No pasa nada, por ?ngels Barcel¨®
El machismo que impregna a esta sociedad no considera alarmante ni preocupante los asesinatos casi diarios de mujeres.
Nos siguen asesinando, porque no morimos, nos matan. Los datos de mujeres asesinadas por un hombre son tremendos. Son, adem¨¢s, la cifra de la incapacidad del Gobierno para poner fin a la violencia machista. Las cifras de la verg¨¹enza.
Mujeres asesinadas e invisibles. No solo no aparecen en los grandes discursos, no solo no hay planes dotados de dinero para frenar la sangr¨ªa, no solo sus hijos no existen para la Administraci¨®n, lo peor es que no hay iniciativas ni voluntad pol¨ªtica para poner fin a tanta muerte.
Y no hay iniciativas porque se minimiza el problema....
Nos siguen asesinando, porque no morimos, nos matan. Los datos de mujeres asesinadas por un hombre son tremendos. Son, adem¨¢s, la cifra de la incapacidad del Gobierno para poner fin a la violencia machista. Las cifras de la verg¨¹enza.
Mujeres asesinadas e invisibles. No solo no aparecen en los grandes discursos, no solo no hay planes dotados de dinero para frenar la sangr¨ªa, no solo sus hijos no existen para la Administraci¨®n, lo peor es que no hay iniciativas ni voluntad pol¨ªtica para poner fin a tanta muerte.
Y no hay iniciativas porque se minimiza el problema. El machismo que impregna a esta sociedad no considera alarmante ni preocupante los asesinatos casi diarios de mujeres. Porque nuestra cotidianidad est¨¢ llena de gestos y de actos que conculcan la libertad de las mujeres, y no pasa nada, nunca pasa nada.
Y son esos gestos los que pueden acabar en un asesinato, porque nunca pasa nada. No pasa nada cuando en un campo de f¨²tbol se corea el nombre de un jugador que tiene juicio abierto por maltratar a su pareja; es m¨¢s, se le anima a que siga, y no pasa nada, no se expulsa a los que gritan, el jugador sigue en las alineaciones y el campo sigue abierto.
No pasa nada cuando otro equipo de f¨²tbol sigue manteniendo en la cancha a un jugador presuntamente implicado en un delito de chantaje sexual; es m¨¢s, es uno de los ¨ªdolos de la hinchada local, a pesar de que la selecci¨®n de su pa¨ªs, Francia, lo ha apartado hasta que no se resuelva la cuesti¨®n. En Francia estas cosas se hacen as¨ª, en Espa?a no.
No pasa nada cuando un empresario acorrala a una mujer y simula besarla en la boca porque llevaba alguna copa de m¨¢s y quiso gastarle una broma, no pasa nada ni con ¨¦l ni con qui¨¦n jale¨® la broma, otro empresario de la misma cala?a. No pasa nada cuando un grupo de j¨®venes jalean a otros que en el fragor de unas fiestas intentan violar a una mujer.
Y no pasa nada porque seguro que muchos gastan este tipo de ?bromas?, ?bromas? que pretenden someter a la mujer, privarla de libertad. Y el trecho entre actos como este y el maltrato hasta la muerte es mucho m¨¢s corto de lo que se imaginan.
El camino es recto, en pendiente. Se r¨ªen las gracias, se asiente, se calla, se disimula, se mira hacia otro lado, y al final del camino est¨¢ la mujer muerta que pasa a engrosar las listas como un n¨²mero m¨¢s y de la que nadie se acuerda al d¨ªa siguiente.
Bueno, alguien s¨ª se acuerda, los hijos, seguro, a menudo testigos de la tragedia, y se acuerdan tambi¨¦n, seguro, los que callaron, los que disimularon, los que miraron hacia otro lado. Nunca pensaron que ¨¦l se atrever¨ªa, que convertir¨ªa sus bravuconadas en muerte, pero lo hizo, porque el camino es muy corto.
El silencio se convierte en c¨®mplice. Nadie deber¨ªa poder vivir habiendo callado, su silencio es tan responsable como la mano que apret¨® el gatillo o empuj¨® el cuchillo. Su silencio sigue mat¨¢ndonos. Porque no morimos, nos matan, pero nunca pasa nada.
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