald Tribune¡±. Como en la peli de Godard.
Todas habr¨ªan colgado en alg¨²n momento en su fotolog la imagen que inspiraba esa camiseta, un fotograma de Jean Seberg como Patricia Franchini en Al final de la escapada, con su top de vendedora de peri¨®dicos, sus pantalones capri, sus mocasines planos y su pelo cort¨ªsimo peinado hacia un lado. Antes y despu¨¦s de eso, varias generaciones de mujeres han romantizado ese look, que se atribuye a la propia Seberg. A Jean Luc Godard, fallecido este mi¨¦rcoles a los 91 a?os, le gustaba que los int¨¦rpretes participasen en la creaci¨®n del vestuario de sus personajes, o lo ideasen por completo. Al final de la escapada, como muchas otras pel¨ªculas de Godard, no lista ning¨²n director de vestuario ni nada que se le parezca en los cr¨¦ditos, porque no existi¨®.
Una de las muchas discusiones sobre cine en las que sol¨ªan enfrascarse los directores de la nouvelle vague ten¨ªa que ver con eso, con c¨®mo la industria hab¨ªa hecho que la ropa se impusiese a la narrativa y no al rev¨¦s. Involucrar a los actores y actrices en vestir a sus propios personajes cuadraba tanto con la est¨¦tica como con la ¨¦tica del movimiento y lo enraizaba con el neorrealismo italiano, considerado un ascendente casi moral. De manera que se da por hecho que fue la propia Seberg, que hab¨ªa aceptado trabajar con ese extra?o debutante por muy poco dinero despu¨¦s de su ruptura profesional con Otto Preminger, que le hab¨ªa dado su primer papel en el cine dos a?os antes, con Juana de Arco.
¡°Estoy en medio de una pel¨ªcula francesa y es una experiencia larga y absolutamente demencial¡±, escribi¨® la actriz a su amigo Paton Price. ¡°No hay iluminaci¨®n, no hay maquillaje, no hay sonido. Lo ¨²nico bueno es que es tan poco Hollywood que consigo no estar nada pendiente de mi misma¡±.
En esa pel¨ªcula que a la actriz le parec¨ªa tan rara, tan poco Hollywood, la primera de ese tipo con las gafas siempre sucias que le present¨® con mucha insistencia su primer marido, hac¨ªa de una estudiante estadounidense que quiere ser periodista y vende peri¨®dicos americanos por los Campos El¨ªseos. De ah¨ª el jersey. Porque en realidad, una de las camisetas m¨¢s famosas del cine (junto a las de Marlon Brando en Un tranv¨ªa llamado deseo, James Dean en Rebelde sin causa, Ewan McGregor en Trainspotting y Jack Nicholson en Alguien vol¨® sobre el nido del cuco) no es una camiseta, sino un jersey de punto de manga corta y cuello a la caja ligeramente subido, lo que se conoce como un falso cuello alto. El historiador del cine Roland-Fran?ois Lack cree que la prenda estaba ajustada para las medidas de Seberg y que su color original ser¨ªa blanco o crema, no el amarillo que le puso el dise?ador del p¨®ster belga de la pel¨ªcula. No hay manera de saberlo a ciencia cierta, porque todas las fotograf¨ªas que se hicieron en el rodaje de la pel¨ªcula son en blanco y negro. Esas fotos, obra de Raymond Cauchetier, son tambi¨¦n una parte importante de la leyenda, tanto del filme, la primera que asocia el gran p¨²blico con la idea de la nouvelle vague, como de Seberg. Cauchetier fue el fot¨®grafo que estuvo presente documentando todos los rodajes de los directores del entorno de Cahiers du Cin¨¦ma a lo largo de los sesenta. Al llegar al set de Al final de la escapada no tard¨® mucho en darse cuenta de que aquella no era una pel¨ªcula convencional, incluso para los est¨¢ndares rupturistas de ese grupo de cineastas. El n¨²mero total de implicados a menudo no llegaba a cinco personas y en su primer d¨ªa le obligaron a ¨¦l a hacer tambi¨¦n de doble de riesgo, conduciendo un coche en una escena peligrosa. Vio tambi¨¦n que Godard trabajaba sin guion establecido y que los di¨¢logos se iban escribiendo a medida que se rodaba. Una de las im¨¢genes m¨¢s ic¨®nicas del filme, en la que Jean Paul Belmondo le da un beso en a mejilla a Jean Seberg mientras caminan por los Campos El¨ªseos, en realidad no existe tal cual como fotograma en la pel¨ªcula (el beso s¨ª est¨¢, pero est¨¢ rodado en un plano mucho m¨¢s abierto). Fue una idea de Cauchetier, que les hizo repetir el beso para su c¨¢mara. Y es esa foto la que se puede ver hoy en tantas cuentas de Instagram y que se reprodujo en decenas de carteles y flyers en el cambio de milenio, una ¨¦poca especialmente obsesionada con la imaginer¨ªa de los sesenta, y la que se ha colado tambi¨¦n en muchos moodboards de marcas de moda a lo largo de los a?os.
