De Ucrania a Rusia bajo la sombra del coronavirus
Las malas relaciones entre los dos pa¨ªses dificultan el regreso a casa de ciudadanos para aislarse ante la Covid-19
¡°A sus puestos antes de que se vean obligados a confinarse donde est¨¦n¡±. As¨ª, como si fuera una orden, quienes por diversos motivos est¨¢bamos el lunes de viaje por Ucrania, interpretamos el cese de las comunicaciones ferroviarias por el pa¨ªs a partir del 18 de marzo.
El anuncio lleg¨® el 16 por la tarde, cuando ya hab¨ªa cesado el transporte a¨¦reo regular entre Ucrania y el mundo y al pa¨ªs hab¨ªan comenzado a regresar contingentes de turistas de abortadas vacaciones y tambi¨¦n emigrantes. Estos ¨²ltimos, invitados a volver por unas autoridades carentes de una alternativa laboral para ellos....
¡°A sus puestos antes de que se vean obligados a confinarse donde est¨¦n¡±. As¨ª, como si fuera una orden, quienes por diversos motivos est¨¢bamos el lunes de viaje por Ucrania, interpretamos el cese de las comunicaciones ferroviarias por el pa¨ªs a partir del 18 de marzo.
El anuncio lleg¨® el 16 por la tarde, cuando ya hab¨ªa cesado el transporte a¨¦reo regular entre Ucrania y el mundo y al pa¨ªs hab¨ªan comenzado a regresar contingentes de turistas de abortadas vacaciones y tambi¨¦n emigrantes. Estos ¨²ltimos, invitados a volver por unas autoridades carentes de una alternativa laboral para ellos.
La ¡°movilizaci¨®n para el aislamiento¡± (MPA) es practicada estos d¨ªas en todo el continente europeo por el nuevo coronavirus. En su modalidad ruso-ucraniana, la MPA se ve complicada por el sustrato pol¨ªtico y los conflictos entre los dos pa¨ªses. Desde que se anularan las comunicaciones a¨¦reas directas (a resultas de los enfrentamientos pol¨ªticos y b¨¦licos de 2014), la forma m¨¢s eficaz de trasladarse de un pa¨ªs a otro es volar con escala en un tercer pa¨ªs, pero esta posibilidad dej¨® de existir esta semana. Rusia, por su parte, anunci¨® que cerraba sus fronteras a los extranjeros no residentes a partir del 18 de marzo y result¨® que la Embajada espa?ola en Mosc¨² y el Ministerio de Exteriores de Rusia ten¨ªan interpretaciones distintas sobre las caracter¨ªsticas del estatus de residencia de los corresponsales extranjeros acreditados en la capital rusa.
El 17 de madrugada en el tren Hunday que cubre el trayecto entre Kiev y J¨¢rkov (con salida a las 6.45 y llegada a las 11.31) viajaba esta corresponsal con otros pasajeros, una parte de los cuales estaban all¨ª para regresar a su domicilio en Rusia. Entre unos y otros se fraguaban alianzas mutuamente ventajosas. ¡°Usted va a mirar los trenes de cercan¨ªas y yo voy a ver los autobuses¡±. ¡°Usted me guarda la maleta y yo voy a la taquilla¡±. ¡°Nos intercambiamos los n¨²meros de m¨®viles para coordinarnos e intercambiar informaci¨®n¡±. ¡°Si se entera de algo, me lo dice¡±.
No hac¨ªa falta tener un amigo motorizado en J¨¢rkov. El mecanismo para continuar el periplo estaba ya rodado. De uno de los laterales de la estaci¨®n central part¨ªan las marchrutkas (minibuses que operan como taxis colectivos) y el ch¨®fer de la m¨ªa llen¨® el veh¨ªculo con nueve personas (tres pasaportes rusos, cinco ucranianos y uno espa?ol) a raz¨®n de 500 grivnas sin recibo. Partimos de inmediato rumbo al puesto fronterizo de Goptivka (parte ucraniana)-Nejoteevka (parte rusa). En Goptivka, el conductor de la marshrutka realiz¨® por si solo todas las formalidades del pasaje y los guardafronteras no nos preguntaron nada. En la tierra de nadie, entre los servicios fronterizos ucranianos y los rusos, tuvo lugar el cambio de postas y de la marshrutka ucraniana. Nosotros y nuestro equipaje nos trasladamos a la marshrutka rusa. El mecanismo recordaba el que existe en Perekop, en el istmo que separa la pen¨ªnsula de Crimea (controlada de hecho por Rusia), y el resto del territorio de Ucrania, o el que se practica en las lindes de los territorios controlados por los prorrusos en Donetsk.
En Nejoteevka todos depend¨ªamos de todos. Los guardafronteras rusos ten¨ªan preguntas diversas para cada uno de nosotros. ¡±?Con qui¨¦n se ha encontrado y a qui¨¦n ha entrevistado en Ucrania?¡±, fue la que le formularon a esta corresponsal dos oficiales del servicio. Preguntas como estas son habituales en puestos fronterizos poco habituales en Rusia. Mientras esperamos, conversamos sobre la cartelera teatral y las exposiciones de Mosc¨² con una de las compa?eras de viaje, ucraniana de origen. Despu¨¦s de 55 minutos de formalidades, proseguimos el viaje ya en territorio ruso y llegamos a tiempo para el tren r¨¢pido que par¨ªa de Belgorod a las 16.39 con destino a Mosc¨². Ante las taquillas hab¨ªa largas colas. En una de ellas, dos mujeres conversaban sobre las asignaciones econ¨®micas prometidas por el presidente Vlad¨ªmir Putin para estimular la maternidad. ¡°Y ahora todos los alcoh¨®licos se dedican a tener hijos y los orfanatos se llenar¨¢n de ni?os¡±, afirmaba una de ellas. No s¨¦ si es verdad, pero podr¨ªa ser un dato social. Por fin, con el pasaje en la mano, compr¨¦ un refresco y dos empanadillas en el kiosko de la estaci¨®n. El precio (76 rublos) era de menos de un euro al cambio de ahora, lo que es un dato econ¨®mico y social.
Situado en una v¨ªa alejada del edificio principal de la estaci¨®n, estaba el tren, limpio, moderno, con enchufes para m¨®viles y ordenadores, desinfectante gratuito y unos lavabos relucientes. Contrastaba con los desvencijados trenes que (con contadas excepciones) unen Kiev con las ciudades de provincias de Ucrania. El convoy iba casi vac¨ªo. Algunos pasajeros llevaban m¨¢scaras, pero eran una minor¨ªa. Por los monitores se repet¨ªan las instrucciones de higiene para prevenir el coronavirus. Al filo de la media noche (una hora menos en Kiev) llegamos a la estaci¨®n de Kursk en Mosc¨².
Informaci¨®n sobre el coronavirus
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