Con dientes de leche y ya con mechas
El esp¨ªritu consumista, la biolog¨ªa y el acceso a la Red adelantan la adolescencia La precoz llegada de la pubertad no va pareja con una mayor madurez intelectual
Si matamos la infancia ¡°produciremos frutos precoces que no tendr¨¢n madurez ni gusto y que se pudrir¨¢n muy pronto¡±. Quien habla es el fil¨®sofo franc¨¦s Rousseau que ya a finales del XVIII no se mostraba partidario de adelantar las etapas de la vida. En especial era contrario a acortar la infancia. En su Emilio o la educaci¨®n sosten¨ªa que esta infancia hab¨ªa que vivirla con plenitud mediante el juego. Por eso, exhortaba a los lectores a amarla y a ¡°favorecer sus juegos¡±. ¡°Hombres, sed humanos, que es vuestra obligaci¨®n primera; sedlo con todos los estados, con todas las edades, con todo cuanto es propio del hombre¡±.
El caso es que hoy, los chicos ¡ªen especial las chicas¡ª de entre los 8 y los 12 a?os transitan una preadolescencia temprana que los ingleses, tan amigos de inventar categor¨ªas, llaman tweenies o tweenagers (de la uni¨®n de teenagers, adolescentes, con wee, peque?itos). Las ni?as juegan con mu?ecas g¨®ticas, se maquillan (sin salir de casa), posan en las fotos como si fuesen actrices de Club Disney, exigen un m¨®vil o se desmayan por Justin Bieber cuando a su edad sus padres escuchaban a Enrique y Ana.
¡°Si la infancia nace con Rousseau, podr¨ªamos advertir que hoy en d¨ªa y con el af¨¢n de arrastrar a los ni?os al esp¨ªritu consumista, materialista y ego¨ªsta, podr¨ªamos estar siendo responsables de la muerte misma de este fen¨®meno cultural y evolutivo¡±, asegura Tomas de Andr¨¦s Tripero. Este profesor de la facultad de Educaci¨®n de la Universidad Complutense considera que los adultos est¨¢n permitiendo que los ni?os ¡°se coloquen a la misma altura¡±, ambicionando econ¨®micamente lo mismo que los mayores y adquiriendo de manera directa conocimientos y actitudes de adulto pese a no tener la madurez imprescindible.
Un ejemplo son las charlas para la elecci¨®n de centro al pasar de primaria a secundaria. La decisi¨®n de que un ni?o acuda a un instituto u otro, cuentan sorprendido un jefe de estudios, ya no recae en los padres ¡ªque estudiaron donde quisieron los suyos¡ª sino en los hijos, y es a ellos a quienes se dirige la charla explicativa. ¡°Les hemos dado el derecho a elegir pero no les hemos ense?ado a reflexionar sobre por qu¨¦ esto y no aquello¡±, lamenta el psic¨®logo ?ngel Peralbo. La psicoterapeuta M¨®nica Manrique acude al libro Adolescentes, una historia natural (Duomo), de David Bainbridge, profesor de Anatom¨ªa y Cl¨ªnica veterinaria en la Universidad de Cambridge, para hablar desde un punto de vista biol¨®gico del acortamiento de la infancia. ¡°La adolescencia empieza con la pubertad, que implica una secuencia de cambios biol¨®gicos que comienzan antes en las ni?as que en los ni?os. En ambos casos se ha adelantado en los ¨²ltimos decenios en los pa¨ªses occidentales¡±. Seg¨²n Bainbridge, durante el pasado siglo XX la pubertad se inici¨® 12 d¨ªas antes por a?o transcurrido, pero en los ¨²ltimos a?os este adelanto anual es de tres d¨ªas.
¡®Peluparties¡¯ y mu?ecas a la moda
Ni las inocentes barriguitas se han salvado del lavado de cara. Las hoy madres jugaron con rubias querubines, mientras que las mu?ecas de sus hijas llevan el pelo largo, pantal¨®n pesquero y una camiseta que deja al aire su prominente barriga. A la cabeza del tuneado las Monster Girls, dirigidas a chicas de 11 o12 a?os, pero que causan furor entre las peque?as que emulan a las mayores. Tanto, que en Navidad hay lista de espera y mercado negro. ?Cu¨¢l es la clave? ¡°Sus aventuras, vehiculadas en forma de contenido a trav¨¦s de varias plataformas (online, TV, novelas, diarios¡), son el reflejo de la vida de cualquier preadolescente. Les lanza el mensaje de que pueden expresar su individualidad sin complejos, abrazar sus imperfecciones y atreverse a ser diferentes siendo ellos mismos¡±, opina Elvira Sanjurjo, directora de marketing de Mattel Iberia. ¡°Adem¨¢s, Monster High tienen una est¨¦tica moderna, diferente y superfashion que conecta con ellas a la perfecci¨®n¡±. Sanjurjo recuerda que ¡°los juguetes no est¨¢n al margen de la realidad¡± y ¡°evolucionan para adaptarse a los tiempos aunque persiga el mismo objetivo did¨¢ctico, socializador, de entretenimiento¡±.
