Un ej¨¦rcito de m¨¢quinas de coser para luchar contra el coronavirus
M¨¢s de 50 mujeres de 15 a 90 a?os organizan una red solidaria para confeccionar desde sus casas batas protectoras y mascarillas destinadas a hospitales y residencias de ancianos
Amparo Ferreiro tiene 90 a?os y se acaba de enrolar en el ej¨¦rcito de cosedoras que se ha organizado al sur de Vigo para frenar el impetuoso avance de las hordas de coronavirus. Esta vecina del municipio pontevedr¨¦s de Ponteareas no imaginaba a estas alturas de su vida la fuerza que a¨²n atesoraba para situarse en primera l¨ªnea de combate, ni el poder que a¨²n lat¨ªa en el coraz¨®n de su m¨¢quina de coser, negra y de hierro como un antiguo ca?¨®n. Esas, las m¨¢quinas de coser, y un reguero de solidaridad que corre como la p¨®lvora, son ...
Amparo Ferreiro tiene 90 a?os y se acaba de enrolar en el ej¨¦rcito de cosedoras que se ha organizado al sur de Vigo para frenar el impetuoso avance de las hordas de coronavirus. Esta vecina del municipio pontevedr¨¦s de Ponteareas no imaginaba a estas alturas de su vida la fuerza que a¨²n atesoraba para situarse en primera l¨ªnea de combate, ni el poder que a¨²n lat¨ªa en el coraz¨®n de su m¨¢quina de coser, negra y de hierro como un antiguo ca?¨®n. Esas, las m¨¢quinas de coser, y un reguero de solidaridad que corre como la p¨®lvora, son las armas que empu?an m¨¢s de 50 mujeres y una decena larga de hombres que se han aliado casi de forma espont¨¢nea para confeccionar y distribuir los equipos de protecci¨®n que reclaman hospitales, supermercados y residencias de ancianos en Galicia. La base de operaciones es una tienda de ropa y complementos que qued¨® cerrada desde antes de decretarse el estado de alarma, cuando el Gobierno gallego se adelant¨® un par de d¨ªas al central y orden¨® la clausura de casi todos los negocios. All¨ª, M., una mujer de 67 a?os que, ¡°de momento¡±, no quiere ser identificada, teje la red de voluntarias y recibe las peticiones de prendas procedentes del hospital p¨²blico ?lvaro Cunqueiro, de residencias con ancianos infectados y de otras instalaciones que deben seguir abiertas durante el confinamiento.
En la compra de los tejidos de protecci¨®n con los que elaboran batas hospitalarias y mascarillas, las aliadas han gastado una cantidad de dinero, puesta por ellas mismas, que tampoco quieren que se publique. Son muchos miles de euros, muchos, necesarios para pagar las bobinas de una tela ¡°impermeable por fuera pero transpirable por dentro¡± que de milagro han localizado ¡°en Espa?a¡± y que, ¡°de ahora en adelante¡±, la Xunta de Galicia se ha comprometido a abonar. ¡°Esto lo hacemos porque queremos, no recibimos subvenci¨®n alguna ni aceptamos dinero de la gente por nuestro trabajo", comenta la due?a de la tienda. ¡°No queremos ning¨²n tipo de protagonismo, no somos como las grandes empresas que anuncian sus donaciones¡±. "A nosotras nos basta con las felicitaciones que recibimos de m¨¦dicos y enfermeras, los verdaderos h¨¦roes¡±, insiste M., que lleva a sus espaldas muchas batallas y causas solidarias, como la de la ayuda a los campamentos de refugiados saharauis desde Galicia.
En esta aventura hay trabajo para ¡°todas¡±, y se emplea el femenino porque la mayor¨ªa son mujeres, de entre 15 y 90 a?os, que se han ido sumando a la red gracias al boca a boca y a Facebook. ¡°Pero tambi¨¦n hay entre 10 y 15 hombres que cosen en sus casas...¡±, recalca M., ¡°un chico que es veterinario maneja la m¨¢quina que es una maravilla¡±. Otro de ellos se encarga de los transportes en veh¨ªculo, gracias a un permiso que han conseguido de la Guardia Civil. En la tienda de M. se cortan las batas seg¨²n los patrones que ha confeccionado Loli Barral, vecina de Mondariz (Pontevedra) de 45 a?os que tiene en su casa un taller de confecci¨®n y que en tiempos cort¨® trajes nupciales para Pronovias. Luego, esas telas cortadas y marcadas son distribuidas en paquetes por los domicilios de las colaboradoras ¡°confinadas¡±. Y al cabo de unos d¨ªas, el mismo voluntario recoge las batas ya confeccionadas para llevarlas adonde hagan falta. En su encomienda log¨ªstica, este hombre recorre muchos kil¨®metros entre Ponteareas, Gondomar, Tui, Mondariz, Mos, Porri?o y Vigo, algunos ayuntamientos que forman parte de la misma ¨¢rea sanitaria y en los que las m¨¢quinas de coser dom¨¦sticas trabajan ahora ¡°d¨ªa y noche¡±.
