Los mejores bares de toda la vida para tomar una ca?a en Madrid
Los bares de siempre est¨¢n de moda. Hablamos con los responsables de algunos de los locales m¨¢s m¨ªticos de la capital para saber c¨®mo han conseguido ser fieles a su esencia y conquistar al p¨²blico joven sin tener wifi.
Bodegas El Ma?o (Calle La Palma, 64)
Lleg¨® a haber nueve bodegas El Ma?o. Ahora solo queda una en La Palma, 64. La actual propietaria, Marisol Mu?oz, cuenta la historia. ?El nombre de El Ma?o se lo puso su fundador, Francisco Mart¨ªnez, a mediados de los a?os 40 del siglo pasado. ?l se dedicaba a traer el vino de Arag¨®n mientras sus empleados de confianza s...
Bodegas El Ma?o (Calle La Palma, 64)
Lleg¨® a haber nueve bodegas El Ma?o. Ahora solo queda una en La Palma, 64. La actual propietaria, Marisol Mu?oz, cuenta la historia. ?El nombre de El Ma?o se lo puso su fundador, Francisco Mart¨ªnez, a mediados de los a?os 40 del siglo pasado. ?l se dedicaba a traer el vino de Arag¨®n mientras sus empleados de confianza se encargaban de venderlo en las bodegas. Era una especie de franquicia de entonces?, explica Marisol. El vino se almacenaba en el s¨®tano en tinajas y lo vend¨ªa en la parte superior, en el bar. Las tinajas ahora son parte de esa memoria del Madrid castizo que ha logrado conservar este y alg¨²n otro local de la capital.
Cuando Marisol lleg¨® a El Ma?o llevaba un a?o y medio cerrado. Hab¨ªa pasado de unas manos a otras hasta que acabaron bajando la persiana. Fue una ¨¦poca ¡°complicada¡± para Malasa?a, a finales de los 80 y principios de los 90. A partir de ah¨ª, La Palma se convirti¨® en lo que ahora es la calle Pez, la calle de moda del barrio de moda. Y ella aprovech¨® el tir¨®n.
El Ma?o se convirti¨® en un sitio al que hab¨ªa que ir, ya fuera a tomar una ca?a, un verm¨² o a comer alguna de las raciones que ella misma prepara, y que son las mismas desde que abri¨® en el 94, y nada de cocina moderna. Aqu¨ª se comen bravas, alb¨®ndigas, pisto o ¡°croquetas, que tienen mucha fama¡±.
El Ma?o ¡°no es un bar de viejos, aunque hay gente mayor¡±. La mayor¨ªa del p¨²blico ¡°ronda los 30 a?os¡±, algo menos los fines de semana. Los clientes son, m¨¢s o menos, los mismos que cuando lleg¨® hace ya m¨¢s de 20 a?os. ¡°La gente es muy fiel a El Ma?o, por eso me gusta este sitio¡±, agradece.
No hizo una gran reforma cuando lleg¨® y tampoco se plantea hacerla ahora. Mientras ella siga al mando, continuar¨¢n los m¨¢rmoles, la escayola del techo, los espejos de las puertas, de las baldas de las bebidas¡ ¡°Esa es la gracia, que no es un bar nuevo, de estos ya no los encuentras. No ha perdido la esencia¡±.
El Palentino (Calle Pez, 12)
El Palentino es un bar cl¨¢sico y uno de los pocos madrugadores de Malasa?a. Dolores sube la persiana del bar a las siete de la ma?ana. Ella es vecina desde hace ¡°50 a?os¡± y cuenta que el bar ha cambiado como lo ha hecho el barrio y, en este c¨¦ntrico y podr¨ªa decirse h¨ªpster barrio madrile?o, quedan ¡°seis o siete¡± vecinos de siempre y ya han perdido la costumbre de ir a merendar. As¨ª que en El Palentino ¡°todo es juventud¡± que llena el lugar hasta las dos de la ma?ana. J¨®venes, modernos y gente conocida. ¡°Aqu¨ª viene todo el mundo y yo a la mitad no los conozco porque de verlos en la tele a verlos en persona hay mucha diferencia¡±, argumenta con el desparpajo que le da la experiencia de estar detr¨¢s de la barra.