Las peluparties, que recuerdan a la fiesta de pijamas de Grease, son el ¨²ltimo grito. ¡°Las asistentes contar¨¢n con una sesi¨®n de belleza con tratamiento personalizado que incluye lavado, peinados, manicura, maquillaje y las invitaciones¡±, oferta una peluquer¨ªa madrile?a su plan para ocho ni?as por 149 euros. ¡°Siempre nos hemos pintado y peinado y no lo veo mal, pero que se d¨¦ masajes a ni?as de ocho a?os me parece una perversi¨®n¡±, piensa Mamen Infante, periodista de belleza. ¡°Las marcas sacan maquillajes de colores alegres y baratos para las ni?as, pero no dirigen la publicidad hacia ellas¡±.
La franquicia Princelandia, presente en 160 pa¨ªses, tiene ya 24 spas infantiles abiertos en Espa?a en poco m¨¢s de un a?o. "Todo nuestro personal son educadores por lo que las actividades se basan en pasar un momento divertido mientras se inculca una imagen positiva del bienestar y del cuidado personal", advierten en la web. Sus centros cuentan incluso con una larga pasarela rosa para que las ni?as se sientan top model por un d¨ªa. Varios grupos feministas han puesto el grito en el cielo. "Transmiten la idea de que la mujer es propiedad de los pr¨ªncipes y de que es un objeto sin ideas ni pensamientos", se queja el colectivo A Clau Roya, de Zaragoza.
La Mary Pepis, que sigue vendi¨¦ndose, es casi una reliquia. Existen en el mercado estuches de peluquer¨ªa que incluyen m¨¢quinas para hacer mechas y colorear el pelo, opciones de colores o tenacillas para rizarlo. Y los tatuajes, con permiso paterno antes de los 16 a?os, son el d¨ªa a d¨ªa y eso que el 80% de quienes se tat¨²an con menos de 20 a?os se arrepiente sin cumplir los 35.
Manrique, autora del blog Padres en apuros, distingue varias causas que explican este adelanto de la adolescencia. No lo atribuye a los genes, ¡°porque estos no pueden haber sufrido cambios tan grandes en tan pocas generaciones¡±. Observa el sobrepeso como anticipador de la pubertad, aunque ¡°todav¨ªa queda mucho por saber¡±, precisa. ¡°Podr¨ªa existir un v¨ªnculo entre el inicio de la pubertad y la leche de f¨®rmula, que hace que los beb¨¦s crezcan m¨¢s r¨¢pido. Y un bajo peso al nacer lleva a que la pubertad se anticipe hasta 10 meses¡±.
Manrique cree que puede condicionar la precocidad un mayor cuidado de la salud ¡ªmenos par¨¢sitos e infecciones y mejor dieta¡ª; un estatus m¨¢s alto ¡ª¡°eso puede relacionarse con la mejor nutrici¨®n¡±¡ª, la latitud ¡ª¡°los finlandeses entran en la pubertad un a?o m¨¢s tarde que los griegos¡±¡ª y el estr¨¦s, ¡°que es algo que no es aceptado por todos los investigadores¡±.
¡°Es verdad que hay un adelanto biol¨®gico, no hay m¨¢s que verlo. Pero no va acompa?ado de una mayor madurez. Estos ni?os no son m¨¢s responsables que los de antes. Casi dir¨ªa que las anteriores generaciones no estaban tan perdidas y eso que no ten¨ªan acceso a tanta informaci¨®n¡±, opina Peralbo. El profesional culpa de esta desorientaci¨®n a sus familias. ¡°A los ni?os se les apunta a clase de todo, est¨¢n muy preparados, pero no se les forma en inteligencia emocional. En valores, en el esfuerzo. No saben valerse por s¨ª mismos y los padres est¨¢n desbordados. La sobreprotecci¨®n es un tema manido pero es evidente¡±, a?ade.
