4 juegos sexuales inspirados en ¡¯50 sombras m¨¢s oscuras¡¯
La segunda entrega es m¨¢s fuerte e intensa que la anterior. Y un exitazo de taquilla: ha sido la pel¨ªcula m¨¢s vista en Espa?a en su primer fin de semana. Proponemos juegos para emular a sus protagonistas e, incluso, superarlos.
1. Disfrazarse y seducir, de nuevo, a la pareja
?La filosof¨ªa del carnaval encierra un componente muy er¨®tico que es la posibilidad de ser otro por unas horas, reinventarse o interpretar un papel; con el consiguiente beneficio de que abandonar la propia personalidad durante unas horas, y sin que eso nos pase factura, puede ser extremadamente liberador. Precisamente, esa es la funci¨®n del disfraz, que proporciona un manto de invisibilidad de la propia existencia, una especie de indulgencia papal que nos perdona los pecados o una amnist¨ª...
1. Disfrazarse y seducir, de nuevo, a la pareja
?La filosof¨ªa del carnaval encierra un componente muy er¨®tico que es la posibilidad de ser otro por unas horas, reinventarse o interpretar un papel; con el consiguiente beneficio de que abandonar la propia personalidad durante unas horas, y sin que eso nos pase factura, puede ser extremadamente liberador. Precisamente, esa es la funci¨®n del disfraz, que proporciona un manto de invisibilidad de la propia existencia, una especie de indulgencia papal que nos perdona los pecados o una amnist¨ªa que borra nuestros delitos y nos devuelve la inocencia.
El carnaval hace la vista gorda o participa de la creencia de que lo que pase esos d¨ªas se olvida r¨¢pidamente sin dejar huella, porque realmente no ¨¦ramos nosotros los que actu¨¢bamos, sino nuestros alter egos o personalidades dormidas, a las que en muy pocas ocasiones se les permite salir a la calle.
Pero el disfraz tambi¨¦n puede permitirnos volver a revivir algunos momentos, repetir acciones sin ser identificados, tan solo por el placer de recrearlas. ?Qui¨¦n no ha fantaseado alguna vez con volver a conocer de nuevo a su pareja? Pues el carnaval es un buen momento para hacerlo, aunque este juego requiere de una cierta complicidad con algunos amigos y algunos dotes de interpretaci¨®n.
Para empezar, hay que conseguir que la pareja o la persona a la que queramos sorprender de nuevo se preste a acudir a una fiesta de disfraces, solo o con amigos. Y a nuestro favor tenemos que los carnavales est¨¢n a la vuelta de la esquina. La persona encargada de la seducci¨®n debe decir a su ¡®v¨ªctima¡¯ que no acudir¨¢ a esa fiesta, ya sea porque est¨¢ fuera por trabajo, se pone enferma repentinamente o alguna causa de fuerza mayor. Hay que buscar una excusa cre¨ªble y convencer al otro de que vaya a divertirse sin nosotros. El paso siguiente es que la persona que organiza el juego debe disfrazarse lo mejor posible porque su deber es acudir a esa fiesta, sin que el otro lo sepa, y tratar de seducirle.
Hay que evitar hablar, ya que la voz es f¨¢cilmente reconocible ¨Ca no ser que seamos expertos ventr¨ªlocuos o imitadores¨C y hacer la mayor parte del trabajo a base de miradas, gestos e insinuaciones, hasta que llegue el inevitable momento de la verdad y de quitarse la m¨¢scara.
El juego es un excelente bar¨®metro para medir el nivel de atracci¨®n que todav¨ªa existe en la pareja; aunque se desaconseja a los muy celosos, que pueden empezar a obsesionarse viendo solo el lado negativo ¨C¨¦ste/a se va con cualquiera¨C y no el positivo ¨Ctodav¨ªa hay qu¨ªmica entre nosotros¨C.
A quienes piensen que esto es muy dif¨ªcil de hacer o, directamente, inviable; les contar¨¦ una an¨¦cdota que mi madre sol¨ªa relatarnos a mi hermana y a m¨ª, para demostrarnos su teor¨ªa de que un hombre excitado pierde su capacidad de raciocinio, adem¨¢s de que ve mermados muchos de sus cinco sentidos. Hace muchos a?os, en un pueblo gallego lleg¨® el carnaval. Generalmente, en esa ¨¦poca, los maridos sal¨ªan con sus amigos y las mujeres casadas se quedaban en casa. Pero un a?o una se?ora decidi¨® gastarle una broma a su esposo y, junto con una vecina, se disfrazaron para seguir a sus parejas y ver qu¨¦ hac¨ªan. La protagonista de la historia iba tan bien camuflada que se lig¨® a su marido y, cuando ya estaban en un pajar dispuestos a todo, ¨¦l le subi¨® la falda y dijo, ¡°estas si que son piernas y no las de mi mujer¡±.
2. Tener el control, aunque sea remoto
?El orgasmo es una rendici¨®n, un abandono, un momento en el que se ha perdido el rumbo. Es muy dif¨ªcil responder a la pregunta, ?qu¨¦ es m¨¢s excitante en el sexo, tener el control o cederlo?; y, seguramente, la mayor¨ªa contestar¨ªa que lo ideal es una mezcla de ambas cosas.
Para los momentos en que preferimos que alguien conduzca el veh¨ªculo, que nos lleve a cualquier parte y estar totalmente a su merced, la jugueter¨ªa er¨®tica de ¨²ltima generaci¨®n puede ser de gran ayuda para jugar a lo que llamaremos: ¡®T¨² tienes el mando?.