Desde Esperanza Aguirre, a Eva Hache, Pablo Carbonell o Andr¨¦s Calamaro, hace recuento de a qui¨¦nes ha atendido al otro lado del mostrador de El Palentino, el t¨ªpico bar de luces de ne¨®n, barra met¨¢lica y suelo de gres. Ha cambiado poco. ¡°?Para qu¨¦ si as¨ª nos va bien?¡±, se pregunta. Y tiene respuesta: ¡°Si lo cambias, lo matas¡±, asegura y aconseja a futuros propietarios.
Antes de que nada de esto pase, ?lex de la Iglesia lo lleva al cine en su nueva pel¨ªcula El bar, en la que El Palentino se llama El Amparo.
Y mientras Dolores hace repaso de la historia, ajena a la popularidad del establecimiento, un camarero le llama la atenci¨®n por pararse a hablar mientras el bar va llen¨¢ndose. Ella protesta ante la queja, que para algo es la due?a (junto a Casto Herrezuelo, hermano del marido de Dolores, Mois¨¦s) y la excepci¨®n en El Palentino, ella es la ¨²nica de la familia que es de Mondo?edo. El resto, ¡°todos palentinos¡±.
Bodegas Rivas (Calle La Palma, 61)
Julio Rivas Ortiz de Z¨¢rate fund¨® las bodegas a las que puso su apellido en 1923. 92 a?os m¨¢s tarde, despu¨¦s de que la familia se desprendiera del negocio que durante un tiempo regent¨® Librado Mart¨ªn Carrillo, un antiguo empleado de los Rivas, lo que Julio tem¨ªa era que desapareciera lo que ¨¦l hab¨ªa levantado con tanto esfuerzo. Jos¨¦ Abreu, el nuevo responsable del establecimiento, le asegur¨® que aquello no pasar¨ªa. ?Cuando Julio vuelve a sentarse en su bar, ahora al otro lado de la barra, reconoce la bodega como la de siempre. Estoy satisfecho con el cambio, porque hemos conservado el ambiente antiguo, pero ad¨¢pt¨¢ndolo a un nuevo tiempo?, sostiene el encargado de Bodegas Rivas en esta nueva etapa.
Las tinajas por las que suele preguntar Julio, que entonces serv¨ªan para conservar el vino que despu¨¦s vend¨ªan a granel, ahora son parte de la decoraci¨®n. El verm¨² ya no se prepara con las m¨¢quinas antiguas que guardaban en el s¨®tano sino que se sirve de grifo. Y el silencio o el murmullo del paisanaje de otros tiempos se ha sustituido por la m¨²sica de Beyonc¨¦ o Lady Gaga cuando cae la noche y los j¨®venes llenan el bar. Algunos de los clientes de toda la vida suelen acudir a¨²n por all¨ª y recordar ¡°cu¨¢ndo se conocieron¡± o lo que han cambiado las cosas desde que Julio dej¨® la barra de una de las bodegas m¨¢s tradicionales de Malasa?a.
Pero sus nuevos due?os han querido conservar la tradici¨®n que heredaron de los fundadores a?adiendo un toque de modernidad, ¡°que la gente sienta que el negocio ha evolucionado¡±. Quien lo conociera antes y haya vuelto en los ¨²ltimos meses apreciar¨¢ la diferencia porque, entre otras cosas, ¡°est¨¢ todo limpio y hemos cambiado la iluminaci¨®n de dentro y de fuera¡±. Todo, unido a una especie de ¡°museo en homenaje a los cuerpos de seguridad que nos protegen, sobre todo a bomberos¡±, con utensilios e indumentaria.
En la oferta gastron¨®mica tambi¨¦n hay avances. Soldaditos de pav¨ªa o paella de tapa pero tambi¨¦n hamburguesas o platos combinados, que estos tambi¨¦n vuelven a estar de moda.
