?Por qu¨¦ todos (y todas) adoran a Nick Youngquest?
Ha roto tab¨²es y estereotipos en el mundo del deporte, no se ha cortado un pelo a la hora de mostrarse como Dios lo trajo al mundo, reclamado por la moda y la publicidad, es imagen del ¨²ltimo perfume de Paco Rabanne. Es el nuevo Beckham.
Un atleta entra victorioso al estadio acompa?ado de la m¨²sica de Kanye West. Est¨¦tica video-game, toque a lo 300 de Zack Snyder, celebraci¨®n narcisista y las inevitables dosis de kitsch a cargo de la invocaci¨®n mitol¨®gica. Y complicidad gay, como mandan los nuevos c¨¢nones publicitarios. Sin duda, la combinaci¨®n o c¨®ctel m¨¢s deseado en estos momentos. Son im¨¢genes del clip publicitario del ¨²ltimo perfume Invictus de Paco Rabanne. Una vez m¨¢s la m¨ªtica del deporte y el triunfo cohabitan perfectamente con los apetitos de la moda y los productos de belleza. Para protagonizarlo, ...
Un atleta entra victorioso al estadio acompa?ado de la m¨²sica de Kanye West. Est¨¦tica video-game, toque a lo 300 de Zack Snyder, celebraci¨®n narcisista y las inevitables dosis de kitsch a cargo de la invocaci¨®n mitol¨®gica. Y complicidad gay, como mandan los nuevos c¨¢nones publicitarios. Sin duda, la combinaci¨®n o c¨®ctel m¨¢s deseado en estos momentos. Son im¨¢genes del clip publicitario del ¨²ltimo perfume Invictus de Paco Rabanne. Una vez m¨¢s la m¨ªtica del deporte y el triunfo cohabitan perfectamente con los apetitos de la moda y los productos de belleza. Para protagonizarlo, el jugador de rugby australiano, Nick Youngquest (S¨ªdney, 1983) que vuelve a dar fuerte en la diana de las pasiones publicitarias.
Desde que en el a?o 2006 posara desnudo para un calendario ben¨¦fico contra el c¨¢ncer de test¨ªculos, Nick Youngquest ha demostrado que lo suyo era saltarse reglas y convencionalismos sociales. Lo mismo cuando se mostraba a favor de cualquier tipo de relaci¨®n sexual que cuando recib¨ªa con los brazos abiertos a su compa?ero jugador de rugby, Gareth Thomas despu¨¦s de que este saliera del armario.
En sus primeras apariciones publicitarias result¨® inevitable la comparaci¨®n con otro deportista seducido por el mundo de la moda, David Beckham. O con el modelo sueco y exfutbolista Fredrik Ljungberg, que le dio a la ropa interior de Calvin Klein una de sus campa?as m¨¢s populares mientras nos mostraba su pantera tatuada en el abdomen. Comparaciones, que aunque resultan odiosas, nos revelan est¨¦ticas pr¨®ximas y convergentes: una mezcla de virilidad y sensibilidad, de masculinidad y ambig¨¹edad, capaz de no dejar indiferente a ning¨²n g¨¦nero.
La confirmaci¨®n para Nick Youngquest llegar¨ªa con la llamada del mago del erotismo masculino, Bruce Weber que lo requiere para la campa?a de la firma de ropa intima masculina, Abercrombie and Fitch, siempre envuelta en pol¨¦mica. Weber entroniz¨® al joven jugador de rugby en el nuevo Olimpo publicitario proyect¨¢ndolo como representante de esa eterna juventud WASP ¨CWhite-anglo-saxon-protestant¨C que hunde sus ra¨ªces en la novelas de Scott Fitzgerald o en aquel Robert Redford de Descalzos en el parque. En el balance negativo, se?alemos otras campa?as publicitarias menos ¡°art¨ªsticas¡± protagonizadas por Youngquest m¨¢s pr¨®ximas a una p¨¢gina de contactos sexuales o catalogo de grandes superficies¡
Desde que en 1966 la marca de ropa interior francesa, Selimaille proyect¨® la primera fotograf¨ªa de un hombre desnudo, la imagen de un hombre ¡°¨¤ poil¡± se ha ido colando en la publicidad. Una din¨¢mica, que por otro lado, sorprende o contrasta, con las barreras que sigue teniendo una publicidad abiertamente gay y las objeciones de marcas y promotores. Yves Saint-Laurent con su propio desnudo para el lanzamiento de su primer perfume masculino, le dio, adem¨¢s de esc¨¢ndalo, categor¨ªa de rockstar al dise?ador de moda. Las campa?as de Calvin Klein a partir de los a?os ochenta ser¨¢n precursoras en esta proyecci¨®n de lo f¨ªsico y voluptuosidad del cuerpo masculino. Un paso m¨¢s arriesgado ser¨¢n las campa?as publicitarias de Tom Ford y la entrada del porno-chic con su barniz de sexo, moda y viscosa vulgaridad.
La llegada del siglo XXI aliment¨® el desembarco de los nuevos dioses, Beckham y Nadal, y los valores del deporte como aliados del erotismo, de la mano, entre otros, de Armani y la revalorizaci¨®n del mito de la belleza cl¨¢sica. Un nuevo salto de obst¨¢culos y tab¨²es mientras se proyectaba la imagen del ¡°hombre nuevo¡± reunido bajo los atributos de belleza y salud. Preocuparse por la imagen dejaba de estar bajo sospecha.
Nick Youngquest forma parte de esta ¨²ltima generaci¨®n de ¡°guerreros¡± victoriosos que saltan desde las p¨¢ginas satinadas a las redes sociales, envueltos en ropa interior de algod¨®n o como Dios los trajo al mundo. Exhibicionistas y desinhibidos. Una generaci¨®n que ha aceptado de alguna manera su parte femenina, aunque solo sea por puro narcisismo.
Nick Youngquest en el terreno de juego.
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