Por qu¨¦ Givenchy merece entrar en el museo
La muestra del Thyssen dedicada al maestro da cuenta de la importancia de la moda como elemento social y art¨ªstico.
Hoy se inaugura la exposici¨®n dedicada a la obra de Hubert de Givenchy. La primera que el museo Thyssen dedica a la moda en sentido estricto (antes, se hab¨ªan adentrado en la materia con la fotograf¨ªa de Mario Testino y las joyas de Cartier) y que podr¨¢ verse hasta el 18 de enero.
La introducci¨®n de la moda en museos consagrados al arte cada vez es m¨¢s com¨²n, y ya se ha demostrado en repetidas ocasiones su eficacia atraer visitantes a estos espacios: Alexander Mcqueen en el Metropolitan bati¨® r¨¦cords con casi 700.000 visitantes, y la muestra que el mismo museo le dedic¨® al punk...
Hoy se inaugura la exposici¨®n dedicada a la obra de Hubert de Givenchy. La primera que el museo Thyssen dedica a la moda en sentido estricto (antes, se hab¨ªan adentrado en la materia con la fotograf¨ªa de Mario Testino y las joyas de Cartier) y que podr¨¢ verse hasta el 18 de enero.
La introducci¨®n de la moda en museos consagrados al arte cada vez es m¨¢s com¨²n, y ya se ha demostrado en repetidas ocasiones su eficacia atraer visitantes a estos espacios: Alexander Mcqueen en el Metropolitan bati¨® r¨¦cords con casi 700.000 visitantes, y la muestra que el mismo museo le dedic¨® al punk o la de Hugo Boss en la Saatchi Gallery londinense se cuelan entre las 50 m¨¢s visitadas del mundo en 2013.
Pero, al margen de cifras, ?qu¨¦ se puede esperar de la contemplaci¨®n de vestidos como si fueran obras de arte? ?Cu¨¢l es la funci¨®n de esta exposiciones? Cada muestra se articula en torno a motivaciones concretas. En el caso de la retrospectiva Hubert de Givenchy, hay un pu?ado de razones que legitiman su entrada en el Thyssen.
1. Revoluciones que empiezan por el armario: la ¨¦poca de Givenchy tiene poco que ver con la que vive la moda actual. Aquel fue un momento de maestros que, desde sus casas de costuras, moldeaban la apariencia de las mujeres m¨¢s influyentes del mundo. Hoy las tendencias viven periodos tan rbeves como intensos; entonces, cada peque?o cambio est¨¦tico era vivido como una aut¨¦ntica innovaci¨®n. S¨®lo hay que evocar el giro de 180 grados que provoc¨® Chanel en el modo en que las mujeres se relacionaban con el vestuario.
La carrera de Hubert de Givenchy tambi¨¦n empez¨® con una novedad influyente. La blusa Bettina (su nombre viene de la modelo Bettina Graziani), joya de su primer desfile en 1952 y la pieza que abre la exposici¨®n. En New Look de Dior todav¨ªa estaba en alza, y Givenchy propon¨ªa un canon de elegancia contrario al de aquel. Frente a la majestuosidad del patronaje y los metros de tejido noble, el joven dise?ador present¨® una blusa confeccionada en algod¨®n (el material, por com¨²n a¨²n estaba mal visto en la Alta Costura) de cortes simples y flu¨ªdos.
Se abri¨® una era en la que la elegancia se le¨ªa con las claves de la simplicidad, los vestidos se creaban con el m¨ªnimo de costuras posibles y las siluetas buscaban realzar el cuerpo sin ocultarlo bajo complejos cortes.
Despu¨¦s de Chanel, Givenchy es el dise?ador del negro. Un color que ten¨ªa poca cabida en la moda de entonces. Con sus creaciones, ¨¦l demostr¨® que no s¨®lo pod¨ªa ser el ep¨ªtome de la sofisticaci¨®n, tambi¨¦n que la oscuridad, con el tejido adecuado, abr¨ªa un campo f¨¦rtil para la experimentaci¨®n.