Bodega de La Ardosa (Calle Col¨®n, 13)
Fundada en 1892 por Rafael Fern¨¢ndez Bagena, propietario de vi?edos en La Ardosa en Toledo ¡°est¨¢ entre las cinco bodegas m¨¢s antiguas de Madrid¡±, dice su actual gerente V¨ªctor D¨ªaz.
La marca La Ardosa lleg¨® a tener m¨¢s de 30 establecimientos. Ahora quedan tres y cada uno tiene un due?o diferente. Este, en al n¨²mero 13 de la calle Col¨®n, en Malasa?a, es el m¨¢s popular. Estar en una de las calles de moda, ayuda. Esto, sin embargo, es relativamente reciente. ¡°De los 80 a ahora el barrio es otra galaxia¡±, cuenta V¨ªctor que trabaja codo con codo con ?ngel Monje, el propietario. ?l y su familia, son parte de la historia del negocio. Su padre lo compr¨® en 1970. ?ngel, su hermano Rafael y su madre, Conchita, se pusieron tras la barra en el 79. Montaron el primer grifo Guiness de Espa?a. Y Sebastian, de la entonces Rep¨²blica Federal Alemana, tiene el r¨¦cord de entre los bebedores de La Ardosa por haber consumido 14 pintas en 3 horas y 22 minutos el 25 de agosto de 1989, reza un cartel entre la profusa decoraci¨®n, compuesta por cuadros de toros, toreros, un farol y muchas botellas.
El que vaya por all¨ª, que pida ¡°un verm¨² o una cerveza y un pincho de tortilla o unas alcachofas¡±, que han recibido incluso premios, recomienda V¨ªctor a su clientela ¡°multiedad¡±, con mayores ¡°de ma?ana y de tarde¡± y j¨®venes ¡°m¨¢s de noche¡±, con turistas ¡°y mucha gente del barrio¡± que acude a este local protegido con una atracci¨®n bastante particular: hay que pasar por debajo de la barra para llegar a la parte de atr¨¢s de la bodega. Es algo que hay que hacer con frecuencia porque La Ardosa siempre est¨¢ llena. Tanto, que ?ngel y V¨ªctor se han expandido al local de al lado: ¡®Casa Baranda¡¯ donde lo t¨ªpico son los vinos generosos. Abierta por Paco Manteca en 1919, estuvo cerrada ¡°70 u 80 a?os¡± hasta que llegaron sus nuevos propietarios? y ¡°con material centenario¡± la rescataron del olvido.
Taberna de ?ngel Sierra (Calle de Gravina, 11)
Hace ya casi 20 a?os que Felipe Gallego regenta la m¨ªtica Taberna de ?ngel Sierra, en la plaza de Chueca, exactamente en Gravina, 11. Era cliente del bar cuando ?ngel Sierra (el hijo del fundador) falleci¨® y durante una ¨¦poca lo regent¨® su hermana, Carmen y la viuda de Sierra Elvira. Era un lugar evidentemente ¡°en decadencia¡±. A pesar de ello, a Felipe le gustaba. Tambi¨¦n a Pedro Almod¨®var que lo eligi¨® para una escena de La Flor de mi secreto.
Un d¨ªa, Elvira, le ofreci¨® a Felipe la posibilidad de que se hiciera cargo del negocio, y as¨ª fue c¨®mo comenz¨® la nueva etapa de la taberna. Cuando el actual propietario quiso componer la memoria del bar, no lo consigui¨® en su totalidad. Elvira ya no viv¨ªa en su piso de la calle La Palma y Carmen Sierra hab¨ªa vendido el que ten¨ªa frente al bar.
Aun as¨ª, sabe que en 1910 aqu¨ª ya hab¨ªa una taberna cuyo due?o se llamaba precisamente como ¨¦l, Felipe; y que en 1917 se la vendi¨® a ?ngel Sierra que, agraciado por la loter¨ªa, la reform¨® d¨¢ndole el aspecto que ha mantenido hasta la actualidad. Compr¨® los azulejos en La Cartuja de Sevilla y trajo la madera de Cuba.
