?Seguro que est¨¢ liada con el jefe? y otras frases machistas que decimos a diario sin darnos cuenta
Repasamos esos comentarios desafortunados que se nos escapan inconscientemente, incluso cuando nos declaramos feministas.
¡°Yo no soy machista¡±. Decimos esa frase casi como un acto reflejo, sobre todo en un tiempo en el que ser machista tiene peor connotaci¨®n que nunca. Lo decimos incluso sin pensarlo demasiado, solo por si acaso. Pero la realidad es que todos y todas tenemos comportamientos machistas que todav¨ªa nos cuesta desterrar. Tal y como explicaba la cineasta y activista Leticia Dolera en un v¨ªdeo para El Pa¨ªs con motivo del pasado 8 M ¡°hombres y mujeres somos educados en el machismo, con lo cual todos y todas tenemos ...
¡°Yo no soy machista¡±. Decimos esa frase casi como un acto reflejo, sobre todo en un tiempo en el que ser machista tiene peor connotaci¨®n que nunca. Lo decimos incluso sin pensarlo demasiado, solo por si acaso. Pero la realidad es que todos y todas tenemos comportamientos machistas que todav¨ªa nos cuesta desterrar. Tal y como explicaba la cineasta y activista Leticia Dolera en un v¨ªdeo para El Pa¨ªs con motivo del pasado 8 M ¡°hombres y mujeres somos educados en el machismo, con lo cual todos y todas tenemos dejes machistas¡±. Est¨¢ claro que en t¨¦rminos de g¨¦nero se han producido ciertos avances, pero seamos honestos, todav¨ªa se nos siguen atascando, tanto a hombres como a mujeres, los micromachismos del d¨ªa a d¨ªa.
No se trata de negar la mayor sobre cualquier comportamiento machista en el que podamos tropezar, sino de reconocer que es necesario ponerse las famosas ¡°gafas moradas¡±, para identificar los mismos, con una nueva perspectiva feminista, y empezar el cambio.
1. ¡°Qu¨¦ suerte que tu chico te ayude en casa¡±: Creemos que las tareas dom¨¦sticas deben ser cosa de dos, pero a la hora de la verdad, el mayor peso sigue recayendo en la mujer en la mayor¨ªa de los casos, y por eso siempre hay alguien que te dice la suerte que tienes si pareja te ¡°ayuda¡± en casa. Como si la otra persona no viviera en ella y no tuviera las mismas responsabilidades en el hogar. Este tipo de micromachismos, tal y como explican desde la Consejer¨ªa de Igualdad y Pol¨ªticas Sociales de la Junta de Andaluc¨ªa entrar¨ªan dentro de los micromachismos utilitarios. Los mismos, ¡°afectan principalmente al ¨¢mbito dom¨¦stico y a los cuidados hacia otras personas, abusando de las supuestas capacidades femeninas de servicio y la naturalizaci¨®n de su trabajo como cuidadora¡±. De la misma forma, en una reuni¨®n de amigos, tendemos a pedir ayuda a la mujer en las tareas de la cocina, y al hombre en las de la barbacoa, como si todav¨ªa tuvi¨¦ramos roles asignados por naturaleza.
2. ¡°Seguro que est¨¢ liada con el jefe¡±: La palabra sororidad comienza a ganar adeptas, pero la realidad es que por alg¨²n motivo nos seguimos viendo como rivales, sobre todo en lo que a los hombres se refiere, y solemos criticarnos duramente, en vez de felicitarnos por nuestros logros como buenas compa?eras. Como explica Mar¨ªa Torre, sex¨®loga y una de las cofundadoras de ¡®The Sorority Van¡¯ , una serie de eventos dise?ados para fomentar la sororidad entre mujeres por toda Espa?a, ¡°la envidia es otro de los micromachismos m¨¢s arraigados. No nos educan en una ¡®envidia sana¡¯ o simplemente en reconocer los logros de otras mujeres y felicitarlas, sino que nos inculcan que hay que competir continuamente y sentir que superamos a las dem¨¢s¡±. Es por ello que en vez de sumarnos a este tipo de comentarios, que se escuchan en la oficina tanto de parte de un g¨¦nero como del otro, es importante tener presente que ¡°conseguiremos m¨¢s logros si vamos de la mano, que si nos ponemos la zancadilla¡±. Recordemos que si una mujer ha llegado a un puesto de responsabilidad lo normal es que lo haya conseguido gracias a sus m¨¦ritos.
