Silencio, se crea
Vivimos en una sociedad visual donde la ac¨²stica importa poco. Una oleada de iniciativas art¨ªsticas y tecnol¨®gicas reflexiona sobre el ruido como enemigo para la creaci¨®n.
En Espa?a, m¨¢s de nueve millones de personas viven en zonas donde el umbral de decibelios sobrepasa el m¨¢ximo recomendado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (65 dB). Por cada decibelio por encima de este techo, los ingresos hospitalarios aumentan en un 5,3%, seg¨²n el Informe Ruido y Salud del Observatorio de Salud y Medio Ambiente de Espa?a. Otro dato alarmante: en la UE la contaminaci¨®n ac¨²stica nos resta 587.000 a?os de vida.
Hay otro tipo de algarab¨ªa que no se mide en decibelios. ?Los smartphones y las tabletas se han convertido en pr¨®tesis que nos mantienen en un ...
En Espa?a, m¨¢s de nueve millones de personas viven en zonas donde el umbral de decibelios sobrepasa el m¨¢ximo recomendado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (65 dB). Por cada decibelio por encima de este techo, los ingresos hospitalarios aumentan en un 5,3%, seg¨²n el Informe Ruido y Salud del Observatorio de Salud y Medio Ambiente de Espa?a. Otro dato alarmante: en la UE la contaminaci¨®n ac¨²stica nos resta 587.000 a?os de vida.
Hay otro tipo de algarab¨ªa que no se mide en decibelios. ?Los smartphones y las tabletas se han convertido en pr¨®tesis que nos mantienen en un estado de alerta constante; los miramos cada dos por tres por temor a perdernos algo?, razona Roberto Balaguer, asesor de Educaci¨®n en St.?Patrick¡¯s College y experto en nuevas tecnolog¨ªas. El resultado: ansiedad y adicci¨®n a Internet y hasta enfermedades cardiovasculares.
La instalaci¨®n Plegaria Muda de Doris Salcedo denuncia el asesinato de 2.500 j¨®venes marginales a manos del Ej¨¦rcito entre 2003 y 2009 en Colombia.
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?El n¨²mero de hu¨¦spedes con dolor de espalda, jaqueca, apnea, estr¨¦s, problemas cardiacos e insomnio relacionados con el ruido se ha multiplicado?, corrobora Joaqu¨ªn Juli¨¢, psic¨®logo del spa SHA Wellness Clinic de Alicante. La reacci¨®n ante tanto alboroto es una oleada de iniciativas art¨ªsticas y tecnol¨®gicas que funcionan como refugio y laboratorios de ideas. ?Cuanto m¨¢s jaleo hay, menos se crea?, opina Lydia Loste, portavoz de la Fundaci¨®n Telef¨®nica.
Este organismo est¨¢ detr¨¢s del Movimiento Mute, un ciclo de conferencias, performances y otras actividades en torno al silencio. ?El dato fr¨ªo de los decibelios no es la raz¨®n principal de Mute. El caos es metaf¨®rico: la saturaci¨®n de informaci¨®n y la obsesi¨®n por la instantaneidad impiden que la sociedad se entienda y cree. Nuestro objetivo es reflexionar sobre las condiciones necesarias para una comunicaci¨®n de calidad?. ?Y la manera de lograrlo? Llamando la atenci¨®n. Un ejemplo: varios escritores han ideado relatos encerrados en cubos de cristal. ?Los instalamos en junio en la plaza Callao de Madrid. Tambi¨¦n hemos colgado un mapa online de puntos tranquilos (proyectomute.com/mapa) y hemos colaborado con Renfe para habilitar vagones en el AVE donde no se puede hablar por el m¨®vil. Estar¨¢n disponibles el 7 de julio?, informa Loste.
Una actuaci¨®n durante las Silent Noise Parties en Goa, India (silentnoise.in). En estas fiestas, la m¨²sica se oye con auriculares.
D.R.
Paradojas del 2.0, hasta las nuevas tecnolog¨ªas se suman a la cultura del no-ruido. Decenas de aplicaciones como Do Not Disturb permiten silenciar el m¨®vil a horas determinadas del d¨ªa. ?El silencio perfecto no existe. Los cascos urbanos son escandalosos, los vecinos protestan y la reacci¨®n de las autoridades es limitar la oferta cultural. Pero hay alternativas?, razona Pablo Marro, responsable de En-Silencio. Esta plataforma celebra ciclos de cine nocturnos en los que las pel¨ªculas se escuchan a trav¨¦s de cascos anal¨®gicos. ?La radio FM es el sistema m¨¢s eficaz por calidad y sincron¨ªa con la imagen; no hay latencia como con el wifi. Adem¨¢s, casi todos tenemos un transistor en casa?, explica Marro. El a?o pasado celebraron el Festival de Creative Commons de Huesca. ?Fue un intento de recuperar estos artilugios con los que respetamos a los dem¨¢s¡ y a la obra?. el arte que no calla.
Marcel Duchamp, Yves Klein, Yoko Ono¡ Son varios los creadores que han jugado con la nada. La escultora colombiana Doris Salcedo usa hoy ese concepto para denunciar los abusos de poder. En su obra, los objetos se convierten en testigos de la injusticia. Un ejemplo: la instalaci¨®n Plegaria muda sobre el asesinato de 2.500 j¨®venes entre 2003 y 2009 a manos del Ej¨¦rcito en Colombia. Marina Abramovi? tambi¨¦n se suma al fen¨®meno. La artista serbia ha prohibido la entrada con?gadgets?a su performance 512 horas (en Serpentine, Londres hasta el 25 de agosto). ?No quiero que el visitante haga fotos, porque evita que experimente [¡]. Ni que tuitee?, explica. Nada cuelga de las paredes de la galer¨ªa; la obra es la propia Abramovi?, quien guiar¨¢ al p¨²bico por el centro. ?Queremos que vengan como son, sin nada. Y desde ah¨ª veremos qu¨¦ ocurre?, afirma. cuesti¨®n de ac¨²stica.
En el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid varios dj pinchar¨¢n de este modo este verano.
D.R
El contenido no es el ¨²nico que cuestiona el ruido. El continente tambi¨¦n. ?En un proyecto de arquitectura, se incluyen maquetas en 3D que muestran c¨®mo ser¨¢ el edificio antes de que se construya. ?Pero qu¨¦ hay de la ac¨²stica??, plantea Joshua Cushner, ingeniero de ARUP. Este estudio estadounidense cuenta con un laboratorio que permite escuchar el sonido que producir¨¢ un espacio antes de que se levante. ?La arquitectura suena: hay edificios cantarines y otros opacos. Hay espacios donde se fomenta el caos, como las discotecas donde el lenguaje es corporal?, argumenta Manuel Blanco, catedr¨¢tico de Arquitectura de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid. Pero hasta los clubes hacen mutis. Varios bares invitan a escuchar al?dj?con cascos inal¨¢mbricos. La azotea del C¨ªrculo de Bellas Artes, por ejemplo, celebra fiestas silenciosas.
La compa?¨ªa The International Visual Theater representa obras con el lenguaje de los signos.
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La instalaci¨®n de Bruce Tumba y John Randolph donde se alinean varios orinales; en la sala hay bloques de acero que amplifican el sonido.
D.R.