Felipe perdi¨® detalles de la historia pero hizo que el establecimiento recuperara el lustre. Invirti¨® un a?o en la restauraci¨®n, ¡°en hacer una obra de arte¡± con las pinturas, las maderas, los cristales serigrafiados, las l¨¢mparas, el suelo de la barra¡ ¡°Le dio una alegr¨ªa¡± y el p¨²blico que ten¨ªa le aplaudi¨® qued¨¢ndose. Poco a poco fue a?adiendo nuevo, m¨¢s joven, de entre 30 y 40 a?os, ¡°una juventud entrada en a?os, gente formal que da un ambiente muy majo¡±. Y as¨ª fue c¨®mo ¡°conservando todo lo que ten¨ªa puse la taberna en su tiempo¡±, cuenta satisfecho su due?o que aconseja tomar el verm¨² Iris que elaboran ¡°de manera artesanal¡± en Reus para ¡°muy pocos clientes¡±.
Vin¨ªcola Mentridana (Calle San Eugenio, 9)
Andrea D¡¯ Ovidio, actor y director de teatro italiano, lleg¨® a Madrid hace algo m¨¢s de una d¨¦cada y se afinc¨® en el entorno de Tirso de Molina. Poco despu¨¦s conoci¨® Vin¨ªcola Mentridana, en el n¨²mero 9 de la calle San Eugenio, bodega abierta en los a?os 20 por Manuel Calvino Mart¨ªnez para vender el vino que tra¨ªa de M¨¦ntrida, en Toledo.
Por aquellos tiempos, sin embargo, regentaba la taberna Unn, una mujer sueca. Ella le cont¨® que cuando cogi¨® el establecimiento, en 1999, tras una ¨¦poca en el que lo gestionaron varios miembros de la familia Calvino, quiso darle un toque personal. Le puso madera, llev¨® pinturas, esculturas y coloc¨® tacones de zapatos por percheros. As¨ª, con esa ¡°combinaci¨®n curiosa que permite reconocerle como un bar de toda la vida¡±, pasaron los a?os, con Unn tras la barra y Andrea como cliente. ¡°Era mi bar. Donde pasaba las horas, acud¨ªa solo o con amigos¡ Hasta que un d¨ªa la mujer quiso dejarlo y esperar tranquila la jubilaci¨®n?. Andrea, que estaba algo cansado de su trabajo y acababa de recibir una herencia, lo vio claro. ¡°Lo cog¨ª porque estaba enamorado del sitio, no era un bar cualquiera¡±, cuenta. De ah¨ª que mantuviera todo m¨¢s o menos como lo dej¨® Unn.
Aunque la est¨¦tica del local, dice, es algo m¨¢s que la de un bar t¨ªpico madrile?o, puede que la mayor mezcla est¨¦ entre el p¨²blico. ¡°Puedes encontrar gente mayor de toda la vida del barrio y gente joven. Un grupo de guiris, una maruja y un grupo de modernos, gente del cine, del teatro, escritores¡¡±, describe el actor metido a tabernero. ¡°Eso es lo que siempre me ha molado de la Mentridana que tiene un toque bohemio pero de verdad¡±. Pronto podr¨¢n verlo en un anuncio de cerveza que acaba de rodarse en el interior.
Aqu¨ª, su due?o aconseja una tosta, la que prefiera el comensal, y una cerveza o uno de sus vinos, solo espa?oles. Ahora en invierno, un vino caliente tampoco es mala opci¨®n.
Benteveo (Santa Isabel, 15)
El Benteveo es un escenario recurrente de la serie de TVE El ministerio del tiempo. ¡°El bar tiene un rollo medio atemporal, como de los 70¡± y eso ha dado pie a que ¡°se hayan rodado un mont¨®n de cosas¡±. Tambi¨¦n aparece en la pel¨ªcula de Jon¨¢s Trueba, Los ilusos de 2013. Ser¨¢ por el ¡°rollo¡± como dice Federico Herrera, uno de sus propietarios, o porque tienen cierta relaci¨®n con el mundillo del cine. Otro de los tres socios del Benteveo, Alberto Ammann, gan¨® el Goya en la categor¨ªa de Actor Revelaci¨®n por su actuaci¨®n en Celda 211. De hecho, el Benteveo existe por ¨¦l.