Para ello, es imprescindible tener alg¨²n tipo de vibrador o masajeador que funcione por mando a distancia. El padre de un amigo dec¨ªa que hab¨ªa tres cosas en las que uno ten¨ªa que gastarse el dinero y no economizar: la comida, una buena cama y los zapatos. Yo a?adir¨ªa una m¨¢s: los juguetes er¨®ticos, puesto que van a estar en contacto con nuestro yo m¨¢s ¨ªntimo y con nuestras mucosas, a las que no les agradan la mayor¨ªa de los pl¨¢sticos made in China. Hay que buscar marcas que trabajen con silicona m¨¦dica de alta calidad y que sean fiables. Lelo, por ejemplo, cuenta con varias opciones como Lyla 2, una bala vibradora que tambi¨¦n puede introducirse en la vagina; o las Bolas Hula, que son como bolas chinas pero con vibraci¨®n. Ambas con un mando a distancia que act¨²a por control remoto y que cubre un campo de hasta doce metros.
Una vez que tengamos el aparato adecuado y alguien dispuesto a ocuparse de los mandos, se trata de ir a alg¨²n sitio p¨²blico, jugar y explorar los propios l¨ªmites; contando siempre con la posibilidad de ir al ba?o a aliviarse, sola o acompa?ada. El cine es un cl¨¢sico, al igual que un bar o un local nocturno, aunque la imaginaci¨®n no tiene l¨ªmites.
En 50 sombras m¨¢s oscuras no falta la escena del restaurante, en la que Grey le pide a Anastasia que se quite las bragas. Para superar esa escena solo hace falta pasarse antes por una sex shop. El juego admite todo tipo de retos, recompensas o castigos, como el de quedarse sin postre, si se est¨¢ cenando rodeada de gente.
3. Atar o ser atado
?Cualquiera que haya pasado de la postura del misionero dispone de unas esposas compradas en alguna sex shop. A mi me llamaron por los altavoces en el aeropuerto de Heathrow para pedirme explicaciones de por qu¨¦ llevaba unas en mi equipaje de mano ¨Cno me cab¨ªan ya en la maleta¨C. Claro que est¨¢bamos en la era post september eleventh y lo de empacar nunca ha sido mi fuerte.
Independientemente de nuestro grado de simpat¨ªa hac¨ªa la filosof¨ªa BDSM, uno deber¨ªa probar, al menos una vez en la vida, el juego de las ataduras. En el apartado de pr¨¢cticas para salpimentar la vida de la pareja, puede aparecer este cap¨ªtulo, en su versi¨®n m¨¢s soft; pero si le a?adimos una venda en los ojos el sumiso/a se encuentra indefenso, vulnerable, expectante y sin poder prever todo lo que va a ocurrir. Aqu¨ª la cosa cambia y puede definirse de cualquier manera excepto como el rutinario revolc¨®n del s¨¢bado noche.
El placer de este juego, para el que se queda ¡®indefenso¡¯, est¨¢ en la entrega y en la sensaci¨®n de vulnerabilidad e indefensi¨®n, que hacen subir la adrenalina y la excitaci¨®n, sin contar con que muchos disfrutan de la sensaci¨®n f¨ªsica de sentir la presi¨®n de las ataduras. Para el activo, el que ata, el gusto est¨¢ en tener el poder y en las grandes posibilidades creativas que eso brinda. A partir de aqu¨ª cada uno puede dise?ar el plan a su medida, o no planear nada y dejarse llevar; pero la gracia est¨¢ en calentar al otro y llevarlo al l¨ªmite para luego seguir o parar y dejarlo a¨²n m¨¢s desorientado, si cabe.
4. Jugar a ser otro
Todos tenemos fantas¨ªas, en mayor o menor medida, que nos gustar¨ªa realizar pero que vemos casi imposible que se de la posibilidad o circunstancias para que ocurran. Antes de quedarse con las ganas, una opci¨®n es tratar de recrearlas, como si se estuviera interpretando una obra de teatro o pel¨ªcula, gracias a las enormes posibilidades de los juegos de rol. Los m¨¢s esc¨¦pticos pensar¨¢n que no tiene gracia, puesto que ya sabemos que es una pantomima y no algo real, pero los que lo han probado se asombran de lo f¨¢cil que es enga?ar a la mente y lo r¨¢pido que uno se mete en el papel. Y si no, que le pregunten a los actores, que no pocas veces han acabado profundamente afectados por un personaje que tuvieron que interpretar en la gran pantalla.
Una de las fantas¨ªas m¨¢s comunes es tener sexo con un completo extra?o, que nos aborda en un bar o en la calle. Algo que no sucede muy a menudo en el d¨ªa a d¨ªa. Pero si se cuenta con un partenaire, con ganas de jugar, se puede emular esta ficci¨®n. Tan solo hay que escribir el gui¨®n. Por ejemplo, busquemos una calle con no demasiados bares ¨Ctarea dif¨ªcil si uno vive en Espa?a- y quedemos de encontrarnos en alguno de esos locales, sin especificar cu¨¢l, entre las 20:00 y las 21:30. Vist¨¢monos de forma algo distinta, de acuerdo a nuestro personaje, que puede ser un ejecutivo extranjero en viaje de negocios, una turista sola en la ciudad, una trabajadora o trabajador del sexo en busca de clientes¡ Actuemos conforme a nuestro papel y tengamos cerca un lugar donde poder llegar a mayores: habitaci¨®n de hotel, coche, confortable ba?o de alg¨²n restaurante o discoteca. Y experimentemos la sensaci¨®n de ser otro, sin juzgarlo ni esperar nada de ¨¦l. Es probable que le cojamos el gusto y hasta que alg¨²n d¨ªa nos den el Goya a la mejor actriz o actor revelaci¨®n.