Hubert de Givenchy en 1960
Robert Dosnieau/Museo Thyssen-Bornemisza
2. Artesan¨ªa para llevar: de Balenciaga aprendi¨® que el tejido era tan importanto como el dise?o. El modisto franc¨¦s se tom¨® a rajatabla esa m¨¢xima que su mentor no se cansaba de repetir: un vestido tiene que ser tan majestuoso por fuera como por dentro. En este sentido, Givenchy pertenece a una generaci¨®n en la que los modistos buscaban sin cesar el material perfecto y perfeccionaban el corte y la costura adecuada. La moda se conceb¨ªa con una especie de arquitectura viva que iba evolucionando con cada prueba que se realizaba a la clienta.
Su mundo es el de los costureros con bata blanca que trabajan minuciosamente en el atelier. Por eso Hubert de Givenchy ha querido homenajearlos con una secci¨®n que hace hincapi¨¦ en los acabados de los vestidos. Admirar de cerca estas creaciones es, en realidad, acercarse al oficio del artesano de la Alta Costura; contemplar de frente el resultado de largas horas de trabajo en equipo.
Detalle de uno de los vestidos presentes en la exposici¨®n.
Museo Thyssen-Bornemisza
3. Arte aplicado: aunque la moda nunca ha dejado de inspirarse y asociarse con el Arte, la carrera de Givenchy est¨¢ especialmente marcada por su faceta como coleccionista. No se trataba de trasladar obras pict¨®ricas a estampados o de homenajear a un artista concreto, como hizo Yves Saint Laurent, sino de inspirarse en movimientos, estilos y autores para que sus vestidos pudieran ser vistos como una obra en movimiento. De ah¨ª que los vestidos de la muestra dialoguen con obras de la colecci¨®n de Thyssen firmadas por Rothko, Mir¨® o Georgia O¡¯Keefe. Puede que la moda no sea un arte en s¨ª mismo, pero tener presente la prenda y la obra que la inspira logra que nos demos cuenta de que tampoco es meramente una industria de consumo.
4. Ellas lo eligieron: los miles de fans de Audrey Hepburn ver¨¢n saciadas sus expectativas. Junto al mitiqu¨ªsimo traje de Desayuno con Diamantes (que, por cierto, se encuentra en el Museo del Traje de Madrid) se encuentran otras piezas dise?adas especialmente para la actriz. La suya es una historia pionera: no s¨®lo porque su relaci¨®n dur¨® casi cuatro d¨¦cadas, tambi¨¦n porque Givenchy fue el primer modisto en utilizar una embajadora como imagen y heerramienta publicitaria.
Pero el maestro no s¨®lo firm¨® el vestuario de Hepburn. Tambi¨¦n se encarg¨® de vestir a los que eran los iconos aspiracionales de mediados del siglo XX: princesas, primeras damas y personajes de la alta sociedad. Su trabajo nos retrotae a una ¨¦poca de bailes de sociedad, recepciones y viajes de Estado. Entonces, como ahora, corr¨ªan r¨ªos de tinta sobre la indumentaria de las celebridades, pero las ocasiones y las motivacioens para vestirlas eran muy distintas.
El vestido de noche en sat¨¦n negro que dise?¨® para Audrey Hepburn en ¡®Desayuno con Diamantes¡¯ se exhibe en la muestra del Thyssen
Cordon Press/ Luc Castel con la colaboraci¨®n de Philippe Caron para el Museo Thyssen-Bornemisza
4. Dise?ador y comisario: en colaboraci¨®n con Eloy Mart¨ªnez de la Pera, Hubert de Givenchy se ha encargado personalmente de seleccionar las m¨¢s de noventa piezas que componen la exposici¨®n, la mayor¨ªa procedentes de su propio archivo o de cesiones de clientas. En este sentido, la muestra no se concibe como una retrospectiva al uso, sino como un recorrido personal. Incluso ¨¦l mismo se ha encargado de escribir y elegir los textos que acompa?an a las piezas. No quedan muchos couturiers vivos, y quiz¨¢ esta sea una oportunidad para descubrir, adem¨¢s de su legado, el modo en que el propio autor lo recuerda.
Jackie Kennedy, con dise?o de Givenchy, junto a su marido y Charles de Gaulle en una cena de gala en el Palacio de Versailles en 1961.
Abajo: Luc Castel con la colaboraci¨®n de Philippe Caron para el Museo Thyssen-Bornemisza