A partir de los 13 a?os, las chicas europeas doblan a los chicos en casos de depresi¨®n y ansiedad y a la hora de puntuar su autoestima, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). ¡°Todo parece indicar que, en buena medida, las adolescentes est¨¢n sometidas a m¨¢s situaciones de estr¨¦s, violencia, normas culturales y carga de trabajo que los varones¡±, sostiene Peralbo en su libro de autoayuda De ni?as a malotas (La esfera de los libros).
¡°Los ni?os son cada vez antes adolescentes, pero tambi¨¦n sus padres no quieren dejar de ser j¨®venes. A los 50 siguen consider¨¢ndose, visten y se comportan como tales. De modo que la adolescencia se alarga por arriba y por abajo¡±, se?ala el educador y psic¨®logo Alfredo Hernando. Basta con darse una vuelta por algunas tiendas de ropa interior para comprobar el furor que provoca entre las mujeres de 40 la gatita animada Hello Kitty, que ya super¨® los 35. ¡°El problema no es c¨®mo vistan, sino que no sean capaces de asumir el papel de padre y act¨²en como amigos. Hemos pasado del padre autoritario que siempre ten¨ªa raz¨®n, al extremo contrario¡±.
¡°Yo no creo que los ni?os hayan cambiado tanto. Somos nosotros, los adultos, y la sociedad los que lo han hecho. Plat¨®n dec¨ªa que siempre nos quej¨¢bamos de la generaci¨®n siguiente¡±, sostiene el psic¨®logo cl¨ªnico Mark Beyebach. ¡°Los padres est¨¢n menos presentes y han delegado la educaci¨®n en las pantallas, en los m¨®viles. Los hijos est¨¢n superprotegidos: se les matricula en la universidad, se les busca colegio mayor, traen la ropa a lavar¡ Viven una infancia con derechos pero sin las obligaciones de los adultos¡±, opina el coautor de C¨®mo crear hijos tiranos (Herder). ¡°Pasan de que les preparen la mochila al descontrol total¡±.
Beyebach considera que caemos en una trampa: ¡°Tenemos un recuerdo idealizado de nuestra ni?ez¡±. El eje del cambio est¨¢, en su opini¨®n, en el consumismo. ¡°Hay muchas empresas con grandes intereses en el mundo infantil que presionan para que el ni?o consuma. Les crea frustraci¨®n no tener m¨®vil o iPad, saldo en el tel¨¦fono¡ La comuni¨®n es el paradigma del consumismo. Las familias se endeudan y eso no es aprendizaje¡±. En pleno derrumbe econ¨®mico el derroche en la comuni¨®n se est¨¢ frenando. El gasto se ha reducido un 45% en cuatro a?os y ronda los 1.700 euros en 2013, seg¨²n el informe que cada a?o presenta la Federaci¨®n de Usuarios Consumidores Independientes (FUCI). ¡°Aunque con la crisis se haya reducido el gasto, no parece haber una consecuencia positiva porque queda la idea de consumir. Hay que aprender a tolerar la frustraci¨®n¡±, dice Beyebach.
Los padres de estos ni?os nacieron en los a?os sesenta y en los setenta y se criaron en un ambiente de creciente comodidad, acostumbr¨¢ndose a una abundancia no pasajera. Por ese motivo mantienen una inclinaci¨®n m¨¢s consumista que la de sus padres y abuelos: tienen menos conciencia de los precios, son menos hostiles a la publicidad y les tientan m¨¢s las rebajas y promociones. ¡°El ¨¦xito es tanto m¨¢s sorprendente en cuanto la sobriedad, la austeridad, el ascetismo, la renuncia y el desprendimiento han sido durante siglos gu¨ªa y norte de los fam¨¦licos espa?oles, y que basta solo con remontarse unos pocos lustros para encontrar tales virtudes todav¨ªa instaladas entre nosotros¡±, se lamentaba en 1975 el soci¨®logo Rafael L¨®pez Pintor en su libro Los espa?oles de los 70.
Desde entonces, el consumismo solo avanza. ¡°Por eso somos el pa¨ªs de Europa con m¨¢s smartphones, cuando tenemos seis millones de parados. Yo no hablar¨ªa de que tenemos una crisis de consumo sino de un consumo de crisis. Nos hemos ajustado para seguir gastando¡±, razona Luis Alonso, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa en la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Y en estas circunstancias los ni?os son marquistas porque los padres lo son. ¡°Piden a sus familias cosas de marca para ser aceptados en el grupo. Hay una presi¨®n social que te empuja a llevarlas. Si no, tienes miedo de ser excluido y es lo peor que le puede pasar. Tiene que haber un contrapeso ecologista o elitista muy grande para que a los ni?os no les importe¡±, a?ade Alonso.
