David Beauciel, el zapatero transgresor
Las deportivas de seis suelas y las Crocs con plataforma son idea suya. Beauciel, a cargo de las colecciones de zapatos de Balenciaga, redefine los contornos del calzado de lujo.
Las deportivas con s¨¦xtuple suela de Balenciaga, vendidas al m¨®dico precio de 650 euros y agotadas desde hace semanas, fueron idea suya. Tambi¨¦n las particulares Crocs con plataforma de 13 cent¨ªmetros, que lograron transformar el denostado zueco ortop¨¦dico de goma en sandalia de ultralujo y reminiscencias asi¨¢ticas. Pero, en las distancias cortas, David Beauciel no tiene nada del exc¨¦ntrico enfant terrible al que cab¨ªa esperar. ...
Las deportivas con s¨¦xtuple suela de Balenciaga, vendidas al m¨®dico precio de 650 euros y agotadas desde hace semanas, fueron idea suya. Tambi¨¦n las particulares Crocs con plataforma de 13 cent¨ªmetros, que lograron transformar el denostado zueco ortop¨¦dico de goma en sandalia de ultralujo y reminiscencias asi¨¢ticas. Pero, en las distancias cortas, David Beauciel no tiene nada del exc¨¦ntrico enfant terrible al que cab¨ªa esperar. El zapatero franc¨¦s no entiende que su trabajo para la marca fundada hace un siglo por Crist¨®bal Balenciaga pueda generar ni un ¨¢pice de pol¨¦mica. Ni se define como un provocador ni tiene aspecto de serlo. ?En el fondo, me dedico a cortar y pegar piezas de cuero. Mi trabajo no tiene nada de escandaloso. Yo no tengo inter¨¦s en llamar la atenci¨®n, salvo si se trata de provocar sorpresa y asombro?, responde desde su estudio de dise?o, en una traves¨ªa de pasado industrial situada a pocos pasos de la plaza de la Rep¨²blica de Par¨ªs.
Desde el a?o pasado, Beauciel se ha convertido en el principal art¨ªfice de las colecciones de calzado para Balenciaga que crea en asociaci¨®n con el director art¨ªstico de la marca, Demna Gvasalia, convertido en nombre primordial de la moda de nuestro tiempo. Puede que las creaciones de este hombre discreto ya hayan marcado una ¨¦poca: desde la gama de zapatos y botas knife, afiladas como el cuchillo que les da nombre, hasta sus pantashoes, portentoso h¨ªbrido entre bota y pantal¨®n que ya han vestido Kim Kardashian, Rihanna, Salma Hayek o la top Lily Aldridge. Si no entiende las controversias que sus iconoclastas dise?os tienden a crear, es porque Beauciel asegura inspirarse en el pasado de la marca. ?En realidad, somos muy respetuosos con la herencia de la casa e investigamos mucho en los archivos. Lo ¨²nico que hacemos es tratar de inyectarles modernidad. Pero el propio Balenciaga fue un creador moderno. Hoy se le suele ver como un clich¨¦ congelado en el tiempo, pero fue el couturier m¨¢s vanguardista de su ¨¦poca?, se justifica.
Sus d¨ªas tienen m¨¢s horas que los del com¨²n de los mortales. El dise?ador compagina hasta cuatro trabajos distintos. No solo se encarga de las colecciones de hombre y mujer de Balenciaga, sino que en mayo fue nombrado director art¨ªstico de Robert Clergerie, marca francesa de zapater¨ªa de lujo, en la que aspira a actualizar el legado de su fundador. En 2015 tambi¨¦n decidi¨® crear la ense?a que lleva su nombre y, desde hace dos temporadas, ha querido sumarle una segunda l¨ªnea m¨¢s informal, Shoes, que propone zapatos ?en trampantojo, que aspiran a parecer calcetines?. La pregunta es si no resulta un poco esquizofr¨¦nico dise?ar para cuatro firmas a la vez. ?Es que yo reivindico esa esquizofrenia creativa?, apunta Beauciel. ?Tengo la cabeza compartimentada en cuatro enfoques y, cada vez que se me ocurre una idea, la meto en una carpeta diferente. Yo soy as¨ª de nacimiento. Soy de los que saben encajar las piezas de un Tetris?, dice sonriendo.
