Patricia Lockwood: ?Mi idea de internet es la de revolcarse en el barro como un cerdito?
¡®Halluda¡¯ hace m¨¢s gracia que ayuda. Sin duda. Poco se habla de esto y de que la voz m¨¢s ¨¢gil en la era de la novela online es la de esta autora, cr¨ªtica literaria y poeta laureada de Twitter que har¨ªa temblar a la RAE.
Si un alien¨ªgena llamase hoy a nuestra puerta y quisi¨¦ramos caerle bien, una alma c¨¢ndida y clarividente no acudir¨ªa a la Fund¨¦u. Para que aprendiese y conectase de verdad con los #vibes de la humanidad, lo que se dir¨ªa una persona maja le prestar¨ªa un ejemplar de Poco se habla de esto. La novela finalista del premio Booker en 2021 puede que provoque urticaria a los r¨ªgidos guardianes del lenguaje por ser extremadamente online, pero supone una inmersi¨®n total y sin constricciones en nuestro presente febril e incierto, ese en el que colisionan las complejidades de nuestra pers...
Si un alien¨ªgena llamase hoy a nuestra puerta y quisi¨¦ramos caerle bien, una alma c¨¢ndida y clarividente no acudir¨ªa a la Fund¨¦u. Para que aprendiese y conectase de verdad con los #vibes de la humanidad, lo que se dir¨ªa una persona maja le prestar¨ªa un ejemplar de Poco se habla de esto. La novela finalista del premio Booker en 2021 puede que provoque urticaria a los r¨ªgidos guardianes del lenguaje por ser extremadamente online, pero supone una inmersi¨®n total y sin constricciones en nuestro presente febril e incierto, ese en el que colisionan las complejidades de nuestra personalidad virtual y f¨ªsica. Un libro que se ha escrito y se lee como se consume internet en 2022: saltando del frenes¨ª al hast¨ªo y de la risa al llanto en dos saltos de scroll descontextualizados, a veces con GRITOS en may¨²sculas en busca de casito y otras sin comas porque si casi no nos queda aire para seguir siendo adultos funcionales como en esta misma frase para qu¨¦ vamos a escribirlas si narrar nuestro drama atropellado es el mejor aliado en un mundo en el que todo se va al garete a cada segundo pero seguimos aqu¨ª porque nos sostienen los memes.
Editado el pr¨®ximo 7 de febrero en castellano por Alpha Decay con h¨¢bil traducci¨®n de Inga Pellisa ¡ªno es f¨¢cil adaptar expresiones de la cultura de internet al slang espa?ol y ella lo borda¡ª, Poco se habla de esto es un viaje sensorial con dos paradas muy definidas. La primera parte ahonda en la rutina de una estrella del Portal (as¨ª se llama a Twitter en el libro y deber¨ªa apodarse as¨ª para siempre) que viaja por todo el mundo hablando sobre los feelings de internet porque un tuit absurdo (¡°?Un perro puede ser gemelos?¡±) la llev¨® tan lejos como para que los adolescentes le respondieran con el emoji de la carita llorando. La segunda es una narraci¨®n sobre la concepci¨®n, llegada y p¨¦rdida de la sobrina de esa protagonista, un beb¨¦ que nace con el s¨ªndrome de Proteus (una enfermedad cong¨¦nita que causa un crecimiento excesivo de la piel y un desarrollo anormal de los huesos, la misma que padec¨ªa el hombre elefante de la pel¨ªcula de David Lynch) y por la que se desvive de amor toda su familia durante seis meses y un d¨ªa, tiempo que compartieron con ella.
Como su protagonista, la autora Patricia Lockwood (Ohio, 1982), tambi¨¦n es famosa en el Portal por su ingenio absurdo y, como ella, tambi¨¦n ha tenido que superar la p¨¦rdida de una sobrina con s¨ªndrome de Proteus, Lena, a la que dedica el libro. Porque Poco se habla de esto tambi¨¦n es un ejercicio de autoficci¨®n sentida y sincera. Un g¨¦nero en el que a Lockwood no le molesta en absoluto que la encasillen. ¡°No creo que me ensucien o degraden por decirlo. No puedo enga?ar a nadie. Soy incapaz de mentir sobre mi material de trabajo¡±, explica en una conversaci¨®n por Zoom desde su casa en Savannah (Georgia).