Federico, Alberto y Esteban Giampieri, un profesor de ingl¨¦s, un actor y un contable, decidieron dejar C¨®rdoba (Argentina) de donde son oriundos hace unos 15 a?os. Desde entonces quisieron montar algo juntos pero no fue hasta el d¨ªa que Alberto les llam¨® y les dijo: ¡°Chicos si quieren, ahora es el momento¡±. Y, desde luego, que quisieron. De esto hace ya cinco a?os.
Federico, quien repasa la historia del ahora Benteveo conoc¨ªa el local y le gustaba a pesar de ser ?un sitio dif¨ªcil, abandonado y algo grasiento?. Preparaban una paella los domingos y sol¨ªa parar por all¨ª. Se llamaba Los Nogales y lo llevaba una familia desde hac¨ªa m¨¢s de 20 a?os. Antes fue El Chuletar, creen por un cartel antiguo que encontraron. Y en alg¨²n momento de su historia fue una casa de putas, seg¨²n cont¨® uno de los vecinos mayores del lugar.
¡°El rollo est¨¦tico que ten¨ªa cuando lo cogimos iba con nuestra idea? y decidieron mantenerlo m¨¢s o menos como estaba. ¡°Nos da pena ver sitios de toda la vida que se cambian totalmente porque as¨ª es como se va perdiendo la identidad de las ciudades?, piensan.
Retiraron la m¨¢quina de churros, la tragaperras, los azulejos, la encimera de la barra, cambiaron la iluminaci¨®n, compraron mobiliario que podr¨ªa encajar con la ¨¦poca a la que pertenece el bar, le pusieron m¨²sica y lograron ¡°un airecito nuevo¡±. Al principio consiguieron mantener a los parroquianos que segu¨ªan yendo a jugar al mus y al domin¨®, pero acabaron marchando. Llegaban nuevos tiempos y tambi¨¦n nuevos clientes. ¡°Coincidi¨® con que la calle se puso mejor y empezaron a venir muchos artistas, matrimonios j¨®venes, gente muy simp¨¢tica para configurar una clientela muy guay¡±, describe.
Comen el lomito, un bocadillo t¨ªpico de C¨®rdoba, Argentina, que es un bocadillo de filete de ternera, queso, jam¨®n, lechuga y tomate a la plancha; y beben cerveza, verm¨² y fernet, un cl¨¢sico argentino. El nombre, Benteveo, tambi¨¦n hace referencia a los or¨ªgenes de los tres art¨ªfices de la taberna. Es un p¨¢jaro muy t¨ªpico en su ciudad y una palabra que ¡°da juego¡± en la nuestra. Y ese era el objetivo.
Bodegas Lo M¨¢ximo (Calle San Carlos, 6).
En los a?os 50, M¨¢ximo abri¨® su bar, uno de los primeros de Lavapi¨¦s en los que empezaban a ponerse ¡°gambitas¡± para acompa?as a las ca?as de cerveza y al verm¨² que el due?o fabricaba en el mismo local. ¡°Es de los primeros bares de Lavapi¨¦s as¨ª, del estilo de Madrid¡±, cuenta Piluca Aranguren, una de las tres propietarias y cantante. Formaba parte de Amparanoia y ahora, de cuando en cuando, coge el micr¨®fono y se sube al peque?o escenario que montaron en Lo M¨¢ximo y por el que pasaron, cuando la ley lo permit¨ªa, Manu Chao, Kiko Veneno, Ferm¨ªn Muguruza, Macaco, Ojos de Brujo o Tonino Carotone.
