?Qu¨¦ mensaje esconde la ropa del retrato de escritor?
Cinco autores nos revelan la historia detr¨¢s de las prendas que se escogen para inmortalizarse en la solapa de un libro. Porque el estilo tambi¨¦n es una extensi¨®n de la firma.
?El principal problema con las fotos de promoci¨®n de un escritor es que ¨¦ste, el d¨ªa de la foto en cuesti¨®n, quiz¨¢s lleva semanas o meses con el pijama como principal (y ¨²nica) pieza de etiqueta. Es decir, que pasa del tramo final de reescritura y correcci¨®n de la novela a la promoci¨®n, de no cambiarse ni para bajar a por tabaco a dar entrevistas, sin soluci¨®n de continuidad. Esto provoca que muy a menudo se esmere demasiado, como la gente que se endominga en exceso para ir a misa o para una fiesta a la que no le suelen invitar?. Miqui Otero sabe lo q...
?El principal problema con las fotos de promoci¨®n de un escritor es que ¨¦ste, el d¨ªa de la foto en cuesti¨®n, quiz¨¢s lleva semanas o meses con el pijama como principal (y ¨²nica) pieza de etiqueta. Es decir, que pasa del tramo final de reescritura y correcci¨®n de la novela a la promoci¨®n, de no cambiarse ni para bajar a por tabaco a dar entrevistas, sin soluci¨®n de continuidad. Esto provoca que muy a menudo se esmere demasiado, como la gente que se endominga en exceso para ir a misa o para una fiesta a la que no le suelen invitar?. Miqui Otero sabe lo que se dice. El periodista y codirector del festival Primera Persona ¨Cautor de Hilo Musical (Alpha Decay, 2010), La c¨¢psula del tiempo (Blackie Books, 2012) y Rayos (Blackie Books, 2016)¨C ha pasado varias veces por la temida foto de promoci¨®n. Una instant¨¢tena que, en la mayor¨ªa de casos, quedar¨¢ inmortilizada durante a?os en la solapa de un libro y con la que fantasear¨¢n los lectores a los que se pretende seducir; una responsabilidad que puede producir aut¨¦nticos sudores fr¨ªos a sus protagonistas. En agosto del a?o pasado, el premio pulitzer Colston Whitehead lo confirm¨® al tuitear: ?He visto a una chica leyendo mi libro y la iba a saludar, pero me he dado cuenta de que vest¨ªa la misma camisa que en mi foto de autor y no quer¨ªa que pensara que s¨®lo tengo esa camisa?.?La foto de promoci¨®n literaria no es ninunguna broma.
Como defiende la editora Terry Newman en Legendary Authors and the clothes they wore (Harper Collins), el estilo de los escritores, su ropa y c¨®mo quieren ser recordados no es ninguna superficialidad. Es una extensi¨®n de su firma. La m¨ªtica bandana de David Foster Wallace y su aspecto de skater despreocupado ¨Ccamisetas desgastadas, bermudas vaqueras y zapatillas deportivas¨C reflejaba exactamente lo que era: una estrella del rock en la literatura. El escritor suicida se rebel¨® contra el alud de tendencias de los 90 sali¨¦ndose por su particular y caracter¨ªstica tangente. Su uniforme era su credencial de rebeld¨ªa contra la masa. Si Sylvia Plath se retrataba con cardigans de se?ora preppy y con vestidos de ama de casa, lo hac¨ªa porque utilizaba a su vestimenta como un caparaz¨®n de sentimientos. Su aparente normalidad ocultaba una tortuosa intimidad. Gui?os de identidad como las eternas gafas redondas de Joyce Carol Oates, el estilo masculino de Donna Tart o los trajes de Gay Talese. Nada escapa al libre albedr¨ªo en la imagen del autor.
