¡°Una adopci¨®n fallida es lo m¨¢s parecido a que se te muera un hijo¡±
Un 2% de los 70.560 procesos realizados en Espa?a desde 1996 ha terminado mal
Sucedi¨® en Espa?a. Despu¨¦s de un largo proceso, una pareja cumpli¨® su sue?o de tener una hija. La adoptaron en Ucrania cuando ella ten¨ªa dos a?os. Desde el principio su madre vio que la ni?a no se consegu¨ªa adaptar ni a un nuevo pa¨ªs ni a una nueva familia. Sent¨ªa cada d¨ªa el sufrimiento de la ni?a, que creci¨® rebel¨¢ndose contra todo y contra ella misma. Su madre dec¨ªa de ella que era como una mariposa encerrada en su cris¨¢lida, que solo se pod¨ªa ver e intuir porque permanec¨ªa a¨²n encerrada sin poder volar. Durante a?os, la mujer trat¨® de que su hija la quisiese y de que viese que aquella casa era un hogar y aquella familia la suya. Fue en vano; a los 16 a?os la chica se suicid¨®. Lo hizo ¡°harta de no encontrarse¡±, seg¨²n le cont¨® su madre a la escritora Yolanda Guerrero. La mujer nunca dice que su hija muri¨®: su hija ¡°se fue¡±, y lo hizo para dejar de ser cris¨¢lida y convertirse por fin en una mariposa libre. La que lleva su madre desde entonces tatuada en el tobillo.
La ni?a contaba 12 a?os cuando se le diagnostic¨® trastorno del apego, habitual entre ni?os abandonados. Ten¨ªa dificultades graves para dar y recibir afecto, a causa de experiencias emocionales traum¨¢ticas durante el primer a?o y medio de vida. Fue tarde para ella y para sus padres. Guerrero public¨® el a?o pasado El hurac¨¢n y la mariposa (Catedral). La autora, periodista de EL PA?S durante m¨¢s de 20 a?os, ficcion¨® una adopci¨®n fallida, algo que ella vivi¨® personalmente. Prefiere no hablar de su caso (¡°hubo dos personas en esa historia, dos ya adultas, yo soy solo una de ellas¡±), pero s¨ª refiere a este peri¨®dico varias adopciones con las que traz¨® su historia tras documentarse. En su novela, por ejemplo, cuenta la historia de una madre que adopta a una ni?a de siete a?os que desenvuelve, con el tiempo, un odio enfermizo hacia ella, a la que empieza a atacar y golpear cuando crece. Est¨¢ basada en una historia real, la de la desesperaci¨®n de una mujer que, rendida, prefiere que alg¨²n d¨ªa su hija la mate antes de abandonarla de nuevo. Hasta que su psic¨®logo le hace ver que el crimen tambi¨¦n arruinar¨ªa para siempre la vida de su hija. Entonces se dirige a la Administraci¨®n y pide que se hagan cargo de ella.
Con esta historia Guerrero rompi¨® un silencio y un estigma: el de las adopciones que salen mal, un porcentaje ¨ªnfimo en el total de los procesos que se llevan a cabo en Espa?a. Seg¨²n el Observatorio de la Infancia, 70.560 menores fueron adoptados en Espa?a (54.000 en el extranjero) entre 1996 y 2016; de esas adopciones, explica Jes¨²s Palacios, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Evolutiva de la Universidad de Sevilla, alrededor de 1.440 fueron fallidas. Un porcentaje de un 2% en Espa?a, cuando en Europa asciende al 4% y en Estados Unidos llega a ser del 10%. Los menores regresan entonces a los centros a la espera de una nueva adopci¨®n, cada vez m¨¢s complicada.
