Por qu¨¦ nos gustan los retos virales aunque puedan ser peligrosos
Bird Box, #10yearschallenge o el reto de las ballenas rosa y azul proliferan por redes sociales a pesar de que algunos de ellos se han llegado a cobrar vidas. Socializaci¨®n y aceptaci¨®n entre los motivos que impulsan este fen¨®meno no tan exclusivo de estos tiempos.
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El nuevo reto de moda bien podr¨ªa ser que pase una semana sin que aparezca otro challenge viral. En un par de d¨ªas y con Guaid¨® reci¨¦n autoproclamado presidente interino de Venezuela, el #Guaid¨®challenge (im¨¢genes de personas encapuchadas fingiendo ser ¨¦l a modo de parodia de un v¨ªdeo difundido por NTN24 para desprestigiarlo) acumula casi 1.500 resultados solo en Instagram. Unos d¨ªas antes arrancaba el a?o tambi¨¦n con una alta dosis de viralidad a trav¨¦s del #birdboxchallenge, inspirado en la pel¨ªcula?Bird Box (Netflix), en la que Sandra Bullock es trasladada hasta un refugio en barca con los ojos vendados. Bastaron horas desde su estreno en la plataforma de streaming para que algunos espectadores inauguraran moda: hacer cualquier actividad (m¨¢s o menos peligrosa) con los ojos tapados. El calado ha sido tal que Netflix se pronunciaba en Twitter, donde el reto ya era trending topic, advirtiendo: ¡°No nos podemos creer que tengamos que decir esto, pero: por favor, no os hag¨¢is da?o con el reto de Bird Box. No sabemos c¨®mo empez¨®, agradecemos el cari?o, pero Boy y Girl [personajes del filme] solo tienen un deseo en el 2019 y es que no termin¨¦is en el hospital por culpa de los memes¡±.
¡°La r¨¢pida difusi¨®n y ese af¨¢n por imitar la conducta de otros denota, no tanto como adicci¨®n, pero s¨ª una hipervinculaci¨®n a la red¡±, explica Guillermo Fouce, doctor en Psicolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid a S Moda.?El h¨¢bitat natural de estos retos son las redes sociales y su ejecuci¨®n, generalmente, se asocia a las generaciones m¨¢s j¨®venes que comienzan a tener m¨®vil y perfiles personales en la red. Desde publicaciones que advierten c¨®mo cuidar a un adolescente que ha ingerido un pod de lavadora (#tidepodchallenge), a los que quieren servir como gu¨ªa a los padres para librar a los hijos los da?os de internet. Pero no solo es cosa de teens: Paul Mc Cartney o incluso Hillary Clinton cuando se present¨® a la presidencia estadounidense tiraron de #mannequinchallenge para ganar simpat¨ªas. Est¨¢n los que lo hacen con fines solidarios como ocurri¨®?con el #icebucketchallenge por el ELA, por autopromoci¨®n (v¨¦ase Drake con el #inmyfeelings/ #kikichallenge) y otros se viralizan por el gusto de la fama ef¨ªmera e instant¨¢nea, como el reciente caso de los timeline invadidos de fotos de tus contactos hace una d¨¦cada con el #10yearschallenge. ?Qu¨¦ nos mueve a hacerlos?
¡°Buscar los ¡®me gusta¡¯ de otros, que te sigan¡±, cuenta Fouce. Eso es solo la antesala de un sentimiento mayor: ¡°Es un marco de aceptaci¨®n, esa sensaci¨®n de ser percibido como importante para los otros. La notoriedad ser¨ªa la clave¡±, a?ade. ?ngel Gordo L¨®pez, profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid y coautor del libro J¨®venes en la encrucijada digital (Ed. Morata), se?ala que no se trata de algo nuevo: ¡°Son como en los 90 los juegos de rol, como se refleja en la pel¨ªcula Nadie conoce a nadie, o como se ve tambi¨¦n en El Bola?con el juego de saltar de lado a lado de las v¨ªas del tren, con una botella de agua en medio y el tren acerc¨¢ndose, en el que perd¨ªa quien menos arriesgaba; los social?challenges se dan de igual manera ligados a la tecnolog¨ªa¡±, expone. ¡°Son juegos, juegos serios: una v¨ªa principal para distinguirse y alcanzar espacios sociales. Una socializaci¨®n que, sumada a la viralidad, refleja el que ser¨ªa un primer nivel del asunto¡±.
El segundo nivel, explica, tiene que ver con una?reacci¨®n m¨¢s violenta por parte de los j¨®venes frente a la sociedad de riesgo. ¡°La tenemos presente, se repiten continuamente los riesgos que tenemos al beber, al tener relaciones sexuales, etc. Los j¨®venes se acaban sobreidentificando con estos retos porque suponen una forma de quitarse miedos¡±. El #condomchallenge (meter un preservativo por un orificio de la nariz y sacarlo por la boca) o el #cinnamonchallenge (ingerir una cucharada de canela en polvo y tragarla sin agua, que envi¨® a urgencias a casi 200 chavales en 2012 por problemas de asfixia y canela en los pulmones). A estos se suman otros que a?aden tambi¨¦n alguna patolog¨ªa de quien lo hace: como la anorexia (el reto de la cintura como el ancho de un folio) o la depresi¨®n, potenciada con el reto de la ballena azul que, aunque no est¨¢n claros su origen y funcionamiento, se sabe que dura 50 d¨ªas, que su final es el suicidio de quien lo hace y con el que se relacionan unos 130 suicidios de adolescente alrededor del mundo.
Cuando el reto viral se convierte en un estigma
No es dif¨ªcil ver c¨®mo en las propias redes o en la calle, al comentar noticias sobre accidentes o desgracias en torno a estos retos, el insulto o el comentario generalizado sobre una juventud ¡®perdida¡¯ e ¡®in¨²til¡¯ llega sin pudor. ¡°Como en el cap¨ªtulo de Black Mirror en el que se punt¨²a a cada persona constantemente, Nosedive, vivimos en una sociedad c¨ªnica en la que nos puntuamos por todo¡±, explica ?ngel Gordo. ¡°Hay un doble rasero: al pol¨ªtico que se curra un tuit original lo puntuamos, le aplaudimos, pero al chaval que, tambi¨¦n para medirse o ganar seguidores, participa en un reto s¨ª se le juzga¡±. Hay datos que revelan que se estigmatizan m¨¢s y se relacionan los juegos m¨¢s arriesgados con la capas culturales y de nivel econ¨®mico m¨¢s bajas¡±, se?ala el soci¨®logo. Por un lado, los retos que cuentan con la aprobaci¨®n y la admiraci¨®n popular: famosos haciendo el #icebucketchallenge, por otro, los ¡°chungos, con los que se condena al chavalito choni de barrio que lo que est¨¢ haciendo es sacar a relucir esas tensiones y la forma en que se identifican para hacer una parodia de ello¡±.
No lo llames juego, ll¨¢malo reto
El lenguaje est¨¢ cambiando a la par que el imaginario social. Si los juegos han servido tradicionalmente como base de aprendizaje, de transmisi¨®n de valores o como v¨ªa de identificaci¨®n, Gordo L¨®pez apunta que ¡°se est¨¢ empezando a sustituir la la palabra juego por reto. Lo veo con mi hija, la reacci¨®n es muy diferente cuando se le plantea ¡®vamos a hacer un problema de matem¨¢ticas¡¯, que cuando se le dice ¡®vamos a hacer un reto de matem¨¢ticas¡¯, la actitud cambia r¨¢pidamente¡±.