N¨®madas en familia: cuando tu vida es un viaje constante
Cuentan que tener hijos no merm¨® sus ganas de viajar sino que las aument¨®. Vivir viajando parece cosa de trotamundos solitarios. Pero algunos padres se animan a hacerlo con ni?os de corta edad.
Candelaria y Herman llevaban a?os aplazando su sue?o de viajar juntos. As¨ª que cuando decidieron que hab¨ªa llegado el momento de tener familia arrancaron su viejo Graham-Paige, un coche de 1928, para cumplir esa ilusi¨®n antes de que llegaran los beb¨¦s. Partieron hacia Alaska con la intenci¨®n de volver a Argentina en seis meses. Y, como si en la vida real pudiera haber elipsis temporales, dos a?os despu¨¦s estaban en Belice ante un test de embarazo que daba positivo.
La felicidad por aquel positivo solo dur¨® unos segundos, ¡°porque enseguida nos preguntamos, ?y ahora c¨®mo hacemos? No se...
Candelaria y Herman llevaban a?os aplazando su sue?o de viajar juntos. As¨ª que cuando decidieron que hab¨ªa llegado el momento de tener familia arrancaron su viejo Graham-Paige, un coche de 1928, para cumplir esa ilusi¨®n antes de que llegaran los beb¨¦s. Partieron hacia Alaska con la intenci¨®n de volver a Argentina en seis meses. Y, como si en la vida real pudiera haber elipsis temporales, dos a?os despu¨¦s estaban en Belice ante un test de embarazo que daba positivo.
La felicidad por aquel positivo solo dur¨® unos segundos, ¡°porque enseguida nos preguntamos, ?y ahora c¨®mo hacemos? No se puede viajar con un beb¨¦. Al menos el beb¨¦ deber¨ªa nacer en Alaska, al final del viaje, pero no en camino. No se puede¡ Y cuando Pampa, nuestro hijo mayor, lleg¨® a Alaska ya caminaba. Llevamos quince a?os de viaje y ahora somos seis¡±. Lo cuentan desde Kenia, para S Moda, Cande y Herman Zapp, los progenitores de una familia n¨®mada que lleva desde el a?o 2000 recorriendo el mundo en un autom¨®vil que apenas supera los 50 kil¨®metros por hora, una aventura vital que relatan desde su blog. Por donde pasan venden su libro Atrapa tu sue?o y los cuadros que Cande aprendi¨® a pintar mientras viajaba. Estas ventas y el apoyo de quienes van encontr¨¢ndose por el camino son la gasolina que facilita el viaje de su vida. Porque ellos han decidido no tener patrocinadores ¡°y as¨ª poder parar el momento en el que alg¨²n miembro de la familia no quiera seguir. Quiz¨¢ cuando Pampa llegue a la adolescencia paremos, antes de volver a casa, para que pueda tener sus amigos y no estar tanto tiempo con los papis. Y quiz¨¢ sea en Espa?a, la tierra madre¡±, aseguran.
La adolescencia de sus hijas todav¨ªa queda lejos para Anna y Thomas, una periodista polaca y un fot¨®grafo alem¨¢n que se enamoraron en un viaje de trabajo a Bruselas y que tambi¨¦n han acabado viviendo de viaje con sus dos ni?as peque?as. Esta familia sin fronteras ha hecho de recorrer mundo su modo de vida y sus cr¨®nicas y fotograf¨ªas han convertido su blog en el m¨¢s le¨ªdo de Polonia. Como los Zapp, tambi¨¦n partieron para seis meses¡ en 2010. Afirman que vivir en un autom¨®vil, navegando o buscando vuelos no cambia las prioridades de dos ni?as de cinco y tres a?os. Y saber que ¡°est¨¢n descubriendo el mundo intensamente¡± y aprendiendo de las personas y los paisajes lo que los dem¨¢s aprendemos de los libros los anima a seguir ¡°porque, tener un beb¨¦ ensancha tu vida no la estrecha, igual que viajar¡±.
La anchura de la vida de Gunther y Christine Holtorf tambi¨¦n puede medirse abriendo un mapa. Ellos planificaron un recorrido de a?o y medio por ?frica pero la aventura se prolong¨® indefinidamente en un todoterreno que se convirti¨® en su casa y al que llamaron Otto. Los n¨²meros de su existencia n¨®mada marean m¨¢s que una mala carretera: 26 a?os. Los 6 continentes. Casi un mill¨®n de kil¨®metros. 177 pa¨ªses y una certeza que parecen compartir todos los que viven viajando ¡°cuanto m¨¢s viajas, m¨¢s te das cuenta de lo poco que has visto. Y cuanto m¨¢s has visto y experimentado, m¨¢s quieres seguir viendo y seguir experimentando.¡± As¨ª que al morir su mujer, Gunther, de casi 80 a?os, sigui¨® explorando el planeta con la foto de ella en el retrovisor.
Todas estas familias hablan de cumplir sue?os. Los Holtorf de cambiar una vida de lujos por una vida de aventuras. Anna y Thomas de creer que ¡°querer es poder¡±. Y los Zapp de ofrecer a sus cuatro hijos conocer la Tierra pis¨¢ndola. De aprender ¡°a jugar al criquet en India, al rugby en Australia o al f¨²tbol en ?frica¡±.
Y aunque tambi¨¦n hablan de frustraci¨®n, dolor, p¨¦rdidas, renuncias e incertidumbre puede que construir una familia n¨®mada y crecer en ella ense?e a compensar cualquier obst¨¢culo. Porque, cuando pedimos a los argentinos que nos digan las peores consecuencias de su decisi¨®n, no mencionan nada que no tenga que ver con una vida colmada de muescas emocionales asumidas y superadas: ¡°Primero, dejar a la familia es dur¨ªsimo. Uno tiene que elegir el camino de su vida, y no puedes llevarte todo lo que quieres, pero se sufre. Segundo, conocer personas maravillosas por el camino, en las que encuentra un amigo que sabes que dejar¨¢s atr¨¢s, que no volver¨¢s a ver, eso es dur¨ªsimo. Y tercero, lo m¨¢s duro del viaje, lo que m¨¢s nos cost¨®, y eso que hemos pasado por much¨ªsimas dificultades¡ lo peor, con diferencia, fue empezar, ?animarse a dar el paso¡±.