Llamada por el t¨ªtulo, El hurac¨¢n y la mariposa, la madre con una mariposa tatuada en su tobillo contact¨® con Guerrero. No fue la ¨²nica. El a?o pasado, en la librer¨ªa Teseo de Fuengirola, un hombre de unos 60 a?os cogi¨® el micr¨®fono en la presentaci¨®n del libro y cont¨® su experiencia: su mujer y ¨¦l adoptaron a dos hermanos que tambi¨¦n padec¨ªan, sin saberlo sus padres adoptivos, el trastorno del apego. La familia viv¨ªa en un peque?o pueblo. De puertas afuera, era la familia ideal; de puertas adentro, un infierno que finalmente desbord¨® la puerta de casa. Los episodios violentos de los ya adolescentes hicieron que el pueblo, y su propia familia, diesen la espalda a los padres ¡°por no saber educarlos¡±. El hombre termin¨® su intervenci¨®n llorando: ¡°Los culpables sois vosotros, nos repet¨ªan¡±. Su mujer cay¨® en el alcoholismo y ¨¦l en la depresi¨®n. Se acabaron marchando del pueblo.
El trastorno del apego es habitual entre ni?os abandonados
¡°La adopci¨®n¡±, advierte Jes¨²s Palacios, ¡°es uno de los mejores y m¨¢s potentes recursos de protecci¨®n infantil. Lo bien que ha cambiado la vida para los padres y para los ni?os es indescriptible¡±. A ra¨ªz de la fallida adopci¨®n de la ni?a india, entregada a la Administraci¨®n por sus padres tras comprobar que ten¨ªa 13 a?os y no siete como les hab¨ªan dicho, los medios han puesto el foco (tambi¨¦n este) en las adopciones que no funcionan. Pero estos casos, repite Palacios, representan el 2% del total. Eso no quiere decir que los procesos de adopci¨®n sean historias siempre ¡°maravillosas¡±: son ¡°historias de educaci¨®n, de crecimiento¡±.
Una idea ingenua
Ana Fern¨¢ndez Manch¨®n, psic¨®loga cl¨ªnica que lleva m¨¢s de 20 a?os atendiendo a familias que han adoptado hijos, dice que cuando un proceso de adopci¨®n se interrumpe, con lo que m¨¢s se ha encontrado ¡°ha sido con familias poco preparadas y poco sostenidas¡±. ¡°Familias que no conoc¨ªan realmente lo que era una adopci¨®n, que ten¨ªan una idea ingenua y ligera del proceso. Se encontraban con una realidad que no pod¨ªan asumir. Y tampoco encontraron a tiempo apoyos de profesionales o de la propia red familiar¡±.
Yolanda Guerrero se?ala algo en lo que mucha gente cae: ni adoptar es un acto de caridad, ni los ni?os tienen que estar agradecidos. ¡°A veces te encuentras con noticias referidas a hijos adoptados y escuchas, muy habitualmente, comentarios del estilo 'f¨ªjate, con lo que hicieron sus padres sac¨¢ndole de este y otro sitio. Eso no es as¨ª¡±. La psic¨®loga cl¨ªnica Montse Lapastora, una profesional con a?os de experiencia en adopciones a sus espaldas, advierte de las expectativas, que suelen ser desmesuradas. ¡°Y las expectativas de las familias no se suelen cumplir, porque no todo es feliz. Muchos padres piensan que con cari?o se arregla. El cari?o no basta. Es imprescindible, pero no basta. Se requieren m¨¢s cosas¡±. Lapastora coincide en esto con Guerrero, que suele decir que ¡°con amor no se consigue todo¡±. ¡°Es una frase bonita pero no es verdad. Conozco experiencias suficientes como para saberlo: no todo se soluciona con amor¡±. Montse Lapastora ha tratado familias con hijos adoptados a los pocos meses que nunca han consentido que sus padres les den un beso porque, simplemente, no soportan que nadie les toque. ¡°Y los padres siguen luchando d¨ªa a d¨ªa, les llevan a terapia y hacen lo que sea¡±, refiere. Porque se habla, matiza, de padres que no pueden m¨¢s y ceden la tutela, pero hay otro tipo de fracasos, encubiertos: ¡°Como no pueden hacerse con ellos, los mandan a estudiar fuera¡±.