En las ant¨ªpodas del bostezo, nada suena convencional con esta menuda, despierta y ¨¢gil conversadora criada en el cintur¨®n religioso del Medio Oeste. Si leerla es como una explosi¨®n mental de petazetas por la magia de toparse con alguien much¨ªsimo m¨¢s listo e ingenioso de lo que cualquiera aspirar¨ªa a ser, atender a su curr¨ªculo vital tampoco se antoja mundano. Su padre, antiguo militar destinado en un submarino, conspiracionista de nuevo cu?o y amante de los rifles, se orden¨® cura cat¨®lico despu¨¦s de ver El exorcista 72 veces ¡ªella escribir¨ªa sobre crecer bajo esa delirante influencia religiosa en sus memorias Priestdaddy, uno de los libros del a?o en pr¨¢cticamente todas las listas de 2017¡ª. A los 19, se escap¨® de ese hogar en el que se reza a Rush Limbaugh casi con el mismo frenes¨ª que a Jes¨²s para casarse con un desconocido con el que hablaba sobre poes¨ªa en los chatrooms, los cuartos de atr¨¢s del internet primigenio. La llaman la ¡°poeta laureada de Twitter¡± por haberse pasado esa red varias veces y porque uno de sus poemas, Rape joke, dedicado a su violador, hizo historia de internet cuando se poste¨® en The Awl y explot¨® por todo el planeta. Mientras escribe su pr¨®ximo libro (¡°una colecci¨®n de relatos sobre las notas que tom¨¦ mientras tuve el coronavirus en marzo de 2020 y me volv¨ª loca¡±), Lockwood ejerce de refrescante cr¨ªtica literaria en la reputada?London Review of Books. Que nadie tema un cambio de registro al tener que escribir para quien dicta el canon. Su prosa sigue igual de ingeniosa y libre sin importar d¨®nde se imprima. ¡°No soy muy buena igualando el tono cr¨ªtico de la ¨¦poca. El m¨ªo es evidente en todos los g¨¦neros. A veces leo cosas que escrib¨ª a mis 18 y sueno igual. No es f¨¢cil cambiar esa esencia. La que cuando, de forma natural, te hace sonar perfecta¡±.
Cuando todos adoran odiar Twitter, su protagonista vive en la gloria del caos virtual.
S¨ª, y es interesante porque la gente al leer la parte sobre la experiencia virtual se ve reflejada como en un espejo. Algunos me dijeron al leerlo: ¡°Vaya, s¨ª que odias internet¡± ?Y no es as¨ª para nada! La definici¨®n m¨¢s correcta de mi idea de internet es la de revolcarse en el barro como un cerdito. Al principio me encantaba estar ah¨ª porque pod¨ªa chapotear con el lenguaje. Nunca hab¨ªa participado en las cosas que defin¨ªan el pulso de mi tiempo. Pero aqu¨ª no. Esto era algo muy moderno en lo que participaba de una manera muy f¨ªsica, mental, ling¨¹¨ªstica.
¡°Halluda es mucho m¨¢s divertido que ayuda¡±, dice su protagonista. El lenguaje, el tono, es crucial en la experiencia online. ?Escribimos mal adrede como si fu¨¦semos de una secta para reconocernos y abrazarnos?
Yo ya ven¨ªa preparada para esto. En Priestdaddy escrib¨ª sobre lo que supuso crecer dentro de una subcultura de la Iglesia cat¨®lica que era m¨¢s bien un culto. Yo vengo de un lugar diferente al resto, crec¨ª en sitios donde nos reun¨ªamos en c¨ªrculos, nos aplaud¨ªamos y habl¨¢bamos distinto. Lo que pasa en el lenguaje digital es muy similar. Si lo piensas, las subculturas son cultos, la familia es una secta y si observas toda unidad social de cerca, tambi¨¦n. Lo que las define son los rituales y el lenguaje compartidos.
La novela refleja una paradoja sobre las redes: por un lado, el ansia de comunidad y que se nos premie en ella; por otro, aspirar a que nuestra voz suene ¨²nica, especial.
Queremos aceptaci¨®n, pero tambi¨¦n diferenciaci¨®n. Cuando llegu¨¦ iba a mi rollo, con mi estilo y voz propia, pero con el tiempo me di cuenta de que si ve¨ªa una foto graciosa o hac¨ªa una foto incre¨ªble de mi gato era m¨¢s probable que la compartiera con una frase en el lenguaje de los memes. Creo que cuanto m¨¢s tiempo pasas all¨ª, te es m¨¢s f¨¢cil alcanzar algo que ya existe, alg¨²n lenguaje constructivo que puedas usar. Utilizarlo te har¨¢ identificable y m¨¢s aceptada.
?Por qu¨¦ somos tan adictos a la hip¨¦rbole y hablamos como lun¨¢ticos ah¨ª dentro?
En mi cabeza existen dos tipos de hip¨¦rbole. Hay una puramente c¨®mica, divertida. Y luego est¨¢ este tipo que no es una hip¨¦rbole en absoluto, pero que lleg¨® con la histeria de la era pol¨ªtica actual. Es la que expresa la necesidad de coincidir nuestro tono con el desajuste de lo que est¨¢ pasando. Con Trump tocamos techo y nos hemos quedado atrapados ah¨ª.
Ahora que? Trump ha sido expulsado de Twitter, ?se vive mejor?