¡°Los ni?os finlandeses son menos marquistas que los espa?oles a pesar de ser un pa¨ªs m¨¢s rico. Han recibido, en la escuela y en casa, educaci¨®n del consumo responsable. Hay otros valores, se da m¨¢s importancia a lo p¨²blico. En Espa?a llegamos tarde al consumo, partiendo de capital social y cultural muy bajo y por eso no es razonado¡±, prosigue Alonso. A menos formaci¨®n intelectual, mayor es la obsesi¨®n por el consumo. ¡°No tienen otras perspectivas de disfrute cultural¡±.
¡°La adolescencia es un invento del siglo XX. Antes eras un ni?o y, cuando a los 11 o 12 empezabas a trabajar, te convert¨ªas en un adulto. Con 12 a?os las ni?as ya eran madres¡±, recuerda el escritor juvenil C¨¦sar Mallorqu¨ª. ¡°Por eso los comienzos de la literatura juvenil son difusos, hacia los a?os setenta, mientras que los de la infantil est¨¢n claros¡±.
¡°El 25% de los ni?os de entre 8 y 12 a?os en Espa?a tienen m¨®vil. En el mundo nacen al d¨ªa tres veces m¨¢s smartphones que beb¨¦s. En el mercado hay disponibles ocho tabletas para el mercado infantil¡±, nos cuentan en el peque?o documental La generaci¨®n Play-m¨®vil, de la revista Einnova de la Universidad Complutense.
¡°No es que la adolescencia empiece pronto, es que los ni?os con dos a?os est¨¢n ya habituados a las nuevas tecnolog¨ªas. El cerebro no est¨¢ adaptado para esos est¨ªmulos perceptivos y va a tener que cambiar. ?C¨®mo van a conducir de mayores solo a 120 si su sistema nervioso se ha adaptado a la rapidez?¡±, anuncia De Andr¨¦s Tripero, que incide en la experiencia de Silicon Valley, el para¨ªso de la inform¨¢tica. ¡°All¨ª, los ejecutivos no dan un ordenador y un m¨®vil a sus hijos hasta tarde. Porque lo que quieren es que desarrollen la estabilidad emocional y se sociabilicen, y las tecnolog¨ªas a¨ªslan¡±.
¡°Las empresas contratan a expertos que analizan las redes sociales y crean productos pensados para adolescentes. A un cantante de voz meliflua que canta lo que ellas quieren o¨ªr¡±, se mofa el educador de Justin Bieber. ¡°El gasto mayor no est¨¢ en la moda, que es para mayores, es en tecnolog¨ªas¡±. El 78% de los chicos entre 14 y 19 a?os corren el riesgo de tener comportamientos obsesivos en el futuro por su ¡°obesidad digital¡±, seg¨²n un estudio de la Fundaci¨®n Eroski presentado el pasado noviembre. Existen ya casos diagnosticados de adolescentes internados en un centro de salud mental para curarse su obsesi¨®n.
Sobre el poder de Internet incide tambi¨¦n Laia Esqu¨¦, editora del sello juvenil Molino. ¡°A trav¨¦s de Internet tienen acceso al mundo entero y han cambiado la forma de relacionarse con otros ni?os. A su edad nos apuraba llamar a un amigo a su casa y tener que hablar con su padre. Ahora tienen muchas formas diferentes: el chat, el m¨®vil¡ Eso les hace m¨¢s aut¨®nomos, adultos¡±. Una madurez que, sin embargo, en opini¨®n de Esqu¨¦, no tiene su reflejo en el nivel intelectual de sus lecturas. ¡°Hay libros extranjeros infantiles o juveniles que en Espa?a se catalogan para adultos porque se consideran demasiado complejos. Ha pasado con El ni?o con el pijama de rayas o La ladrona de libros¡±.
¡°No existe una edad ideal para entrar en la adolescencia. Lo que podemos hacer como padres es cuidar nuestra relaci¨®n con ellos, aceptarles como personas que est¨¢n cambiando, llevar de la mejor manera posible que se vayan distanciando de nosotros y encajar con generosidad e inteligencia la influencia cada vez mayor del grupo de iguales¡±, piensa la psic¨®loga Manrique, que ha trabajado con ni?os problem¨¢ticos y en una escuela de padres. ¡°Tambi¨¦n tendremos que proporcionarles una buena formaci¨®n y educaci¨®n sexual e intentar no perder los nervios ante la inestabilidad emocional en la que viven¡±. ?Qu¨¦ dir¨ªa Rousseau?
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