Al observar el panorama actual del calzado, Beauciel logra discernir entre dos tendencias. La primera es un resurgir del regusto artesano, incluso en el marco de la producci¨®n industrial. Ya no queremos un calzado id¨¦ntico al de nuestro vecino, sino uno que se le parezca, pero que contenga un plus de originalidad. ?Veo emerger colecciones m¨¢s peque?as y personales, con m¨¢s particularismos?, reza Beauciel. En segundo lugar, opina que el giro hacia una moda m¨¢s sport y casual tambi¨¦n se ha expandido de rodilla para abajo. ?Las categor¨ªas se disuelven. Ya no existe lo aristocr¨¢tico y lo popular. La alta costura se viste con deportivas y se ensalza lo que, hasta ahora, se consideraba est¨¦ticamente feo. Todo se mezcla y se reconcilia?, analiza. No lo dice alarmado, m¨¢s bien todo lo contrario, feliz. Se congratula de que el cambio de paradigma que flotaba en el aire desde la entrada oficial en la posmodernidad se haya terminando materializando. ?Hace 30 a?os, Jean-Paul Gaultier, con quien empec¨¦ a dise?ar, ya pregonaba cosas parecidas. Lo que se consideraba raro empieza a ser visto como normal, aunque siga habiendo gente que lo considere exc¨¦ntrico ¨Cadmite Beauciel¨C. Dir¨ªa que, como sociedad, por fin hemos llegado a un punto en que queremos llevar la moda un poco m¨¢s lejos de lo que era habitual hasta ahora?.
El pr¨®ximo paso deber¨¢ ser, seg¨²n Beauciel, una democratizaci¨®n real y efectiva de la alta moda. Lamenta, por ejemplo, que el elevado coste del calzado de lujo lo aleje de su p¨²blico potencial e incluso de su target. Tanto Gvasalia como ¨¦l dicen dirigirse a un consumidor joven y ¨¢vido de tendencias que, en muchos casos, huye despavorido al descubrir sus precios. Las asistentes treinta?eras que pueblan su estudio no pueden comprarse sus zapatos. Tampoco su hija adolescente, que se muere por unas deportivas de Balenciaga, pero nunca podr¨¢ coste¨¢rselas con su exigua paga semanal. ?Mi consejo ser¨ªa bajar los precios, aunque no sea yo quien decide, claro¡ Creo que nuestras sneakers deber¨ªan costar 200 euros. As¨ª podr¨ªan resultar cre¨ªbles en un mercado muy competitivo y verse las caras con Nike, Reebok o Adidas?, sugiere.
El problema, como confiesa, es que el acelerado calendario de la moda le impide tener el tiempo necesario para innovar respecto a la tecnolog¨ªa existente y conseguir optimizar gastos. ?Una marca como Nike puede destinar hasta 24 meses para desarrollar una zapatilla y reducir el coste de sus componentes. Nosotros, como mucho, tenemos tres meses?, asegura. Es consciente de que su estrategia podr¨ªa provocar quiz¨¢ una devaluaci¨®n de la marca. ?Pero esa es una manera algo antigua de pensar. Mercedes propone coches relativamente accesibles sin que nadie se diga, al comprar uno de ellos, que no son Mercedes de verdad?, concluye Beauciel. Una de las cosas que m¨¢s odia es que sus zapatos se conviertan en objeto de especulaci¨®n. ?El otro d¨ªa entr¨¦ en Internet y vi que ped¨ªan hasta 2.000 d¨®lares por una zapatilla Triple S?, dice con una mueca de disgusto. ?Nos queda mucho por hacer, pero nuestra intenci¨®n es ir en esa direcci¨®n. No quiero que solo gente rica pueda calzar nuestros zapatos. Sobre todo, cuando estos los compran m¨¢s por aparentar que como una prolongaci¨®n de ellos mismos. No es nuestra vocaci¨®n. Tanto Demna como yo somos chicos de la calle?, se reafirma.
