Elvira Lindo: ¡°Siempre me gust¨® la moda, vivir bien, no creo que sea incompatible con tener ideas progresistas¡±
La escritora ha vivido en m¨¢s de 20 casas. Nos recibe en la definitiva y rememora a sus padres, convertidos ahora en los protagonistas de su ¨²ltima novela, ¡®A coraz¨®n abierto¡¯.
Buscar antiguas fotograf¨ªas, recordar momentos y sensaciones vividas, entender por qu¨¦ Manuel y Antonia ten¨ªan ese car¨¢cter; ¨¦l carism¨¢tico, ella melanc¨®lico. Dice Elvira Lindo (C¨¢diz, 1962) que tard¨® mucho en escribir A coraz¨®n abierto (Seix Barral), su ¨²ltima novela, protagonizada por sus padres. ?No encontraba la forma de contar lo que quer¨ªa, hasta que di con esa f¨®rmula poli¨¦drica de distintas voces. Todas son la m¨ªa, pero en diferentes edades?, analiza. El libro se public¨®...
Buscar antiguas fotograf¨ªas, recordar momentos y sensaciones vividas, entender por qu¨¦ Manuel y Antonia ten¨ªan ese car¨¢cter; ¨¦l carism¨¢tico, ella melanc¨®lico. Dice Elvira Lindo (C¨¢diz, 1962) que tard¨® mucho en escribir A coraz¨®n abierto (Seix Barral), su ¨²ltima novela, protagonizada por sus padres. ?No encontraba la forma de contar lo que quer¨ªa, hasta que di con esa f¨®rmula poli¨¦drica de distintas voces. Todas son la m¨ªa, pero en diferentes edades?, analiza. El libro se public¨® una semana antes de que se decretara el estado de alarma a causa de la crisis sanitaria de la covid-19 y acompa?¨® a muchos lectores en el confinamiento. Los libreros aseguran que fue uno de los t¨ªtulos m¨¢s solicitados en la venta online y en ebook.
?La falta de ox¨ªgeno le impide a mi padre explayarse con frases largas y, por primera vez en su vida, tiene que dejar que su interlocutor hable m¨¢s que ¨¦l? (p. 17)
Lindo arranca hablando de una hospitalizaci¨®n de su padre, que falleci¨® en 2013. ?Me ha escrito gente dici¨¦ndome que su padre hab¨ªa muerto estos d¨ªas, y era del mismo a?o que el m¨ªo. ?l ten¨ªa seis a?os al comienzo de la guerra, vivi¨® los a?os duros del hambre, la posguerra¡ En la novela hay muchas cosas que la gente reconoce de sus familias?, subraya. Sin pretenderlo, su libro ha reivindicado y servido de homenaje a esa generaci¨®n tan castigada hoy por la pandemia. ?Para m¨ª de joven los h¨¦roes eran los que se hab¨ªan ido al exilio o muerto en la guerra, poetas, escritores del bando republicano. Por mi cabeza nunca hab¨ªa pasado considerar a mis padres protagonistas de una novela, no ten¨ªan los componentes de aventura pol¨ªtica que admiraba. Cuento la historia muy procelosa de un auditor, de un contable [de la empresa Dragados y Construcciones]. Esa profesi¨®n le hace moverse por muchos sitios y de alguna manera ser part¨ªcipe del desarrollo espa?ol. Me escribe mucha gente que ha estado en las obras, o ni?os como yo, que iban de un lado a otro. Y eso es muy emocionante, ves que hay historias que no han sido contadas. Nos solemos detener en personajes novelescos, no en personas con un trabajo com¨²n, como un administrativo y un ama de casa. Pero si te acercas a ellos te das cuenta de que eran extraordinarios?, analiza.