Nos hemos acercado a cinco escritores para preguntar, en este D¨ªa del Libro, c¨®mo afrontan la foto de solapa con la que se exhiben ante sus lectores:
Oliva Rueda publica No sabes lo que me cuesta escribir esto (Blackie Books, 2018)
Su foto viene cargada connotaciones: su propia imagen es la portada de estas memorias en las que, con ep¨ªlogo ilustrado de Miguel Gallardo, narra c¨®mo su vida cambi¨® despu¨¦s de una crisis epil¨¦ptica que deriv¨® en un ictus. Rueda, casada y con dos hijos, hab¨ªa perdido el lenguaje. Ella, que era montadora de documentales, que se hab¨ªa dedicado a contar historias, tuvo que reeducarse a s¨ª misma. ?La foto me la hicieron en un viaje a Portugal, en 1993, tendr¨ªa unos 22 a?os?, cuenta. Es una de las pocas im¨¢genes que no ha retratado su marido, fot¨®grafo profesional. En ella aparece con una cazadora vaquera ?que pase¨¦ por casi toda Europa? en m¨²ltiples viajes de su juventud. ?Esta foto, que en su d¨ªa deb¨ªa ser una foto m¨¢s, en la que est¨¢s guapa y divertida, se convierte a?os despu¨¦s en la portada de un libro en el que explicas que te quedaste sin poder hablar. Y la misma foto se convierte en otra cosa, y si la miras no puedes evitar emocionarte?, apunta. Una potente imagen como anticipo de un relato de superaci¨®n no exento de dolor.
Miqui Otero, su ¨²ltima novela es Rayos (Blackie Books, 2016):
?S¨ª, existe esa conexi¨®n (obra y ropa) pero es a menudo involuntaria y casi siempre cronol¨®gica. Con la primera novela intentas demostrarle al mundo absolutamente todo lo que te gusta: qu¨¦ canciones, qu¨¦ pelis, qu¨¦ bares, qu¨¦ zapatos. Es lo que yo llamo novelas-carpeta, porque esos debuts en narrativa se parecen a veces, con su excedente delirante de referentes personales o pop, a las carpetas del insti donde pegas todo tipo de fotos de tus personajes y cosas favoritas para que todo el mundo las vea en el instituto.
A m¨ª, supongo que porque sobre todo con Hilo musical, ya se me ve¨ªan mimbres de obseso pop me citaron a mi primera foto de promoci¨®n, hace ocho a?os, con un dress code muy r¨ªgido: ?Miqui, no te pases, trae solo algo negro. Una camiseta, por ejemplo?. No creo que fuera para realzar mis rasgos hel¨¦nicos o mi quijada de tiral¨ªneas (todo esto es broma, por si un caso), sino porque quiz¨¢s tem¨ªan que apareciera disfrazado de mosquetero dieciochesco, de Lord Byron o de mod del 64.
Hice esa foto sencilla (con un polo negro Penguin, no me pude ahorrar la maldita indirecta literaria), pero luego hice unpar de sesiones con otros colegas fot¨®grafos donde di rienda suelta a mis filias . Esas fotos parecen un cruce entre el retrato de pintor de corte de monarca loco y el de uno de esos dementes del coleccionismo raro, de estos a los que les dedican documentales en Netflix o Canal Historia: jeans blancos, cajas de discos de grupos de chicas de los sesenta, colecci¨®n de discos, polo de mercadillo comprado en Berl¨ªn (hasta, ojo, aparece un libro rojo de Mao: no s¨¦ qu¨¦ pretend¨ªa). esa foto a¨²n circula por ah¨ª.
Eso es al principio, pero luego, como en las novelas, aprendes a ser m¨¢s sutil en los modos de exponerte o explicarte. Y, adem¨¢s, y esto es cierto, te importa algo menos, del mismo modo que quiz¨¢s est¨¢s algo menos inseguro con lo que escribes. Aun as¨ª en libros posteriores he elegido camisas con el cuello enorme, botines Chelsea, gabardinas de todo tipo. Pero en la ¨²ltima, en 2016, ya pos¨¦ con un jersey normal y corriente (si es que un jersey amarillo canario puede ser normal y corriente; uno hace lo que puede).
