Rosa Montero: ?Soy m¨¢s bien claustrof¨®bica?
Sentirse libre es una necesidad para la escritora. La luz, adem¨¢s de sus libros y recuerdos, es clave en su piso, donde ha creado su nueva novela de ciencia-ficci¨®n, ¡®El peso del coraz¨®n¡¯.
Se mud¨® hace cinco a?os al luminoso refugio donde nos recibe, colindante con el Retiro. Fue tras la muerte de su marido, el periodista Pablo Lizcano, pero a Rosa Montero no le convence la idea de etiquetar aquello como un cambio vital. ?Cuando llegas a cierta edad, ya sabes que en toda vida hay muchas vidas. Yo voy por la cuarta, por lo menos?, asegura la escritora, que cumpli¨® 64 a?os hace unas semanas. ?C¨®mo definir¨ªa ¨¦sta? ?Intensa. Intentando aprender, como siempre, a vivir mejor. Y tratando de parar un poco. Aunque no paro nada, no s¨¦ c¨®mo me las arreglo. Tampoco consigo tomarme las cos...
Se mud¨® hace cinco a?os al luminoso refugio donde nos recibe, colindante con el Retiro. Fue tras la muerte de su marido, el periodista Pablo Lizcano, pero a Rosa Montero no le convence la idea de etiquetar aquello como un cambio vital. ?Cuando llegas a cierta edad, ya sabes que en toda vida hay muchas vidas. Yo voy por la cuarta, por lo menos?, asegura la escritora, que cumpli¨® 64 a?os hace unas semanas. ?C¨®mo definir¨ªa ¨¦sta? ?Intensa. Intentando aprender, como siempre, a vivir mejor. Y tratando de parar un poco. Aunque no paro nada, no s¨¦ c¨®mo me las arreglo. Tampoco consigo tomarme las cosas con m¨¢s calma?.
El sal¨®n lo preside un cuadro de Pablo Colomo.
Germ¨¢n S¨¢iz
La autora de La hija del can¨ªbal o Historia del rey transparente dise?¨® este piso para vivir sola ¨Cde forma inconsciente, explica¨C, y aqu¨ª ha escrito su ¨²ltima novela, El peso del coraz¨®n (Seix Barral). En ella rescata a Bruna Husky, la replicante detective (inspirada en Blade Runner) que ya protagoniz¨® L¨¢grimas en la lluvia. ?Uno va desarrollando temas, por escrito y en la vida. Yo llevo bastantes a?os con esto de aprender a conquistar la serenidad y la liviandad. La ligereza, que no tiene nada que ver con la superficialidad sino con vivir el presente, apartar dolores innecesarios y superarlos?, afirma la madrile?a, que encontr¨® en este c¨¦ntrico aunque apacible piso el lugar id¨®neo para ello despu¨¦s de ver m¨¢s de 80 por la zona.
El escritorio que fue de su marido (a la dcha.) ocupa un lugar preferente en la sala. Sobre ¨¦l, el cuadro Silencio, del artista Alberto Coraz¨®n, de quien Rosa tiene varias obras.
Germ¨¢n S¨¢iz
Con la ayuda de la arquitecta Vanesa Garc¨ªa-Calvo y la aparejadora Patricia Losada construy¨® a su medida un sal¨®n di¨¢fano con una zona destinada al trabajo y otra para una cocina que, confiesa, no le gusta utilizar demasiado. Algo que no impide que, en torno a la mesa de aire industrial sobre la que parece flotar un tabl¨®n de madera, se den reuniones y cenas ?espectaculares?. Eso s¨ª, ?de gente muy ¨ªntima?, puntualiza.