Al nombre, Bodegas M¨¢ximo (despu¨¦s de ¨¦l lo llev¨® su hijo, Paco, que hab¨ªa nacido en el bar y m¨¢s tarde su mujer), le a?adieron el art¨ªculo lo, que era lo que necesitaba para asegurarse el ¨¦xito. Era el a?o 2000, y aunque el bar ¡°hab¨ªa deca¨ªdo mucho¡±, Piluca, Mamen Fuertes y Elena Ros, que trabajaban en el bar de al lado, miraban a M¨¢ximo de reojo, pensando que d¨¢ndole un buen lavado de cara conseguir¨ªan sacar adelante su bar que definen como ¡°un espacio diferente dentro de un bar cl¨¢sico¡±. Y lo hicieron. Conservaron parte de la clientela, incluso volvieron algunos que al principio no se fiaban del cambio, y se unieron los amigos y conocidos de las chicas. ¡°Ven¨ªa gente que ten¨ªa que ver con nosotras¡±: una cantante, una fot¨®grafa y una circense que han logrado que Bodegas Lo M¨¢ximo haya sido ¡°un islote que se ha mantenido a flote¡±, a pesar de los vaivenes del barrio. Ahora que vuelve a cambiar, ellas siguen sin especializarse en un p¨²blico o un estilo. Se puede ir ¡°con buena compa?¨ªa o solitario¡± a tomar ¡°una ca?a madrile?a¡±. Dice Piluca que el suyo es un ¡°bar sin pretensiones en el que uno se siente como en casa¡±.
Casa Camacho (Calle San Andr¨¦s, 4)
Miguel ?ngel, Santiago y Jes¨²s Gonz¨¢lez P¨¦rez son hermanos y propietarios de Casa Camacho. Antes, fue su madre, Gloria y antes que ella, hubo otra due?a. ¡°Aqu¨ª fueron todas mujeres¡±, de ah¨ª que el apellido Camacho se perdiera entre los sucesores de los fundadores. Miguel ?ngel recuerda a Carmen Camacho Iglesias como la primera, pero ¡°creo que hubo otra antes¡± porque antes de que abriera Casa Camacho en el n¨²mero en 1929 ya hab¨ªa un almac¨¦n de aguardientes. Estos hermanos son la cuarta generaci¨®n a cargo del establecimiento ¡°y la quinta ya est¨¢ en camino¡±, aseguran.
Cuando los tres llegaron, en 1980, la clientela empezaba a cambiar. Los protagonistas de la llamada Movida madrile?a comenzaban a llenar los establecimientos malasa?eros. De la misma forma, dejaron de ir los vecinos de siempre. El p¨²blico mayor se reemplaz¨® por uno mucho m¨¢s joven. Y desde entonces, la clientela se ¡°renueva¡± cada lustro, m¨¢s o menos lo que tardan los estudiantes en acabar la Universidad.
Acuden a esta ¡°taberna t¨ªpica¡± cuya especialidad es el verm¨² de grifo. La bebida tiene varias particularidades. Una es que lo fabrican los mismos due?os ¨²nicamente para su local en una antigua f¨¢brica de Reus. Otra, es el sif¨®n que le a?aden, hecho por una saturadora que lleva all¨ª desde que abri¨® la taberna. Todas las noches llenan la m¨¢quina, la ¨²nica que queda en la capital, de agua y al d¨ªa siguiente ¡°est¨¢ concentrado¡±. Se ha producido an¨ªdrido carb¨®nico y la mezcla sale a ¡°18 atm¨®sferas de presi¨®n¡±, lista para preparar el famoso ¡®yayo¡¯, cuenta Miguel ?ngel; un c¨®ctel a base del verm¨², ginebra y gaseosa.
¡°El yayo con unas aceitunas es obligatorio¡±, recomienda uno de los due?os de este local que ha logrado mantener la est¨¦tica y, como el anterior, tambi¨¦n hay que pasar por debajo de la barra. En este caso, para el ir al ba?o. Solo uno, nada de uno para cada sexo. El tiempo aqu¨ª no ha impuesto la separaci¨®n. Ha permanecido tambi¨¦n la barra de esta?o, los azulejos, incluso una botella de Terry de ¡°4 o 5 litros¡±, con su malla de cuerda y su corcho lacrado que compr¨® la primera due?a, quiz¨¢ para celebrar la inauguraci¨®n de la bodega.