Luego, tengo camisetas con las que escribo en casa. A veces creo que me dan ¨¢nimo o suerte. Pero eso es otra historia y, adem¨¢s, est¨¢n tan trotadas que no querr¨ªas verlas?.
Jessa Crispin publica El complot de las damas muertas (Alpha Decay)
?El colgante de plata que llevo, una cabeza con tres caras, es el collar que me pongo pr¨¢cticamente cada d¨ªa. Cuando ten¨ªa 27 a?os me fui a Irlanda por mi cuenta, casi una d¨¦cada despu¨¦s de no viajar en absoluto. Hab¨ªa estado saliendo con hombres durante esos diez a?os. Hombres que para nada quer¨ªan viajar y que tampoco quer¨ªan que yo lo hiciera sola, as¨ª que no hab¨ªa ido a ninguna parte. Con 27, de nuevo soltera y extremadamente inquieta, me tom¨¦ un par de whiskeys y reserv¨¦ un viaje a Irlanda. All¨ª encontr¨¦ una peque?a joyer¨ªa con este singular collar. Me enamor¨¦ inmediatamente. Un a?o despu¨¦s de pon¨¦rmelo casi cada d¨ªa, descubr¨ª que esa cabeza es el equivalente galo del dios Mercurio, el dios de los escritores. No extra?a, entonces, que sintiera que me perteneciera. Casi nunca me lo quito?.
Llucia Ramis publica Las posesiones (Libros del Asteroide)
?Procuro que las fotos que vayan a servir para la solapa sean atemporales y neutras. No voy ni demasiado abrigada ni en tirantes, porque si alguien se acerca al libro en verano, por ejemplo, y me ve con un jersey de lana puesto, eso le va a llamar m¨¢s la atenci¨®n que el argumento. Adem¨¢s, puede que lo rechace porque inconscientemente le da calor.
En este caso llevo un blus¨®n negro de manga larga, v¨¢lido para casi cualquier ¨¦poca del a?o. Le ped¨ª a Santi Cogolludo que me hiciera la foto porque tiene el don de retratarme m¨¢s guapa de lo que soy. Seg¨²n c¨®mo est¨¢ recortada, se ve un tirante de la camiseta que llevo debajo (el cuello del blus¨®n es muy abierto, y se desliza por los hombros). Me da un poco de rabia, porque parece que sea del sujetador, pero no.
De todos modos, nunca me he precupado mucho por la ropa, y no s¨¦ casi nada de moda. Mis amigos me llaman ?la reina del mainstream? porque siempre voy en tejanos, camiseta o camisa, que compro en las tiendas que hay por Gr¨¤cia, donde vivo. Entro un momento si estoy de paso y tengo tiempo, me pruebo algo, y si me gusta, adelante. Falda en verano, y alg¨²n vestido de COS en invierno. Odio ir de compras y cuando sea rica tendr¨¦ un personal shopper?.
Luz Gab¨¢s, su ¨²ltima novela es Como Fuego en el Hielo (Planeta)
?Normalmente visto de manera c¨®moda y con pocos complementos. Creo que es importante ofrecer una imagen natural y real, que no enga?e; por eso, para las fotograf¨ªas, intento elegir atuendos que combinan sobriedad, sencillez y un punto de elegancia a mi manera. Trato de ser yo misma pero un poquito m¨¢s arreglada que en la vida diaria, en la que el elemento b¨¢sico es el pantal¨®n tejano y botas o botines, planas o con tac¨®n. En general, tuneo el concepto tejano con americanas o chaquetas de punto seg¨²n la ocasi¨®n. No suelo llevar vestidos, ni a diario ni en los actos; tampoco en los eventos formales, para los que prefiero un esmoquin. Para las fotos promocionales de cada novela elijo unos pendientes nuevos que luego me acompa?an en la gira de promoci¨®n, a modo de amuleto?.