Ese c¨ªrculo de amistades es, sin duda, lo que m¨¢s le satisface en su vida. ?Los novelistas somos superinseguros, patol¨®gicamente incluso ¨Cconfiesa¨C. Ellos me dan calma y felicidad?. Tambi¨¦n admite que ?el reconocimiento apacigua un poco esa herida de la inseguridad?. Raz¨®n por la que, si bien no necesita tener a la vista sus galardones, le ?encantan? los premios. El ¨²ltimo que ha recibido es el de la Cr¨ªtica de Madrid por La rid¨ªcula idea de no volver a verte (una suerte de exorcizaci¨®n de la tristeza de perder a su pareja), pero atesora muchos, literarios y period¨ªsticos. Es posible que un periodista nunca deje de serlo, por lo que, si bien ahora Rosa ejerce poco, sus ademanes de analista traslucen en su forma de expresarse. Y en su entorno: ?La actualidad hay que seguirla, no queda otra. Ella te sigue a ti, o te pasa por encima?. Se define como muy tecnol¨®gica y dedica tiempo a las redes sociales, ya sea desde su Mac o desde el iPhone. ?Twitter lo uso menos, pero Facebook ha sido muy interesante para m¨ª. Tengo unos seguidores alucinantes ¨Cm¨¢s de 53.000¨C, que hacen reflexiones incre¨ªbles?.
Vestido con lagartijas customizado por Almudena Macias.
Germ¨¢n S¨¢iz
Siempre activa. Cerca de su mesa de trabajo guarda una pelota de pilates con la que hace ejercicio a diario. ?Le preocupa envejecer? Da su respuesta, como suele, con rotundidad: ?Es una cabronada, te acerca a la muerte. Pero la otra opci¨®n es morirse antes?. Y remata: ?El problema es que por dentro te sigues viendo igual, hay una separaci¨®n entre tu ser real y el interior?.
Directa y sobria en sus declaraciones, Rosa no es de las que hacen concesiones a la nostalgia, aunque en las estanter¨ªas destacan retratos de su padre ¨Cun torero que le inculc¨® el amor por los animales¨C, de su madre y, en un lugar privilegiado, el escritorio de su marido: ?Si me entristecieran los recuerdos, no los tendr¨ªa a la vista?.
Cuaderno de notas similar a los que ha donado a la Biblioteca Nacional.
Germ¨¢n S¨¢iz
Se reconoce coqueta, y aunque no sigue la moda ni ha ido nunca a un desfile ¨C?no es mi mundo?¨C es aficionada a comprar prendas low cost que adereza con complementos especiales descubiertos en peque?as tiendas. ?Jam¨¢s me subo a unos tacones, prefiero las botas planas. Las Dr. Martens son comod¨ªsimas e inagotables. Estas que llevo tienen 15 a?os y est¨¢n perfectas?. Su ¨²ltimo capricho: un vestido de Zara customizado por la artista Almudena Macias con unas lagartijas. Los reptiles son una constante en su decoraci¨®n. ?Me gustan porque son como seres mitol¨®gicos contempor¨¢neos o dragones dom¨¦sticos. Pero no soy nada coleccionista, lo que pasa es que, desde que me tatu¨¦ uno hace 15 a?os, me los regalan?.
Efectivamente, muestra poco apego por lo material. Al mudarse se deshizo de muchos libros, y hace poco don¨® a la Biblioteca Nacional parte de sus archivadores de trabajo. Desprenderse de ellos no fue dif¨ªcil: ?Aqu¨ª solo estaban cogiendo polvo. All¨ª pueden servir a cualquier estudioso, no ya de mi obra, sino de una ¨¦poca?.
A Montero le gusta hacerse con prendas y complementos muy personales en sus viajes. Su debilidad son las botas. Algunas de sus favoritas rodean, en la foto, una escultura que adquiri¨® en el Museo Mussolini, en Roma.
Germ¨¢n S¨¢iz
Acomodados en el sal¨®n, Montero nos cuenta que dedica unos tres a?os a cada novela. ?Primero tomo notas en unos cuadernitos, que luego paso a una libreta. Despu¨¦s hago mapas de la trama en cartulinas de colores?, explica. Esta labor requiere disciplina, pero ella asegura que no es met¨®dica y la inspiraci¨®n le viene del inconsciente. ?Cada d¨ªa me planteo el siguiente, nunca me levanto a la misma hora. Soy m¨¢s bien claustrof¨®bica y detesto las repeticiones¡ Me hacen sentir en una jaula, y necesito espacios abiertos. En mi vida tambi¨¦n?.
Un sobrino regal¨® a la escritora esta m¨¢quina de escribir Remington.
Germ¨¢n S¨¢iz
Portada de su ¨²ltimo libro.
Germ¨¢n S¨¢iz
Collar de calaveras mexicano.
Germ¨¢n S¨¢iz