Una psic¨®loga ha escuchado m¨¢s de una vez: "?Me pasar¨¢ lo que a Asunta?"
No hay adopci¨®n sin adversidad, explica Palacios desde Sevilla. ¡°No hay adopci¨®n sin experiencias complejas para el ni?o. Ni?os que han sufrido maltrato, abandono, negligencia, experiencias institucionales prolongadas no siempre en buenas condiciones. Vienen con heridas emocionales. Y con un enorme potencial para crecer y adaptarse, y para salir adelante: son ni?os incre¨ªblemente fuertes. Tienen una enorme fragilidad por sus experiencias acumuladas, pero tambi¨¦n una enorme capacidad de adaptaci¨®n y para salir adelante. Para intentar hacer feliz a alguien, para desear que alguien les haga felices. Son ni?os fant¨¢sticos, en general¡±. Ocurre que estos ni?os han aprendido a desconfiar. ¡°Ya no ven al adulto como fuente de protecci¨®n sino como un peligro, porque los adultos para ellos han sido peligrosos antes¡±, dice Palacios. ¡°Les han hecho da?o, les han abandonado, les dijeron cu¨¢nto los quer¨ªan y les daban palizas, les dijeron cu¨¢nto los quer¨ªan a condici¨®n de que no dijesen a nadie lo que estaba ocurriendo entre ellos¡±.
¡°Yo lloraba y no sab¨ªa por qu¨¦¡±, empez¨® a hablar un chico en unas jornadas sobre adopci¨®n y apego organizadas por Afamundi en Santander en octubre el pasado a?o. ¡°Lloraba y cre¨ªa que no se acabar¨ªa nunca. No sab¨ªa de d¨®nde ven¨ªa ese llanto, pero aprend¨ª a vivir con ¨¦l¡±. Hasta que tuvo la ayuda profesional de su psic¨®logo, Alberto Rodr¨ªguez, presente en esas jornadas. ?l le ense?¨®, dijo, que s¨ª se pod¨ªa acabar alguna vez con aquello.
El promedio de las adopciones que terminan mal es de cinco o seis a?os de convivencia. ¡°Las familias no tiran la toalla a la primera dificultad, no es una decisi¨®n caprichosa¡±, dice Palacios. Si la adopci¨®n es problem¨¢tica, la mayor parte de las familias luchan durante a?os para sacarla adelante. Si no, llega el luto. Lo cuenta Ana Fern¨¢ndez Manch¨®n: ¡°Una adopci¨®n fallida es lo m¨¢s parecido a que se te muera un hijo. El duelo que tienen que hacer los padres por un hijo adoptivo que no pueden criar es un desgarro. A veces se piensa que es una frivolidad, y que los padres devuelven algo que no les gusta. No, no es un objeto, es un hijo. La fractura y el dolor que se produce en los adultos que adoptan y tienen que renunciar, despu¨¦s de tantos a?os de ilusi¨®n y espera, es tremendo. Y en cuanto al menor, la herida es casi irreparable. Un menor viene de un abandono, ya se cuestiona a s¨ª mismo ('no debo de ser bueno, no debo de tener condiciones, porque me han abandonado'); imagina que ese ni?o llega a una familia en la que espera tener los padres que le faltaron y se encuentra con un nuevo rechazo¡±.
Porque un hijo adoptivo ¡°es un hijo a todos los efectos¡±, sentencia Montse Lapastora. Y no hay m¨¢s abandonos de padres adoptivos que de padres biol¨®gicos. Ocurre que en padres adoptivos es m¨¢s llamativo. ¡°El caso Asunta, por ejemplo. Unos padres mataron a su hija, punto. A su hija. Era su hija, sin apellido. No su 'hija adoptiva'. Y cuando se insiste en que la hija es adoptiva puede ocurrir lo que me pas¨® a m¨ª en el centro, donde hubo ni?os que me preguntaron antes de ser adoptados: '?A m¨ª me va a pasar lo mismo que a Asunta?'¡±.
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