Bar La Mancha (Miguel Servet, 13)
Si las paredes del bar La Mancha hablaran, no parar¨ªan de contar historias. Tras el cierre de La Bovia (puede verse con detalle en la pel¨ªcula de Almod¨®var Laberinto de pasiones) ¡°este se convirti¨® en el bar de los modernos durante a?os¡±, recuerda Carlos Alcolea due?o junto a Jos¨¦ Manuel Bautista de La Mancha desde 1986. En los primeros a?os iba ¡°gente alternativa, de la Movida¡±, era un sitio donde pod¨ªas encontrar ¡°desde un punki a un pol¨ªtico¡±. Ese ambiente ¡°es lo que hemos intentado mantener solo que ha cambiado mucho y los punkis escasean pero pol¨ªticos y alternativos siguen viniendo por all¨ª?.
Cuando abrieron, Lavapi¨¦s era ¡°un mal barrio¡±, ahora empieza a ponerse de moda. Aun as¨ª, La Mancha consigue conservar ciertas tradiciones adquiridas en estos a?os. ¡°Las Nochebuenas y Nocheviejas se re¨²ne aqu¨ª toda la clientela para felicitarse las fiestas¡±. Las noches de Reyes, sin embargo, ya no se pasan a base de cava. Las fiestas se les iban de las manos y tuvieron que dejar de hacerlas, aunque muchos a¨²n las recuerdan y algunos siguen preguntando por ellas. ¡°Fue divertido¡±, piensa Carlos mientras se acuerda de cuando montaban en la puerta un escenario para las fiestas del barrio y asiente: ¡°Otros tiempos¡± que ha visto la cl¨¢sica bodega que resiste desde 1935. Antonia y Manuel Arias Delgado fueron los fundadores de la bodega en la que vend¨ªan vino a granel y verm¨² de grifo.
Poco ha cambiado en La Mancha: se han mantenido los azulejos e incluso los cristales aunque algunos est¨¦n rotos. Es como si a trav¨¦s de ellos entrara a¨²n la esencia del antiguo bar.
Casa Gerardo (Calle Calatrava, 22)
Gerardo regenta Casa Gerardo con su hermano Paco y su padre, el aut¨¦ntico Gerardo. ?ste ¨²ltimo cogi¨® la taberna en el 57 pero su historia se remonta a 1925. Gerardo, sin embargo, sabe c¨®mo era antes de que lo empezara a regentar su progenitor. Era ¡°un negocio donde se vend¨ªa vino a granel¡±, cuenta y como testigo quedan seis tinajas de cuatro arrobas y otras tres de 1.400 litros en un local que ¡°hemos mantenido m¨¢s o menos igual¡±.
Los propietarios lo conservaron entendiendo que ¡°ten¨ªa el glamour adecuado¡±, con sus mesas de m¨¢rmol, sus azulejos y sus cuadros del Atleti. Y eso, a pesar del paso de los a?os y de las costumbres. Porque el vino dej¨® de venderse a granel, luego lleg¨® ¡°la moda del cart¨®n¡± y despu¨¦s el negocio se fue convirtiendo en algo mucho m¨¢s sofisticado. ¡°En la ¨¦poca de mi padre era impensable que alguien se tomara una copa de cava y ahora diez tipos de cava. Antes hab¨ªa dos o tres vinos y una cerveza. Ahora tenemos 50 referencias de vinos y 30 de cervezas artesanas, adem¨¢s del verm¨² de Reus y 30 clases distintas de quesos artesanos¡± que ampliar¨¢n a 80 en las pr¨®ximas jornadas de queso que organizar¨¢n avanzado el mes de enero. ¡°Hemos escuchado al bar y al cliente. Hemos estado abiertos y tenido iniciativa para probar cosas nuevas¡±.
Desde luego, Casa Gerardo ha cambiado porque tambi¨¦n lo ha hecho su clientela: ¡°Se ha perdido un poco de esa esencia de barrio. Los habituales se han ido haciendo mayores¡± y no han tenido el relevo entre los de su quinta. Ha cambiado ¡°el perfil castizo que hab¨ªa¡± por una gente m¨¢s joven y diversa, que busca ¡°otras cosas¡±, cosas que ellos han sabido dar.