Hasta el mi¨¦rcoles de esta semana, en el comercio de M. se cortaba todo ¡°a tijera¡±. Pero ese d¨ªa por la tarde lleg¨® al local una m¨¢quina, prestada por una f¨¢brica textil de la comarca, ahora cerrada, que permite cortar muchas prendas a la vez. Con esto y con la pr¨®xima remesa de tejido (5.000 metros por tres de ancho) que han apalabrado conf¨ªan en dar salida a todos los pedidos de equipos de protecci¨®n y abarcar mucho m¨¢s territorio. ¡°Mis hijos me dicen que ahora me levanto llena de energ¨ªa... ?Estamos todas tan contentas y tenemos una satisfacci¨®n tan grande!¡±, reconoce M. ¡°Me acuerdo mucho de mi abuela, que me cri¨® de ni?a y me llamaba pitusi?a. Ella me dec¨ªa: ¡®Pitusi?a, ese es tan pobre tan pobre que solo tiene dinero¡¯. Y ten¨ªa raz¨®n: la satisfacci¨®n interior que tenemos por ayudar no hay dinero que la pague¡±.
Hoy han recibido tres encargos que suman 200 batas, la mitad para el hospital vigu¨¦s. En la entrada de la tienda de Ponteareas que ya no despacha al p¨²blico hay una mesa con mascarillas y guantes para que todos los intercambios de material se lleven a cabo con seguridad. All¨ª solo trabajan, bien separadas, M. y sus cuatro empleadas. Los dem¨¢s, ¡°cada uno en su casa¡±. En el municipio lim¨ªtrofe de Mondariz, Marina Alfaro cose batas ya cortadas junto a una ventana que da al jard¨ªn de su vivienda. La tela especial procede de una f¨¢brica espa?ola que el grupo de voluntarias no revela. Les ha costado mucho conseguirla y temen que se agote. No solo es impermeable y a la vez transpirable, sino que ¡°se puede lavar a 100 grados cent¨ªgrados las veces que haga falta porque lo resiste todo¡±, celebra la promotora de la iniciativa, que al principio se puso en contacto con el Sergas (Servizo Galego de Sa¨²de) para informarse del material que hac¨ªa falta. Las mascarillas que est¨¢n fabricando para la sanidad llevan tres capas: dos externas de algod¨®n y una en el medio que funciona de barrera.
Tambi¨¦n en Mondariz, Loli Barral, ¡°patronista y modista¡±, roba un mont¨®n de horas del d¨ªa a sus ni?os peque?os, que "no paran quietos¡± y est¨¢n sin colegio, para fabricar mascarillas de color rosa en su peque?o taller de confecci¨®n. Es aut¨®noma y ahora no hay trabajo remunerado: ¡°Esta semana a¨²n pagu¨¦ la cuota¡±, lamenta, ¡°pero ahora toca echar una mano, y a m¨ª siempre me gust¨® ayudar¡±. Una enfermera le ha tra¨ªdo hoy a casa ¡°s¨¢banas de quir¨®fano¡±, y transforma ese tejido en mascarillas para el hospital. Al principio, asesorada por ¡°un amigo bioqu¨ªmico¡±, las hac¨ªa de algod¨®n, pero despu¨¦s el producto fue "evolucionando¡±.
Todo comenz¨® el d¨ªa en que, con las farmacias desabastecidas, un supermercado de su localidad le encarg¨® mascarillas para todos sus empleados. La voz se corri¨® a toda velocidad y enseguida se sumaron otros establecimientos. ¡°Tiendas, supermercados, residencias de mayores, Protecci¨®n Civil...¡±, todos hab¨ªan tenido noticia de lo que estaba haciendo y quer¨ªan m¨¢s. Al mismo tiempo, M. se puso en contacto con ella y la embarc¨® en el proyecto de las batas. La profesional que empez¨® en este mundo confeccionando trajes de novia cort¨® 60 batas para el personal de un geri¨¢trico e hizo los patrones por los que ahora se gu¨ªan todas las dem¨¢s voluntarias.
¡°Yo no me muevo por las redes sociales, no me va nada eso. Pero me qued¨¦ anonadada... Me emocion¨¦ cuando empec¨¦ a recibir mensajes de gente d¨¢ndome las gracias¡±, cuenta Barral. ¡°Pero lo que podamos hacer nosotras es una mingurria [peque?ez]. Se podr¨ªa hacer mucho m¨¢s de lo que se hace", lamenta: ¡°Hay muchas f¨¢bricas con m¨¢quinas capaces de cortar un mont¨®n de prendas a la vez... pilas de tela gruesas como colchones. ?Me parece incre¨ªble que no se hayan ofrecido todas a trabajar!¡±.
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