Lo no esencial
Es brutal el esfuerzo que se esconde tras las peque?as obras ligeras pero importantes, la laboriosidad con que se crean las ahora llamadas actividades no esenciales, las que no pueden ser garantizadas en circunstancias extremas, pero convierten precisamente esas circunstancias en algo menos extremo, m¨¢s digno.?
Jane Bowles solo escribi¨® tres libros en su vida. Una novelita corta, una colecci¨®n de relatos y una obra de teatro. Los tres de ritmo r¨¢pido, di¨¢logos alocados y un cierto absurdo tomado muy en serio. Un disfrute ligero y alegre que recomiendo para este momento y cualquier otro. En un pr¨®logo de Truman Capote a la recopilaci¨®n de la obra de Bowles, el escritor explica que lo exiguo de su trabajo se debe a que a ella le costaba horrores escribir. Cuenta tambi¨¦n que un d¨ªa hablaban los dos sobre otro escritor y ella le dijo: ?Es que a ¨¦l le resulta tan f¨¢cil¡ No tiene m¨¢s que mover la mano?....
Jane Bowles solo escribi¨® tres libros en su vida. Una novelita corta, una colecci¨®n de relatos y una obra de teatro. Los tres de ritmo r¨¢pido, di¨¢logos alocados y un cierto absurdo tomado muy en serio. Un disfrute ligero y alegre que recomiendo para este momento y cualquier otro. En un pr¨®logo de Truman Capote a la recopilaci¨®n de la obra de Bowles, el escritor explica que lo exiguo de su trabajo se debe a que a ella le costaba horrores escribir. Cuenta tambi¨¦n que un d¨ªa hablaban los dos sobre otro escritor y ella le dijo: ?Es que a ¨¦l le resulta tan f¨¢cil¡ No tiene m¨¢s que mover la mano?.
Hace unos d¨ªas se estren¨® en Netflix el documental de Martin Scorsese sobre la escritora Fran Lebowitz del que todo el mundo habla. El documental consta de siete cap¨ªtulos de Fran haciendo cosas (pasear, b¨¢sicamente), pero sobre todo siete cap¨ªtulos de Fran diciendo cosas. Por ejemplo, que ella odia escribir. Ella, igual que Jane Bowles, public¨® poco. Muy poco. Dos libros prodigios de ingenio, de las m¨²ltiples lecturas, la carcajada ocasional y el odio humor¨ªstico. Algunos pensar¨¢n que una obra tan poco solemne no exija un sufrimiento en su ejecuci¨®n, que basta solo con mover la mano.?
Para m¨ª estas dos an¨¦cdotas representan el esfuerzo brutal que se esconde tras las peque?as obras ligeras pero importantes, la laboriosidad con que se crean las ahora llamadas actividades no esenciales, las que no pueden ser garantizadas en circunstancias extremas, pero convierten precisamente esas circunstancias en algo menos extremo, m¨¢s digno.?
Cada vez que cuento que mi hermana y mi madre son floristas alguien me dice ?qu¨¦ trabajo m¨¢s bonito?. Lo es, no hay duda. Yo, mientras asiento, me las imagino subidas a una escalera imposible colocando arreglos sobre la mesa de un evento pinch¨¢ndose los dedos con tallos traicioneros o pasando la noche dentro de un refrigerador porque las flores llegaron demasiado abiertas y solo se pueden manipular en el fr¨ªo. Durante la pandemia tuvieron tantos pedidos que las flores no les cab¨ªan en el almac¨¦n. Ramos modestos, otros inmensos, cestillos de flores, env¨ªos a las madres y a las abuelas o derroches rom¨¢nticos. El auge por las flores y la jardiner¨ªa fue un fen¨®meno general, un reconocimiento a que incluso en medio de la mayor pena buscamos destellos de belleza.
En la redacci¨®n nos gusta mucho un meme en el que aparecen cinco personas en una gresca monumental sobre las que se lee un cartel: ?Fleetwood Mac grabando Rumours?. Junto a esa imagen se ve otra de una mujer sola bailando feliz sobre la que pone: ?Yo escuchando Rumours?. La grabaci¨®n del disco Rumours de Fleetwood Mac fue una batalla campal emocional y f¨ªsica entre los cinco componentes del grupo. El resultado es un disco delicioso, alegre, pegadizo, que lanza mensajes m¨¢s bien evidentes que a todos nos han acompa?ado en nuestros desamores.
No quiero decir con esto que en la elaboraci¨®n de esta revista hayamos emulado la grabaci¨®n de Rumours, nada m¨¢s lejos. Pero s¨ª hemos exprimido nuestras fuerzas al m¨¢ximo para hacerles llegar un ejemplar fresco, profundo pero no grave, alegre y bello. Una portada limpia y directa, sin artificios, como nos parec¨ªa que exige el momento, que tuvimos que hacer en remoto en un Londres alerta que se preparaba para el Brexit. Leer¨¢n ustedes las terribles dificultades a las que se enfrent¨® Daisy Ridley cuando encarn¨® a Rey en Star Wars, y ninguna tiene que ver con la interpretaci¨®n de su papel. El acoso en redes al que se vio sometida le oblig¨® a abandonarlas para siempre, como han hecho tantas mujeres. En este n¨²mero hablamos tambi¨¦n con Rebecca Solnit, la pensadora feminista que tuvo que aguantar como un se?or le explicaba su propio libro. Por fortuna, de aquel trago cre¨® el t¨¦rmino mansplaining que la hizo conocida para el gran p¨²blico como ensayista todoterreno y que ahora publica sus memorias. Tambi¨¦n nos colamos en la casa de Olivia Laing, la escritora de La ciudad solitaria y amante de la jardiner¨ªa, que desgrana todos los beneficios no esenciales de esta sacrificada dedicaci¨®n. Les adelanto el primero: enamorarse.