3. ¡°Vaya modelito¡±: El aspecto f¨ªsico sigue siendo un baremo por el que juzgar a las mujeres, m¨¢s que a los hombres. Y suele ser otra de esas piedras en la que todos y todas tropezamos por igual. Como explicaba Feminista Ilustrada en su propio listado de micromachismos, ¡°en las bodas, en las graduaciones, en las entregas de premios, etc., se comenta solo la indumentaria de las mujeres y se realizan cr¨ªticas muy duras a quien se sale de la norma. Por supuesto, ellos ir¨¢n c¨®modos y ellas embutidas y con tacones¡±. Puede que incluso sea un comentario positivo como definir a una mujer por ¡°lo guapa que es¡±, en vez de por otro tipo de cualidades, como tenaz o trabajadora, que es m¨¢s com¨²n decirlo de un hombre. Feminista Ilustrada inclu¨ªa m¨¢s ejemplos en esta l¨ªnea, tales como ¡°comentar que una mujer no se ha depilado¡±. Y es que no hay que olvidar lo que han dado de s¨ª debates como el pelo de las axilas de la cantante Amaia de OT.
4. ¡°Ese trabajo es cosa de hombres¡±: Elegir una profesi¨®n o incluso una vocaci¨®n tambi¨¦n est¨¢ m¨¢s condicionado de lo que pensamos. Por ejemplo, si una mujer nos dice que trabaja en una aerol¨ªnea, damos por sentado que es la auxiliar de vuelo y no el piloto. Incluso si parece interesarse por las ciencias, se suele presuponer que tender¨¢ a una profesi¨®n relacionada con los cuidados y la atenci¨®n al otro, como es la Enfermer¨ªa, la Medicina o la Farmacia. Algo que en realidad refleja una triste realidad social. Seg¨²n datos extra¨ªdos del V Diagn¨®sitco sobre la Igualdad de G¨¦nero de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, en cuanto a la presencia de mujeres y hombres en la Escuela Polit¨¦cnica Superior en el curso 2016/2017, solo el 13,6% de los alumnos de ingenier¨ªa inform¨¢tica eran mujeres. La cifra era parecida en f¨ªsica, en la que solo hab¨ªa un 26,6% de mujeres. No hay que olvidar que, hasta que aparecieron los personajes de Amy y Bernadette, la famosa serie The Bing Bang Theory versaba sobre un grupo de f¨ªsicos, hombres, y una chica rubia que trabajaba de camarera y so?aba con ser actriz. Y no era una mera casualidad.
5. ¡°Hija, con las chicas es distinto¡±: Las diferencias entre hombres y mujeres est¨¢n patentes en la sociedad, pero tambi¨¦n en nuestra casa. Y es que muchas veces como padres y madres hacemos diferenciaciones entre los hijos y las hijas, sin ser conscientes de las consecuencias. A este respecto, Mar¨ªa Torre agrega que ¡°muchas veces se nos escapa y no utilizamos ni las mismas expresiones ni el mismo tono al educar a nuestras hijas que al hacerlo con nuestros hijos¡±. De esta forma, aunque sea algo casi involuntario, ¡°les inculcamos a nuestras hijas una serie de aptitudes que creemos tienen que tener de serie, pero las tienen porque se las ense?amos, y cuando ellas mismas se enfrentan a esas imposiciones, nos asalta la culpa de ¡®qu¨¦ hemos hecho mal¡¯¡±. Quiz¨¢s pensemos que es una cuesti¨®n de protecci¨®n, pero cuando dejamos volver m¨¢s tarde a casa a un hijo que a una hija, estamos dejando un mensaje claro.
6. ?Se te va a pasar el arroz¡±: ?Y el novio para cu¨¢ndo? Y despu¨¦s del novio la boda, y despu¨¦s de la boda el hijo y despu¨¦s el segundo y as¨ª siempre esperando cumplir con unas expectativas sociales, que no sabemos muy bien c¨®mo ni cu¨¢ndo se convirtieron en una imposici¨®n. Como apunta la psic¨®loga experta en feminismo Laura Moreno, ¡°las mujeres arrastramos todav¨ªa la presi¨®n de cumplir con determinadas exigencias sociales, entre ellas, casarnos y ser madres. Por fin empezamos a cuestionarnos la maternidad o el matrimonio y lo vemos como una opci¨®n y no una obligaci¨®n, pero socialmente, una mujer que elige no casarse o tener hijos, sigue siendo juzgada, a diferencia del hombre, al que se le valora positivamente y se le ve como un afortunado¡±. Y lo peor es que este tipo de comentarios, vienen, con mejor o peor intenci¨®n, de las personas m¨¢s cercanas.