Si Beauciel tiene algo parecido a la conciencia de clase, tal vez sea porque no creci¨® en la abundancia. Procede de una familia de obreros de Romans-sur-Is¨¨re, peque?a ciudad de la Francia profunda que, durante d¨¦cadas, se convirti¨® en la capital del calzado de lujo en el pa¨ªs. All¨ª se encontraban la mayor¨ªa de talleres de marcas destacadas como St¨¦phane Kelian o la propia Robert Clergerie, adem¨¢s de un centenar adicional de f¨¢bricas que realizaban, bajo licencia, las colecciones de zapatos de las grandes marcas de los 70 y 80, como Claude Montana o Martine Sitbon. Su padre era uno de los trabajadores con mono azul que instalaban las m¨¢quinas de producci¨®n en las plantas industriales. ?l mismo fue empleado en alguna de ellas durante su juventud. ?Mi madalena de Proust es el ruido que hab¨ªa en la f¨¢brica. Yo no aprend¨ª a dise?ar abriendo libros y ensuciando cuadernos. Aprend¨ª con ese ruido como banda sonora, envuelto en el olor de la cola y el disolvente. Mi verdadera pasi¨®n es la f¨¢brica?, asegura.
Beauciel fich¨® por Jean Paul Gaultier durante los 90, antes de trabajar para Chlo¨¦ a principios de la d¨¦cada pasada, donde colabor¨® con Phoebe Philo hasta que esta fue contratada por C¨¦line. El zapatero recal¨® entonces en Maison Martin Margiela, donde desarroll¨® una l¨ªnea de calzado junto al misterioso dise?ador belga, que pas¨® de producir 3.000 pares al a?o a m¨¢s de 100.000. De all¨ª, fue solicitado por Riccardo Tisci, entonces al frente de Givenchy. ?Buscaba a alguien que se encargara de los zapatos, pero le parec¨ªa, con raz¨®n, que ¨¦ramos demasiado diferentes. Hasta que, durante la entrevista, me pregunt¨® de qu¨¦ signo era. Le respond¨ª que Tauro y me contrat¨®?, cuenta entre risas. En su etapa en Margiela conoci¨® a Gvasalia, que entonces trabajaba en su atelier. Cuando lleg¨® al frente de Balenciaga, se acord¨® de Beauciel. ?Somos de perfiles muy distintos, pero hablamos el mismo esperanto de la moda. No nos pasamos la vida juntos. No compartimos los mismos amigos ni tampoco la misma edad. Pero nos entendemos muy bien, casi sin palabras. Tenemos una manera semejante de ver la moda. A Demna tampoco le gusta que las cosas que hace solo lleguen a un pu?ado de privilegiados. En eso se parece a Gaultier: aspira a que sus propuestas alcancen a un m¨¢ximo de personas?, asegura. Dice tambi¨¦n que, pese a que ¨¦l parezca m¨¢s serio y modoso, a veces es Gvasalia quien tiene que frenarle ante sus ideas m¨¢s disparatadas.
La creatividad brota por sus poros. Pero no siempre surge del lugar m¨¢s previsible. Preguntado sobre la idea que inspir¨® las famosas Triple S, Beauciel responde con una historia sorprendente¡ y cercana. ?Tras dejar Gaultier, pas¨¦ un tiempo form¨¢ndome en Elche (Alicante) fabricando zapatillas con maxiplataforma como las Buffalo. Ya entonces, la mitad de la poblaci¨®n las admiraba, mientras que a la otra mitad les parec¨ªa un horror. Mi idea fue reproducir el desconcierto que generaba esa zapatilla. Gracias a Espa?a, hoy existen las Triple S, son casi de all¨ª?, ironiza Beauciel.
En otra ocasi¨®n, tuvo que explorar tiendas de productos para la pr¨¢ctica del sadomasoquismo con el objetivo de perfilar la silueta de las botas knife, inspiradas en el calzado de l¨¢tex de pronunciado tac¨®n, que no est¨¢ dise?ado precisamente para caminar. ?Hubo que encontrar una soluci¨®n t¨¦cnica para no perder la fuerza visual de ese look y, a la vez, habilitarlo para llevarlo por la calle?, afirma. Despu¨¦s, tuvieron la idea de cubrirlos de colores chillones o paisajes alpinos. ?La gente no se lo cree, pero hay mucho sentido de humor en lo que hacemos. Nuestra creatividad es m¨¢s positiva que c¨ªnica, provocadora o negativa?, concluye David Beauciel, aspirante a convertirse en el zapatero m¨¢s influyente de su tiempo.