?No se puede regresar a los sitios aquejada por una continua melancol¨ªa por lo que ya no existe? (p. 306)
Por el trabajo de su padre, Lindo tuvo una infancia n¨®mada: vivi¨® en Palma de Mallorca, fue una ni?a del pantano cuando lleg¨® al poblado de los empleados en la construcci¨®n de la presa de El Atazar, creci¨® en Moratalaz. ?Si sumo las m¨ªas a las de mis padres, que ser¨ªan como 12 traslados, pues habr¨¦ vivido en veintitantas casas?, calcula. Con su marido, el escritor Antonio Mu?oz Molina, se mud¨® a Nueva York en 2004, cuando ¨¦l fue nombrado director del Instituto Cervantes. ?All¨ª cambiamos tres veces, dentro de Madrid me he mudado a muchos barrios, tambi¨¦n he vivido en M¨¢laga, Lisboa¡ Me he movido much¨ªsimo. Tal vez de ni?a me qued¨® una especie de ansiedad de no encontrarte, de pensar que si te quedabas en un sitio la vida era menos interesante. Ahora es cuando he empezado a pensar en que ya no quiero moverme?. Lleg¨® hace tres a?os a su actual piso de Madrid, el definitivo. ?Para m¨ª ahora atrapar el tiempo es estar en un sitio y gozar de lo cercano. Necesito serenidad?. Cada esquina de su casa muestra un recuerdo, una imagen, todos con su historia; en su dormitorio, un maniqu¨ª viste el camis¨®n de la noche de bodas de su madre. Hay objetos que la han acompa?ado siempre: ?Me arrepiento de no haber guardado m¨¢s. He vivido de una forma en la que no reparaba en que las cosas hab¨ªa que guardarlas, tenerlas a buen recaudo. No he tenido ese cuidado, tampoco lo tuvieron mis padres, y he perdido muchas cosas que me encantar¨ªa tener. Ahora las que tengo las conservo como oro en pa?o. Pero de todo esto he sido consciente tarde. Yo he ido muy deprisa a todo, y probablemente sobreviviendo. Mi vida ha sido muy r¨¢pida: me qued¨¦ hu¨¦rfana adolescente, me cas¨¦ la primera vez muy joven, tuve un hijo muy joven, me separ¨¦ muy joven¡ Todo eso me marc¨®?.
??l disfruta de una masculinidad indiscutida, de una fogosidad que no se ha apagado con los hijos. Al contrario, la contemplaci¨®n de su mujer embarazada refuerza la idea de que el placer es a¨²n mayor cuando da sus frutos? (p. 253)
En la novela la escritora disecciona la relaci¨®n de sus padres. Rememora el cari?o y tambi¨¦n las partes duras, los enfados, las infidelidades paternas: ?Tuve que comprender c¨®mo eran en un contexto hist¨®rico determinado, en el que influ¨ªa la presi¨®n de la Iglesia cat¨®lica en la moral de la gente, en c¨®mo se amaba, en el sexo, en cu¨¢l era la vida de las mujeres y cu¨¢l el papel de los hombres?. En las fotos en blanco y negro de Antonia y Manuel sacadas del ¨¢lbum familiar ?se transparenta una pasi¨®n, una alegr¨ªa, una necesidad de estar juntos, agarrarse y abrazarse?, indica su hija mientras muestra esas desenfadadas instant¨¢neas. Cree que hoy ?ha cambiado mucho la concepci¨®n de masculinidad, muchos hombres se han puesto las pilas?. Pero alerta de que el teletrabajo de estos meses ha dejado en evidencia que la igualdad no es real: ?En relaci¨®n al reparto de las tareas se ha visto que inconscientemente todav¨ªa en el seno familiar se considera que la mujer se tiene que dedicar m¨¢s a los cuidados. Eso hay que solucionarlo. Para empezar, no es m¨¢s importante el trabajo de los hombres. Y lo segundo, no s¨¦ si los empresarios tienen miedo en que se regule el teletrabajo, pero se tiene que hacer, si no las mujeres nos vamos a quedar en un segundo plano?.
