?Qu¨¦ fue de Cory Kennedy? Mi reino por una fiesta
Descubrimos el dulce destierro de la primera estrella de la era de internet. ?Por qu¨¦ la chica de la que todo el mundo hablaba ha decidido adoptar un ¡®perfil tan bajo¡¯?
A las puertas del 50? aniversario del asesinato del presidente Kennedy hay a quienes, como nosotros, les viene a la memoria la figura de otra Kennedy m¨¢s cercana en el tiempo y que nada tiene que ver con la hist¨®rica saga. Menos dram¨¢tico e infinitamente m¨¢s divertido, resulta que para los nativos digitales el caso de Cory Kennedy (Los ?ngeles, 1990) sigue despertando tantos interrogantes como la muerte del mism¨ªsimo JFK. ?Qu¨¦ sentido tuvo que hace ocho a?os la cultura pop digital adoptara como propias las juergas y los estilismos de una adolescente de quince a?os? ?Qu¨¦ qued...
A las puertas del 50? aniversario del asesinato del presidente Kennedy hay a quienes, como nosotros, les viene a la memoria la figura de otra Kennedy m¨¢s cercana en el tiempo y que nada tiene que ver con la hist¨®rica saga. Menos dram¨¢tico e infinitamente m¨¢s divertido, resulta que para los nativos digitales el caso de Cory Kennedy (Los ?ngeles, 1990) sigue despertando tantos interrogantes como la muerte del mism¨ªsimo JFK. ?Qu¨¦ sentido tuvo que hace ocho a?os la cultura pop digital adoptara como propias las juergas y los estilismos de una adolescente de quince a?os? ?Qu¨¦ queda de aquella chica descarada a la que blogs de todo pelaje dedicaron tiempo y atenciones? En ambos casos la respuesta ser¨ªa mucho, ya que esa f¨¢brica de concebir y deglutir ¨ªdolos llamada internet no habr¨ªa sido igual sin la existencia de esta ni?a bien que, sin propon¨¦rselo, vio c¨®mo ese universo paralelo decidi¨® que ella era un ejemplo a seguir.
Antes de que los bloggers se constituyeran en un poderoso sindicato de opinadores profesionales y la industria de la moda cambiara su recelo inicial por una veneraci¨®n rayana con la obsesi¨®n, el circo digital vivi¨® su particular punto de inflexi¨®n gracias a Mark Hunter, alias The Cobrasnake, el fot¨®grafo m¨¢s famoso de la era de internet, y Cory Kennedy, su inopinada musa. Vampirizado hasta la extenuaci¨®n por arribistas que sin m¨¢s ni m¨¢s se creyeron herederos de Avedon por retratar fiestas y eventos, Hunter cre¨® escuela con los instantes que congelaba en los contextos m¨¢s trash de la consabida beautiful people de Hollywood y Nueva York. En 2005, la suerte hizo que Kennedy y su valedor coincidieran en un concierto de los Blood Brothers en Los ?ngeles. Ella, una cr¨ªa con cierto estilo y aspecto estudiadamente desali?ado, encaj¨® como un guante en la particular visi¨®n est¨¦tica de Hunter, que la fich¨® como asistente y, m¨¢s tarde, se convirti¨® en la modelo que mejor articul¨® su mensaje visual.
El ¨¦xito de esta alianza, durante un tiempo tambi¨¦n sentimental, se fragu¨® al abrigo del potencial que ofrec¨ªan MySpace y otros altavoces sociales. Un reportaje r¨ªo en el diario Los Angeles Times populariz¨® definitivamente la figura de la primera it girl interactiva. La vida secreta de Cory Kennedy, publicado en febrero de 2007, intentaba descifrar el misterio que se escond¨ªa tras "esa adolescente fotog¨¦nica que antes de los 16 ya se ha convertido en una celebridad y en icono internacional de estilo". Una definici¨®n que, ante la ausencia de otros ¨¦xitos destacables, bien podr¨ªa servir como epitafio en un futuro. En ese texto, el periodista Shawn Hubler se preguntaba qu¨¦ podr¨ªan opinar sus progenitores, y ofrec¨ªa su testimonio: una sana preocupaci¨®n por su hija, pero nada de tragedias griegas. "Es muy madura para su edad", dec¨ªa el se?or Kennedy. T¨ªpico s¨ªntoma de la ceguera de un padre abnegado.
Mark Hunter y Cory Kennedy en una fiesta organizada por la firma Edun.
Cordon Press
Y as¨ª, al poco tiempo la peque?a Cory acab¨® con sus huesos en una cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n por su adicci¨®n al alcohol. Ni siquiera hab¨ªa cumplido la mayor¨ªa de edad y ya le hab¨ªa dado millones de vueltas al cuentakil¨®metros. En el pecado llevaba la penitencia, se dir¨¢n algunos. Entre el auge y la ca¨ªda de Kennedy no pasaron ni tres a?os. Pero en ese intervalo su salto sin red solo le dio alegr¨ªas. Recibi¨® el bautismo del periodismo de moda gracias a la revista Nylon ?posa y escribe columnas?, su presencia se multiplic¨® en el front row de los desfiles neoyorquinos, e incluso consigui¨® que durante un tiempo Wikipedia vetara cualquier referencia a su nombre ?dec¨ªan que no ten¨ªa m¨¦ritos?. Su querencia hipster y esa incapacidad cr¨®nica para rechazar la invitaci¨®n a cualquier fiesta la convirtieron en toda una leyenda nocturna.
La aparici¨®n de nuevas plataformas de exhibici¨®n y la breve vigencia de los ¨ªdolos modernos forzaron el exilio de Kennedy. Ya en 2008 nadie se acordaba de ella. Pero volviendo al titular que encabeza el art¨ªculo, lo cierto es que nunca se march¨® del todo. Asumi¨® sus flaquezas y digiri¨® su fama. Desde entonces, la primera cyberstar de la historia se ha centrado en seguir ejerciendo de s¨ª misma lejos del objetivo de las c¨¢maras. A sus 23 a?os parece que ya se ha hecho mayor: trabaja como DJ en las fiestas que organizan sus amistades, que son muchas y muy influyentes a tenor de lo que muestra en su cuenta de Instagram. Adem¨¢s, escribe un blog bastante anodino que actualiza poco y donde apenas se exhibe, y se sirve de su cuenta de Twitter para satisfacer a quienes la echan de menos. Cualquiera dir¨ªa que se trata de la misma Cory Kennedy que sal¨ªa de lunes a domingo.
Cory Kennedy y su amiga Peaches Geldof en un desfile en Jeremy Scott.
Cordon Press