Del aspecto de Jean Seberg en la pel¨ªcula, m¨¢s all¨¢ de la camiseta, se ha dicho que era la versi¨®n europea, menos edulcorada y m¨¢s carnal, del look gacela de Audrey Hepburn en Sabrina, que se estren¨® seis a?os antes. La prueba de que ese jersey de punto con el logo del Herald Tribune bordado es andr¨®gino pero no inocente, llega cuando el personaje de Belmondo, un buscavidas con desmedida y l¨®gica confianza en su propio atractivo, le dice al de Seberg: ¡°?t¨² nunca llevas sujetador?¡±.??La manera de vestir de Patricia, e incluso de travestir, cuando lleva la camisa y el sombrero de Michel (Belmondo) se?ala un cambio de roles sexuales y el colapso de la antigua moralidad?, escribe Naomi Green en The French New Wave: A New Look.?Con Patricia Franchini inauguraba una d¨¦cada y media de personajes femeninos a los que se quer¨ªa liberados, pero que estaban al final sujetos a la mirada masculina, con la imperdible excepci¨®n de Agn¨¨s Varda.
La prenda, que tard¨® poco en convertirse en ic¨®nica ¨Clo de las camisetas DIY se empez¨® a hacer ya en los sesenta¨C ha tenido varias reverberaciones en el cine y en la moda. En 2010, y con motivo del 50 aniversario de la pel¨ªcula, las hermanas Mulleavy, de la firma Rodarte, dise?aron dos camisetas inspiradas en la pel¨ªcula. La fot¨®grafa Ellen von Unwerth recre¨® escenas de la pel¨ªcula para un editorial de Vogue Par¨ªs en 1990, con Christy Turlington en el papel de Jean Seberg. La supermodelo llevaba all¨ª el jersey de vendedora de peri¨®dicos en versi¨®n manga larga y versiones del resto de las prendas de esa pel¨ªcula, que gener¨® su propio vocabulario de estilo: la camiseta marinera, el vestido de rayas con falda ancha y cuello grande y el jersey de lana irland¨¦s. ¡°Indiferente al g¨¦nero y estrecho, una versi¨®n reducida y nada forzada a la ropa oversize y a menudo fea que vemos ahora en las pasarelas, este look ha ganado una vida propia, una que es tan relevante ahora como en el c¨¦nit de la carrera de Jean Seberg¡±, escribi¨® Ruth LaFerla en el New York Times en 2019, cuando se estren¨® el biopic Seberg, en el que Kristen Stewart interpret¨® a la actriz y volvieron a recrearse todos esos looks. El filme, mayoritariamente destrozado por la cr¨ªtica, cont¨® la historia de la actriz, desde su infancia en una familia conservadora de Iowa hasta su tr¨¢gico suicidio en 1979, pasando por la muerte de su hijo y la campa?a de acoso y persecuci¨®n a la que le sometieron los servicios de inteligencia estadounidenses por su cercan¨ªa a los Panteras Negras. Pero la Jean Seberg de verano de 1959, la que rodaba con un equipo m¨ªnimo, sin guion ni sonido ni equipo de vestuario, una pel¨ªcula que en su interior cre¨ªa que no llegar¨ªa ni a estrenarse, aun estaba lejos de todo eso.
Es f¨¢cil encontrar versiones de la prenda en internet por unos 20 euros. Las venden webs como Red Bubble o The Octopuss Garden. Tambi¨¦n en Etsy hay varias opciones. La m¨¢s parecida a la original es bastante m¨¢s cara (unos 95 euros) y se encuentra en la tienda oficial de The New York Times. ¡°Hemos estudiado la pel¨ªcula para replicar el cuello, el canal¨¦ y el largo de la manga. El logo del Herald Tribune est¨¢ hecho de lana. Incluso se ha cosido con una m¨¢quina de los a?os cincuenta para preservar la autenticidad de la prenda¡±, prometen. Se parece mucho, pero nunca ser¨¢ lo mismo que hac¨¦rsela en una copister¨ªa.