?En el Partido soy una pardilla, en casa me siguen tomando por una ni?a. Tambi¨¦n me lo hago porque me conviene? (p. 206)
A lo largo de su carrera, admite la escritora, se ha encontrado con mucha condescendencia por el simple hecho de ser mujer. Lamenta haber perdido a su madre, que sufr¨ªa problemas cardiacos, en 1978, no saber c¨®mo habr¨ªa vivido los avances del feminismo. ?Yo creo que ella ya apuntaba maneras. Por un lado hab¨ªa sido una mujer con un papel subordinad¨ªsimo a mi padre en cuanto a sus movimientos, en cuanto al dinero. Pero por otra parte, en sus ¨²ltimos a?os se le notaba cierto cansancio ya de esa especie de asumir, de no tener voz, capacidad de decisi¨®n¡ Ten¨ªa un empe?o muy fuerte en que sus hijos, sobre todo sus hijas, estudi¨¢ramos, tuvi¨¦ramos dinero en el bolsillo, no tuvi¨¦ramos que ped¨ªrselo a nadie. Ella hac¨ªa compatible su formaci¨®n tradicional con las nuevas ideas que estaban entrando en los a?os setenta en la cabeza de todas las mujeres?. La escritora cumpli¨® con ese empe?o materno, trabaj¨® en la radio, en los noventa public¨® una serie literaria de ¨¦xito, Manolito Gafotas. Incluso recibi¨®, en 2018, una propuesta de Pedro S¨¢nchez para ser ministra de Cultura. ?Alguien lo filtr¨®. Esa noticia me persigue, si dices que no deber¨ªa quedar en segundo plano. Viendo la agresividad que hay en la pol¨ªtica espa?ola ahora pienso que yo no sirvo para eso. Conozco el mundo de la cultura, me interesa, pero mi car¨¢cter no est¨¢ preparado para ese nivel de tensi¨®n. Creo que aqu¨ª los pol¨ªticos acaban muy separados de la vida social habitual. Est¨¢n muy acostumbrados a ser el centro de un sitio en cuanto llegan?.
?Tengo un bikini de cuadros rosas y blancos, con puntilla en el escote, que copi¨® mi t¨ªa la costurera de los patrones del ¡®Burda¡¯. Es cursi y precioso.? (p. 227)
La autora reconoce que siempre ha sido bastante peculiar: ?Soy particular en un sentido de no acoplarme, de no asumir, eso me cuesta. Soy batalladora, pero cuando veo cierta uniformidad en el juicio de todo el mundo algo me empuja a rebelarme?. Ella ha tenido claras sus preferencias. ?Estuve en las Juventudes Comunistas, pero hab¨ªa cosas en las que me sent¨ªa diferente. Por ejemplo, a m¨ª siempre me gust¨® la moda, me vendr¨ªa de mi madre, siempre me gust¨® vivir bien y creo que hay que decir que no es incompatible, que choque, con tener ideas progresistas?, afirma, aunque en m¨¢s de una ocasi¨®n se ha sentido juzgada por seguir esa m¨¢xima. ?Se emplea el t¨¦rmino de pijoprogre, pero no s¨¦ por qu¨¦ la belleza o el sentirte bien en la vida es incompatible con defender la sanidad o la educaci¨®n p¨²blicas. Gente que no est¨¢ de acuerdo contigo cree que no est¨¢s legitimada para opinar?. Su respuesta es disfrutar el presente: ?Soy hedonista. He conseguido vivir bien cuando ten¨ªa muy poco dinero y ahora que tengo m¨¢s. Fui una madre de barrio muy joven, hab¨ªa tiendas a las que iba a comprar ropa y me fiaban, me lo dejaban en cuatro plazos¡ Pero siempre he buscado la manera de disfrutar de la vida; si no pod¨ªa ir a un restaurante, me iba a tomar ca?as?.