La eliminaci¨®n inmediata de su voz provoc¨® una sensaci¨®n de atenci¨®n plena, como cuando todo se queda en silencio y de repente eres consciente de hasta c¨®mo bombea la sangre en tus o¨ªdos. Ah¨ª todo el mundo mir¨®
a su alrededor y se dijo: ¡°?Qu¨¦ demonios estamos haciendo?¡±. Pero luego apareci¨® como este anhelo colectivo por c¨®mo hab¨ªa organizado nuestra comunicaci¨®n. La gente se envenen¨® con la adrenalina. Miraban de nuevo a su alrededor y se dec¨ªan: ¡°Espera, ?d¨®nde est¨¢ mi chute para saber lo que tengo que hacer, de qu¨¦ necesito hablar, esa cosa, ese tipo de ¨ªmpetu que me hace sentir que realmente estoy haciendo algo?¡±. Ese es el eco que ha dejado su presencia en Twitter.
¡°Los d¨ªas de noticias lentas nos qued¨¢bamos colgando de los ganchos carniceros, pendiendo sobre el abismo. Los d¨ªas?de noticias r¨¢pidas era como si nos hubi¨¦semos tragado el Nascar [competici¨®n automovil¨ªstica estadounidense] entero y?nos fu¨¦semos a estampar contra el muro¡±. ?El tiempo es m¨¢s el¨¢stico en Twitter? ??Por qu¨¦ se siente distinto?
Esa era la t¨®nica cuando Trump estaba en el gobierno. Nos acostumbramos tanto a ese subid¨®n que a veces siento que queremos recuperarlo. Creo que la gente anhela aquella intensidad a la que nos acostumbramos, aunque fuese terrible. Con la pandemia es distinto. Ahora el miedo es f¨ªsico, a vida o muerte, no existe el regocijo que ten¨ªamos al diseccionar la pol¨ªtica. Estamos m¨¢s asustados.
La primera parte disecciona el yo en internet, es m¨¢s liminal, y la segunda es un viaje hacia el duelo. ?Pens¨® inicialmente que la estructura del libro ser¨ªa as¨ª?
No, al principio iba a ser un libro sobre internet, pero no sab¨ªa c¨®mo acabarlo. Cre¨ª que podr¨ªa escribir sobre esa dilataci¨®n del tiempo en la experiencia virtual para siempre, pero en medio de esa sensaci¨®n de ingravidez, de no saber c¨®mo iba a terminar, surgi¨® esta situaci¨®n en mi propia vida. Esa ruptura que sientes en medio de la novela tambi¨¦n fue una ruptura muy f¨ªsica que me sucedi¨® a m¨ª. Tuve que mirarme de cerca y preguntarme si esto iba a ser as¨ª, con dos partes. Y as¨ª estaba destinado a serlo.
?Ha sido sanador narrar esa p¨¦rdida familiar?
Si trabaj¨¦ en la parte de mi sobrina tanto tiempo es porque sent¨ªa que mientras escrib¨ªa sobre ella, me agarraba a su recuerdo. Que durante ese tiempo la podr¨ªa tener conmigo un poco m¨¢s. Fue muy dif¨ªcil entregar el libro y decir que definitivamente hab¨ªa acabado porque llegu¨¦ a pensar que ella jam¨¢s morir¨ªa si segu¨ªa escribiendo sobre su vida.
La segunda es tambi¨¦n una bofetada de realidad sobre el peso de la religi¨®n en los cuerpos femeninos¡
Mi hermana y yo crecimos en un ambiente muy cat¨®lico. Mis padres estaban muy involucrados en el movimiento provida, en sentadas y manifestaciones. Yo no puedo ser madre, as¨ª que para m¨ª la feminidad no est¨¢ relacionada con la maternidad, no la percibo as¨ª. Como acompa?¨¦ en todo ese proceso a mi hermana, lo importante al escribirlo era reclamar unos derechos que no estuvieron presentes.
Hab¨ªa inter¨¦s m¨¦dico por la supervivencia del feto, pero no por la de su hermana.
El hospital era religioso. Discut¨ªan minuciosamente la supervivencia del feto y eso era bueno, porque mi sobrina iba a ser una persona. Pero a mi hermana no la ten¨ªan en cuenta. No se mencion¨® su cuerpo hasta que su suegra hizo una pregunta sobre c¨®mo le afectar¨ªa. Creo que no se habr¨ªa mencionado en absoluto si no lo hubiera preguntado.
El novelista brit¨¢nico Hanif Kureishi dijo que un escritor ser¨¢ amado por extra?os y odiado por su familia. Ha escrito mucho sobre la suya, ?c¨®mo lo llevan?
Me apoyan much¨ªsimo, incluso mi padre, pero es porque no ha le¨ªdo mis libros. Ignora lo que pone y piensa que hay algo que le est¨¢ haciendo a¨²n m¨¢s famoso de lo que ya se siente. Supongo que es la mejor forma de llevarlo. Mi madre llor¨® con el audiolibro en el que leo Poco se habla de esto. Mi hermana me ha entregado su coraz¨®n. Creo que todo lo que ha conseguido el libro es como una flor que podemos ofrecer a mi sobrina en alg¨²n lugar, nuestro regalo. Pero no habr¨¢ secuela familiar. Cuando las personas te dan ese amor incondicional y te demuestran que conf¨ªan en ti, es m¨¢s probable es que tengas cuidado y no vuelvas a escribir m¨¢s sobre ellas.